ESTEBAN SÁNCHEZ MALAGÓN: ¿DÓNDE ESTÁ EL CISMA?

Misterios de iniquidad

UN CISMA FICTICIO DENTRO DE UN CISMA VERDADERO

«La gente homosexual tiene derecho a estar en una familia. Son hijos de Dios y tienen derecho a una familia. Nadie debería ser expulsado o sentirse miserable por ello… Lo que tenemos que crear es una ley de unión civil. De esa manera están cubiertos legalmente. Yo defendí eso«.

Esto decía el “innombrable” en octubre de 2020, refiriéndose incluso a su ministerio en la Argentina, antes de ida a Roma: “Yo defendí eso”.

El Vaticano aclara que no puede bendecir uniones homosexuales.

En un documento (lunes 15.03.2021) de la Congregación para la Doctrina de la Fe se asegura que la homosexualidad es un “pecado”.

El texto divulgado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, entidad “encargada de preservar el dogma católico”, aclaró que para la Iglesia la homosexualidad «es un pecado” y que los sacerdotes no pueden bendecir uniones entre personas del mismo sexo. La explicación surge luego de que, en algunos ambientes clericales, surgieran dudas, escándalo e indignación sobre este tema.

El documento firmado por el cardenal Luis Ladaria, prefecto de la congregación, conocida en el pasado como el Santo Oficio de la Inquisición, se advierte que «en algunos ambientes eclesiales se están difundiendo proyectos y propuestas de bendiciones para uniones de personas del mismo sexo». Por ello, ante la pregunta de si la Iglesia dispone del poder para bendecirlas, la contestación fue tajante: «se responde negativamente”.

«No es lícito impartir una bendición a relaciones, o a parejas incluso estables, que implican una praxis sexual fuera del matrimonio (es decir, fuera de la unión indisoluble de un hombre y una mujer abierta, por sí misma, a la transmisión de la vida), como es el caso de las uniones entre personas del mismo sexo”, precisa el texto.

«No bendice el pecado”

El documento recuerda que «Dios nunca deja de bendecir a sus hijos”, pero «no bendice ni puede bendecir el pecado”. El documento muestra un «Responsum ad dubium», es decir una respuesta a una duda, y contó con la aprobación de decíme Jorge, a pesar de que él se ha mostrado a favor de la homosexualidad. Sic.

Hace cinco meses, el disfrazado de blanco (pues dicen que él es el que va vestido de blanco, en la visión de Fátima) aseguró en una entrevista que «las personas homosexuales tienen derecho a estar dentro a una familia” y que deberían tener derecho a estar cubiertos legalmente.

El Vaticano precisó luego que Francisco no había cuestionado el dogma del matrimonio entre un hombre y una mujer y que se refería a las leyes adoptadas por los Estados.

La Congregación para la Doctrina de la Fe agrega en su texto que «no existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia”. Eso, sin embargo, «no quiere ser una discriminación injusta, sino reclamar la verdad del rito litúrgico y de cuanto corresponde profundamente a la esencia de los sacramentales, tal y como la Iglesia los entiende”.

Este jueguito hipócrita, o más bien HIPERcríta, es un juego diabólico. Lo vimos en la Argentina con el aborto; hasta tradicionales se ilusionaron con el fallo; pero, más bien les falló su cálculo o perspectiva, porque eso era lo que quería la REVOLUCIÓN, un enardecimiento de las hordas abortistas para dar rienda suelta a sus “protestas pacíficas”, para después en un corto plazo aprobarlo. Aquí pasa lo mismo. Están buscando la desaprobación de las uniones homosexuales, rogando a Francisco que las apruebe.

Esto es típico del demonio, en esta NUEVA NORMALIDAD, que busca el orden contrario al otrora cristiano, que era, una moral dentro del marco de una Religión, y hoy lo que se quiere es UNA NUEVA “MORAL” SIN RELIGIÓN.

Pero, también los MODERNOCONSERVADORES o TRADIMODERNISTAS-CONCILIARES, metieron su cuchara, atacando a Monseñor Lefebvre.

