PADRE CERIANI: ¿TODAVÍA CON EL APOCALIPSIS?

Mirando al mundo
En el combate de resistencia

MIRADA APOCALÍPTICA DE LOS ACONTECIMIENTOS

En algunos lectores, o en algunos familiares y amigos allegados a ellos, ya descubrimos una sonrisita socarrona, que reemplaza o acompaña a la consabida pregunta: ¿Una vez más con el Apocalipsis?

Y sí, estimado lector…; las circunstancias nos imponen, una vez más, considerar los acontecimientos presentes a la luz de las Profecías, particularmente del Libro del Apocalipsis, así como también de los comentarios de aquellos que vislumbraron su cumplimiento o al menos su comienzo en estos mismos sucesos contemporáneos.

Consideremos, pues, tres de ellos:

I.- Una estatua sobre El Guardián de la Paz.

II.- La cifra de la Bestia (666) en un «inocente» videíto.

III.- El calentamiento global y el malvado Gato Vil.

Como el artículo es largo, lo referente a cada evento puede leerse por separado.

I.- EL GUARDIÁN DE LA PAZ

El 9 de noviembre de 2021 la ONU compartió la imagen de una enigmática escultura. Según una cuenta de Twitter de las Naciones Unidas, la estatua —»una fusión de jaguar y águila»— es «Un guardián de la paz y la seguridad internacionales».

Se planteó una controversia, y muchos creyentes hicieron referencias a las Sagradas Escrituras, donde se habla de una bestia representada con el cuerpo de un león con alas de águila.

Leamos algunos pasajes bíblicos:

Profeta Daniel VII: 1-8:

1 El año primero de Baltasar, rey de Babilonia, vio Daniel un sueño y visiones que pasaban por su cabeza mientras estaba en su cama. En seguida escribió el sueño en forma de un resumen.
2 Yo estaba mirando durante mi visión nocturna, dice Daniel tomando la palabra, y vi cómo los cuatro vientos del cielo revolvían el Mar Grande.
3 Y subieron del mar cuatro grandes bestias, diferentes una de otra.
4 La primera era como león, y tenía alas de águila. Mientras estaba todavía mirando, le fueron arrancadas las alas, y fue levantada de la tierra y puesta sobre sus pies como un hombre; y se le dio un corazón de hombre.

5 Y vi otra bestia, la segunda, semejante a un oso; que se alzaba a un lado; tenía tres costillas en su boca, entre sus dientes, y le dijeron así: “¡Levántate y come carne en abundancia!”
6 Después de esto seguí mirando, y vi otra, semejante a un leopardo, con cuatro alas de ave en sus espaldas. Tenía esta bestia cuatro cabezas; y le fue dado el dominio.
7 Después de esto continué mirando la visión nocturna y vi una cuarta bestia, espantosa y terrible y extraordinariamente fuerte, que tenía grandes dientes de hierro. Devoraba y desmenuzaba, y lo que sobraba lo hollaba con los pies. Era diferente de todas las bestias anteriores y tenía diez cuernos.
8 Estaba yo contemplando los cuernos, cuando divisé otro cuerno pequeño, que despuntaba entre ellos; y le fueron arrancados tres de los primeros cuernos. He aquí que había en este cuerno ojos como ojos de hombre y una boca que profería cosas horribles.

Libro del Apocalipsis, XIII: 1-2: La bestia del mar a la que Satanás le da poder y autoridad.

1 Y vi surgir del mar una Bestia que tenía diez cuernos y siete cabezas, y en sus cuernos diez diademas, y en sus cabezas títulos blasfemos.
2 La Bestia que vi se parecía a un leopardo, con las patas como de oso, y las fauces como fauces de león: y el Dragón le dio su poder y su trono y gran poderío.

La Bestia de San Juan es un compuesto de las cuatro bestias del Profeta Daniel. “La recapitulación de la Herejía» la llama San Ireneo. San Juan las enumera en orden inverso, quizás porque la religión herética del Anticristo parte de la última para llegar a la primera, el paganismo.

I Tesalonicenses V: 1-4: En referencia al fin de los tiempos, señalándose que las personas dirán que hay paz y seguridad, pero que experimentarán ruina inesperada.

1 Por lo que toca a los tiempos y a las circunstancias, hermanos, no tenéis necesidad de que se os escriba.
2 Vosotros mismos sabéis perfectamente que, como ladrón de noche, así viene el día del Señor.
3 Cuando digan: “Paz y seguridad”, entonces vendrá sobre ellos de repente la ruina, como los dolores del parto a la que está encinta; y no escaparán.
4 Mas vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón.

Paz y seguridad ha sido siempre, a través de toda la Biblia, el mensaje de los falsos profetas, cuyo éxito, superior al de los verdaderos, se funda precisamente en ese agradable pero falso optimismo.

De ahí que el que ignore las profecías bíblicas, peor aún quien las relegue, fácilmente vive en la ilusión, no percibe el sentido trágico de la vida presente, ni el destino tremendo a que marchan las naciones.

Nada más consolador que la excepción contenida en el versículo cuarto para aquellos que viven a la luz de la Divina Palabra.

Estos pasajes proféticos de la Sagrada Escritura son conocidos por muchos (más bien menos que más…, lamentablemente). Ahora bien, los bribonzuelos funcionarios de la ONU no dan puntada sin hilo, y habrán sospechado que muchas personas relacionarían al Guardián de la Paz y la Seguridad Internacionales con las Bestias del Profeta Daniel y de San Juan Apocaleta.

Uno puede preguntarse si en las Naciones Unidas están sugiriendo la llegada del Anticristo y preparando su bienvenida…

Con cada día que pasa recibimos más signos y señales de que estamos en el fin de los tiempos.

Mientras muchos reciben estas advertencias con sorna y sonrisa, debemos prepararnos con la consigna de Nuestro Señor: Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora.

La estatua gigantesca de la ONU lleva por nombre El guardián de la paz y la seguridad internacionales.

Sabemos que el Anticristo ofrecerá (y la gente le suplicará) una falsa paz.

La estatua, que no se parece a ninguna criatura conocida en este planeta, se parece, por el contrario, y mucho, a la bestia que describen las Sagradas Escrituras.

Se puede ver el video de esta “bestia” en youtube.

¿Y usted se asombra de que la inocente bestia haya sido pintada con los colores LGBT?

