SILVANA DE MARI: EL ENEMIGO ESTÁ DENTRO DE LAS PUERTAS

Misterios de iniquidad

CUENTOS DE HADAS Y REALIDAD

Una civilización que piensa lograr la salud pública
a costa de un inocente torturado a muerte
es una civilización que ha firmado su propia condena

Los cuentos de hadas nacieron y siguen funcionando porque recogen el dolor del niño que no es querido, y lo cuentan escondiéndolo en la figura omnipresente del huérfano, un personaje clave en toda la ficción infantil.

Harry Potter es huérfano, al igual que Frodo, que es un hobbit y, por tanto, esconde la esencia de un niño en su pequeña estatura, mientras que el patito feo y Pinocho son hijos de padres no identificables, de esos que dejan el fardo en algún lugar y se van: son los diversos, los adoptados.

En la figura del huérfano está evidentemente el miedo a llegar a serlo: el primer miedo de todos los niños es perder al padre y a la madre, pero también se esconde en él el eterno miedo a no ser suficientemente amado.

Por un lado, la madrastra era la representación de una realidad histórica precisa, de un peligro real que acechaba constantemente en otras épocas: el de quedar huérfano de una madre muerta en el parto, a merced de una madrastra que repartiera de forma desigual entre los hijos de la primera y la segunda cama la poca comida, las muchas palizas y las interminables horas de trabajo agotador. Por otro lado, la madrastra es, sobre todo, el fantasma universalmente aplicable de una madre que ama poco, o menos de lo que nos gustaría.

Tras haber casi desaparecido en el siglo pasado, las madrastras se han multiplicado en la era de las familias extendidas: son la segunda, tercera o cuarta pareja del padre.

El divorcio para los niños es una experiencia mucho más devastadora de lo que se representa en las comedias. Padre y madre se destrozan mutuamente, el sueño de que todo sea una broma se rompe cada mañana contra la realidad, hay una mujer durmiendo en la cama de papá que reclama ser madre, y simétricamente hay un desconocido en la cama de mamá que también tiene pretensiones.

Dentro de los hermanastros y hermanastras, incluso en los hijos de familias verdaderamente amorosas, hay el temor constantemente presente de que los hermanos (hermanas) sean más amados que nosotros.

En muchos casos esto es cierto. No es verdad que los padres quieran a sus hijos de la misma manera. Cenicienta es el personaje que vengó la infancia no querida de los hermanos discriminados, mientras que Pulgarcito es el héroe de los hermanos menores, cuyo destino es el de ser los más tontos de la compañía, mientras que en los cuentos de hadas siempre son los más listos.

Dentro de la bruja y del ogro están la madre y el padre cuando se enfadan y gritan: con rasgos distorsionados, infinitamente más grandes que el niño sobre el que se ciernen, omnipotentes, aterradores; pero también están todos los que hacen daño a los niños, los que los matan y torturan cuando el padre y la madre no les protegen.

Los cuentos de hadas hablan de la persecución del niño, de la persecución física, desde el asesinato hasta el incesto, desde el niño vendido hasta el niño discriminado, sacrificado en el trabajo, comido… Pero hablan también de la persecución del alma, es decir: del dolor del niño no amado.

¿Para qué sirve el amor de una madre y de un padre? Para no ser matado, para no ser vendido, violado, comido, descuidado, hambreado, por supuesto; pero un niño que es cuidado y no es amado es también un niño profundamente infeliz.

El amor de mamá y papá es la luz que da color a nuestro ser, de la misma manera que con la luz del sol se forma la clorofila y las hojas se vuelven verdes y fuertes.

En los primeros años tenemos un gran número de neuronas espejo en el cerebro. Gracias a ellos, por imitación, nosotros aprendemos todo de nuestros padres en muy poco tiempo. En dos años aprendemos un idioma, aprendemos a movernos en una sociedad, aprendemos a vestirnos.

Además, también interiorizamos la forma en que papá y mamá nos miran, y esto se convierte en una parte de nosotros, forma parte de nuestro ser, se convierte en uno de los pilares de nuestra personalidad. Si ellos se iluminan cuando nos miran, será fácil para nosotros tener un yo fuerte y decir: “Yo soy yo, yo soy”.

Y las personas que dicen “yo soy”, no aplastan a nadie. Y no permiten que los demás les aplasten, sino que viven en armonía consigo mismos y con el mundo.

Si nuestros padres y nuestras madres no se aman a sí mismos, no pueden amarnos a nosotros, ni estar orgullosos de nosotros: a lo sumo estarán orgullosos de nuestros logros. En este caso tendremos un yo algo contraído.

