Que Tú me guardes
¡Oh Señor, misericordia,
te suplico que me guardes
en esta hora en que todo
parece desmoronarse!
¡Refúgiame en tu costado
donde, con ternura, me abres
tu corazón traspasado
por hierro y adversidades!
Consolida mi esperanza,
mi caridad, mi fe y dame
perseverancia, humildad,
sabiduría y coraje.
Plagado está el horizonte
de satánicos desmanes,
de obcecados adversarios,
de trampas e iniquidades,
de venenosas doctrinas
y de pecados mortales
que hoy se tienen por virtudes.
¡Líbrame de tu desaire,
de las malas compañías,
del sincretismo execrable
de religiones, del negro
sacrilegio, de desmanes
en profanadas iglesias
y abominables altares,
de la traición colectiva
a tu amor y a tus verdades,
de insidiosas componendas
con que buscan destronarte
y hacer de tu cruz astillas
tus detractores infames!
Ante tantos enemigos
confío en que has de cuidarme
como a niña de tus ojos
con el poder de tu sangre.
¡Oh, Señor, misericordia!
No me dejes defraudarte
con el cómplice silencio
típico de los cobardes!