Y yo me asombro de que usted se asombre…

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El Padre Leonardo Castellani, en su libro El Apokalipsys de San Juan, en el Excursos K (El carácter del Anticristo), trae pertinentes comentarios. De allí extractamos los siguientes:

«El Anticristo se parecerá al Cristo. Por tanto, aparecerá como «bueno», y no nefario y criminal, como aparecería su predecesor Nerón a la plebe de Roma.

Hay que notar mucho esto, porque la imagen del Anticristo que la tradición —sobre todo la de los siglos medios— nos ha trasmitido es falsa.

Empezaron a imaginar una especie de Nerón redivivo y cuadruplicado, y lo adornaron de toda suerte de vicios.

No sería reconocido como Salvador de los hombres ni adorado, si fuera una monstruosidad acumulativa de todos los degenerados emperadores romanos de la casa de los Flavios. Pero los antiguos Padres y los teólogos medievales eran demasiado sanos para imaginarse todavía más maldad que aquélla.

No hay en la Escritura mención de otro delito del Anticristo que el de la blasfemia y el sacrilegio máximo («la abominación de la desolación») y la iniquidad y tiranía contra los cristianos, que es su consecuencia; va a exigir honores y cultos divinos, para lo cual aparecerá como bueno e incluso santo.

Será un hipócrita; con la hipocresía sustancial de los fariseos del siglo I, que no sólo eran tenidos, más aún ellos mismos se tenían por santos.

Tendrá las virtudes naturales y espectaculares de los Estoicos, junto con su tremendo orgullo: los Estoicos romanos crearon un sistema moral completo y muy rígido, pero cuya clave de arco era criminal: el suicidio, unido todo a la dureza para con el prójimo, como vemos en el santón Marco Aurelio; y en Séneca, que predicó el sistema y también lo practicó.

Pues bien, una especie de superestoico podemos creer será el Anticristo.

Hay una leyenda curiosa de la Edad Media donde se pinta al Anticristo austero, estudioso, abstemio, vegetariano, y viajando por todo el mundo acompañado siempre ¡de un horno crematorio!

El dará al mundo la paz: una falsa paz.

Dará el orden: un orden inicuo.

Dará la solución del actual problema económico y la «cuestión social»; o sea, dará la abundancia: una abundancia de hormiguero.

Obtendrá el poder absoluto y universal por la fuerza de las armas ciertamente; pero una vez obtenido, mostrará fácil que ese poder era indispensable para resolver los tremendos problemas actuales.

Solovief en su notable leyenda (Breve historia del Anticristo), lo hace autor, antes de llegar al poder, de un libro titulado El medio de llegar a la paz universal y a la prosperidad económica. Solovief no nos descubre el contenido del libro. Pero es fácil imaginarlo.

Por ejemplo:

El estado actual del mundo es una paradoja: la carestía en medio de la abundancia, y la miseria en medio de las riquezas. ¿Qué es esto? Hay hambre, y hay superproducción de alimentos.

Las máquinas producen o pueden producir hoy cien o mil veces más de lo que antaño el trabajo humano; y antaño no había la miseria de ahora. ¿De dónde proviene esa anomalía?

¿Quién nos impide hoy que todos los hombres gocen de las ventajas de la industria humana?

Los eslabones de la industria son la Producción y el Consumo; y en medio de los dos, como necesario puente, la Distribución.

¿Dónde está la falla?

No cierto en el consumo, pues todos desean consumir incluso más de lo que necesitan: los antiguos ascetas se han acabado.

Tampoco en la Producción, que es incluso excesiva; o lo sería si no fuera innaturalmente reprimida.

Falla la Distribución de los bienes de consumo.

No hay plata para comprar lo que se querría (iliquidez); no hay trabajo para ganar plata (desempleo); no hay capitales para proporcionar más trabajo (crisis).

El poco consumo engendra menor producción, la menor producción mayor desempleo, el desempleo conmociones sociales que hay que aliviar mezquinamente con subsidios («dole«) a los desocupados, los cuales empobrecen a las naciones; y ése es un círculo infernal que no tiene ruptura, causado por los maravillosos instrumentos de producir más y mejores bienes de consumo, de que la natura y el genio del hombre nos ha dotado para nuestro bienestar!!!

¿Quién puede romper este círculo infernal y demente?

Solamente un Poder universal que suprima las funestas rivalidades económicas entre naciones —por ende las guerras que son su consecuencia— y por ende la lucha de clases; y todos los demás absurdos actuales que están encadenados entre sí: como las estafas de la Gran Finanza, el usurero aparato bancario, los abusos de los grandes monopolios, el despilfarro inútil de la propaganda comercial; y el desorden de la actual «industrialización» mal planeada y disparatada; pues varias naciones producen los mismos productos y guerrean entre sí para imponerlos, para «ganar mercados», hasta llegar a las grandes guerras sanguinarias y devastadoras.

«Yo voy a remediar todo eso. Yo voy a hacer producir bienes de sobra para todos y que lleguen a todos. Yo voy a regular el dinero simplemente; y con ello la Distribución, la Producción y el Consumo; nacionalizando todos los Bancos e imponiendo la moneda internacional del Hallesismo, fija en valor y con respaldo seguro. Yo voy a repartir dividendos a los pobres y a los ricos; y no solamente a los que trabajan sino también a los que no trabajan, y para que no trabajen. La inmensa herencia que nos ha dejado el genio y el esfuerzo de todos los siglos es de todos nosotros y a todos ha de llegar»…

Así dirá el Anticristo. Y lo hará.

Tomará lo que tiene de bueno el Capitalismo, o sea, la inmensa productividad, y la encauzará con medidas férreas, comunizándola. Habrá abundancia para todos —menos para los cristianos, por supuesto— y sólo se perderá una pequeña cosita: la libertad; la poca libertad que hoy nos queda, y la gran libertad verdadera que prometió —y dio— Cristo.

Todos seremos gordos: seremos los gordos presidiarios de un inmenso Praesidium. Infrahombres.

El Capitalismo y el Comunismo, tan diversos como parecen, coinciden en su fondo, digamos, en su núcleo místico: ambos buscan el Paraíso Terrenal por medio de la Técnica; y su mística es un mesianismo tecnólatra y antropólatra, cuya difusión vemos hoy día por todos lados, y cuya dirección es la deificación del hombre; la cual un día se encarnará en Un Hombre.

