Persistencia
Señor:
Llego al pie de tu cruz acongojado
por las luchas que no podré ganar
a pesar de que debo continuar
como si no me hubiesen derrotado.
Pues para ser un bienaventurado
el alma nunca debe claudicar.
Amarte se resume en aceptar
todo lo que nos tienes destinado.
Por eso entre victorias y derrotas,
pérdidas y ganancias temporales
–como humilde soldado de tu grey–
sigo embistiendo con mis armas rotas
contra tus enemigos y sus males
hasta que vuelvas como Cristo Rey.