ESPECIALES DEL P. JUAN CARLOS CERIANI – 27 y 28 DE AGOSTO DE 2015

P.Ceriani---Radio

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TEOLOGÍA DE LA HISTORIA

Formación de la Civilización Cristiana

La Revolución Anticristiana

Dedicamos los Especiales de 2015 como un homenaje a Radio Cristiandad en su 11º aniversario, y especialmente a la memoria de Don Mario Fabián Vázquez, que consagrara gran parte de estos años a la defensa y divulgación de los valores constitutivos de la Civilización Cristiana, así como a combatir el proceso revolucionario anticristiano.

***

En el hombre coexisten cuatro formalidades fundamentales, que explican las cuatro etapas posibles de un ciclo cultural:

El hombre es algo, es una cosa.

El hombre es animal, es un ser sensible, que sigue el bien deleitable.

El hombre es hombre, es un ser racional, que se guía por el bien honesto.

El hombre, participando de la esencia divina, está llamado a la vida sobrenatural en comunión con Dios.

HIJO DE DIOS = formalidad sobrenatural

RACIONAL = formalidad humana o racional

ANIMAL = formalidad animal o sensitiva

ALGO = formalidad de realidad o cosa

En un hombre normalmente constituido, estas cuatro formalidades deben estar articuladas en un ordenamiento jerárquico que asegure su unidad:

El hombre es algo para sentir como animal

Siente como animal para razonar y entender como hombre

Razona y entiende como hombre para amar a Dios.

***

Si estas cuatro formalidades que constituyen al hombre las proyectamos socialmente, tenemos que:

A la formalidad de cosa corresponde la función económica de ejecución (trabajo manual), que cumple el obrero en un oficio.

A la formalidad de animal corresponde la función económica de dirección (el capital), que cumple la burguesía en la producción de bienes materiales.

A la formalidad de hombre corresponde la función política (aristocracia = gobierno de los mejores), que cumple el político en la conducción de una vida virtuosa de los demás hombres.

A la formalidad sobrenatural corresponde la función religiosa del sacerdocio, que se ocupa de conducir los hombre a Dios.

El sacerdocio tiene como función asegurar la vida sobrenatural del hombre, incorporándolo a la sociedad de los hijos de Dios y manteniéndolo en ella. Su dominio se extiende a todo al campo de lo espiritual; nada, que de un modo u otro tenga atingencia con el orden eterno, está sustraído a su jurisdicción.

La función política tiene como fin propio hacer virtuosa la convivencia humana. El ser humano debe vivir en sociedad para lograr su perfección; y la realización de la virtud es función propia de aquella clase social que posee la virtud y tiene en sus manos la función política. La aristocracia lleva a la realización práctica el estado de virtud, cuyo conocimiento ha aprendido de labios del sacerdote. Lo esencial a la aristocracia es la subordinación al sacerdocio, como es esencial a la política la sujeción a la teología.

La burguesía interviene en las operaciones financieras y comerciales y en la dirección de la producción. Aporta el capital.

El artesanado interviene en la ejecución de los diferentes oficios. Aporta el trabajo.

Estas cuatro funciones están articuladas en una jerarquía de servicio mutuo.

La vida del hombre ha de descansar como en primera y fundamental verdad en Dios, poseído en la divina contemplación. Hacia allí deben ordenarse totalmente todas las actividades, sean políticas, económicas, culturales o artísticas. Dios es la meta necesaria del hombre; la norma suprema y única que regula todas las acciones de su vida.

Como sin regla suprema y total no puede desenvolverse la vida del hombre, rechazar a Dios como suprema y total regla de la vida del hombre implica necesariamente colocar en su lugar otra, que será o el trabajo, o el placer, o el dinero, o el poder, es decir, una criatura.

***

LAS TRES REVOLUCIONES POSIBLES

Un orden normal de vida es un orden esencialmente jerárquico, una jerarquía de servicios. Y el orden jerárquico integra en la unidad lo múltiple: las familias se integran en la unidad de los corporaciones; las corporaciones en la unidad de la nación bajo un mismo régimen político; las naciones en la unidad de la Cristiandad por la adoración del mismo Dios.

