PARA SANTIFICAR EL DOMINGO- FIESTA DE CRISTO REY

PARA AQUELLOS QUE NO TIENEN LA POSIBILIDAD DE ASISTIR A LA SANTA MISA

Recordamos a nuestros queridos lectores la posibilidad santificar el día Domingo a través de Nuestro Blog.

En la parte superior del mismo se encuentra una pestaña o página donde están los diferentes medios para realizar la Santificación del Día Domingo o Fiestas de Precepto, además de contar con los Sermones de los Queridos Padres: Juan Carlos Ceriani y  Basilio Méramo.

A continuación, los propios del:

FIESTA DE CRISTO REY

Con conmemoración del XXIII Domingo después de Pentecostés

cristo-rey

Introito

Justo eres, oh Señor, y rectos son tus juicios; obra en tu siervo según tu misericordia. Dichosos los que viven sin mancilla, que andan según la ley del Señor. Gloria al Padre…

Colecta

Omnipotente y sempiterno Dios, que en tu amado Hijo, Rey universal, quisiste restaurarlo todo; concédenos propicio: que todos los pueblos Gentiles disgregados por la herida del pecado, se sometan a su suavísimo gobierno. Que contigo vive y reina en unidad del Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos.

Colecta del XXIII Domingo después de Pentecostés

Os rogamos, Señor, que perdonéis las ofensas de vuestro pueblo, a fin de que seamos por vuestra benignidad libres de la servidumbre de los pecados que hemos cometido por nuestra fragilidad. Por N.S.J.C.

Epístola.

(San Pablo a los Colosenses, I, 12-20):

Gracias damos a Dios Padre, que nos ha hecho dignos de participar de la suerte y herencia de los Santos, iluminándonos con la luz del Evangelio; que nos ha arrebatado del poder de las tinieblas, y trasladado al reino de su Hijo muy amado; por cuya sangre hemos sido nosotros rescatados y recibido la remisión de los pecados; el cual es imagen perfecta del Dios invisible, engendrado antes que toda criatura; pues por Él fueron creadas todas las cosas en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, ora sean tronos, ora dominaciones, ora principados, ora potestades; todas las cosas fueron creadas por Él mismo y en atención al mismo. Y así Él tiene ser ante todas las cosas, y todas subsisten por Él y por Él son conservadas. Y Él es la cabeza del cuerpo de la Iglesia y el principio de la resurrección, el primero a renacer de entre los muertos; para que en todo tenga Él la primacía, pues plugo al Padre poner en Él la plenitud de todo ser, y reconciliar por Él todas las cosas consigo, restableciendo la paz entre cielo y tierra, por medio de la sangre que derramó en la cruz, en Cristo Jesús Señor nuestro.

Gradual

Dominará de uno a otro mar, y desde el río hasta los confines del globo de la tierra. Y le han de adorar todos los pueblos de la tierra; todas las Gentes le servirán.

Aleluya.

Aleluya, aleluya. Su poder es poder eterno, que no le será arrebatado; y su reino, un reino que no se derrumbará. Aleluya.

Evangelio

(San Juan, XVIII, 33-37)

En aquel tiempo: Dijo Pilatos a Jesús: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Respondió Jesús: ¿Dices tú eso de ti mismo, o te lo han dicho de mí otros? Replicó Pilatos: ¿Qué? ¿Acaso soy yo judío? Tu nación y los Pontífices te han entregado a mí; ¿qué has hecho? Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si de este mundo fuese mi reino, mis gentes me habrían defendido para que no cayese en manos de los judíos; mas mi reino no es de acá. Le replicó a esto Pilatos: ¿Con que tú eres Rey? Respondió Jesús: Así es como dices. Yo soy Rey. Yo para esto nací, y para esto vine al mundo, para dar testimonio de la verdad; todo aquel que pertenece a la verdad, escucha mi voz.

Ofertorio.

Pídeme, y te daré a los Gentiles en herencia, y en posesión hasta los confines de la tierra.

Secreta.

