EN HONOR A LA VERDAD
¿La ignorancia causa involuntario?
OTRO
Fundamento teológico
Santo Tomás de Aquino
Suma teológica
Parte Ia-IIae
Cuestión 6
Artículo 8
Objeciones por las que parece que la ignorancia no causa involuntario:
1ª. Lo involuntario merece perdón, como dice el Damasceno. Pero algunas veces lo que se hace por ignorancia no merece perdón, de acuerdo con I Cor. 14, 38: Quien ignora, será ignorado. Luego la ignorancia no causa involuntario.
2ª. Todo pecado está acompañado de ignorancia, según Prov. 14, 22: Yerran los que hacen el mal. Si, pues, la ignorancia causa involuntario, se seguiría que todo pecado era involuntario. Y contra esto afirma Agustín que todo pecado es voluntario.
3ª. Lo involuntario está acompañado de tristeza, como dice el Damasceno. Pero algunas cosas se hacen con ignorancia y sin tristeza; por ejemplo: si uno mata a un enemigo a quien deseaba matar, pensando que mataba un ciervo. Luego la ignorancia no causa involuntario.
Contra esto está lo que dicen el Damasceno y Aristóteles, que algún involuntario es por ignorancia.
Respondo que la ignorancia tiene capacidad de causar involuntario en la misma medida que priva del conocimiento que requiere lo voluntario.
Sin embargo, no toda ignorancia priva de este conocimiento.
Por eso hay que tener en cuenta que la ignorancia se relaciona de tres modos distintos con el acto de la voluntad: uno, concomitantemente; otro, consiguientemente; y el tercero, antecedentemente.
Concomitantemente, cuando versa acerca de lo que se hace, pero, aunque se supiera, no dejaría de hacerse.
En este caso la ignorancia no induce a querer hacerlo, sino que ocurre que hay a la vez algo hecho e ignorado, como, por ejemplo, cuando uno quiere matar a un enemigo y lo mata sin saberlo, pensando que mata un ciervo.
Esta ignorancia no produce involuntario, como dice Aristóteles, porque no causa algo que sea contrario a la voluntad; sino que causa no voluntario, porque no puede ser querido en acto lo que se ignora.
La ignorancia se relaciona con la voluntad consiguientemente, cuando la ignorancia misma es voluntaria.
Y esto ocurre de dos formas, de acuerdo con los dos modos de voluntario ya señalados.
La primera, porque el acto de la voluntad se dirige a la ignorancia; por ejemplo, cuando uno quiere no saber, para tener excusa del pecado o para no retraerse de pecar, según Job 21, 14: No queremos saber tus caminos. Y esta ignorancia se llama afectada.
Según la otra forma, se llama voluntaria la ignorancia de lo que uno puede y debe saber, del mismo modo que se llama voluntario el no actuar y el no querer. Por consiguiente, tenemos una ignorancia así cuando uno no tiene en cuenta lo que puede y debe tener en cuenta. Esta ignorancia se llama de mala elección y puede provenir de la pasión o del hábito. También tenemos esta ignorancia, cuando uno no procura tener el conocimiento que debe tener; y así, la ignorancia de los principios universales del derecho, que todos deben saber, se considera voluntaria, porque se produce por negligencia.
Ahora bien, cuando la ignorancia misma es voluntaria de alguna de estas formas, no puede causar involuntario propiamente. No obstante, causa involuntario de algún modo, pues precede al movimiento de la voluntad a hacer algo, y este movimiento no se daría de haber conocimiento.
La ignorancia se relaciona con la voluntad antecedentemente cuando, sin ser voluntaria, es causa de querer lo que de otro modo una persona no querría. Así, cuando un hombre ignora alguna circunstancia de un acto que no estaba obligado a conocer, y por eso hace algo que no haría de saberlo; por ejemplo, cuando uno, prestada la debida atención, sin saber que alguien pasa por el camino, lanza una flecha con la que mata a un transeúnte. Esta ignorancia causa involuntario absolutamente.
Respuesta las objeciones:
Con esto se tiene la respuesta a las objeciones.
Pues el primer argumento procedía de la ignorancia de lo que uno tiene que saber.
El segundo, de la ignorancia de elección, que de algún modo es voluntaria, como se dijo.
El tercero, de la ignorancia que se relaciona concomitantemente con la voluntad.
De un total de 40 respuestas:
17contestaron SI
22 contestaron NO
1contesto OTRO
Según esta estadística la mayoría contestó incorrectamente
Insistimos en la importancia de conocer la doctrina de nuestra Iglesia para conservar intacta nuestra fe como nos ha sido mandado por Nuestro Señor y, de esta manera, no correr el riesgo de ser engañados por los errores, que pueden llevarnos a una eternidad sin Dios.