Si el orden normal es jerarquía, la anormalidad es violación de la jerarquía y, al mismo tiempo, atomización, porque al romper la jerarquía se rompe el principio de unidad y se deja libre expansión a las causas de multiplicación, que son las inductoras de la muerte.

¿Cuántos y cuáles tipos de anormalidad son esencialmente posibles? Tres y sólo tres son las revoluciones posibles, a saber:

1ª) Que lo natural se rebele contra lo sobrenatural, o la aristocracia contra el sacerdocio, o la política contra la teología = REVOLUCION PROTESTANTE

2ª) Que lo animal se rebele contra lo natural, o la burguesía contra la aristocracia, o la economía contra la política = REVOLUCION FRANCESA

3ª) Que lo algo se rebele contra lo animal, o el artesanado contra la burguesía = REVOLUCION COMUNISTA

En la primera revolución, si lo político se rebela contra lo teológico, ha de producirse una cultura de expansión política, de expansión natural o racional monárquica y al mismo tiempo de opresión religiosa.

Es precisamente la cultura que se inaugura con el Renacimiento, y que se conoce con los nombres de:

Humanismo

Racionalismo

Naturalismo

Absolutismo.

En la segunda revolución, si lo económico-burgués se rebela contra lo político, ha de producirse una cultura de expansión económica, de expansión animal, de expansión burguesa, de expansión de lo positivo y de opresión de lo político y racional.

Es precisamente la cultura que se inaugura con la Revolución Francesa, y que se conoce con los nombres de:

Economicismo

Capitalismo

Positivismo

Animalismo

Siglo Estúpido

Democracia

Liberalismo.

***

REVOLUCIÓN FRANCESA

La primera revolución operada por el hombre al suplantar lo sobrenatural va a terminar en la segunda revolución, que desplazará, a su vez, a lo político para inaugurar el primado de lo económico.

La revolución de Lutero se precipita inevitablemente en la Revolución Francesa, que es, en substancia, el reemplazo de la nobleza por la burguesía, de la política por la economía, de lo humano por lo infrahumano, de lo racional por lo animal, de lo clásico por lo romántico, del absolutismo por la democracia.

Lo animal se rebela contra lo natural, la burguesía contra la aristocracia, la economía contra la política.

Se produce una cultura de expansión económica, animal, burguesa, y de opresión de lo político y racional. Se desplaza lo político para inaugurar el primado de lo económico: Economicismo, Capitalismo, Mercantilismo, Positivismo, Liberalismo, Democratismo.

Se produce todo esto por la lógica intrínseca de las revoluciones: una revolución en el sentido metafísico es una rebelión de lo inferior contra lo superior para hacer prevalecer lo inferior.

Por eso, al mismo tiempo en que es vivido el mundo antropocéntrico, el mundo de la razón, éste camina hacia su disolución y va dejando paso al mundo de la pura libertad, el mundo animal, es decir, un mundo en el cual el hombre no ajustará su vida a las exigencias de la razón humana, sino a la infrahumana de las fuerzas inferiores que le solicitan; el mundo del liberalismo y del positivismo que se prolonga por todo el siglo XIX. La exaltación de la razón en Descartes ha de terminar en la eutanasia de la misma razón practicada por Kant.

El homo naturalis ya no funciona, y el homo animalis asume sus responsabilidades. De aquí el materialismo del siglo XIX: agotado el raciocinio, o sea la operación que interpreta y unifica los hechos, que reflexiona sobre ellos, no le queda al hombre más que limitarse a comprobar los acontecimientos.

El siglo XIX es esencialmente economicista, como lo demuestra la colosal expansión industrial, comercial y financiera que en él se desarrolla.

Pero una cultura economicista no logra acabadamente su objeto propio. En efecto, la economía economicista es inevitablemente invertida.

En ella:

Se consume para producir más;

Se produce más para vender más;

Se vende más para lucrar más

Cuando, en realidad, lo que debiera suceder es que:

La finanza y comercio estén al servicio de la producción;

La producción al servicio del consumo;

La producción y consumo al servicio de la economía;

La economía al servicio de la política;

La política al servicio del hombre;

El hombre al servicio de Dios

Esta economía así invertida es funesta y termina en la tremenda catástrofe contemporánea: un inmenso aparato productor que remueve las riquezas del mundo, y una humanidad de la cual las dos terceras partes sufren el hambre.