El Anticristo, el Cuarto Caballo, suprimirá los tres primeros del Apokalypsis: el Caballo Blanco desde luego, la Monarquía Cristiana, el Orden Romano, el Katéjon, que deberá desaparecer para que él pueda manifestarse; el Rojo y el Negro, Guerra y Carestía, serán suprimidos por su Imperio Universal, efímero. Aparecerá como Salvador del mundo, más grande que Cristo, pues Cristo no resolvió la cuestión social —dirá él—; aparentemente con razón.

Aparecerá como santo. Verdad es que perseguirá a muerte a los cristianos, pero los cristianos serán una minoría, y aparecerán como delincuentes a los ojos de todos, a los ojos de las masas embaucadas y cretinizadas. La llamada «opinión pública» estará en pro desa persecución pía y patriótica. Ella incluso aumentará el prestigio del Divino Emperador Plebeyo.

En suma, el Anticristo consentirá a las tres tentaciones que puso el diablo a Cristo en el Monte.

«Di que estas piedras se conviertan en pan», y las cosas se convertirán en pan en sus manos.

«Tírate del Templo abajo para adquirir renombre y publicidad», y la Fiera adquirirá universal renombre.

«Todos estos reinos de la tierra son míos, y te los daré si me adorares», y se los dará, cumplida la condición nefanda.

Las Tentaciones del diablo rechazadas por Cristo han quedado suspendidas en el aire todo el tiempo. Otros ya en el curso de la historia las han aceptado en parte: porque los tiempos no les permitían abrazarlas del todo, existiendo todavía el Katéjon.

Esto es lo que la Escritura y la Tradición nos revela acerca dése misterioso personaje, que es realmente la clave metafísica de la historia humana, pues es el Hombre ensoberbecido y levantado contra su Creador; y será la encarnación de las fuerzas del Mal; y el Mal en su lucha con el Bien es la metafísica de la historia del hombre.

No digo como los Maniqueos que el Mal sea un Dios, ni que sea una cosa existente en sí. Son las Voluntades desviadas de su Fin —y al final coaligadas— en su lucha contra la acción de la Gracia en el mundo. El Mal no puede existir sino como parásito en un ser; pero en sí mismo no es ser; es un menos-ser.

No le tengan miedo. El mal es una privación, y el bien es el Ser. No prevalecerá el pecado contra la justicia, ni la privación contra el ser, ni el hombre contra Dios».

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Hemos visto que el Padre Castellani hace referencia a Vladimiro Solovief en su notable leyenda (Breve historia del Anticristo); en la cual hace al Anticristo autor de un libro titulado El medio de llegar a la paz universal y a la prosperidad económica. Leamos a Solovief:

«Poco tiempo después de la publicación del libro “El camino abierto…”, que hizo del autor el más popular y brillante escritor sobre la faz de la tierra, se sostuvo en Berlín la asamblea internacional constituyente de la “Unión de los Estados de Europa”.

Esta Unión había sido instituida luego de una serie de guerras internacionales y civiles surgidas después de la liberación del yugo mongol y había alterado de modo considerable el mapa europeo.

La Unión estaba ahora ante el peligro no ya de una colisión entre naciones, sino más bien entre partidos políticos y sociales.

Los principales dirigentes de la política europea, pertenecientes a la poderosa hermandad de la francmasonería, sintieron la necesidad de un poder ejecutivo común. Se lograría así una unidad europea que les permitiría estar en todo momento preparados para hacer frente a nuevas disoluciones.

En la unión de consejos o Comité Universal (Comité permanent universel) no se alcanzó la unanimidad debido a que los masones no obtuvieron la totalidad de la representación.

Lograda con tanta dificultad la Unión europea, prontamente los miembros independientes del Comité establecieron acuerdos separados, generando con ello el peligro de una nueva guerra.

Los «iniciados» decidieron entonces instituir un único poder ejecutivo dotado de adecuados derechos plenipotenciarios.

El candidato principal era un miembro secreto de la orden: “el hombre venidero”. Era la única persona de fama universal. Siendo por profesión docto en la artillería y por sus fuentes de ingreso un potentado capitalista, gozaba de relaciones amistosas tanto en el mundo financiero como en el militar.

«El hombre venidero» fue elegido casi por unanimidad presidente vitalicio de la “Unión de los Estados de Europa”.

Cuando apareció en el estrado con el fulgurante esplendor de su juvenil perfección y fuerza sobrehumana exponiendo con una inspirada elocuencia su programa universal, cautivó de tal modo a la asamblea, que ésta, fascinada con el encanto de su personalidad, en un arranque de entusiasmo, decidió sin votación alguna ofrecerle el más alto honor nombrándolo Emperador Romano.

El congreso se clausuró en medio de un regocijo generalizado y el gran hombre electo publicó un manifiesto que se iniciaba así:

«¡Pueblos de la tierra! ¡Mi paz les doy!»

Y concluía diciendo:

«¡Pueblos de la tierra! ¡Las promesas se han cumplido! La paz eterna y universal ha sido consolidada. Cualquier intento de perturbarla ahora encontrará una insuperable oposición, porque de ahora en adelante se establece en el mundo un poder central más fuerte que cualquier otro, sea éste individual o todos en conjunto. Este poder invencible y capaz de conquistarlo todo me pertenece a mí, el electo Emperador de Europa y comandante de todas sus fuerzas. El derecho internacional ha establecido finalmente las sanciones ausentes por tanto tiempo. ¡De aquí en adelante, ningún país se atreverá a decir ‘Guerra’ cuando yo digo ‘Paz’! ¡Pueblos de la tierra, paz para ustedes!».

Este manifiesto produjo el efecto deseado.

La Liga de la Paz Universal se reunió por última vez y, dirigiendo un entusiasta elogio al gran pacificador, se disolvió al perder su razón de ser.

Iniciado el nuevo año de su reinado, el Emperador universal publicó un segundo manifiesto:

«¡Pueblos de la tierra! Os he prometido paz, y os la he dado. Pero la paz es bella solamente si hay prosperidad. Quien en tiempo de paz se ve amenazado por la pobreza no puede ser feliz en medio de la paz. ¡Por tanto, venid ahora a mí todos los que sufren hambre y frío y en mí hallareis comida y calor!».

