Conservando los restos
LA SUPRESIÓN DEL SANTO SACRIFICIO
El 3 de abril de 1969, Jueves Santo aquel año, veía la luz la Constitución Missale Romanun presentando el Novus Ordo Missæ, la misa bastarda montiniana…
Estamos a cincuenta años del Novus Ordo Missæ…
Estamos a cincuenta años de la segunda reforma protestante…
Con esa reforma no católica comienza la operación de supresión del santo sacrificio…
Hemos recorrido la Historia de la Misa Tradicional. En su tramo final aparecen las figuras del Abad de Solesmes y del último Papa canonizado.
El Movimiento Litúrgico, lanzado por Dom Guéranger y alentado por San Pío X, debía dar aún grandes frutos a la Iglesia.
Sin embargo, en 1947, Pío XII lo acusó de llevar «ramas podridas», y algunos de sus responsables defendían teorías radicalmente opuestas a las tesis de Dom Guéranger.
La historia del Movimiento Litúrgico es, pues, la de una desviación…
Y, si se analizan bien esos anales, se puede comprobar que ese descarrío es la preparación de la nueva misa.
En efecto, después de la fuerte intervención de San Pío X en contra del modernismo, sus fautores se replegaron y no pudieron públicamente exponer sus extravíos sin ser amonestados o desplazados de sus puestos.
Entonces optaron por invertir el conocido y seguro adagio “lex credendi, lex orandi”. Estaban convencidos que cambiando la lex orandi, llegarían forzosamente a modificar la lex credendi. Es decir, esperaban que, mediante la revolución de la forma del culto, se produciría el cambio radical de la fe en la mentalidad de los creyentes, que sería asumida una nueva doctrina acomodada al nuevo culto.
De este modo entraron en escena las obras de los más destacados liturgistas modernistas que marcarían el espíritu de la reforma litúrgica durante y después del conciliábulo vaticano segundo.
Llegamos así a la nueva misa, que es la invención de una comisión litúrgica nombrada por Pablo VI, cuyo presidente fue el masón Annibale Bugnini.
Según el registro masónico de 1976, el llamado sepulturero de la Misa fue iniciado en una logia masónica el 23 de abril de 1963.
La intención de Pablo VI fue reformar la liturgia católica de modo que coincidiese con la liturgia protestante.
En efecto, Pablo VI llegó a manifestar a su amigo Jean Guitton que su intención al cambiar la Misa era hacerla protestante.
Por esa razón, en la nueva misa hay muchos de cambios; y todos tienen el mismo espíritu, es decir, protestantizar el rito de la Misa.
Un protestante, sea luterano, calvinista o anglicano, puede reconocer en la nueva misa la cena protestante o un ágape memorial…
Cuando en el siglo XVI los protestantes ingleses se separaron de la Iglesia, implementaron básicamente los mismos cambios a la Misa que vemos en la nueva misa…; y ellos lo hicieron para manifestar sus creencias heréticas.
Por eso, los altares fueron reemplazados por mesas; la cena la rezaban de frente a la asamblea; el latín fue sustituido por el vernáculo; las imágenes fueron retiradas de las iglesias; la “comunión” se distribuía en la mano; lo que quedó del Canon lo decían en voz alta; la música tradicional fue descartada y reemplazada por música nueva.
Esto también es lo que precisamente ocurrió en 1969, cuando Pablo VI promulgó la nueva misa, el Novus Ordo Missæ.
De este modo, las similitudes entre el Libro de Oraciones Anglicano y la nueva misa son sorprendentes.
Con el fin de enfatizar su creencia herética de que la Misa no es un sacrificio, sino sólo una cena, los protestantes eliminaron el altar y pusieron una mesa en su lugar.
El cabecilla de los herejes protestantes declaró: “La forma de una mesa cambiará, de manera más simple, las opiniones supersticiosas de la misa papista en el correcto uso de la cena del Señor. Porque el uso de un altar es para hacer sacrificios en él; en cambio, una mesa sirve para que el hombre coma sobre ella”.