Así como en la era del absolutismo político los pueblos debían sufrir los abusos de los monarcas absolutistas, así en la economista quedan sometidos al yugo de los productores de riqueza.

***

EL ASALTO: LA IGLESIA COMBATIDA POR LA IMPIEDAD

LA MASONERIA Y LOS FILOSOFOS

Con Lutero, en adelante, el hombre es completamente libre y, para que se lo deje libre, rechazó a la autoridad de la Iglesia. El hombre se pone así en una situación de rebelión, lo sabe bien, y su conciencia va a acusárselo.

Los enemigos de Dios van pues a pasar a la siguiente etapa: después de haberse rebelado, van a decir que tuvieron razón para rebelarse. Después de haber rechazado la Iglesia, van a decir que los engañó y que ellos aportan la verdad, con una nueva clase de sociedad donde todo no será ya hecho para Dios, sino para el hombre y, en el hombre, para su libertad. Llegamos allí a una etapa muy grave.

Después de haber rechazado la Iglesia y su autoridad, los enemigos de Dios van a rechazar los reyes, los príncipes, todos los jefes y su autoridad.

Para ellos los hombres son libres de controlarse como lo entienden, de darse las leyes que quieren, como quieren.

Si los hombres viven juntos en sociedad, es solamente porque lo quisieron. Es el famoso “contrato social” de Rousseau, es decir, el Gobierno del pueblo sin ninguna autoridad.

Llegado a tal grado de independencia, el hombre se convierte prácticamente en un “pequeño dios”: es el reino de la razón humana, declarado por los supuestos filósofos del siglo XVIII.

Ni siquiera les falta una nueva Iglesia, la fundaron en 1717 en Inglaterra, es la Francmasonería. “Franco” aquí quiere decir “libre” como en “ciudad franca” o en “franco de impuestos” o “franco de porte”. Y el término “albañilería” designa a los nuevos constructores de todo lo que acabamos de describir.

Durante el siglo XVIII, los enemigos de Dios, los “filósofos” y los francmasones, van a establecer su nueva manera de ver las cosas. Obviamente, en cuanto se considerarán bastante fuertes, van a pasar a la acción e intentar crear un mundo según sus puntos de vista: es la revolución de 1789.

Es un asalto general contra la Iglesia. Todo se pone en entredicho en nombre de la razón y de la libertad: la Revelación de Dios, los dogmas y las leyes de la Iglesia, las instituciones políticas y sociales de la Cristiandad. El siglo se acaba en la inmensa convulsión de la Revolución.

Se trata, efectivamente, de una maniobra premeditada. El primer motor es la francmasonería, fundada en Londres en 1717 por el Pastor Désaguliors, protestante francés emigrado, y por el inglés Anderson. Su intención precisa es destruir la Europa católica, haciéndose pasar bajo el manto de una potencia oculta, de inspiración protestante, adogmática, humanista.

La máquina está preparada, la ideología está lista; el protestantismo inglés segrega un pensamiento religioso y político destructivo de todo el modelo antiguo católico: teoría del contrato social de Locke, de la libertad de pensamiento de Collins, del subjetivismo filosófico de David Hume, mientras la religión anglicana no es sino una conveniencia exterior; mientras que en Alemania la Biblia pasó por la criba de la razón por Wolf y Lessing.

Los “filósofos” franceses, convertidos en amos de la opinión pública, admiran el liberalismo inglés y sólo demuestran menosprecio y desafecto para su propia tradición francesa y católica.

El ataque se esconde bajo el pretexto de una lucha por la tolerancia: oponen la justicia, la razón, la ciencia, la “luces” al “oscurantismo” y al “fanatismo” de la Iglesia y de la monarquía.

El Hombre es libre y la Razón es su única norma: debe, pues, rechazarse la Revelación cristiana.

El Hombre es soberano: sus derechos excluyen toda autoridad de derecho divino, sea la Iglesia, sea la Monarquía.