Después anunció un simple, aunque extenso, programa de reforma social ya desarrollado anteriormente en su libro, el cual, en efecto, cautivó a los espíritus más nobles y sensatos. Ahora que todos los recursos financieros del mundo y extensas propiedades de tierra estaban en sus manos, el emperador se encontraba en la capacidad de llevar a cabo esta reforma y satisfacer los deseos de los pobres sin causar daño a los ricos. Según este plan cada uno recibiría según sus capacidades, y cada capacidad sería retribuida según el propio trabajo y sus resultados.

El nuevo señor del mundo era ante todo un filántropo lleno de compasión, y no tan sólo un filántropo, sino también un filozoísta. Él mismo era vegetariano, y prohibió la vivisección y sometió los mataderos a una severa vigilancia. Favoreció ampliamente a sociedades protectoras de animales.

Por encima de estos detalles, lo más importante, fue el firme establecimiento de la más fundamental forma de igualdad para toda la humanidad: la igualdad de la sociedad universal. Esto se realizó en el segundo año de su reinado. Los problemas sociales y económicos fueron resueltos de una vez para siempre.

Sin embargo, si el alimento es de primera necesidad para los hambrientos, aquellos saciados demandan algo más. Hasta los animales saciados usualmente no sólo quieren dormir sino también jugar. Tanto más la humanidad, que siempre post panem exige circenses.

El Emperador superhombre comprendía aquello que las masas necesitaban. En aquel tiempo llegó a Roma del lejano oriente, un gran mago rodeado de un halo de extraños acontecimientos y fabulosos relatos. Según rumores que corrían entre los neobudistas, era de origen divino, hijo del dios del sol del sur y de una ninfa del río.

Este mago, de nombre Apolonio, era sin duda un hombre genial. Al ser de procedencia semiasiática y semi-europea, obispo católico in partibus infidelium, combinaba en su persona de un modo impresionante el dominio de los últimos descubrimientos y aplicaciones técnicas de la ciencia occidental, con un conocimiento tanto teórico como práctico de lo más significativo del misticismo tradicional oriental. Los resultados de esta combinación eran sorprendentes.

El mago [Nota: se trata de la Bestia de la tierra del Apocalipsis, el Falso Profeta] poseía, entre otras cosas, el semi-científico y semi-mágico arte de atraer y dirigir a voluntad la electricidad atmosférica, tanto que el pueblo decía que mandaba al fuego bajar del cielo. Por lo demás, aunque impresionaba la imaginación de las multitudes con inauditos y diversos prodigios, se abstuvo por algún tiempo de abusar del propio poder para fines egoístas.

Y así, este hombre se presentó al gran Emperador y lo veneró como al verdadero hijo de dios, anunciando que en los secretos libros del Oriente había encontrado profecías que directamente le concernían revelándolo como el último salvador y juez de la tierra y ofreciéndole luego su arte y sus servicios. El Emperador, fascinado, lo tuvo como don del cielo y concediéndole espléndidos títulos, lo mantuvo en su constante compañía.

Los pueblos de la Tierra, habiendo obtenido de su señor los beneficios de la paz universal y alimento en abundancia para todos, adquirieron la posibilidad de gozar de los más inesperados milagros y signos extraordinarios. Terminaba así el tercer año del reinado del superhombre.

Después de resolver felizmente los problemas políticos y sociales se enfrentaba ahora el tema religioso.

Durante los dos primeros años del nuevo reinado, todos los cristianos, asustados y agotados por la serie de revoluciones y guerras precedentes, tuvieron una actitud de decidida simpatía y entusiasmo frente el Emperador y sus pacíficas reformas. Pero en el tercer año, cuando apareció el gran mago, muchos de los ortodoxos, católicos y evangélicos comenzaron a sentirse seriamente insatisfechos e inquietos, desaprobando todas sus acciones y viéndolo con antipatía. Los textos evangélicos y apostólicos que hablan sobre el príncipe de este mundo y el Anticristo fueron leídos con mayor atención y suscitaron comentarios.

Por algunos indicios el Emperador sospechó que se avecinaba una gran tormenta y decidió resolver esta situación de inmediato. Al inicio del cuarto año de su reinado dirigió un manifiesto a los fieles cristianos de toda confesión, invitándolos a escoger o nombrar representantes plenipotenciarios para un Concilio Ecuménico bajo su liderazgo».

El resto del relato tampoco tiene desperdicio, pero no puedo alargarme más, y dejo al lector completar tan sabrosa lectura, pues es importante saber que Robert Hugh Benson, en la novela religiosa más grande de la lengua inglesa, El Señor del Mundo, también habla de estas cosas; por ejemplo:

«El Padre Percy, después de una ojeada, no miró más a la turbamulta; pues allí, levantado por sobre el gran reloj, en el tablero indicador del gobierno, flameaba en enormes letras de fuego, en esperanto y en inglés el mensaje que había convulsionado a Inglaterra. Lo leyó media docena de veces antes de moverse, como un gigantesco signo en el cielo que podía significar el triunfo del cielo o del infierno:

CONVENCIÓN DEL ESTE DISUELTA
PAZ Y NO GUERRA
ESTABLECIDA LA FRATERNIDAD UNIVERSAL
FELSENBURGH
EN LONDRES ESTA NOCHE

Apenas unas dos horas más tarde, Percy consiguió llegar a la casa cerca del Enlace (…) Bien, estaba en su destino, por fin, sin sombrero, despeinado, exhausto, mirando vacilante a los oscuros ventanales.

No sabía bien qué pensar del otro asunto. La guerra, por supuesto, era atroz. Y una guerra tal como ésta era demasiado horrible a la mente para concebirla siquiera; pero en la aprensión del sacerdote había otras cosas aún peores. Una paz universal… pero ¿una paz establecida por otros caminos que los de Cristo? ¿O estaba Dios detrás incluso de esto? La pregunta era irrespondible.

Felsenburgh: era él, pues, quien había logrado esto… Este logro indudablemente mayor que cualquier otro suceso profano en la historia de la civilización… ¿Qué suerte de hombre era? ¿Cuál era su carácter, su doctrina, sus intenciones? ¿Cómo iba a usar de su triunfo?…

Así los interrogantes relampagueaban en su mente como un torbellino de chispas, cada una posiblemente inofensiva; pero, a la vez, cada una capaz de prender fuego al mundo».