Lo peor es que ni saben y hablan por hablar. Dice Rafael Díaz “predicador católico”: “…ningún cisma es bueno, cisma es separación, por ejemplo 1054 el cisma que sucedió con la iglesia ortodoxa, los hermanos ortodoxos, pero miren, con esto no estoy justificando ningún cisma, pero hay de cismas a cismas, me refiero a la razón, el cisma de 1054 que ahora es iglesia católica ortodoxa, porque sucedió, el que estudia historia lo sabe, hay muchas historias por ahí pero, para qué nos engañamos, sucedió por poder, poder, claro a la iglesia le gusta el poder, no hay que engañarnos hermanos, es tiempo de que alguien lo diga, a la iglesia le gusta el poder, entonces querían mover la sede de Roma a Constantinopla y de ahí empezó el pleito, el Papa dijo no, entonces se rebelaron, se desgreñaron y surge este cisma; vemos otro cisma, quince siglos después, bueno no quince, muchos siglos después Martín Lutero, pero, fíjense Martín Lutero, para mí no es testigo del evangelio por cierto, muchas personas me escribían, Martín Lutero ¿usted cree que es testigo del evangelio? No, por supuesto que no, no es testigo del evangelio, no, no, claro que no, es más o sea yo creo que Martín Lutero es uno de los rebeldes más grandes de toda la historia de la iglesia, pero él trajo cisma, lo único que le doy a Martín Lutero es que el cisma que él trajo, quiso hacer las cosas bien pero, al final las cosas no se hacen así, tampoco es de irte de la iglesia es como pongo el ejemplo de Marcel Lefebvre, los lefebvrianos el día de hoy, que fue el error de Marcel Lefebvre, haber ordenado cuatro sacerdotes Obispos, sin el permiso del Papa, y ahí sí digo yo , ya no, ahí si ya no, es que ya no, ahí sí es donde falló el Obispo Marcel Lefebvre, con Martín Lutero miró tanta corrupción en la Iglesia que, siempre ha habido, pero antes la gente no se daba cuenta, no había redes sociales y la iglesia tenía mucho poder, Lutero pensó que lo que estaba haciendo era lo correcto, cuando en realidad ya no lo era y eso lo llevó a salir de la iglesia, trajo cisma

Decía Monseñor Lefebvre: “Lutero apartó de la Iglesia a pueblos enteros, trastornó a Europa, espiritual y políticamente, al reducir a ruinas la jerarquía católica, el sacerdocio católico, al inventar una falsa doctrina de la salvación, una falsa doctrina de los sacramentos. Su rebelión contra la Iglesia será el modelo que habrán de seguir todos los futuros revolucionarios que desencadenen el desorden en Europa y en el mundo”.

Monseñor Lefebvre tilda a los futuros revolucionarios y a Martín Lutero de REBELDES, y este pobre ignorante (Rafael Díaz), compara a Monseñor Lefebvre con Lutero, tildándolo de rebelde, cuando lo que hizo Monseñor fue un acto de Amor a la Santa Iglesia.

¿Quién podría negar que los católicos de este final del siglo XX estén perplejos? La misma palabra Perplejidad se encuentra en una alocución de S.S. Juan Pablo II del 6 de Febrero de 1981: «Es necesario admitir con realismo, y con profunda y atormentada sensibilidad, que los cristianos hoy, en gran parte, se sienten extraviados, confusos, perplejos, e incluso desilusionados; se han esparcido a manos llenas ideas contrastantes con la verdad revelada y enseñada desde siempre; se han propalado verdaderas y propias herejías en el campo dogmático y moral, creando dudas, confusiones, rebeliones; se ha manipulado incluso la liturgia; inmersos en el relativismo intelectual y moral, y por esto en el permisivismo, los cristianos se ven tentados por el ateísmo, el agnosticismo, el iluminismo vagamente moralista, por un cristianismo sociológico, sin dogmas definidos y sin moral objetiva»«. Esto decía Monseñor Lefebvre en su libro “Carta abierta a los católicos perplejos”.

Y nosotros podríamos decir “¿Quién podrá negar que los “católicos” de este principio del siglo XXI andan ignorantes, estúpidos e imbéciles? Nadie lo puede negar, estos catolicones si no abrazan el amor de la verdad, Dios les seguirá infundiendo el espíritu de error, como lo dice San Pablo en su Epístola, siguiendo sus falsos y diabólicos aparicionismos, una falsa concepción del Santo Sacrificio de la Misa, mediante ese birritualismo que, por más que ellos escuchen la “misa” en latín, es invalida como el bastardo Novus Ordo, que según el motuo proprio “Summorum Pontificum” de la serpiente Ratzinger expresa la misma fe que la Santa Misa que celebraba San Pío V, San Pío X etc., el desprecio del Apocalipsis y el aprecio de “revelaciones privadas”, sí, PRIVADAS DE VERDAD, la falsa, libre y protestante interpretación de la Sagradas Escrituras etc. etc. etc. lo peor de todo es que se encuentran en una ignorancia vencible, de hecho alguno de estos canales de yuo tube, por ahí han levantado algún artículo de Radio Cristiandad, haciendo la aclaración, claro está, de que es un blog peligroso y sedevacantista, y no es que Radio Cristiandad sea lo único que hay en la web para despabilarse de tonteras, pero, sí es de lo poquísimo bueno que hay en la red; por lo mismo, si los youtubers “predicadores católicos” tuvieran buena fe, entrarían al blog para instruirse y quitarse la venda de los ojos.