En 1786, el Gran Duque de Toscana, reúne en Pistoya un sínodo de reforma del mismo género, que anticipa curiosamente todas las reformas del Concilio Vaticano II.

1789: LA REVOLUCIÓN

El tercer estado, insubordinado en 1789, declara los Derechos Humanos, tal como ocurre con los francmasones fundadores de Estados Unidos de América, y traslada la autoridad de derecho divino de los Reyes al pueblo, que se ha convertido en soberano.

El nuevo poder condena a muerte y ejecuta a Luis XVI el 21 de enero de 1793; despoja a la Iglesia de sus privilegios y de sus bienes, y pretende someterla a su ley laica y democrática por la Constitución Civil del Clero.

Finalmente suprime la Religión Cristiana para substituirla por el culto de la Diosa Razón o del Ser Supremo.

El Papa Pío VI, víctima de la Revolución, muere preso en Valencia en 1798. Pero el exilio, las prisiones, el martirio de los unos, la guerra santa de los otros convencen a Bonaparte de establecer la paz religiosa y firmar un concordato con el Papa Pío VII en 1801.

Sostenidas por los nuevos poderes, las ideas anticristianas invaden Europa. Con Fichte y Hegel, el idealismo panteísta se pone al servicio del pangermanismo antes de que produzca su último avatar: el mesianismo materialista de Marx, denunciando la religión como “el opio del pueblo”.

Mientras que Renan y Strauss pretenden arruinar por su crítica racionalista la credibilidad del Evangelio, Darwin quiere hacer de la teoría de la Evolución un arma decisiva contra el Dios creador. En Francia, el espíritu volteriano y la ideología del progreso serán la religión de la escuela laica. El positivismo y el cientificismo, ambos resultantes del kantismo, prohíben a generaciones de intelectuales las verdades metafísicas y religiosas en el momento en que el romanticismo desconecta los corazones y justifica todos los desórdenes.

Entonces, la Iglesia se halla embestida por todas partes; violentada desde afuera, traicionada desde adentro; mientras la Santísima Virgen la visita, una y otra vez, para advertirle que la hora y el poder de las tinieblas están próximos.

 

DE LA SOLICITUD TERRENA A LA CUESTIÓN SOCIAL

Jesucristo no maldijo el Dinero; maldijo el mal uso del dinero, los malos ricos y la adoración del dinero, al cual llamó el “Ídolo Inicuo”: ídolo, porque lo idolatramos; inicuo, porque hacemos por él iniquidades.

Jesucristo llamó “inicuo” al Dinero, porque, como dijo san Juan Crisóstomo, “En el fondo de toda gran fortuna existe un crimen”.

Jesucristo sabía lo que era el Dinero

¿Qué es el dinero? El Dinero es un “ticket”, un boleto.

En sí mismo no vale nada; vale como signo; todos los bienes terrenales están representados por el Dinero; y si no significara una cantidad de propiedades, no valdría nada, un papel que no tendría valor alguno.

Y sin embargo, el Dinero se vende, se compra y se alquila, como si fuera una cosa en vez de un signo.

¿Por qué? Porque además de signo es un instrumento; con dinero puedo comprar herramientas y producir más bienes, además de comer y vestirme.

Actualmente uno tiene que “invertir” el dinero, necesariamente; puesto que, por una ley misteriosa que formuló, aunque no explicó, el gran economista genovés Agustín María Trucco, el dinero va siempre perdiendo valor, se “desangra”, a veces en forma precipitosa, lo cual llaman inflación, y el que lo guarda, lo pierde.

Al invertir su dinero, el hombre entra en el Sistema Capitalista; y ese sistema necesita que la mano de obra sea lo más barata posible, e incluso que la masa obrera padezca necesidad e inseguridad, es decir desempleo, pues de otro modo zozobra el lucro, último fin del sistema.

Si yo presto una azada, ¿puedo cobrar un alquiler por prestarla? Sí, porque no puedo trabajar con ella mientras la tiene el otro, y además la azada se gasta.

Esto se llama el “Interés” o renta.

Pero si yo le exijo al prestatario de la azada que me dé todo lo que gane con ella, menos una pequeña suma para que pueda comer y seguir trabajando para mí, ¿es justo? Esto se llama “Usura”, y es la base del Capitalismo.