En concreto, queda claro que el Anticristo no se presentará como enemigo de la Humanidad, sino como un hombre que traerá la paz a una tierra atribulada y conmovida…, la falsa paz anticristiana, bien entendido…, la ofrecida por la ONU y sus adláteres…

Por su parte, el falso profeta tampoco parecerá tal cosa, sino que hablará con dulzura, con halagos, con promesas, con artificio, con astucias, con apariencias de bien, abusando de la confianza y simplicidad de las pobres ovejas para entregarlas a los lobos, para hacerlas rendirse a la primera bestia, para conducirlas seducidas a que la adoren, la obedezcan, la admiren, y entren a participar o a ser iniciadas en su misterio de iniquidad…

Pero, a los que, a pesar de todo, se nieguen a adorar a la Bestia, hará que sean exterminados…

Pasemos al segundo acontecimiento…

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II.- LA CIFRA DE LA BESTIA: 666

Los lectores atentos del blog ya están al tanto del anuncio en España de las vacunas para los niños, más concretamente de la Campaña de Sanidad para la vacunación de los niños.

La misma fue acompañada de un vídeo titulado «Yo regalo vida».

Este es el enlace: Ver Aquí

En el mismo se ve, por dos veces, el 666 que, como sabemos, es la cifra de la Bestia (cfr. Apocalipsis, XIII, 11-18:

11 Vi luego otra Bestia que surgía de la tierra y tenía dos cuernos como de cordero, pero hablaba como una serpiente.
12 Ejerce todo el poder de la primera Bestia en servicio de ésta, haciendo que la tierra y sus habitantes adoren a la primera Bestia, cuya herida mortal había sido curada.
13 Realiza grandes señales, hasta hacer bajar ante la gente fuego del cielo a la tierra;
14 y seduce a los habitantes de la tierra con las señales que le ha sido concedido obrar al servicio de la Bestia, diciendo a los habitantes de la tierra que hagan una imagen en honor de la Bestia que, teniendo la herida de la espada, revivió.
15 Se le concedió infundir el aliento a la imagen de la Bestia, de suerte que pudiera incluso hablar la imagen de la Bestia y hacer que fueran exterminados cuantos no adoraran la imagen de la Bestia.
16 Y hace que todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se hagan una marca en la mano derecha o en la frente,
17 y que nadie pueda comprar nada ni vender, sino el que lleve la marca con el nombre de la Bestia o con la cifra de su nombre.
18 ¡Aquí está la sabiduría! Que el inteligente calcule la cifra de la Bestia; pues es la cifra de un hombre. Su cifra es 666.

Nuevamente uno se pregunta, no en sorna y con sonrisita de por medio, sino bien en serio, si los que confeccionaron el vídeo ignoran o, por el contrario, están bien al tanto de los textos de la Sagrada Escritura… Ya conocemos la respuesta…

Veamos con detenimiento las capturas de pantalla del vídeo:

En sentido simbólico, así como sabemos que el número siete significa plenitud y el ocho es, como superabundante, el número de la bienaventuranza eterna, así también el seis sería el número de la imperfección, repetido aquí tres veces para darle su máxima intensidad.

En tal caso las palabras cifra de hombre significarían un simple hombre, miserable e impotente como tal, y cuyo poder le viene de prestado.

Y si se leyera: la cifra del nombre del hombre, parecería quedar confirmado que el Anticristo será en su esencia la culminación del humanismo que desafía a Dios frente a frente.

Todo esto nos prueba que, tanto en la ONU como en la OMS, “no comen vidrio” y conocen muy bien el Apocalipsis… Y lo están haciendo bien actual… Mientras “otros” miran para otro lado…, salvo cuando se trata de mirar con sorna y sonriendo a los que ellos caratulan de “conspiracionistas” o “alumbrados”, cuando no de “paranoicos apocalípticos”

El Padre Leonardo Castellani comenta estas cosas de la siguiente manera:

«Pieper dice que esta Fiera representa la Propaganda Sacerdotal del Anticristo, recordando la dedicación de los paganos sacerdotes de Júpiter a la propaganda del Divus Cæsar, el culto divino del Emperador.

El jefe desa Propaganda es pues un hombre religioso y a la vez un ingeniero electrónico, diríamos hoy. Solovief en su notable leyenda lo corporizó en la figura de un obispo asiático, Apolonius, una especie de genio religioso, ducho en ciencia moderna y a la vez en la magia y fakirismo del Oriente; el cual se pone primero a hurtadillas y después abiertamente al servicio del Emperador Plebeyo; como antaño Apolonio de Thyana. A este apóstata, el penúltimo Papa, por presión del Emperador, lo nombra cardenal; mientras el último, Petrus II (cardenal Simón Banonini), lo execra, pero nada puede contra él.

Notable imagen; apoyada incluso en que algunos intérpretes vieron en “los dos cuernos como de Cordero” una mitra de Obispo. Lo cual no quiere decir nada, por supuesto, contra las mitras actuales, sobre todo las santamente llevadas.

Y todo el Poder de la Primera, lo hacía delante della, o sea, lo actuaba, lo representaba, lo volvía efectivo y convincente, cosa propia de la propaganda; que sabemos qué poder tiene incluso hoy día; el cual se acrecerá a medida aumente la cretinización de las masas, y la perfección de los instrumentos técnicos de difusión.

Esta historia de una religión falsa, falseada, falsificada, falluta —de fallo – fallere, caer— la veremos recurrir de nuevo en la Visión 16ª, la Gran Ramera; y la tal religión fornicaria es necesaria para que pueda surgir el culto sacrílego del Anticristo, “que sederá en el Templo de Dios, haciéndose como si fuese Dios”, según predice San Pablo. Lo cual llama Daniel “la abominación de la desolación”, y repite Jesucristo.

Peor empero va a ser en tiempo del Anticristo, porque va a ser universal y “totalitario”. En otro tiempo los perseguidos políticos tenían el recurso de emigrar; pero entonces no podrán, ni habrá Embajadas con derecho de asilo.

