Conservando los restos
MIS OVEJAS ME CONOCEN
Narrado por Fabián Vázquez (doce minutos)
Yo soy el buen Pastor;
y conozco mis ovejas,
Y LAS OVEJAS MÍAS
ME CONOCEN A MÍ.
(San Juan, X, 14)
COGNOSCUNT ME MEÆ
Se le conoce en la medida en que uno le pertenece; por eso la vida eterna, que consiste en conocerle, consiste también en ser poseído por Él.
Los que quieren permanecer completamente extraños a Él se condenan a sí mismos a divagar cuando hablan de Él; y la misma locura que les aleja de la Verdad, hace que le tomen por Belcebú.
A esto lo suelen llamar juicio razonable, apreciación conforme a sus ideas.
En conocerle tal como es, y por lo tanto reconocerle en cualquier parte que se encuentre, consiste la semilla y el desarrollo de la fe.
Saber por convicción, por convicción divina, que está en la Santa Iglesia Católica, Apostólica y Romana, y que allí únicamente es donde se le encuentra, es conocerle aquí abajo conforme nos lo permite nuestra condición de peregrinos, y preparar, en el secreto de la fe, la visión de la gloria.
Para conocerle así, es menester pertenecerle; y nadie le pertenece, si no ha sido elegido y querido —electus—; nadie le pertenece, si no ha respondido a esa elección y a ese amor todopoderoso, mediante el abandono filial y la sumisión respetuosa.
La fe es un don de Dios, pero nadie se halla excluido de antemano y absolutamente: todos están llamados a conocer el amor divino por medio del Verbo hecho carne.
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