Tenemos dos formas de salir de esto: la primera es volverse resiliente, y sólo hay una manera de hacerlo, que es aprender a ver la belleza dondequiera que esté. En la segunda forma nos volvemos hipercompetitivos, un poco como la Reina de Blancanieves, alguien que tiene que ser el más bello de algo para existir.

Hansel y Gretel y Pulgarcito, nos cuentan la realidad del canibalismo. En las grandes hambrunas, antes de morir de hambre, la gente se comía los cadáveres, y los niños eran los que morían primero, o los que eran más fáciles de atrapar. Podía ocurrir que el cuerpo de un niño se convirtiera en comida, como podría ocurrirle a Hansel, Gretel, Pulgarcito y sus hermanos.

La Guerra de los Treinta Años redujo a Alemania a tal nivel de barbarie y hambruna que a menudo la supervivencia sólo era posible mediante el canibalismo: el fantasma de esta inmensa tragedia quedó atrapado en los cuentos de hadas. Los alemanes sobrevivieron comiendo cadáveres durante la Guerra de los Treinta Años (de hecho, lo hicieron también en Stalingrado), y los ucranianos lo intentaron durante la hambruna impuesta por Stalin.

¿Y hoy? Hoy en día, los cuerpos de los niños son devorados por organizaciones criminales que los convierten en órganos para trasplantes. En China, se trasplantan células cerebrales de fetos de cinco meses a pacientes occidentales que sufren esclerosis lateral para retrasar la progresión de la enfermedad.

Mi madre murió de esclerosis lateral, así que sé lo que significa; pero me sigue pareciendo escalofriante la idea de que estos fetos sean fecundados con el único fin de abortarlos en el quinto mes, cuando la madre ya es capaz de percibir sus movimientos y ellos son capaces de reconocer su voz. Canibalismo del cuerpo del niño, su explotación total.

En Occidente, el canibalismo del cuerpo del niño se ha convertido en la norma. La asociación Planned Parenthood vende serenamente los órganos de los fetos abortados en sus clínicas por madres que han aceptado precios atractivos para abortar.

En México el tejido fetal se obtiene pagando a las madres que abortan. Desde el punto de vista empresarial, los estadounidenses salen ganando porque obtienen dinero en los dos frentes: la producción del cadáver del feto y su eliminación. Se trata de niños fallecidos, muertos. La muerte se produce por desmembramiento, en el caso de los fetos más pequeños, o dejando morir al feto que nace vivo, en el caso de los abortos posteriores.

Algunas vacunas, entre ellas la de Astrazeneca que lo escribe directamente en su prospecto, pero lo mismo ocurre con Pfizer y Moderna, se cultivan con células de fetos abortados en los años 70, dos bebés, un niño y una niña. Todos utilizan las mismas líneas celulares para que los datos sean homogéneos. Las células se han “inmortalizado”, es decir, se han adaptado para reproducirse indefinidamente in vitro. Las células que se van a inmortalizar deben tomarse con un corazón que late, es decir, de un cuerpo vivo, y es esencial que no se sometan a la intoxicación de la anestesia.

Estos no son fetos, sino bebés prematuros. El término “feto” se refiere a un organismo contenido en el vientre de su madre. Una vez que el bebé está fuera del vientre de su madre y respira con sus pulmones, no es un feto sino un bebé prematuro, que nace por parto inducido tras cinco meses de vida intrauterina, cuando ya conoce la voz de su madre y es perfectamente capaz de percibir el dolor. Estos niños son diseccionados vivos, torturados hasta la muerte.

Una civilización que piensa lograr la salud pública a costa de un inocente torturado a muerte es una civilización que ha firmado su propia condena.

El uso de un “producto” de este tipo es la marca de la Bestia. Cristo dijo muy claramente: Lo que hacéis al más pequeño de vosotros, lo estáis haciendo a mí.

El hecho de que lo que ahora PARECE ser la cúpula católica, no sólo se haya pronunciado a favor de la vacuna, sino que incluso se haya pronunciado a favor de hacerla obligatoria, demuestra varias cosas.

Lo primero es que estamos ante el Leviatán: la dictadura que nos oprime es una teocracia, una teocracia mortal que ha aniquilado toda libertad, incluso la de sentarse en un banco, con una extraña parodia de la ciencia actuando como nueva teología, y la vacuna como nuevo Mesías.

La segunda es que, junto con el famoso humo de Satanás avistado por Pablo VI, también ha entrado la antigua serpiente: ha hecho su nido y ha puesto sus huevos, que ya han eclosionado. El Enemigo está dentro de las puertas.

TRADUCCION LISA ZUCCOLI