Y si yo monopolizo todas las azadas que hay en el país, y entonces al que quiero le alquilo, al que no quiero no, y puedo cobrar el alquiler que se me antoja o si no, se mueren de hambre… Esto se llama Gran Finanza o Alta Finanza o Capital Financiero.

La Alta Finanza, que es un poder oculto y formidable, que opera por medio del Sistema Bancario moderno.

El Sistema Bancario moderno está basado en una ficción, o digamos una estafa, pues abre la puerta a innumerables y enormes estafas.

Pongamos el ejemplo típico: el Banco de Inglaterra, modelo y maestro de todos los Bancos.

El Banco de Inglaterra se fundó en esta forma: el Rey Guillermo III (1817-1890) necesitaba 1.200.000 libras esterlinas. Se las prestó un prestamista judío de Frankfurt llamado Rothschild, o sea escudo rojo.

Se las prestó con esta condición: el Rey recibía esa cantidad en oro, y la debía a Rothschild. Rothschild recibía autorización para emitir 1.200.000 billetes y prestarlos; eso se llamó “el activo del Banco”.

De modo que se ve claramente que el dinero se ha multiplicado; es decir, el Rey tiene 1.200.000 libras en oro, y las gasta; el Banco tiene otro 1.200.000 en billetes, y lo presta; y el Rey sigue debiendo 1.200.000 de libras esterlinas.

Entonces, como por un lado, el Dinero, que representa bienes, se ha multiplicado, pero, por el otro lado, los bienes no se han multiplicado; resulta que los bienes cuestan ahora el doble o el triple…

Ese aumento va a parar a los cofres de Rothschild, y lo paga el consumidor.

Eso no es nada todavía; queda la llamada “Reserva”. Los banqueros se dieron cuenta pronto que la gente que pone dinero en los bancos, para que ellos lo vendan o alquilen, no lo saca de golpe. Como máximo un 5% o 10% es exigido al Banco habitualmente como reserva, contando lo que entra habitualmente. “Pongamos 20% para mayor seguridad —dice el banquero—, por lo tanto podemos alquilar 80%”; es decir, podemos alquilar dinero que no existe, que le llaman “Crédito”.

El Banco presta y saca dinero del préstamo, no solamente por todo el activo que tiene, sino por cuatro veces más de dinero que no existe y de bienes que no existen. Suponiendo que tiene 20 libras depositadas, que son reales, hace préstamos por 80 libras; y cobra interés. No solamente fabrica dinero, sino que saca dinero del aire: “dinero fantasma”.

¿Por qué pueden hacer eso? Porque la gente cree y tiene experiencia que si va a exigir su dinero al Banco, el Banco se lo da. Pero es un error: si toda la gente fuese al mismo tiempo a sacar su dinero, el Banco no puede pagar; se produce un pánico, lo que llaman una “corrida” y el Banco quiebra; y los depositantes pierden su dinero o parte de él.

Me dirán que ahora no se producen corridas porque el Gobierno respalda a los Bancos; respalda a los Bancos, pero cargando ese respaldo en su deuda, o sea en las espaldas de los contribuyentes; nosotros pagamos las estafas por medio de impuestos. La regla es: “el Banco nunca resulta deudor, siempre resulta acreedor”.

Pero, ¿no se puede poner freno y riendas a los usureros de las Grandes Finanzas? No se puede, ahora y aquí por lo menos. La Gran Finanza puede más que los Gobiernos y los Reyes; hace temblar a los políticos, e incluso puede provocar, si quiere, guerras internacionales.

La Alta Finanza presta capitales a los industriales y empresarios, que sin eso no se pueden sostener las grandes empresas industriales, necesarias hoy día; y les cobra intereses usurarios.

Los industriales, para no fundirse, naturalmente, mandan esos intereses a los precios: los precios suben; la gente no tiene plata para pagarlos. Esto produce carestía.