Escribiendo sobre el Imperio Romano y su caída en Decline and Fall of the Roman Empire, el liberal Gibbon Edward —que no nutre ninguna simpatía hacia los mártires cristianos— nota que el poder absoluto en una sola mano significa el arrancamiento de raíz de toda libertad “porque no queda ninguna chance de fuga; cuando el poder cae en manos de uno solo, el mundo entero se convierte en una cárcel para sus enemigos”; cosa que no dejamos de palpitar hoy día, en que la mano de Rusia alcanza a Trotzky en México; y la de Israel a Eichmann en la Argentina; y en un Diario de la Granguerra G . Nebel saca la recta conclusión de que “en una ya inminente organización mundial de las Naciones, desde el respeto de la libertad hay que objetar que ya no habría lugar alguno donde el hombre pudiese emigrar” («Bei den mordlichen Hesperiden»). En el Weltstaat del ideal de Kant, dice el filósofo, ya no habría más guerras extranjeras; la contraparte es que habría operaciones policiales, que serán peor que peste.

La “marka de la Bestia” serán probablemente brazaletes o muñequeras junto con una señal en las viseras o una vincha que llevarán un signo tal o cual —¿el número 666?— quizás con un significado sacrílego u obsceno, que los cristianos no podrán aceptar: así llevaban los seides de Hitler en tiempo de la Granguerra la cruz gamada, sólo que ahora será universal, “grandes y chicos, dueños y siervos”.

Algo deso pasó en tiempo de Diocleciano César, el persecutor más universal que hasta ahora ha habido de los cristianos: no podía comerciar, vender, comprar ni viajar el que no tuviera la tessera, testimonio de haber rendido culto al César.

Los católicos fueron despojados de sus bienes en tiempo de Isabel I de Inglaterra – la pequeña Nobleza rural – a fuerza de multas reiteradas a los que no asistían a los “oficios” protestantes; y los que decían Misa o la oían, o simplemente ocultaban a un sacerdote, eran ahorcados por “traidores a la patria”; a veces después de tremendas torturas.

El 666 es una gematría, usual entre los pueblos del Mediterráneo, sobre todo los hebreos. Como en hebreo y en griego —y en latín también— los números se expresan con letras, ponían nombres con números; este aquí es 666.

¿Qué nombre expresa esa cifra? Esto ha dado que hacer a los exegetas, y sobre todo a muchos que no lo son: innúmeros nombres han sido compuestos con esa cifra, de modo que los más seguros en este caso son los que declaran no estar seguros: como puede verse en el Capítulo II del Cuaderno Segundo de nuestro Los Papeles de Benjamín Benavides.

San Juan habría anoticiado a los fieles el nombre del typo del Anticristo, el monstruoso primer Perseguidor; en cuanto al antitypo, el verdadero y último Anticristo, nada podemos saber todavía. Los fieles de los últimos tiempos sabrán cómo se llama el gran Emperador Plebeyo; nosotros no lo sabemos».

El Falso Profeta hacer bajar ante la gente fuego del cielo a la tierra

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III.- EL CALENTAMIENTO GLOBAL

Finalmente, respecto del cambio climático, el calentamiento del mundo y las “olas de calor”, hace furor el anuncio de un libro escrito por el Gato Vil:

Dicen los comentarios que el Gato Vil ha dedicado una década a investigar el cambio climático; y que, con la orientación de expertos en física, química, biología, ingeniería, ciencias políticas y finanzas, se ha centrado en determinar qué medidas debemos tomar para detener la carrera del planeta hacia un desastre ambiental irreversible.

Léase correctamente = Con el gobierno y manejo de las ciencias políticas y finanzas intentar detener lo que el pecado original ha provocado, sumándose los pecados personales, es decir, la carrera del planeta hacia un desastre ambiental irreversible.

Ignoran o desprecian lo enseñado por San Pedro: Se les escapa, porque así lo quieren, que hubo cielos desde antiguo y tierra sacada del agua y afirmada sobre el agua por la palabra de Dios; y que por esto, el mundo de entonces pereció anegado en el agua; pero que los cielos de hoy y la tierra están, por esa misma palabra, reservados para el fuego, guardados para el día del juicio y del exterminio de los hombres impíos.

Los aduladores del Gato Vil dicen que en su libro no solo reúne la información básica para que tomemos conciencia de la necesidad de eliminar las emisiones de los gases causantes del efecto invernadero, sino que también explica qué debemos hacer para alcanzar este objetivo tan importante.

Y agregan que el moderno maltusiano nos ofrece una descripción lúcida de los desafíos a los que nos enfrentamos, y que, aprovechando sus conocimientos en innovación y en lo que supone introducir nuevos conceptos en el mercado, nos detalla cuáles son los campos en los que la tecnología ya está ayudando a reducir las emisiones, cómo y cuándo se logrará que la tecnología actual sea más eficaz, dónde necesitamos dichos avances y quiénes están trabajando en estas mejoras tan necesarias.

Como colofón, comentan que el Gato traza un plan práctico y específico para llegar a las cero emisiones, tanto con políticas gubernamentales como a título personal, implicando así a gobiernos, a empresas y a nosotros mismos en esta crucial misión; y que nos asegura que, si bien cumplir el objetivo de las cero emisiones no será una tarea sencilla, sí está a nuestro alcance si seguimos sus pautas.

Hasta aquí el supuesto novedoso librito… Ahora bien, todo esto y mucho más está profetizado en el Libro del Apocalipsis…

Los textos sobre la Cuarta Copa del Furor de Dios (Apocalipsis XV, 5-8; XVI, 1 y 8-9) dice:

Después de esto vi que se abría en el cielo el Santuario de la Tienda del Testimonio, y salieron del Santuario los siete Ángeles que llevaban las siete plagas, vestidos de lino puro, resplandeciente, ceñido el talle con cinturones de oro. Luego, uno de los cuatro Vivientes entregó a los siete Ángeles siete copas de oro llenas del furor de Dios, que vive por los siglos de los siglos. Y el Santuario se llenó del humo de la gloria de Dios y de su poder, y nadie podía entrar en el Santuario hasta que se consumaran las siete plagas de los siete Ángeles.

Y oí una fuerte voz que desde el Santuario decía a los siete Ángeles: “Id y derramad sobre la tierra las siete copas del furor de Dios”.

El cuarto derramó su copa sobre el sol; y le fue encomendado abrasar a los hombres con fuego, y los hombres fueron abrasados con un calor abrasador. No obstante, blasfemaron del nombre de Dios que tiene poder sobre tales plagas, y no se arrepintieron dándole gloria.