San Roberto Belarmino señaló: “Cuando entramos en los templos de los herejes, donde no hay nada excepto una cátedra para la predicación y una mesa para hacer una cena, sentimos que estamos entrando en un salón profano y no en la casa de Dios”.
El Libro de Oraciones Anglicano de 1549 también se llamó “La cena del Señor y la santa comunión, comúnmente llamada misa”. Este título enfatiza la creencia protestante de que la misa es apenas una comida, una cena y no un sacrificio. Cuando Pablo VI promulgó la Instrucción General para la nueva misa, ella se tituló exactamente de la misma manera, es decir: “La cena del Señor o misa”.
El venerable Canon Romano fue abolido en el Libro de Oraciones Anglicano de 1549. Él ha sido conservado sólo en parte y como una opción en la nueva misa.
La versión del Libro de Oraciones Anglicano de 1552 instruye que la comunión debe ser dada en la mano para significar que el pan eucarístico es pan ordinario y que el sacerdote no difiere esencialmente del lego.
Los protestantes también implementaron la comunión bajo las dos especies, y lo mismo hace la nueva misa.
La nueva misa incluso va más lejos que Cranmer al permitir que los comulgantes la reciban de pie y de manos de un ministro laico.
Analicemos más en detalle.
En el Novus Ordo, la Misa fue definida como una “sinaxis (reunión) sagrada o asamblea del pueblo de Dios, bajo la presencia del sacerdote, para celebrar el memorial del Señor».
Esta enunciación no implica ninguno de los elementos y valores esenciales de la Misa que proporciona la verdadera definición católica, la cual expresa que la Santa Misa es el sacrificio de la Nueva Ley en el cual Nuestro Señor Jesucristo, por el ministerio del sacerdote, se ofrece a sí mismo a Dios de manera incruenta bajo las apariencias del pan y del vino.
La nueva misa se presenta a sí misma como:
– una comida, lo cual se aprecia por el uso de una mesa, alrededor de la cual se reúne el pueblo de Dios, sin referencia al sacrificio;
– la narración de un acontecimiento pasado, en voz alta, por parte de quien preside la asamblea, quien narra las palabras de Nuestro Señor como leídas en la Escritura;
– una asamblea, en la cual Cristo está moralmente presente, pero físicamente ignorado.
La definición de misa en el Libro de Oraciones Anglicano es la misma que la de la nueva misa.
La definición del Novus Ordo Missæ es, pues, claramente protestante.
Si recorremos el nuevo misal, comprobamos que las oraciones que han sido eliminadas en la Misa son las mismas que eliminaron los protestantes; y la mayoría de las que se han conservado son aquellas que conservaron los herejes.
No cabe duda: la nueva misa destruye el rito romano.
La Misa Tradicional contiene 1182 oraciones. Cerca de 760 (64%) de ellas fueron eliminadas completamente en la nueva misa. Del 36% de lo que se mantuvo, los revisores alteraron más de la mitad antes de introducirlas en el nuevo misal.
Por lo tanto, de las 1182 oraciones sólo 201 (el 17%) de la Misa Tradicional se mantuvieron intactas en la nueva misa.
Sí, usted ha escuchado bien, sólo el 17% de las oraciones tradicionales no fueron suprimidas o modificadas en la nueva misa.
En la nueva misa no se conserva la noción de sacrificio pues el ofertorio es ahora reducido a un cambio de presentes entre Dios y el hombre: Bendito seas, Dios del universo, que nos das este pan, fruto de la tierra y del trabajo del hombre.
En la Misa Católica, en el ofertorio, el Sacrificio es preparado, anunciado, y ofrecido por anticipación.
De las nueve oraciones del Ofertorio de la Misa Tradicional, sólo dos se conservan en la nueva misa.
Las oraciones eliminadas del ofertorio son las mismas que eliminaron los herejes protestantes Martín Lutero y Thomas Cranmer.