Y esto no lo digo dándome aires de supremacía, sino por caridad, ciertamente no con una caridad suave, sino con caridad severa, como Nuestro Señor con látigo en mano.

Otras exigencias que Lutero había formulado en su tiempo pueden considerarse satisfechas en la teología y en la práctica de la Iglesia actual: el uso de la lengua vulgar en la liturgia, la posibilidad de la comunión en las dos especies y la renovación de la teología y de la celebración de la Eucaristía”.

¡Qué gran reconocimiento! ¡Satisfacer las exigencias de Lutero que se mostró el enemigo resuelto de la misa y del Papa! ¡Admitir las demandas del blasfemo que decía-.»Afirmo que todos los lupanares, los homicidios, los robos, los adulterios son menos malos que esta abominable misa»!

De tan monstruosa rehabilitación sólo se puede llegar a una conclusión: o bien hay que condenar al concilio Vaticano II que la autorizó o bien hay que condenar al concilio de Trento y a todos los papas que desde el siglo XVI declararon que el protestantismo era herético y cismático. Bien se comprende que ante semejante cambio de situación los católicos estén perplejos. ¡Pero tienen tantos otros motivos para estarlo! A medida que transcurrían los años los católicos vieron cómo se transformaban el fondo y la forma de las prácticas religiosas” (Carta abierta a los católicos perplejos).

¿Cuál es la crisis que estamos atravesando actualmente? Se manifiesta, a mi entender, bajo cuatro aspectos fundamentales para la Santa Iglesia. Se manifiesta, a primera vista, creo yo, y me parece que es uno de los aspectos más graves, porque, para ml, si se estudia la historia de la Iglesia, uno se da cuenta de que la gran crisis que atravesó en el siglo XVI, crisis espantosa, que arrebató a la Iglesia santa, millones y millones de almas, regiones enteras, Estados en su totalidad, esta crisis fue, más que nada, una crisis del culto litúrgico; y que, si actualmente existen divisiones entre aquéllos que se dicen cristianos, se ha de atribuir más que a otras causas a la manera de celebrar el culto litúrgico; y si los protestantes se separaron de la Iglesia, la causa principal es que los instigadores del protestantismo, como Lutero, dijeron, desde el primer momento: “Si queremos destruir la Iglesia hemos de destruir la Santa Misa”. Ésta fue la consigna de Lutero. (Mons. Lefebvre. “La Misa Nueva”).

El problema central sigue siendo en este S.XXI., la misa Bastarda, ordinaria o extraordinaria, una artimaña de la serpiente que, a estas alturas le está trayendo buenos dividendos, porque la mayoría de la gente que le está volviendo la espalda al novus ordo en este PLANdemia, está cayendo en las garras de un catolicismo PSEUDOTRADICIONALISTA, querido por Juan pablo II y el ex encargado de la congragación para la doctrina de la fe, o sea, Ratzinger, y que decíme Jorge no ve con malos ojos, hasta la llegada del Anticristo, que hará cesar el Sacrificio Perpetuo, el verdadero Santo Sacrificio de la Misa.

Entretanto, la rebelión de Lutero, la Revolución Protestante ha sido ante todo una revolución laicista… anti sacerdotal. La lógica de este laicismo tendría que haberlo llevado a suprimir todo culto exterior organizado. La preocupación por llegar segura y exitosamente a su fin, procediendo por etapas, le hizo contentar con una reducción, una transformación del culto católico, creó así sin chocar violentamente con las costumbres seculares, un culto nuevo que ya no es sacrificial y, que, por lo tanto, ya no es sacerdotal.

La proliferación de “cenas”, “servicios”, “cultos” sin regla ni control, proporcionaba un vehículo excepcional al cisma y la herejía. Era necesario detener el proceso de degradación protestante de los ritos de la Misa. Dicho proceso estaba favorecido por las variantes en los misales católicos.

¡Era urgente una unidad y una purificación! Esta fue la obra del Concilio de Trento.

Los Padres Conciliares trentinos, establecen el orden de importancia: primero la obra doctrinal, luego la reforma disciplinaria. Lex Credendi, Lex Orandi.

Esto lo utilizó Paulo VI, pero a la inversa, modificar lo doctrinal a través de lo disciplinario, pero este adagio no es reversible. Lex Orandi Lex Credendi, es la LEY DE LA CREENCIA, DE LA DOCTRINA la que establece la ley de la liturgia, del orar, NO POR REZAR LA MISA TRADICIONAL NECESARIAMENTE VOY A TENER LA FE CATOLICA.

