Conservando los restos
CONTRA LOS HEREJES
Libro III, Capítulo XXI
La Recapitulación
Los dos Adanes
El recapituló en sí su antiguo plasma. Porque «como por la desobediencia de un hombre el pecado entró en el mundo, y por el pecado la muerte» tuvo poder, «así por la obediencia de un hombre» la justicia ha sido restablecida para fructificar en vida para los hombres que en otro tiempo habían muerto.
Y así como aquel primer Adán fue plasmado de una tierra no trabajada y aún virgen («porque aún Dios no había hecho llover y el hombre aún no había trabajado la tierra»), sino que fue modelado por la mano de Dios, o sea por el Verbo de Dios, ya que «todo fue hecho por él» y «el Señor tomó barro de la tierra y plasmó al hombre», así, para recapitular a Adán en sí mismo, el mismo Verbo existente recibió justamente de María, la que aún era Virgen, el origen de lo que había de recapitular a Adán.
Si pues el primer Adán hubiese tenido un hombre como padre y hubiese sido concebido del esperma de varón, justamente se diría que el segundo Adán habría sido engendrado de José. Pero si aquél fue tomado de la tierra, y plasmado por el Verbo de Dios, era conveniente que el mismo Verbo, que había de realizar en sí mismo la recapitulación de Adán, tuviese un origen en todo semejante.
Pero entonces, se me dirá, ¿por qué Dios no tomó barro, sino que realizó de María la criatura que había de nacer? Para que no fuese hecha ninguna otra criatura diversa de aquélla, ni otra criatura que aquella que había de ser salvada, sino la misma que debía ser recapitulada, salvando la semejanza.
Pero entonces, ¿por qué esta semejanza, para ser más perfecta, no impulsó a Dios a decidir que su Hijo naciese también, como el primer Adán, de la tierra virgen? Por motivo de la recapitulación: el segundo Adán no habría sido Cabeza de la descendencia de Adán, si no hubiese pertenecido a ella tomando su carne. Para poder recapitular la carne de Adán, tenía que asumirla como propia.
Pero no podía nacer como cualquier otro ser humano pecador: así como el primero recibió del Espíritu de Dios la vida, así la carne del segundo la debió recibir del Espíritu Santo. La virginidad de María está, pues, al servicio de la Economía realizada en su Hijo.
La recapitulación, motivo de la Encarnación
Yerran, pues, quienes afirman que Él «nada recibió de la Virgen»: para arrancar la herencia de la carne, arrebatan también la semejanza.
Porque si aquel primero tuvo su creación y su substancia de la tierra por mano y arte de Dios, pero Dios no hubiese hecho a éste de (ex) María, no se conservaría la semejanza en el ser hecho hombre según la imagen y la semejanza, y el Hacedor se mostraría inconsecuente, no teniendo cómo manifestar su sabiduría. Lo mismo es afirmar que apareció como un hombre sin ser hombre, y decir que se hizo hombre sin tomar nada del hombre. Porque si no tomó del hombre la substancia de la carne, tampoco se hizo hombre ni Hijo del Hombre. Y si no se hizo aquello mismo que nosotros somos, no hizo gran cosa el sufrimiento de su pasión.
Así pues, el Verbo de Dios se hizo la misma criatura que debía recapitular en sí, y por eso se confiesa Hijo del Hombre, y declara bienaventurados a los humildes, porque heredarán la tierra. Y el Apóstol Pablo dice en su carta a los Gálatas: «Envió Dios a su Hijo, nacido de mujer», y de nuevo a los Romanos dice: «Acerca del Hijo, el que nació del semen de David según la carne, que fue predestinado por Dios según el Espíritu de santificación por la resurrección de entre los muertos, Jesucristo nuestro Señor».
Error de los docetas
De otro modo habría sido inútil su descenso a María. ¿Para qué descendía a ella, si nada debía tomar de ella? Y si nada hubiese tomado de María, no habría sido propio tomar alimento de la tierra, por medio del cual, de lo sacado de la tierra se nutre el cuerpo. Ni habría ayunado por cuarenta días y tenido hambre como Moisés y Elías, ni su cuerpo habría buscado su propio alimento; ni su discípulo Juan habría escrito diciendo de Él: «Jesús fatigado del camino se sentó»; ni David habría preanunciado de Él: «Ellos han añadido al dolor de mis heridas»; ni habría llorado por Lázaro; ni habría sudado gotas de sangre; ni habría dicho: «Mi alma está triste», ni al abrir su costado habrían salido sangre y agua.
Todos estos son signos de una carne sacada de la tierra, la cual recapituló en sí, para salvar su propio plasma.
Por eso Lucas en el origen de nuestro Señor muestra que desde Adán su genealogía tuvo 72 generaciones, para ligar el término con el inicio, y para significar que Él es el que recapitula en sí mismo como Adán, todas las gentes dispersas desde Adán y todas las lenguas y generaciones de los hombres.
De ahí que en Pablo Adán se llame «tipo del que ha de venir», porque el Verbo Hacedor había pre-tipificado para sí mismo la futura Economía acerca del Hijo de Dios hecho hombre, al planear al primer hombre psíquico, para mostrar que será salvado por el espiritual; porque preexistiendo el Salvador, convenía que existiesen los salvados, para que el Salvador no fuese estéril.
Eva y María
En correspondencia encontramos también obediente a María la Virgen, cuando dice: «He aquí tu sierva, Señor: hágase en mí según tu palabra»; a Eva en cambio indócil, pues desobedeció siendo aún virgen.
Porque como aquélla tuvo un marido, Adán, pero aún era virgen -pues «estaban ambos desnudos» en el paraíso “pero no sentían vergüenza», porque apenas creados no conocían la procreación; pues convenía que primero se desarrollasen antes de multiplicarse, habiendo desobedecido, se hizo causa de muerte para sí y para toda la humanidad; así también María, teniendo a un varón como marido, pero siendo virgen como aquélla, habiendo obedecido se hizo causa de salvación para sí misma y para toda la humanidad.
Y por eso la Ley llama desposada con un hombre, aunque sea aún virgen, a la mujer desposada, significando la recirculación que hay de María a Eva, porque no se desataría de otro modo lo que está atado, sino siguiendo el modo inverso de la atadura, de modo que primero se desaten los primeros nudos, luego los segundos, los cuales a su vez liberan los primeros. Así el primer nudo es desatado después del segundo, y así el segundo desata el primero.
Por eso el Señor decía que los primeros serán últimos y los últimos serán primeros. Y lo mismo significa el profeta al decir: «En lugar de tus padres tendrás hijos». Porque el Señor, al hacerse Primogénito de los muertos, recibió en su seno a los antiguos padres para regenerarlos para la vida de Dios, siendo Él el principio de los vivientes, pues Adán había sido el principio de los muertos.
Por eso Lucas puso al Señor al inicio de la genealogía para remontarse hasta Adán, para significar que no fueron aquéllos quienes regeneraron a Jesús en el Evangelio de la vida, sino éste a aquéllos.
Así también el nudo de la desobediencia de Eva, se desató por la obediencia de María; pues lo que la virgen Eva ató por su incredulidad, la Virgen María lo desató por su fe.