RADIO CRISTIANDAD: EL FARO

Conservando los restos

DEJÁNDOLE MEDIO MUERTO

Narrado por Fabián Vázquez (once minutos)

Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó;
y cayó en manos de ladrones,
que le despojaron de todo,
y le cubrieron de heridas, y se fueron
DEJÁNDOLE MEDIO MUERTO.
(San Lucas, X, 30)

SEMIVIVO RELICTO

Los que se mueren en este mundo son numerosos; pero los que viven son quizá bastante raros.

Los que viven conservando la salud del alma no son acaso más que una porción escogida.

Debajo de ellos está la legión inmensa de los mediocres y de los cobardes, de todos esos que, en lenguaje espiritual, desde el Apocalipsis, son llamados tibios.

Cuando trata de libertarse de las trabas divinas, el hombre cae en poder de los bandidos que le apalean, le roban, y se van. Sus locos deseos y sus absurdas inclinaciones le acechan, en el camino de Jericó y le dejan medio muerto, molido a golpes.

Dios mío, yo quisiera saber bien en qué consiste la tibieza, de que con tanta frecuencia se me habla en son de amenaza; quisiera saber bien si me encuentro yo, débil como soy, entre esos mediocres que te desagradan, entre esos heridos vulgares, víctimas de disputas fútiles, de tenebrosos conflictos callejeros y de encrucijadas.

Cuando se me dice que la tibieza es una fatiga, una saciedad, una languidez del alma, me acuerdo de que he pasado por todos esos estados y se apodera de mí la inquietud. ¿Quizá también para mí, fatigado hasta el hastío, sin bríos, sin fuego y sin vigor, cuando me siento de mal humor, van a resonar las ásperas recriminaciones dirigidas contra todos los cobardes; y debo considerarme como un tibio, cuando me encuentro triste y decaído?

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