Sí juega a la inversa; cuando se manosea la liturgia, si introduzco cambios, me pueden llevar a la herejía.

Pero no por rezar la Misa buena voy a tener necesariamente la buena doctrina. Esto es muy importante hoy en día, cuando se juega con esto, que los “sacerdotes” modernistas que vienen de la iglesia conciliar, rezando de a poco la misa tradicional van a adquirir la buena doctrina. DE NINGUNA MANERA, si no, veamos los ortodoxos, que desde el siglo XI siguen diciendo una Misa válida, pero siguen teniendo una fe herética; y los padres conciliares, que rezaban la misa tradicional todos los días, sin embargo, nos legaron el concilio Vaticano II; no por decir la Misa de San Pío V durante el concilio nos dieron un concilio Católico.

Y es Pío XII quien da el sentido correcto de este adagio en su Encíclica Mediator Dei. LEX CREDENDI LEX ORANDI

Pablo VI definió con fórmulas dramáticas el declive de la Religión; quien era el artífice de esa división, de esa separación, de abandonar la doctrina bimilenaria de la Iglesia para adoptar una nueva doctrina, una nueva fe, una nueva Religión, que él hipócritamente consumó.

En el discurso al Seminario lombardo en Roma del 7 de diciembre de 1968 dijo que «la Iglesia se encuentra en una hora inquieta de autocrítica o, mejor dicho, de auto demolición. Es como una inversión aguda y compleja que nadie se habría esperado después del Concilio. La Iglesia está prácticamente golpeándose a sí misma».

En el famoso discurso del 30 de junio de 1972, en el cual Pablo VI afirma que «por alguna rendija se ha introducido el humo de Satanás en el templo de Dios». Y proseguía: «También en la Iglesia reina este estado de incertidumbre. Se creyó que después del Concilio vendría una jornada de sol para la historia de la Iglesia. Ha llegado, sin embargo, una jornada de nubes, de tempestad, de oscuridad».

Y en un pasaje posterior, igualmente célebre, Paulo VI encontraba la causa del desastre general en la acción DIRECTA del Diablo (de la fuerza del mal, que es persona de perdición), refiriendo así todo su análisis histórico a una línea ortodoxa,

Para la cual el príncipe de este mundo (aquí mundo se refiere a la oposición auténtica) no es una metáfora del pecado puramente humano y del kantiano radical Bóse, sino una persona realmente actuante y coadyuvante con la voluntad humana, como dice Romano Amerio.

En el discurso del 18 de tulio de 1975 Pablo VI pasaba del diagnóstico y la etiología a la terapia del mal histórico de la Iglesia, demostrando comprender bien cómo en mayor medida que un asalto exterior, aflige a la Iglesia una disolución interior. Con vehemente y afectuosa conmoción exhortaba: «¡Basta con la disensión dentro de la Iglesia! ¡Basta con una disgregadora interpretación del pluralismo! ¡Basta con la lesión que los mismos católicos infligen a su indispensable cohesión! ¡Basta con la desobediencia calificada de libertad!».

Hipocresía pura.

Queda claro que el concilio Vaticano II aparte de herético es CISMÁTICO, y el que estuvo detrás dirigiendo el concilio fue la ALTA MASONERÍA JUDAICA, o sea el mismo DEMONIO, y es lógico, pues él sabe que le queda poco tiempo. El que no entienda que el mismo Satanás fue el que “dividió las aguas” en la década del 60 provocando un VERDADERO CISMA, y no uno FICTICIO como el alemán, no ha entendido nada.

Y para muestra un botón, la convocatoria del hoy Pseudosanto JPII, en 1986, otro verdadero acto cismático: La reunión de Asís, siguiendo la línea cismática del concilio.

El espíritu de Asís | España

El 27 de octubre de 1986, Juan Pablo II convocaba una Jornada Mundial de Oración por la Paz en la ciudad italiana de Asís, cuna de San Francisco. ¿Quién puede negar que hay un hilo conductor hasta el día de hoy? ¿Qué pitos tocaba San Francisco en esa orquesta?

Assisi 2011. Peregrinos de la verdad, peregrinos de la paz. - Dicasterio  para el Servicio del Desarrollo Humano Integral

El emérito siguiendo los pasos de Asís 25 años después (2011)

Francisco (el malvado) en Asís, por los 30 años del Encuentro interreligioso de JPII. Con él Bartolomé I, Sergio Mattarella, presidente de la República de Italia y más de 400 líderes religiosos, políticos y culturales, todos juntos por “la paz entre los pueblos”.

