Meditaciones para el mes del Sagrado Corazón de Jesús -Día 28

Padre Juan del Corazón de Jesús Dehon: Coronas de amor al Sagrado Corazón

Extraídas del libro

“CORONAS DE AMOR AL SAGRADO CORAZÓN”

del Reverendo Padre Juan del Corazón de Jesús (León Gustavo Dehon),

Fundador de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús.






Día 28

QUINTO MISTERIO: VIDA DE ACCIÓN DE GRACIAS

CUARTA MEDITACIÓN: La acción de gracias en ciertas circunstancia de la vida

Hay ciertas circunstancias que arrastran consigo la práctica necesaria de la acción de gracias. En primer lugar, debemos dar gracias por una meditación o, antes, por una contemplación especial después de la santa Comunión y de la celebración de los santos misterios.

I. Por una santa Comunión

San Alfonso de Ligorio insiste, en términos muy vivos y muy enérgicos, sobre esta oración de acción de gracias. Hace depender completamente de ella la obra de la santificación; y Catalina Emmerich compara el olvido de este deber con la misma traición de Judas. Hoy, la mayor parte de los sacerdotes y de los fieles no osarían faltarles demasiado, pero es de la mayor importancia cumplir este deber con un verdadero espíritu de acción de gracias. Todo se debe resumir en una contemplación tranquila que hace fundir nuestro corazón, como el fuego hace fundir y evaporar el incienso. Debemos repetir sin cesar: “¡Amor, amor, como eres amable! Gratias agimus tibi propter magnam gloriam tuam. Tu amor, este amor que se da en la Encarnación, que se da en la Pasión, que se da en la Eucaristía, tal será el tema eterno de nuestros cánticos de acción de gracias”.

¿Será que no repetiremos también: pueda mi corazón inmolarse en respuesta a este Corazón que se inmola siempre?

¿Queremos tener un modelo perfecto de la vida eucarística? Contemplemos a la Santísima Virgen, viviendo en Jerusalén y en Éfeso después de Pentecostés. El Corazón Inmaculado de María es el modelo acabado del amor que debemos tener por el Sagrado Corazón de Jesús, es el mismo Rosario del Sagrado Corazón de Jesús, siempre vivo para amar. En Nazaret, este Corazón nos representa el amor viviendo tiernamente la presencia y las caricias del Sagrado Corazón de Jesús; en el Calvario, el Corazón afligido de María es el tipo más perfecto de la reparación, tal como la debemos practicar; y en la pequeña casa de San Juan, después de Pentecostés, este Corazón maternal e inmaculado solo vive de acción de gracias. Fecit mihi magna qui potens est et sanctum nomen ejus. La divina Madre, representando la Iglesia y cada uno de nosotros, no deja de dar gracias al Divino Corazón de Jesús por todos sus prodigios de amor y por aquel que los resume todos, la santísima Eucaristía de la cual conservaba siempre espiritualmente los frutos en su Corazón. ¡Oh!¡Cómo deseaba que este Corazón fuese ardientemente conocido y amado!¡Cómo bendecía anticipadamente a aquellos que lo darían a conocer y a amar, y cómo podemos repetir con ella en el cielo: Quid retribuam Cordi Jesu pro omnibus quae retribuit mihi?

San José no fue llamado, al menos de una manera evidente, a la reparación; toda su vida discurrió en el amor y en la acción de gracias. Puede, más que cualquier otro santo, enseñarnos esta santa oración, sobre todo después de la Santísima Misa. Y ¿cómo S. José daba gracias, sino abajándose, olvidándose de sí mismo, no viendo ante sí más que el Corazón de Jesús que era el objeto todo de su amor?

II. Por una gracia de vocación

Hay otras ocasiones en que debemos dar gracias de una manera muy especial; por ejemplo, por una conversación, por una vocación especial, sacerdotal o religiosa. Cómo no nos expandiremos enteramente en himnos de amor y de gratitud a la vista de este amor especial del Sagrado Corazón de Jesús cuyos efectos experimentamos hasta este punto.

No nos podemos extender en este punto particular. Las consideraciones y los desarrollos que evoca varían en cada alma, según los favores especiales que recibió de la Providencia.

III. Por la gracia de conocer la bella devoción al Sagrado Corazón

Lo que también debe estimular al más alto punto nuestro amor y nuestro entusiasmo es nuestra vocación a la devoción al Sagrado Corazón. Por ella, nos volvemos un vaso espiritual, vas spirituale, por el reino del amor del Sagrado Corazón de Jesús en nosotros: un vaso honorífico, vas honorabile, por la insigne honra que este Corazón nos presta, al asociarnos a la vida reparadora y marcándonos con la señal sagrada de la cruz; un vaso de piedad y de ternura, vas insigne devotionis, porque llevamos en nuestros corazones su vida eucarística, el órgano eterno de la acción de gracias en el cielo y en la tierra.

Pero no consideremos tanto estos privilegios en nosotros mismos, sino para ser confundidos por habernos aprovechado tan poco.

Pidamos a este Divino Corazón, que la falange de los amigos de esta devoción sea verdaderamente su Corazón místico, el vaso espiritual, de honra y de piedad, que expanda con abundancia y sin medida el perfume de amor sobre toda la Iglesia y sobre cada uno de los miembros de la Iglesia; porque tal es la misión que le reserva el Divino Corazón de Jesús en su bondad y en su amor.

Resolución.- Quid retribuam Domino? ¿Qué daré al Señor? Lo amaré, me consagraré a Él, le ganaré amigos.