A CRISTO EN LA CRUZ
¿Quién es aquel Caballero
herido por tantas partes,
que está de expirar tan cerca,
y no le socorre nadie?
***
«Jesús Nazareno» dice
aquel rétulo notable.
¡Ay Dios, que tan dulce nombre
no promete muerte infame!
***
Después del nombre y la patria,
Rey dice más adelante
pues si es rey, ¿cuándo de espinas
han usado coronarse?
***
Dos cetros tiene en las manos,
mas nunca he visto que claven
a los reyes en los cetros
los vasallos desleales.
***
Unos dicen que si es Rey,
de la cruz descienda y baje;
y otros, que salvando a muchos,
a sí no puede salvarse.
***
De luto se cubre el cielo,
y el sol de sangriento esmalte,
o padece Dios, o el mundo
se disuelve y se deshace.
***
Al pie de la cruz, María
está en dolor constante,
mirando al Sol que se pone
entre arreboles de sangre.
***
Con ella su amado primo
haciendo sus ojos mares,
Cristo los pone en los dos,
más tierno porque se parte.
***
¡Oh lo que sienten los tres!
Juan, como primo y amante,
como madre la de Dios,
y lo que Dios, Dios lo sabe.
***
Alma, mirad cómo Cristo,
para partirse a su Padre,
viendo que a su Madre deja,
le dice palabras tales:
Mujer, ves ahí a tu hijo
y a Juan: Ves ahí tu Madre.
Juan queda en lugar de Cristo,
¡ay Dios, qué favor tan grande!
***
Viendo, pues, Jesús que todo
ya comenzaba a acabarse,
Sed tengo, dijo, que tiene
sed de que el hombre se salve.
***
Corrió un hombre y puso luego
a sus labios celestiales
en una caña una esponja
llena de hiel y vinagre.
***
¿En la boca de Jesús
pones hiel?, hombre, ¿qué haces?
Mira que por ese cielo
de Dios las palabras salen.
***
Advierte que en ella puso
con sus pechos virginales
una ave su blanca leche
a cuya dulzura sabe.
***
Alma, sus labios divinos,
cuando vamos a rogarle,
¿cómo con vinagre y hiel
darán respuesta suave?
***
Llegad a la Virgen bella,
y decirle con el ángel:
«Ave, quitad su amargura,
pues que de gracia sois Ave»
***.
Sepa al vientre el fruto santo,
y a la dulce palma el dátil;
si tiene el alma a la puerta
no tengan hiel los umbrales.
***
Y si dais leche a Bernardo,
porque de madre os alabe,
mejor Jesús la merece,
pues Madre de Dios os hace.
***
Dulcísimo Cristo mío,
aunque esos labios se bañen
en hiel de mis graves culpas,
Dios sois, como Dios habladme.
***
Habladme, dulce Jesús,
antes que la lengua os falte,
no os desciendan de la cruz
sin hablarme y perdonarme.