Padre Juan del Corazón de Jesús Dehon: Coronas de amor al Sagrado Corazón
Extraídas del libro
“CORONAS DE AMOR AL SAGRADO CORAZÓN”
del Reverendo Padre Juan del Corazón de Jesús (León Gustavo Dehon),
Fundador de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús.
Día 12
SEGUNDO MISTERIO: VIDA DE SILENCIO Y DE ORACIÓN
SEXTA MEDITACIÓN: Convite al amor del Sagrado Corazón, nuestro amigo, en la Santa Eucaristía
El Cántico de los Cánticos nos ayudó a comprender el corazón a corazón de Jesús solitario en el sagrario con el alma que lo visita y que es como su esposa.
Margarita María describe este mismo corazón a corazón como el coloquio de un amigo con su amigo en un festín de amor.
El Amigo celeste invita al alma a este festín. El alma responde a su Amigo divino con palabras todas de fuego.
I. El dulce banquete del celestial Amigo
Este banquete, ¿no lo había ya insinuado Nuestro Señor en su conversación con la Samaritana? Está sentado al borde del pozo de Jacob. Este pozo simboliza al Sagrado Corazón, abismo de amor y abismo de gracia. Jesús nos dice como a la Samaritana: “Si conocieseis el don de Dios (que es mi Corazón), me pedirías de beber (en esta fuente de amor) y Yo os daría de beber, y este agua brotaría en vuestros corazones como un manantial de vida para la eternidad” (Jn. 4).
Entra en este Sagrado Corazón, escribe Margarita María, como invitada al festín de amor de tu único y perfecto Amigo, que quiere embriagarte con el vino delicioso de su puro amor, el único que puede endulzar todas tus amarguras disgustándote de todas las falsas delicias de la tierra, para no encontrar más placer que en el Corazón de este querido Amigo, que te dice amorosamente: “Todo lo que es mío es tuyo; mis llagas y mis dolores son tuyos, mi amor hace comunes nuestros bienes; déjame, por lo tanto, poseer todo tu corazón, y yo confortaré tus indiferencias y animaré tus indolencias, que te vuelven tan vago en mi servicio y tan tibio en amarme”.
II. Jesús es el único verdadero Amigo de nuestros corazones
Margarita María comenta así la llamada del Amigo celestial: “Jesucristo es el único verdadero Amigo de nuestros corazones, que no están hechos sino únicamente para Él; así, no pueden encontrar reposo, ni alegría, ni plenitud más que solo en Él…”
Él cargó sobre sí nuestros pecados, haciéndose nuestra defensa ante su Padre eterno…
Quiso morir para merecernos, por el exceso de su amor, una vida inmortal y bienaventurada. Agradezcámosle y bendigámosle con una ardiente caridad por la cual deberíamos consumirnos de gratitud haciéndole un continuo sacrificio de todo nuestro ser…”.
Considerándolo en esta calidad de amigo, podéis decirle todos los secretos de vuestro corazón, descubriéndole todas vuestras miserias y necesidades, como Aquel que es el único que les puede remediar, diciéndole: “¡Oh, Amigo de mi corazón, aquel a quien amas está enfermo! Visítame y cúrame, porque sé que no puedes amarme y, al mismo tiempo, dejarme en mis miserias” (Escritos diversos, t. II, p. 470, 462).
¡Ah! ¡Qué felices son las almas que se olvidan perfectamente de sí, hasta el punto de no tener más amor, miradas ni pensamientos si no son para este único Amigo de nuestros corazones!… “Me parece que cualquier otro pensamiento y ocupación son una pura pérdida de tiempo”.
III. El alma, a su vez, invita al Amigo celestial
Nosotros tomamos esta invitación de Margarita María:
“Corazón santísimo, delicia de la divinidad, te saludo. Te invoco en mi dolor y apelo a ti como remedio para mi fragilidad. Corazón misericordiosísimo, Corazón compasivo y bondadosísimo de mi Padre y de mi Salvador, no rehúses tu socorro a mi indigno corazón; tú, Dios de mi corazón, que me creaste para ser el objeto de tus amores y el sujeto de tus inefables bondades.
Corazón Divino, ven a mí o atráeme a ti.
Ven, el más fiel, el más tierno, el más dulce y el más amable de todos los amigos, ven a mi corazón; te pido, por tu amistad incomparable y por tu palabra dada, que vengas a aliviarme. Ven y no permitas que te dé motivo de abandonarme.
Ven, vida de mi corazón, alma de mi vida, único sustento de mi alma; ven a hacerme vivir de Ti y en Tí, pero eficazmente, mi única vida y todo mi bien.
Ven, mi Dios y mi todo” (Petit livre de prières, t. II, p. 479, 481).
Resolución.- Jesús, me llamas a ti, parece que tienes necesidad de mí. No hay en mí más que mi miseria que me pueda atraer, porque Tú quieres ejercer tu misericordia. Ven, Tú a quien oso llamar mi celestial Amigo. Ven y coloca en mi Corazón bastante amor para que encuentres ahí alguna alegría y consuelo.