Y una gran señal apareció en el cielo: una mujer revestida del sol y con la luna bajo sus pies y en su cabeza una corona de doce estrellas.
Apocalípsis 12.1
ORACIÓN PARA TODOS LOS DÍAS
Soberana Señora de Cielos y tierra, desde el profundo valle de esta tierra de pecado, alzamos los ojos a Vos, Reina y Madre Nuestra para estudiar vuestras virtudes e implorar vuestro valimiento. Somos, Oh Señora pobres extraviados que en la obscuridad de este desierto necesitamos quien nos guíe y nos sostenga con mano bondadosa. Dignaos, Señora, enseñarnos con vuestra autoridad y ejemplo el camino de la virtud.
Pídase a Nuestra Madre la gracia particular que se desea alcanzar, y se rezará un Padre nuestro y doce Ave Marías en memoria de las doce estrellas de la gloriosa Corona.
DÍA TERCERO
Llegó el momento señalado en los eternos decretos para el tránsito feliz de la Madre de Dios. Reclinada en su lecho aguardábalo Ella rodeada de los Apóstoles y piadosas mujeres que atendían solícitas a servirla. Entre el fervor de sus oraciones se la vio levantar al cielo los ojos, cerrarlos un momento después con infinita dulzura, abrir los labios con hermosa sonrisa y expirar. ¿Será mi muerte parecida a la de la Madre de Dios?
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Oh María dulcísima Madre de Dios, Aceptad desde el Trono de luz que ocupáis desde el Cielo, las alabanzas y suplicas de este Pueblo fiel que os venera e invoca en el misterios de Vuestra Gloriosa Asunción.
Alcanzadnos todas las gracias que necesitamos y particularmente la de una cristiana y feliz muerte. Amén