El Padre Leonardo Castellani comenta:

«Este cuarto símbolo representa los calores que inflige a los hombres la actual “Ciencia”; o sea “Técnica”; que de ciencia no tiene mucho. Es sabido que todas las fuerzas que ella puede usar y usa, fuego, calor, vapor, dinamita y energía atómica, proceden del calor del sol.

Dicen ahora los «científicos» que la superficie del astro-rey está sembrada de uranio en desintegración (?) y de allí procede su benéfico –hasta ahora– calor; el cual nutre árboles, plantas y animales, y amontona reservas de energía, que ahora en manos del hombre se han vuelto enormes –y peligrosas.

Hay que ver lo que supone ese calor del astro: la Tierra y los planetas interceptan sólo una parte infinitesimal de esa enorme esfera radiante, que se extiende quién sabe hasta adonde.

Ese calor hoy día recrecido, no cinco más cien veces, en manos del hombre, atormenta a los mortales con temor y aprensión; pues se emplea principalmente en construcción de instrumentos de destrucción horríficos; y aun cuando se aplica a la industria, produce desocupación, sobre-producción, carestía, luchas sociales, y finalmente guerras; todo lo cual «atormenta», quema, mantiene temor y angustia en los ánimos de la humanidad actual; la cual para remedio proclama incluso la restricción antinatural de los nacimientos, y la destrucción deliberada de mercaderías o máquinas.

No pasaba eso hasta ahora: es una plaga novísima».

Y completa su exégesis en un Excursus titulado La Era Atómica:

«Nuestros contemporáneos dicen y repiten a porfía se ha inaugurado una nueva era en la historia de la humanidad con la caída de las dos bombas de Truman sobre Hiroshima y Nagasaki. Puede que sea así. En tal caso, ella es la última era.

La bomba atómica está aludida tres veces en el Apokalypsis, si no nos engañamos.

El Anticristo «puede hacer caer fuego del cielo», o mejor dicho su cofrade –que algún medieval dijo sería su padre natural– el Obispo Tecnólogo: la Gran Forneguera, o Ciudad Capitalista, es destruida por incendio «en una hora», cosa que sólo una bomba nuclear puede hacer –o muchas–; el Gran Ejército del Oriente está armado de «fuego, humo, azufre» (fuego químico) «para matar un tercio de los hombres», cosa inmensa que tampoco puede concebirse si no es por medio del «maravilloso invento» de nuestra actual «Ciencia».

Añadamos el «granizo mezclado con fuego, del tamaño de un talento», que también puede significar artillería atómica. Por ese granizo, acompañado de un terremoto, la Ciudad Capitalista antes de su destrucción total, es «dividida en tres partes» (Séptima Redoma, XVI, 17) junto con otras ciudades «paganas». Y el terremoto que acompaña a la granizada se produce con «relámpagos, truenos y baladres» y es tal que «nunca cosa igual se había visto desde que hay hombres sobre la tierra».

«Granizo, fuego y sangre»: esta fusión del fuego con la sangre está también en la mitología egipcia y la babilónica. Comenzó entre nosotros con la invención de la pólvora; y ha culminado con el hallazgo infausto de las bombitas llamadas A y H. Ellas no son ningún misterio divino; se basan simplemente en el principio general de los explosivos; es calor químicamente acumulado que es desatado todo de golpe.

Estos tres pedazos en que se parte la Forneguera ¿no podría ser Europa, Norteamérica y Rusia, muy atareadas hoy día en fabricar cada una para sí bombas nucleares, supuesto que esta división o fragmentamiento sigue a la introducción de las bombitas en el mundo? Pueden ser, si la Ciudad Magna Fornicaria y Capitalista no designa una sola Urbe actual, sino a todas las urbes «fenicias», como sospechó Newman y otros.

— Pero Rusia no es capitalista …

— ¿Qué es, si no? Es un capitalismo de Estado, hijo directo del Capitalismo Tecnólatra Liberal; un hijo que le salió soliviado, pero salió derecho de sus lomos.

El «fuego del cielo», que juega papel prestantísimo en este libro, está nombrado varias veces en otros de la Escritura: destruyó a Sodoma y Gomorra, hízolo descender Elías sobre su holocausto, los Discípulos piden a Cristo lo haga caer sobre Corazaim y Bethsaida, las dos ciudades recalcitrantes. Es el rayo, simplemente.

«Arrebató su rayo al cielo, y su cetro a los tiranos», fue el epitafio que compuso el impío Diderot para Benjamín Franklin. Mucho más propiamente son los tecnólogos actuales quienes han arrebatado a ton ouranón (a Uranio, a las fuerzas del éter) su rayo, con mayor potencia de la que poseía la antigua arma de Zeus, y para ponerla al servicio del cetro de los tiranos. ¿Qué le vamos a hacer? Es así. El pobre Benjamín Franklin no arrebató nada a nadie.

La bomba atómica arroja una luz de relámpago sobre varios pasos del Apokalypsis indescifrables hasta hoy.

San Pedro dice que el mundo actual (la «segunda tierra») no será ya destruido por un nuevo diluvio de agua sino por el fuego; no dice empero que Dios lo destruirá.

Cuando el mundo supo asombrado la destrucción por fuego de dos ciudades japonesas desde «el cielo» y «en una hora», monseñor Juan Straubinger, que fue un doctor en Sagrada Escritura, y un sólido intérprete, me dijo: «El hombre ha descubierto el instrumento con que puede destruir el mundo; y ¿cree Ud. se abstendrá de hacerlo?»

En ese mismo tiempo Rodríguez Larreta el —mal— Novelista aseguró en La Nación que no solamente el Hombre se abstendría de hacerlo, sino que el precitado instrumento de la destrucción traería al mundo la Paz Perpetua de Kant, la Fraternidad de las Naciones y el Vivalapepa Universal; porque ¡gracias a Dios! esa «espada del Arcángel» y ese «secreto de la Divinidad» –como la llama– ha sido enviada no a otro que al Arcángel Truman, que es un hombre humanitario y sabio, y un santo del grado 33. A l poco tiempo, la tenía también el Arcángel Stalin.

