REDENCION
Han clavado la luz en un madero
aquellos que repudian la alborada
y buscan impedirnos la llegada
de Dios como Dios y hombre verdadero.
Vertiendo está el Amor un aguacero
de sangre redentora y –desolada–
perece ante una turba acanallada
la solemne figura del Cordero.
Y de pronto, la tierra conmovida
por la muerte del dueño de la vida,
tiembla y se agrieta. Se abren sepulturas,
un centurión estrena su temor
y surge, para todo pecador,
la mística expansión de las alturas.