PADRE LEONARDO CASTELLANI: LAS ÁGUILAS DEL ESPÍRITU

Conservando los restos

PARÁBOLA DE LAS ÁGUILAS Y EL CADÁVER

Allí donde esté el Cuerpo, allí se congregarán las Águilas (Mt. XXIV, 28; Lc. XVII, 37).

Esta breve y enigmática comparación está en el llamado «sermón esjatológico» de Cristo, Mateo Veinticuatro; y repetido en Lucas.

Lo que quiere decir en general según todos los intérpretes es que la Parusía o segunda venida de Cristo será repentina y universal; mas ¿para qué decir sólo eso? Ya lo había dicho claramente poco antes, y aquí estaría dicho ineptamente. Otro sentido particular debe de tener.

Del «sermón esjatológico» hemos dicho lo principal en El Evangelio de Jesucristo, págs. 227 y 314, comentando los dos trozos de él que la Iglesia predica (o lee al menos) tranquilamente al comenzar el Adviento; al celebrar la Expectativa de la Primera Venida del Señor, comienza por recordar y «expectar» la Segunda; pues realmente si la Segunda no existiera, la Primera quedaría trunca.

El Sermón Esjatológico es el lugar más difícil del Evangelio. Ha hecho penar a los Santos Padres y hace penar a los exégetas actuales. Penar o macanear.

La razón es que habla a la vez de dos sucesos futuros (y por tanto oscuros): la ruina de Jerusalén y el final de este «siglo» —o fin del mundo, si quieren así llamarlo—; que son lo que llaman el «typo» y el «antitypo» de esta profecía; o sea su objeto primero y segundo, siendo el segundo el más próximo; y el principal el más lejano; solución de esta dificultad, y ley general de toda profecía.

Así lo ha puesto en claro definitivamente el teólogo Luis Billot, en su libro (casi inasequible en la Argentina) «La Parousie», lo que estaba ya en forma de atisbo en los escritos de los Padres, y no una vez sola: el Profeta ve el futuro lejano e inescrutable a través y por transparencia de un suceso cercano, también futuro, pero más comprensible y obvio.

Esta teoría, que para mí es cierta (es decir, debidamente probada), es la única que suelta todas las dificultades de interpretación de los profetas y avienta de una vez la manga de hipótesis, sutilezas o efugios de los intérpretes «extravagantes» a ella.

Por ejemplo, en el versículo desesperante: «De verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo esto sea cumplido… » la palabra «esta generación» designa a los Apóstoles con respecto a la Ruina de Jerusalén; y a la sucesión de los Apóstoles con respecto al fin del mundo. La Sinagoga durará hasta que sea destruido el Templo; y la Iglesia durará hasta que vuelva Cristo.

Si no es así, tiene razón la escuela racionalista esjatológica; o Cristo se equivocó, como dicen Wrede, Loisy, Wellhausen; o bien jamás pensó en el Fin del Mundo, y este discurso se refiere si acaso a una sospechada e insegura Ruina de Jerusalén, como prefieren Albert Schweitzer, Karl Barth y otros. En cualquiera de ambos casos, rueda la fe católica.

Volviendo pues a nuestras águilas, que confluyen de todas partes hacia la carroña, se trata de un proverbio hebreo que se halla literalmente en el libro de Job; donde el extraordinario poeta que lo compuso describe así al Águila (cap. XXXVIII, 27):

«¿Acaso a tu mandato se alzará el águila
Y pondrá su nido en las cumbres?
En los riscos anda
Y mora en los rotos granitos
Y en las escarpadas rocas
Desde allí avizora la comida
Y sus ojos aguaitan a lo lejos
Sus pichones lamben la sangre
Y en donde haya un cadáver, allí cae».

Ahora ¿quién es el Cuerpo y quiénes son las Águilas en la abrupta locución de Cristo, que también parece andar por riscos y rocas?

Tenemos tres opiniones:

1a) El Cuerpo es la Iglesia de los últimos tiempos hacia la cual confluirán todos los herejes y persecutores; y aunque esté reducida y escondida, la hallarán; así Teofilacto y también R. H. Benson en su novela apocalíptica Señor del Mundo.

Esta opinión tiene en contra que la Iglesia no puede ser «el cadáver» (pues esa palabra tiene el texto hebreo) por decaída, enferma o reducida que esté.

2a) El Cuerpo será el Cuerpo de Cristo hacia el cual volarán como águilas los resucitados cuando aparezca; conforme a un conocido pasaje de san Pablo (I Tess. IV, 16), en que el Apóstol predice que los que entonces vivan («los que vivamos», dice, pues él ignoraba cuándo iba a ser la Parusía) morirán y resucitarán en un punto de tiempo; o no morirán, sino que serán transfigurados en gloria sin morir; y saldrán disparados como cohetes Júpiter hacia los Ángeles que vendrán rodeando al Salvador; viaje portentoso y mucho más deseable que un avión supersónico. Así interpreta san Hilario, Eutimio y el autor del Opus lmperfectum.

