Padre Juan del Corazón de Jesús Dehon: Coronas de amor al Sagrado Corazón
Extraídas del libro
“CORONAS DE AMOR AL SAGRADO CORAZÓN”
del Reverendo Padre Juan del Corazón de Jesús (León Gustavo Dehon),
Fundador de los Sacerdotes del Sagrado Corazón de Jesús.
Día 6
PRIMER MISTERIO: VIDA DE AMOR DEL SAGRADO CORAZÓN EN LA EUCARISTÍA
SEXTA MEDITACIÓN: El Corazón De Jesús tiene sed de ser amado por los hombres en el Santísimo Sacramento
En cuanto a los ángeles y a los santos contemplan, adoran y cantan el amor del Corazón Divino, en los esplendores de la gloria, los hombres son llamados a honrarlo, de preferencia, bajo los velos eucarísticos.
Él está en el cielo para los bienaventurados, está en el tabernáculo para nosotros. Está allí ardiente de amor por nosotros y nos pide amor a cambio.
I. El Sagrado Corazón quiere ser honrado muy especialmente en su vida eucarística
Parece que Nuestro Señor se aburre en el tabernáculo, tiene sed de amor, nos llama, nos espera.
Uno de mis más rudos suplicios, dice a la Beata, era cuando, ante la aparición del Sagrado Corazón, escuchaba estas palabras: “Tengo sed, pero una sed tan ardiente de ser amado por los hombres en el Santísimo Sacramento que esta sed me consume; y no encuentro a nadie que se esfuerce, según mi deseo, por matarme la sed, dando alguna correspondencia a mi amor”.
Fue para responder a esta dolorosa lamentación que la Beata se esforzó por dar a la devoción al Sagrado Corazón de Jesús una forma que podemos llamar eucarística.
No es que deje en el olvido los diferentes testimonios que Nuestro Señor nos dio de su amor durante su vida mortal y aquellos que Él dará eternamente a los elegidos en el cielo. No, los exalta a todos, pero nos pide para dirigir al Corazón de Jesús, al Santo Sacramento, todos los homenajes que debemos prestarle, no solo por el amor que Él nos muestra en la Eucaristía, pero también por aquel que Él nos manifestó, “sea en su vida escondida, sea en su vida activa, sea en su vida sacrificada, sea en su vida gloriosa” (Ecrits divers, p. 465)
Era en este sentido que Nuestro Señor la dirigía. Es normalmente en el Santo Sacramento que el Sagrado Corazón se muestra a su sierva. Las lamentaciones que la hace escuchar tiene por objeto los ultrajes que recibe en la Eucaristía; y los homenajes que reclama deben serle todos prestados ante la Eucaristía o por la Eucaristía.
De otra manera, ¿no es eso tan natural? Toda la devoción, toda la afección nos lleva a aproximarnos a nuestro objeto amado. Ahora, es en la Eucaristía que nosotros tenemos que encontrar al Corazón de Jesús viviendo muy cerca de nosotros.
II. El primer fruto de la devoción al Corazón de Jesús en la Eucaristía: la gracia
“La gracia y la verdad nos vienen por Jesucristo”, dice el discípulo amado (Jn 1,16). El Corazón de Jesús, vivo en la Eucaristía, fue mostrado a la Beata Margarita María como una fuente de gracias y como un foco de luz.
El primer fruto de la devoción al Sagrado Corazón es la gracia. Si somos pecadores, es la gracia primera que nos es dada por la contrición perfecta; si ya estamos en estado de gracia, esta gracia es aumentada considerablemente. “Allí, dice la Beata, Jesús nos da todo lo que tiene, sin reservarse nada, para poseer nuestros corazones y enriquecerlos consigo mismo”.
Pero para eso, es preciso que nosotros correspondamos al amor del Sagrado Corazón.
“Es preciso, dice la Beata, huir de todo lo que nos podría hacer perder esta vida de la gracia, ofreciéndonos al Sagrado Corazón como un esclavo ante su Libertador, no reservándonos ninguna otra libertad sino la de amar frente al desprecio de todos los demás”. Y la Beata nos invita a hacer en cada visita al Santo Sacramento varios actos de esta disposición.
III. Segundo fruto: la verdad
El segundo fruto es la verdad o la luz. ¿Cuántas veces la Beata ve este Corazón Sagrado bajo la forma de un radiante sol? Ella nos lo muestra iluminando las almas de dos maneras, por sus inspiraciones y por sus ejemplos.
La sierva de Dios nos recomienda muchas veces, que recurramos al Corazón del Divino Consejero en el tabernáculo, en todas nuestras dudas, en todas nuestras incertidumbres, antes de cualquier emprendimiento importante, y que esperemos con confianza la respuesta divina, que llega normalmente bajo la forma de inspiración. Fue a esta luz que la Beata recorrió desde su infancia.
El Corazón de Jesús en su vida eucarística nos ilumina aún con sus ejemplos.
“Quiero hacerte leer en el libro donde está contenida la ciencia de amor”, decía Nuestro Señor a la Beata. El libro es su Corazón eucarístico. Vamos ahí a leer frecuentemente; ahí aprenderemos todas las virtudes, especialmente, la humildad, el silencio, el despego y, sobre todo, la caridad.
Resolución.- Jesús mío, ¿amarte, procurar junto a ti la gracia, el consejo, la luz, es entonces penoso y difícil? ¡Oh! No, no quiero ya rechazar lo que me ha de proporcionar mi bien y mi santificación.