Encuentro de Oración por la Paz en el Espíritu de Asís: “Nadie se salva  solo” - ZENIT - Espanol

La 34ª edición 2020 del evento interreligioso instituido desde el encuentro de Asís en 1986, tiene como tema «Nadie se salva solo – paz y fraternidad». Estuvieron presentes los líderes de todas las religiones que rezaron por las víctimas de la guerra y el PLANdemia.

¿DÓNDE ESTÁ EL CISMA?

¿Monseñor, no está usted al borde del cisma?” Le preguntaron a Monseñor Lefebvre en 1976 en una conferencia en Écône, doce años antes de las consagraciones episcopales de 1988.

¡Esa es la pregunta que se hacen muchos católicos cuando leen las últimas sanciones tomadas por Roma contra nosotros! Los católicos en su gran mayoría, definen o imaginan el cisma como una ruptura con el Papa. No llevan más lejos su investigación. Usted va a romper con el Papa o el Papa va a romper con usted, entonces usted va al cisma.

¿Por qué romper con el Papa es hacer cisma? Porque ahí donde está el Papa está la Iglesia Católica. Es pues en realidad alejarse de la Iglesia Católica. Ahora bien, la Iglesia católica es una realidad mística que existe no solamente en el espacio, en la superficie de la tierra, sino también en el tiempo y en la eternidad. Para que el Papa represente a la Iglesia y sea su imagen, no solamente debe estar unido a ella en el espacio sino también en el tiempo, por ser la Iglesia esencialmente una tradición viviente.

En la medida que el Papa se alejara de esta tradición, SE VOLVERÍA CISMÁTICO, rompería con la Iglesia. Los teólogos como San Belarmino, Cayetano, el cardenal Journet y muchos otros, han estudiado esta eventualidad. No es pues una cosa inconcebible.

Pero, en lo que nos concierne, el Concilio Vaticano II y sus reformas, sus orientaciones oficiales, nos preocupan más que la actitud personal del Papa, más difícil de descubrir. Este concilio representa, tanto a los ojos de las autoridades romanas como a los nuestros, una nueva iglesia a la que por otra parte llaman “La iglesia conciliar”. Creemos poder afirmar, ateniéndonos a la crítica interna y externa del Vaticano II, es decir, analizando los textos y estudiando los pormenores de este concilio, que éste, al dar la espalda a la tradición y al romper con la Iglesia del pasado, ES UN CONCILIO CISMÁTICO. Se juzga el árbol por sus frutos. En adelante, toda la gran prensa mundial, americana y europea, reconoce que este concilio está arruinando a la Iglesia Católica a tal punto que hasta los incrédulos y los gobiernos laicos se inquietan.

La misa de siempre y la misa nueva. Sermón en el Priorato de Buenos Aires -  Distrito de América del Sur

Monseñor Lefebvre rezando la Misa Católica de siempre

UN PACTO DE NO AGRESIÓN HA SIDO CONCERTADO ENTRE LA IGLESIA Y LA MASONERÍA. A esto se lo ha encubierto con el nombre de “aggiornamiento”, de “apertura al mundo” de “ecumenismo”.

En adelante, la Iglesia acepta no ser ya la única religión verdadera, único camino de salvación eterna. Reconoce a las demás religiones como a religiones hermanas. Reconoce como un derecho acordado por la naturaleza de la persona humana, que esta sea libre de elegir su religión y que en consecuencia un Estado católico ya no es admisible.

Admitido este nuevo principio, es toda la doctrina de la Iglesia la que debe cambiar, su culto, su sacerdocio, sus instituciones. Porque hasta ahora todo en la Iglesia manifestaba que ella era la única en poseer la Verdad, el Camino y la Vida en Nuestro Señor Jesucristo, al que tenía en persona en la Santa Eucaristía, presente gracias a la continuación de su sacrificio. Es pues un trastrocamiento total de la tradición y de la enseñanza de la Iglesia el que se ha operado desde el Concilio y por el Concilio. TODOS LOS QUE COOPERAN EN LA APLICACIÓN DE ESTE TRASTROCAMIENTO, ACEPTAN Y ADHIEREN A ESTA NUEVA IGLESIA CONCILIAR (como la designa Su Excelencia monseñor Benelli en la carta que me dirige en nombre del Santo Padre, el 25 de junio último) ENTRAN EN EL CISMA (Monseñor Marcel Lefebvre “La Iglesia Nueva”).

Queda más que claro cuál era el pensamiento de Monseñor Lefebvre.

Así que, mientras estos “catoliquillos que se dicen ser el “resto fiel” o “remanente”, mientras ADHIERAN A ESTA NUEVA IGLESIA CONCILIAR, con Benenito XVI como su “verdadero Papa”, o adhieran a Francisco, ENTRAN EN EL CISMA.

