PADRE LEONARDO CASTELLANI: NO SE PUEDE DESAFIAR ETERNAMENTE A LA INTELIGENCIA

Conservando los restos

DIGAMOS LA VERDAD

Cabildo N° 413

26 de noviembre de 1943

El filósofo, como el médico, no tiene remedio para todas las enfermedades. Muchas veces todo lo que le da la ciencia es pronosticar la muerte, lo cual se puede omitir por misericordia o bien se puede decir duramente, para autenticar un posible milagro.

A veces, todo lo que puede dar como solución es oponerse a las falsas soluciones, obstaculizar la acción de los hombres de acción que no pueden con el genio y tiran de los cabos del otro ovillo, tan enredado que por donde usted tire se enreda más.

Puede con el pensamiento poner obstáculos para retardar una catástrofe, puede apercibir puntales para los reconstructores —que él no vera— después de la catástrofe; pero en muchos casos no puede sino prever la catástrofe y callarse la boca, porque ve que no le van a hacer caso. Si Casandra hubiese callado sus profecías —¡total para lo que sirvieron!— no hubiese muerto joven.

Los pedagogos de los diarios cuando damos soluciones para la enseñanza argentina muchas veces tenemos conciencia de que estamos recetando Untisal para una lepra. Cuando decimos que hay que aumentar el sueldo de los profesores “incorporados”, que hay que cambiar el “puntaje”, que hay que hacer concursos, que hay que suprimir las cuñas… sabemos muchas veces que estamos atacando síntomas.

No todos los días tiene uno ganas de decir toda la verdad y también hay que ganarse el puchero divirtiendo a la gente, ya que es sabido que los que dicen la verdad mueren en el hospital; y la gente hoy día a toda costa quiere divertirse.

Pero algún día habrá de atreverse a decir la verdad desnuda más o menos como sigue:

— La actual organización escolar argentina fue cimentada sobre una apostasía nacional.

— Ser maestra hoy día en la Argentina raramente es un honor; casi siempre es una equivocación.

— Una nodriza cumple una misión más noble que una doctora en filosofía y letras.

— Una niñera es más feliz que una profesora.

— Una cocinera está más cerca de Dios que una pedagoga.

— Una profesora de labores es más útil a la Iglesia que una Sociedad de Poetisas Católicas.

— Las mujeres han sido pensadas más para inspirar poemas que para escribir poemas.

— Para un promedio muy grande de gente, el alfabetismo es de hecho una desgracia, incluso para algunos escritores.

— La Escuela Normal es un monumento de la insensatez argentina.

— El “normalismo” es un atentado permanente al sentido común, que llega hasta perturbar el equilibrio de las órdenes religiosas femeninas.

— La gran hazaña del Estado Liberal ha sido no crear en un siglo trabajo para el varón, ocupado en crear el falso tipo humano y verdadero problema social de la “maestra vacante”.

— Las tres nuevas carreras masculinas que debemos al Estado Liberal son las siguientes: inspector de inspectores, comisionista de puestos, y marido de maestra.

— Los $ 210 que en la punta de un anzuelo el Gobierno hace relumbrar ante la boca abierta de innumerables familias pobres argentinas representan para casi todas un peligro moral y familiar.

— El gran aparato burocrático del monopolio escolar argentino representa un instrumento desintegrador de la Vida.

— La mujer no ha sido hecha para ganar plata sino para gastarla; y no se puede convertirla en filón -o como dice el lunfardo, en “mina”- sino por medio de algún modo de prostitución.

— Cuando el Estado hacía todo lo posible para mantener al varón en su lugar y a la mujer en el suyo, todavía había varones tentados de explotar a la mujer y convertir el tesoro vital que hay en ella en tesoro a secas; pero cuando el mismo Estado conspira a que la mujer quiera plata en vez de chicos, ayúdeme usted a pensar…

— La mujer que sale buena y está en su lugar es una joya, que no se paga con todo el dinero del mundo; y para conseguir eso hay que gastar dinero en vez de pretender de ella que lo rinda antes de tiempo

Todas estas proposiciones —y las que me ha borrado la censura— son antipáticas, odiosas, insólitas, escandalosas y ofensivas de las pías orejas; pero lo peor de todo es que son filosóficamente verdaderas.

Dado que el periodista tiene que decir algo, ¿por qué no decir la verdad de vez en cuando? Sobre todo que Voltaire dijo: “Mentid, que algo queda …”, que es una frase que siempre nos ha consolado; porque, si algo queda mintiendo, mucho más quedará diciendo la verdad.

Esto no quiere decir que no haya muchas maestras buenas y hasta santas, a quienes beso la mano pidiéndoles perdón por maltratar al gremio, al cual yo también pertenezco, por desgracia; pero no son santas a causa sino a pesar del mecanismo muerto que las crea y las emplea, bajo el cual a veces están desvirtuadas y hasta martirizadas.

Lo que pasa es que la salud de la familia, o la vitalidad de la raza, o el heroísmo personal, o el cuidado de la Iglesia, o el sacrificio de algunos gobernantes, o las reservas tradicionales o, en suma, Dios que es grande, no permiten que el mecanismo ciego nacido de un error y alimentado de intereses y prejuicios haga todo el daño que de suyo el diablo quisiera que haga.

Pero no se puede desafiar eternamente a la inteligencia, jugar con el absurdo y tentar a Dios pidiéndole milagros incesantes.

“Dios es criollo”, dicen. Dios es criollo las veces que no lo cansan demasiado, y hasta que no lo obligan a ponerse furioso. Miren como está de criollo Dios en Europa. “Et conversi sunt et tentaverunt Deum; et fortem Israel exacerbaverunt”, dice el Himno 77: “Se dieron vuelta a tentar a Dios; y lo enfurecieron al Dios dellos en contra dellos”.