El mismo reparo que la primera. Si hay un Cuerpo que no se puede llamar «cadáver», o «carroña», es el de Cristo.

3a) El Cuerpo es el mundo de los últimos días, muerto y descompuesto a pesar de su tremendo poder militar y político; el mundo unificado por obra del Anticristo, contra el cual se moverán repentinamente, con la subitaneidad del relámpago, las potencias espirituales e incluso angélicas del Cosmos para hacerlo pedazos: Beda, santo Tomás de Aquino, Maldonado.

De acuerdo al Criterio puesto arriba, si esto es una predicción de dos sucesos, veamos lo que pasó en el primer suceso, para colegir lo que será el segundo. Las «águilas» romanas confluyeron de todas partes hacia Jerusalén, la Ciudad Deicida: literalmente, los regimientos romanos llevaban como insignias águilas; y Josefo nos ha descrito la marcha simultánea de las legiones de Vespasiano desde la Siria, la Grecia, Roma y Egipto hacia la capital de la Judea, hirviente en gusanos, que quedó en breve tiempo sitiada. Antes del Sermón Esjatológico Cristo ha predicho con terrible precisión este asedio.

Así también la gran ciudad capitalista, imperial y sacrílega que será la sede de la Bestia será saqueada, incendiada y destruida. ¿Será Nueva York, Londres, Moscú, Roma? Por lo que dice san Juan Apocaleta parece que será un puerto de mar. El que sea.

Increíble parece. Tengan cuidado con los manuales y tratados de Escritura actuales que llevados del celo de hacer todo esto más creíble, la mayoría dellos «racionalistizan», aun cuando refutan al racionalismo, que los tiñe con su contacto: como incluso en el mismo excelente tratado Verbum Domini (trad. caste. en 4 tomos, el original inglés se llama Catholic Comentary on H. S.) los padres Martindale y Houdus. Otros como el famoso Allo (L’Apocalypse) y Bonsirven (L’Apocalypse de Saint Jean) casi eliminan la inspiración de la Sagrada Escritura a fuerza de «alegorizar»: dado el entibiamiento de la fe en nuestros días, quieren entibiando la Escritura hacerla al mundo más aceptable y en realidad la hacen despreciable; pues leyendo esos comentarios que liman, atenúan o suprimen todo lo que sea prodigioso o extraordinario, no se ve qué diferencia queda entre el Apocalipsis y los grandes poetas profanos como Dante o Milton; ni por qué se ha de llamar «profecía», «palabra de Dios»; y la única diferencia que se ve entre estos doctores» católicos» y los racionalistas ateos como Wrede o Schweitzer, es que los racionalistas son más lógicos. Si no se admite la verdad lisa, literal y rotunda de lo que dijo Cristo y sus profetas, lo lógico es decir que mintieron o erraron, y no ponerse a hacer equilibrios y contorsiones entre el sí o el no, parados en una pata sobre un declive.

¿Cómo puedo concebir yo que éstos crean en los milagros de la Primera Venida de Cristo si no pueden creer los milagros de la Segunda? Y si creen que Dios Padre hizo el mundo, ¿cómo tienen tanto miedo de que pueda deshacerlo y después rehacerlo? ¿No es más difícil hacer de la Nada la tierra, el fuego y el mar que limpiar por el fuego la tierra y el mar?

San Pedro dijo (II Pet. III, 4) que cuando no quieran creer los hombres en el fin del mundo entonces está cerca el fin del mundo. Mas cuando los que no quieren creer están dentro de la Iglesia de Cristo y predican de oficio las palabras de Cristo sacrosantas, entonces la cosa es grave.

Hodous SJ., por otra parte ortodoxo y muy docto y aplicado, hace contorsiones acrobáticas para persuadir que cuando san Pablo, san Pedro y san Juan Apocaleta dicen: «La parusía del Señor está cerca», «Y vengo pronto», eso no significa sino: «La parusía del Señor está lejos» y «Vengo dentro de millones de años». Si así es la lengua de los Apóstoles y así habla Dios a los hombres, apaga y vámonos. No estudiemos más ese libro, estudiemos cualquier otro.

Pero, ¿adónde iremos, Señor, si Tú solo tienes palabras de vida eterna?

Los intérpretes modernos, cuando son buenos (los cuales son poquísimos) tienen más erudición, más sutileza y más rigor científico que los Santos Padres antiguos; pero los Padres antiguos tienen más fe.

Así que la tercera exégesis es la buena, ¡vive Cristo! Cuando el mundo «moderno» esté hecho cadáver, desechada la fe de Cristo que le dio vida veinte siglos, entonces las águilas del Espíritu caerán de todos los puntos del horizonte sobre él; precediendo al verdadero Señor del Mundo, Cristo, y en contra del falso y cadaveroso Señor del Mundo, el Anticristo. Créase o no.