Nosotros pertenecemos al PEQUEÑO REBAÑITO (Pusilux Grex) como dice Nuestro Señor Jesucristo en el Evangelio.

Por último y para no alargar más este artículo, recordaremos algunos acontecimientos relacionados con las consagraciones episcopales de 1988, que de ninguna manera constituyeron un acto cismático.

Carta a Juan Pablo II, de 2 de junio de 1988; donde Monseñor Lefebvre pone fin a las conversaciones:

Los diálogos y encuentros con el Cardenal Ratzinger y con sus colaboradores, aunque hayan tenido lugar en una atmósfera de cortesía y caridad, nos convencieron de que aún no había llegado el momento de una colaboración franca y eficaz (…). Teniendo en cuenta el rechazo a considerar nuestras peticiones, y siendo evidente que el objetivo de esta reconciliación en absoluto es el mismo para la Santa Sede y para nosotros, juzgamos preferible esperar tiempos más propicios al regreso de Roma a la Tradición. Es por esto que nos dotaremos de los medios para proseguir la Obra que la Providencia nos confió (…). Continuaremos rezando para que la Roma moderna, infestada de modernismo, vuelva a ser la Roma católica y reencuentre su Tradición bimilenaria. Entonces, el problema de la reconciliación perderá su razón de ser, y la Iglesia encontrará una nueva juventud.

***

Declaración pública sobre el motivo de las Consagraciones episcopales de 30 de junio de 1988:

(…) Para salvaguardar el sacerdocio católico, para que continúe la Iglesia católica, y no una Iglesia adúltera, es necesario que haya Obispos católicos. Debido a la invasión del espíritu modernista en el clero, que llega hasta las más altas cimas dentro de la Iglesia, nos vemos obligados a llegar a la consagración de Obispos (…). El día que el Vaticano sea liberado de esta ocupación modernista, y vuelva al camino seguido por la Iglesia hasta el Vaticano II, nuestros Obispos estarán enteramente en las manos del Sumo Pontífice, aceptando la eventualidad de no seguir ejerciendo sus funciones episcopales.

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El Mandato Apostólico leído por Monseñor Lefebvre en la ceremonia de las Consagraciones Episcopales de 30 de junio de 1988:

Este mandato, lo tenemos de la Iglesia Romana, siempre fiel a la Santa Tradición que recibió de los Apóstoles. Esa Santa Tradición es el depósito de la Fe, que la Iglesia nos manda transmitir fielmente a todos los hombres, para la salvación de las almas.

Desde el Concilio Vaticano II hasta hoy, las autoridades de la Iglesia Romana están animadas por el espíritu del modernismo; actúan contrariamente a la Santa Tradición: “Ya no soportarán la sana doctrina (…). Habrán de apartar los oídos de la verdad, aplicándolos a las fábulas”, como dice S. Pablo en la segunda epístola a Timoteo (IV,3-5). Es por esto que consideramos sin ningún valor todas las sanciones y todas las censuras de esas autoridades.

En cuanto a mí, cuando “ya me ofrecí en sacrificio y ya llegó el momento de mi partida”, oigo la llamada de esas almas que piden que les sea dado el Pan de Vida que es Jesucristo. Tengo lástima de esa multitud. Constituye, pues, para mí una grave obligación transmitir la gracia de mi episcopado a los amados padres que están aquí, para que puedan, a su vez, conferir la gracia sacerdotal a otros clérigos, numerosos y santos, instruidos según las santas tradiciones de la Iglesia Católica.

Es en virtud de ese mandato de la Santa Iglesia Romana, siempre fiel, que escogemos para el Episcopado en la Santa Iglesia Romana a los padres aquí presentes, como auxiliares de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X.

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Extractos del Sermón del día de las Consagraciones Episcopales, 30 de junio de 1988:

Nos reunimos aquí para una ceremonia ciertamente histórica, más quiero en primer lugar daros algunas informaciones.

La primera de ellas os extrañará quizá un poco, como también me sorprendió a mí. Ayer por la tarde tuvimos una visita, un enviado de la Nunciatura en Berna, con un sobre que contenía una llamada de nuestro Santo Padre el Papa, poniendo a mi disposición un coche que debería conducirme inmediatamente a Roma para evitar que hiciese hoy estas consagraciones. Todo esto sin decirme ni el por qué, ni adónde debía dirigirme en Roma. ¡Juzguen ustedes mismos respecto a la oportunidad y prudencia de esta medida!

He ido a Roma en distintas ocasiones a lo largo de este año, incluso semanas enteras, y el Santo Padre no me ha invitado para que fuera a verlo. Es verdad que me hubiese sentido feliz de hacerlo si hubiera habido acuerdos definitivos. Hasta aquí esta información. Se la comunico sencillamente y tal como me enteré ayer por una carta de la Nunciatura.