Carestía en medio de un exceso de producción. Entonces, es necesaria la destrucción de la producción para mantener los precios. Se siguen las guerras para conquistar “mercados”; la “cuestión social”, con intranquilidad, amargura, angustia…

Resumamos las consecuencias extremas del voluntarismo moderno:

1°- la voluntad de producir a todo pasto, antes de ordenar la producción al consumo, el medio al fin: de donde el hombre viene a quedar subordinado a la producción, el hombre es para la producción; esto se llama Capitalismo.

2°- la voluntad de planificar para aumentar la producción; que sin la moderación de la sabiduría viene a subordinar el hombre al plan en forma férrea y no flexible: la “hora 25”.

3°- la voluntad de dominar férreamente una nación a otra: los mercados.

4°- la voluntad de hacer dinero sin límites: el lucro para aumentar el capital; cuanto más capital más dominio, más producción, más lucro.

5°- la voluntad de destruir la producción para hacer dinero, sea volcando el vino y quemando el maíz, sea por esas grandes destrucciones colectivas que son las guerras.

6°- la voluntad de destruir el dinero para hacer producción: el monopolio arbitrario del dinero, la inflación, la deflación.

7°- la voluntad de destruir y destruirse, que es diabólica: o sea, el suicidio de Kirillof.

¿Por qué, pues, el hombre se entrega de esta manera absoluta y cuasi religiosa a la técnica?

Es que hay allí también una raíz religiosa: conquistar la tierra es una misión del hombre. Dios puso al hombre en el Jardín del Edén para que conquistase, con un trabajo suave y humano, el Jardín del Edén y toda la tierra, y la volviese Jardín del Edén.

El hombre abandonó su primera relación, la relación con Dios, para entregarse con furia a su segunda relación, la relación con la tierra y prefirió hacer la torre de Babel.

Y lo que él prefirió no le fue negado. Está a la vista la torre de Babel; creo que en estos días están por terminarla…

Y así hemos llegado a este estado absurdo: escasez en medio de la abundancia; pobreza en medio de las riquezas; hambre en medio de la superproducción de alimentos. Escasez artificial… y criminal… La famosa cuestión social

El problema político y social más importante de nuestros tiempos es la existencia de un proletariado.

Proletario, es el hombre que depende para vivir de un salario ajustado, el cual además le puede faltar en cualquier momento.

Es degradante para el alma humana tener atados sus pensamientos, que le son necesarios para ir más arriba, por la molienda del sustento cotidiano y el temor del porvenir, la vejez, los eventos desdichados y la miseria.

Lo que perturba al proletario actual es, tal vez, más la inseguridad que la falta de dinero en sí misma. La pobreza es una bendición, porque es un Purgatorio; pero la miseria es un Infierno.

Este estado de millones de hombres depende de una situación de la economía que fomenta la reunión de los medios de producción en pocas manos, lo cual se llama Capitalismo.

Tan importante es este problema que la guerra más grande que han visto los siglos ha girado en torno de él… y seguirá girando…

El Capitalismo era un orden inestable que debía desaparecer necesariamente, porque es imposible que el hombre viva en esas terribles condiciones, entre guerras mundiales, guerras civiles, luchas de clases y ensayos de solución como el Fascismo y el Comunismo.

Las ilusorias “libertades” del Liberalismo han sido barridas por la “economía”.

En el corazón del Capitalismo está la usura, dijo León XIII; y en el corazón del Comunismo está la venganza y el resentimiento.

Y el universo está hoy amenazado por una guerra inmensa entre los malos ricos y los malos pobres; o sea, los que en su corazón, tanto unos como otros, “sirven a las riquezas”, como dijo Jesucristo.

La avaricia y la codicia tienen la culpa de los que hoy mueren de hambre. La codicia y la avaricia se han organizado férreamente en un sistema económico y político en Occidente; y ha sido sustituido por otro sistema peor en Oriente.

Los malos efectos del Capitalismo los conocemos todos, puesto que los sufrimos: desde la ineficacia de los Gobiernos, encadenados por el poder del dinero, hasta las grandes guerras modernas.