El autor de La Gloria de Don Ramiro –que es un bodrio, para que lo sepan, así brame la Cursilería– entona un himno tilingo a la Nueva Era, y a la Nueva Religión Moderna. Dice:

«Honor, libertad y democracia […] La gloria crea en pueblos y hombres una nueva conciencia. El laurel embellece la frente y el alma [y da sabor a la carbonada]. Es como el lirismo de la luz en las torres. No se concibe a un gobernante americano manchando esa gloria con una acción despreciable [por supuesto que haber quemado como chinches a 100.000 japoneses indefensos no mancha esa gloria… la Gloria de Don Ramiro…] mientras consiguen comunicar al problema la elevación moral y la cristiana inspiración que es urgente infundirle» –la cristiana inspiración de la gloria de Don Ramiro. (Corchetes del Padre Castellani)

Dije arriba que la esjatología herético-eufórica de un Kant y un Hugo, aunque barrida hace un siglo por la herético-pesimista (el otro fragmento pervertido de la síntesis cristiana) perdura como resabio o rabo sin embargo en muchos tarambanas, sobre todo en Sudamérica. Aquí tenemos un ejemplo a mano.

El fuego arrebatado al cielo es un secreto si acaso; pero no de la Divinidad sino de los espíritus malos, que no de balde los antiguos decían «habitaban en el aire fuliginoso», o sea, de las tormentas. El hombre se ha internado en el éter, morada del ángel, guiado quizá por uno dellos, que no es ni Rafael ni Gabriel … ni Truman.

«Morada del ángel», como dice la Suma Teológica, no en el sentido de morada-habitación, por supuesto. El éter es el elemento material cuasi espiritual por cuyo medio los espíritus pueden actuar sobre la materia, como enseña Santo Tomás en la Suma con las razones muy juiciosas que allí pueden Uds. ver, si quieren.

Y ahora viene lo curioso: el mundo será destruido por fuego «del cielo» pero no por Dios sino por el hombre mismo, permitiéndolo Dios por supuesto, para que aprendan a ser temerarios.

El fin del mundo se sabía era muerte violenta, no natural; no se sabía hasta hoy que será suicidio. Será un suicidio y una resurrección, la Resurrección a cargo de Cristo.

La espada, la armadura, el corcel blanco, los ejércitos celestes —de la Visión 14ª y el Capítulo XIX, 11— son simples símbolos del poder soberano de Cristo; y las dos o tres matanzas de las últimas Visiones las harán los hombres, y se refieren todas a la Guerra de los Continentes. Cristo no se va a poner a pelear mano a mano con la Fiera, eso quisiera ella.

¡Oh Alá bendito! Esperemos dijo el bajá de Bagdad que todo lo que sabemos NO sea verdad.

Cuentan que un predicador brasilero –de la Nueva Iglesia Brasileñoantirromana del obispo Duarte– predicando a sus feligreses la Pasión de Jesucristo, los conmovió talmente que se deshacían en lágrimas, gemidos y golpes de pecho hasta dar lástima. Y entonces el predicador, compadecido, les dijo: «Nao choréis, irmaos; ¿qui é que sabe si toudo isto que eu vos dixei, nao sao macanas?«

Me gustaría poder imitarlo; pues muchos fieles dan en asustarse del Apokalypsis, y algunos sacerdotes dicen no hay que leerlo porque no se entiende nada; más aún, uno dellos muy famoso vino a verme y me dijo: «No estudie el Apokalypsis; porque todos los que estudian el Apokalypsis se vuelven locos o herejes». No le contesté nada. Me contenté con quedarme en la compañía de lo menos un centenar de Mártires, Santos, Doctores, Pontífices, Confesores, Grandes Escritores y Grandes Teólogos que han estudiado el Apokalypsis. Loco con Newman y hereje con San Ireneo, no es tan mala suerte. Prefiero ésa a ser «muy famoso» en la Argentina.

Nota mía: San Gregorio Magno, en la Homilía 1ª Sobre los Evangelios, que trae el Santo Breviario en el III Nocturno del Primer Domingo de Adviento, dice:

“Ya sabéis las continuas novedades llegadas de diversas partes, y cuantas ciudades han destruido los terremotos. En cuanto a las pestes, las sufrimos sin cesar. Las señales en el sol, la luna y las estrellas, aún no las vemos tan manifiestas, mas, según las mudanzas que del aire experimentamos, podemos creer que no están muy lejanas” [Signa vero in sole, et luna et stellis, adhuc aperte minime vidimus; sed quia et hæc non longe sint, ex ipsa jam aëris immutatione colligimus].

Así que «no son macanas». Flaco servicio les haría diciéndoles que pueden ser macanas, o sea, que puedo errar. No puedo errar en lo principal; y en donde puedo errar, he avisado es conjetura o hipótesis mía. Les quitaría el consuelo y la robustez que el «Librito» se ha escrito para dar; porque si el Apokalypsis escrito se suprime, el Apokalypsis vivido se vuelve diez veces más acerbo; quiero decir, las grandes calamidades presentes, pasadas y futuras se engrandecen hasta el pánico y hasta el reproche a Dios.

Son hechos; grande cosa hizo Dios avisándolos y prometiendo seremos libres dellos en forma espléndida; como los soldados de Napoleón que eran fortísimos porque sabían cierto —antes de Waterloo— que el Petit Caporal vencía siempre. Menos hiere la herida cuando se ve venir la flecha. Dénme los cielos males prevenidos —casi ya vencidos.

Pasa como con el infierno: los que lo suprimen en la otra vida, resulta se les viene encima en ésta, como decía mi nonna doña Magdalena.

Así que, era atómica, era última. Por suerte, lo último de lo último yo no lo voy a ver, desde aquí, calle Caseros, por lo menos.

LA RELIGION IDOLÁTRICA. He insistido en este libro sobre el naturalismo religioso, o modernismo como religión del Anticristo, por ser lo que yo he estudiado, y lo que se ve; esto no quiere decir excluir o no conocer otros elementos del «ejército del Anticristo»: como la magia y el satanismo —indicados en el Apokalypsis con el nombre de «brujos», los cuales a la Segunda Fiera tienen por capitán— no menos que la Masonería y la conspiración judaico-financiera, tan denunciada hoy día. Estas cosas pertenecen a la estructuración del ejército anticrístico, y son quizás su nervio secreto».

Por todo lo dicho, y como resumiéndolo, repetimos lo dicho por Léon Henri Marie Bloy:

Cuando quiero saber las últimas noticias leo el Apocalipsis