Malagon 1

Es necesario que comprendan bien que esta ceremonia no es un cisma. A su disposición están a la venta una serie de libros y folletos que contienen todos los elementos que pueden hacerles comprender por qué esta ceremonia, aparentemente hecha contra la voluntad de Roma, no es en absoluto un cisma. No somos cismáticos. Si se excomulgó a los obispos de China, que están separados de Roma y sometidos al gobierno chino, se comprende muy bien por qué el Papa Pío XII los excomulgó. No se trata en absoluto entre nosotros de separarnos de Roma y someternos a un poder cualquiera extraño a Roma, ni de formar una especie de Iglesia paralela como la han hecho, por ejemplo, los obispos de el Palmar de Troya, en España, nombrando un papa y formando un colegio cardenalicio. No se trata en absoluto de algo semejante. Lejos de nosotros está este pensamiento miserable de alejarnos de Roma.

Nos encontramos ante un caso de necesidad. Hicimos todo lo posible para conseguir que Roma comprenda la necesidad de volver a la actitud del venerado Pío XII y de todos sus predecesores. Hemos escrito. Hemos ido a Roma. Hemos hablado. Enviamos cartas, Monseñor de Castro Mayer y yo mismo, muchas veces a Roma. Intentamos, con esas conversaciones, con todos los medios, hacer comprender a Roma que del Concilio para acá, desde este “aggiornamiento”, este cambio producido en la Iglesia no es católico, no es conforme con la doctrina de siempre. Este ecumenismo y todos estos errores, esta colegialidad, todo eso es contrario a la Fe de la Iglesia y está destruyendo a la Iglesia. Es por esto que nosotros estamos persuadidos de que, realizando estas consagraciones hoy, obedecemos a la llamada de estos Papas y, por consiguiente, a la llamada de Dios, porque ellos representan a Nuestro Señor Jesucristo en la Iglesia.

“Y ¿por qué monseñor –me dicen- interrumpió estas conversaciones que parecía que aún podían tener algún éxito?” Porque (…) nos pondríamos en sus manos y, por consiguiente, en las manos de aquellos que nos quieren reconducir al espíritu del Concilio y al espíritu de Asís: esto no era posible. Es por eso que envié una carta al Papa diciéndole claramente: no podemos; a pesar de todos los deseos que tenemos de estar en plena comunión con Ustedes. Visto este espíritu que reina ahora en Roma y visto que queréis comunicárnoslo a nosotros, preferimos continuar en la Tradición, guardar la Tradición, esperando que esta Tradición reencuentre su lugar entre las autoridades romanas, en el espíritu de las autoridades romanas.

Este estado de cosas durará el tiempo que el Buen Dios previó, no me cabe a mí saber cuándo encontrará la Tradición sus derechos en Roma, pero pienso que es mi deber poner los medios para hacer aquélla que llamaré operación supervivencia, operación supervivencia de la Tradición. Hoy, en este día, se realiza la operación supervivencia. Y si yo hubiera hecho esta operación con Roma, continuando los acuerdos que habíamos firmado y siguiente la ejecución de esos acuerdos, yo habría realizado la operación suicidio.

***

De la entrevista concedida a Fideliter Nº 66, noviembre-diciembre de 1988:

No tenemos la misma manera de entender la reconciliación. El Cardenal Ratzinger la ve en el sentido de reducirnos, de llevarnos al Vaticano II. Nosotros la vemos como un retorno de Roma a la Tradición. No nos entendemos. Es un diálogo de sordos.

No puedo hablar mucho Del futuro, ya que el mío está detrás de mí. Sin embargo, si vivo un poco todavía y suponiendo que de aquí a determinado tiempo Roma nos llame, que quiera volver a vernos, retomar el diálogo, en ese momento sería yo quien impondría condiciones. Ya no aceptaré estar en la situación en la que nos encontramos durante las conversaciones. Eso terminó.

Yo presentaría la cuestión en el plano doctrinal: ¿Estáis de acuerdo con las grandes encíclicas de todos los papas que os precedieron? ¿Estáis de acuerdo con la Quanta Cura de Pío IX, con la Inmortale Dei y la Libertas de León XIII, con la Pascendi de Pío X, con la Quas Primas de Pío XI, con la Humani Generis de Pio XII? ¿Estáis en plena comunión con estos papas y con sus afirmaciones? ¿Aceptáis todavía el juramento antimodernista? ¿Estáis a favor del reinado social de Nuestro Señor Jesucristo?

