PADRE CASTELLANI: LA TRIBULACIÓN SERÁ TREMENDA

Conservando los restos

EL MÁRTIR Y EL TIRANO

CASTELLANI POR CASTELLANI. Ediciones Jauja, Mendoza, 1999.
Castellani y la Esjatología. El Mártir y el Tirano; página 223.

Dice Kierkegaard que la primera categoría de «señores» que existió en el mundo fueron los Tiranos, y la última que existirá serán los Mártires.

Cuando la Masa domine en el mundo, su representante, el Demagogo, será ciertamente un Tirano, pero no un Señor. Su oficio será derribar toda cabeza que se levante sobre la Masa pervertida y enloquecida, o sea, a todo «Singular».

El mártir será el «Singular» que aguanta sobre sí el peso del mundo, con el oficio de volver «Singulares» a los demás, es decir, conectarlos con Dios, suscitar en ellos la conciencia y la personalidad, que en los últimos tiempos sólo podrá adquirirse por el martirio.

La desaparición del «señorío» en el mundo significa la desaparición de la autoridad legítima, la que ordena al bien común, y por lo tanto, viene de Dios.

Cuando la autoridad desaparezca no sólo del Estado sino de la Iglesia, la tribulación será tremenda.

El fenómeno natural al hombre, de la autoridad, será pervertido y dirigido al mal común. Los resortes naturales del mando caerán en manos del diablo y los demoníacos, y contra ellos sólo existirá el pecho desnudo del mártir.

La presión del mal se volverá intolerable.

La tribulación será la mayor que ha habido desde el Diluvio acá. Pero «capillus de capite vestro non peribit», no perecerá un cabello de vuestra cabeza. Cristo sostendrá invisiblemente a las almas. Pocas «almas» habrá entonces.

Los mártires de los últimos tiempos sufrirán mucho más que los mártires de los primeros tiempos, lo cual es mucho decir, es enorme.

Sufrirán exterior e interiormente, aparentemente abandonados de Dios, y perseguidos prácticamente «por todo el mundo», en soledad total, en la mayor inseguridad y peligro. Sus tormentos serán mayores que los de Job.

Esto no lo he sacado de mi cabeza, decía Don Pío Ducadelia, está en el Evangelio y en las Profecías. Allí está. Véanlo ustedes mismos…

Pero a decir verdad, sí lo he sacado de mi cabeza, decía Don Pío; yo lo he padecido un poquito.