Tomemos la parte esencial de la Misa, la Consagración. En la Santa Misa católica, las palabras de consagración son pronunciadas de manera imperativa, con el tono de alguien que cumple una obra personal; los caracteres están escritos con letra de imprenta diferentes para subrayar esta doctrina.
En los nuevos misales, las palabras de la Consagración no han sido impresas con caracteres diferentes. Además, el sacerdote no interrumpe la narración de la última cena, y pronuncia las palabras de la consagración con el mismo tono narrativo, como si él contara una historia, sin separarlas de las palabras precedentes.
En la nueva misa, el papel del sacerdote se desdibuja, pues, vuelto cara al pueblo, se convierte en presidente de la asamblea, y ya no es el ministro sagrado obrando in persona Christi.
Con la excepción de una única genuflexión del celebrante después de la narración de la institución, prácticamente todas las demostraciones de respeto por el Cuerpo y la Sangre de Cristo que caracterizaban la Misa Tradicional, o han sido suprimidas o hechas opcionales en la nueva misa.
Ya no es más obligatorio que los vasos sagrados sean dorados o estén hechos con metales preciosos.
Los vasos sagrados, que sólo las manos ungidas del sacerdote podían tocar, ahora son toqueteados por todos.
Otra prueba de la protestantización de la Misa es que muchas autoridades protestantes han dicho oficialmente: «podemos celebrar esta misa». Como ellos no cambiaron su teología herética, es evidente que el nuevo rito permite una interpretación protestante.
Todo esto se entiende, si se conoce la presencia de seis pastores en la elaboración de la nueva misa.
Por estas razones, los redactores del Breve Examen Crítico del Novus Ordo Missæ vieron con claridad que la versión latina de la nueva misa es una desviación notable de la enseñanza del Concilio de Trento.
Teniendo en cuenta la Nueva Misa en sí misma, sólo con el texto oficial latino delante de sus ojos, los cardenales Ottaviani y Bacci pudieron escribirle a Pablo VI:
El Novus Ordo Missæ se aleja de manera impresionante, en conjunto y en detalle, de la teología católica de la Santa Misa, cual fue formulada en la XXII Sesión del Concilio de Trento.
La nueva misa viene de la herejía y conduce a la herejía; aunque se la celebre con piedad y conforme a las rúbricas, está impregnada de espíritu protestante; lleva en ella un veneno perjudicial para la fe.
El ocultamiento de elementos católicos y la complacencia con los protestantes, que son evidentes en la nueva misa, la convierten en un peligro para nuestra fe, y en cuanto tal, mala en sí misma.
Además, desde que se instituyó la nueva misa, en las iglesias conciliares, el mundo ha visto toda especie de aberraciones, sacrilegios y atropellos litúrgicos imaginables…
A pesar de todas estas pruebas, el Motu proprio del año 2007 sostiene que estas son dos expresiones de la «Lex orandi» de la Iglesia, que de ningún modo inducen a una división de la «Lex credendi», y que son dos usos del único rito romano…
Sin embargo, la neo Fraternidad Sacerdotal San Pío X aceptó, festejó y agradeció este impío Motu proprio…
Concluyamos, pues, afirmando que la nueva misa no es agradable a Dios, pues no da la adoración conveniente a Nuestro Señor Jesucristo.
El católico debe rechazar la nueva misa y no puede asistir a ella. Esa misa no puede obligar, ni puede servir para cumplir el precepto dominical.
Si por alguna causa nos vemos obligados a asistir a una misa nueva (por razones familiares de fuerza mayor, como bodas, funerales, etc.), debemos hacerlo de manera pasiva, con una mera presencia física, sin tomar parte en ella activamente, ni en las oraciones, ni comulgar.
Es mejor ir a una verdadera Misa tradicional una vez por mes (o incluso más espaciado) y los otros domingos santificar el día del Señor en familia; rezando el Santo Rosario, leyendo el misal, etc. Dios recompensará nuestra generosidad y firmeza en la fe y nos dará las gracias que necesitamos.