Si no aceptáis la doctrina de sus antecesores, es inútil que hablemos. Mientras no aceptéis reformar el Concilio considerando la doctrina de estos papas que os precedieran, no hay diálogo posible. Es inútil.

Las posiciones quedarían, de este modo, más claras.

No es pequeña cosa lo que nos enfrenta. No basta con que se nos diga: pueden rezar la misa antigua, sino que es necesario aceptar esto. No, no es solamente eso lo que nos enfrenta, es la doctrina. Está claro.

***

Homilía del 19 de noviembre de 1989 (60º Aniversario de su Ordenación):

(…) Por lo tanto, en esta situación, está claro que, para nosotros, es imposible mantener contactos regulares con Roma, porque hasta ahora, Roma pide que, si recibimos algo, cualquier indulto para la Santa Misa, la liturgia, para los seminarios, debemos hacer nueva Profesión de Fe redactada por el Cardenal Ratzinger, en el último mes de febrero. Ella contiene la aceptación explícita del Concilio y de sus consecuencias.

Necesitamos saber lo que queremos.

Fue el Concilio, y sus secuelas, lo que destruyó la Santa Misa, destruyó nuestra Fe, destruyó los catecismos y el reinado social de Nuestro Señor Jesucristo en la sociedad civil. ¿Cómo podemos aceptarlo?

Mis queridos hermanos, ante esta situación, ¿qué haremos?

Debemos mantener la fe católica, para protegerla con todos los medios.

***

El último reportaje realizado a Monseñor Lefebvre, publicado en enero de 1991, Fideliter Nº 79:

Fideliter: Desde las consagraciones no hay más contactos con Roma; sin embargo, como se dijo, el Cardenal Oddi le llamó por teléfono diciéndole: “Es necesario arreglar las cosas. Pida un pequeño perdón al Papa, y él está dispuesto a acogerlos”. Entonces, ¿por qué no probar este último enfoque y por qué le parece imposible?

Monseñor Lefebvre: Es absolutamente imposible en el clima actual de Roma, que se vuelve cada vez peor. No debemos hacernos ilusiones. Los principios que dirigen ahora a la Iglesia conciliar son cada vez más abiertamente contrarios a la doctrina católica. Todas las ideas falsas del Concilio continúan desenvolviéndose, se reafirman cada vez con más claridad. Se ocultan cada vez menos. Es, pues, absolutamente inconcebible que se pueda colaborar con semejante jerarquía.

Fideliter: ¿Piensa que la situación se deterioró más después de las conversaciones que terminaron con la redacción del protocolo de 5 de mayo de 1988, antes de las consagraciones?

Monseñor Lefebvre: ¡Ciertamente! Por ejemplo, el hecho de la Profesión de Fe, que ahora es exigida por el Cardenal Ratzinger desde comienzos del año 1989. Es un hecho muy grave. Pues pide, a todos los que se unieran o que podrían hacerlo, que hagan una Profesión de Fe en los documentos del Concilio y en las reformas postconciliares. Para nosotros es imposible.

Será necesario continuar esperanzo antes de prever una perspectiva de acuerdo. Por mi parte, creo que sólo el Buen Dios puede intervenir, visto que humanamente no se ve posibilidad de que Roma modifique el rumbo.

Durante quince años dialogamos para intentar devolver la Tradición a su lugar de honra, en el lugar que le corresponde en la Iglesia. Nos chocamos con la continua negación. Lo que ahora Roma concede a favor de la Tradición es sólo un gesto puramente político, diplomático para forzar las adhesiones. Pero no es una convicción en beneficio de la Tradición.

Todo lo que se concedió a los que se adhirieron, sólo fue hecho con el objetivo de procurar que todos los que adhieren o están vinculados a la Fraternidad cambien y se sometan a Roma.

Fideliter: ¿Qué puede decir a los fieles que esperan siempre en la posibilidad de un acuerdo con Roma?

Monseñor Lefebvre: Nuestros verdaderos fieles, los que comprendieron el problema y que justamente nos han ayudado a seguir la línea recta y firme de la Tradición y de la fe, temían las negociaciones que yo hice en Roma. Me decían que era peligroso y que perdía el tiempo.

Sí, claro, yo esperé hasta el último minuto que en Roma me testimoniasen un poco de lealtad. No me pueden reclamar por no haber hecho lo máximo que podía.

Por eso, ahora, a los que vienen a decirme: Es necesario que usted se entienda con Roma, creo que puedo decirles que fui lo más lejos que podría haber ido.

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Gracias a Dios, nosotros somos de esos verdaderos fieles, que hemos comprendido el problema y hemos seguido la línea recta y firme de la Tradición y de la fe; y estamos conscientes de que no somos: NI CISMATICOS NI EXCOMULGADOS.