Ofrecémoste, Señor, la Hostia con que la humanidad fue reconciliada con su Dios; para que Aquél a quien inmolamos en este presente sacrificio, Él mismo conceda a todos los pueblos los dones de la unidad y de paz, Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro. Que contigo vive y reina en unidad del Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos.

Secreta del XXIII Domingo después de Pentecostés

Os ofrecemos, Señor, este sacrificio de alabanza para aumento de nuestra servidumbre, a fin de que perfeccionéis propicio, lo que sin merecerlo nos habéis dado. Por N.S.J.C.

Prefacio

Prefacio de Cristo Rey

 Latín

Vere dignum et iustum est, æquum et salutare, nos tibi semper, et ubique gratias agere: Domine sancte, Pater omnípotens, æterne Deus:

Qui Unigenitum Filium tuum Dominum nostrum Iesum Christum, Sacerdotem æternum et universorum regem oleo exultationis unxisti: ut, seipsum in ara crucis hostiam immmaculatam et pacificam offerens, redemptionis humanæ sacramenta perageret: et suo subiectis imperio omnibus creaturis, æternum et universale regnum, immensæ tuæ traderet Maiestati: regnum veritatis et vitæ, regnum sanctitatis et gratiæ: regnum justitiæ, amoris et pacis.

Et ideo cum Angelis et Archangelis, cum Thronis et Dominationibus, cumque omni militia cælestis exercitus, hymnum gloriæ tuæ canimus, sine fine dicentes:

Sanctus Sanctus Sanctus…

 
Castellano

En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, el darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor santísimo, Padre todopoderoso, Dios eterno.

Que a tu Unigénito Hijo y Señor Nuestro Jesucristo, Sacerdote eterno y Rey del universo, le ungiste con óleo de alegría, para que, ofreciéndose a Sí mismo en el ara de la Cruz, como hostia inmaculada y pacífica, obrase el misterio de la humana redención; y así, sometidas a su imperio todas las criaturas, su reino eterno y universal lo entregase a tu inmensa Majestad: reino de verdad y de vida, reino de santidad y de gracia, reino de justicia, de amor y de paz.

Y, por tanto, nos unimos con los Ángeles y Arcángeles, con los Tronos y Dominaciones, y con toda la milicia del ejército celestial cantando el himno de tu gloria, diciendo sin cesar:

Sanctus Sanctus Sanctus…

Comunión.

Se sentará el Señor Rey para siempre; el Señor bendecirá a su pueblo con la paz.

Poscomunión.

Habiendo conseguido el alimento de inmortalidad te pedimos, Señor, que cuantos nos gloriamos de militar bajo las banderas de Cristo Rey, con Él mismo podamos reinar continuamente en la sede celestial. Que contigo vive y reina en unidad del Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos.

Poscomunión del XXIII Domingo después de Pentecostés

Alimentados con el don de nuestra redención, te rogamos, Señor, que con este auxilio de perpetua salud, se acreciente en nosotros la fe verdadera. Por N.S.J.C.

Evangelio del XXIII Domingo después de Pentecostés

(San Mateo, IX, 18-26) En aquel tiempo: Estando Jesús hablando a las turbas, llegó un hombre principal o jefe de sinagoga, y adorándole le dijo: Señor, una hija mía acaba de morir; pero ven, impón tu mano sobre ella y vivirá. Levantándose Jesús, le iba siguiendo con sus discípulos, cuando he ahí que una mujer que padecía flujo de sangre, vino por detrás, y tocó el ruedo de su vestido. Porque decía ella entre sí: Con que pueda solamente tocar su vestido, me veré curada. Mas volviéndose Jesús y mirándola, dijo: Hija, ten confianza, tu fe te ha curado. En efecto, desde aquel punto quedó curada la mujer. Venido Jesús a casa de aquel hombre principal y viendo a los tañedores de flautas o música fúnebre y el alboroto de la gente, decía: Retiraos, pues no está muerta la niña, sino dormida. Y hacían burla de Él. Expulsada la gente, entró, la tomó de la mano, y la niña se levantó. Y divulgóse el suceso por todo aquel país.