Pero las causas de esos males, no todos las ven ni son fáciles de ver. Están estudiadas en las Encíclicas Sociales de los Sumos Pontífices, de las cuales la primera, “Rerum Novarum” de León XIII, sigue siendo la mejor, la más breve y elegante. En un solo párrafo enumera los males del Capitalismo, sin usar esta palabra que usó más tarde Pío XI, pero ahí está todo:

─ lo que trajo el Capitalismo, a saber la destrucción de los antiguos Gremios, la laicización de los Estados, el amontonamiento de riquezas en manos de pocos, la ruina de las pequeñas industrias y del comercio para dar paso a los monopolios;

─ y después señala el fondo de toda esta férrea organización, que es la usura; no ya la usura superficial de los que llamamos con desprecio usureros; sino la usura de fondo de los que llamamos con respeto “financistas”

Esta usura de fondo podemos resumirla en tres procedimientos principales:

Primero, hacer pasar al Dinero como productor, siendo así que sólo es instrumento del Trabajo.

En efecto, el Dinero es un instrumento, por el que se compran máquinas y materia prima; pero sin el Trabajo no puede producir nada.

Un peral produce peras y una vaca produce terneros; pero la moneda no pare monedas: el trabajo es quien produce.

El Capitalismo invirtió esta relación, hizo al trabajador un instrumento y al Capital el productor, atribuyéndole toda la ganancia, y dándole al obrero solamente lo necesario para que viva; y hoy día, que los obreros se han organizado, lo necesario para que se queden quietos; pero ya no se quedan nunca quietos, porque muchos de ellos son malos pobres

Segundo, convertir al Trabajo y al Dinero en mercancía, y comerciar, no solamente con el Dinero, sino con el Crédito, que es la sombra del Dinero.

Este proceso, como vamos reflexionando, tiene una larga historia, mucho más compleja de lo que digo, pero esto es el fondo.

Después que consiguió comprar Trabajo, el Capitalismo empezó a vender Dinero, porque ya el dinero es una cosa viva que engendra dinero. Y, lo que es peor aún, a vender la sombra del dinero, el Crédito: a vender dinero que de hecho no existe.

Aparecieron todas esas engañifas y estafas, que nosotros ni entendemos: estrangulación del mercado, alocamiento del mercado, maniobras con los valores, especulación, etc., a cargo de las Bolsas, los Bancos y los Grandes Prestamistas y Empresarios; acompañadas por los crímenes políticos que se condensan en una sola palabra: Soborno.

Uno se queda abismado por la cantidad de crímenes ocultos que cubre ese brillante telón llamado “los Grandes Negocios”.

Tercero, apoderarse, solapadamente o no, de los resortes del poder público a fin de mantener en pie la férrea armadura.

Y así viene necesariamente la guerra: la lucha de clases entre patronos y obreros; la lucha entre sí de los patronos, la competencia entre los grandes monopolios y las grandes Bancas; y después la guerra entre Naciones, o mejor dicho entre Continentes enteros, que ya conocemos.

Verdad que en estas guerras mundiales intervienen otros factores, pues son también “guerras religiosas”, ideológicas, heréticas; pero en la base está ese miserable vicio de la avaricia y de la codicia del dinero.

Última manifestación babilónica: El Estado Servil

Para esta parte de los especiales

  • DECIAMOS AYER, Editorial Sudestada, 1968.

El Estado Servil, página 379.

  • EL EVANGELIO DE JESUCRISTO, Ediciones Teoría, 1963.

Domingo Decimocuarto después de Pentecostés, página 302.

  • DOMINGUERAS PREDICAS, Ediciones Jauja, 1997.

Domingo de Septuagésima, página 51.

  • DOMINGUERAS PREDICAS II, Ediciones Jauja, 1998.

Domingo Decimocuarto después de Pentecostés, página 253.

  • LAS PARABOLAS DE CRISTO, Itinerarium, 1960.

Los Pájaros y los Liriospágina 76.

Los Patrones Prudentes, página 117.

La Solicitud terrena, pasando por el Sistema Capitalista y el Sistema Bancario, nos ha conducido a este estado absurdo de escasez en medio de la abundancia… la famosa Cuestión Social

La Cuestión Social es difícil, justamente porque es “social” en pleno; no concierne solamente a los patrones y obreros, o empleadores y empleados, sino a toda la sociedad, incluso al clero.

¿Quién puede arreglar todo esto? Solamente Cristo y su Iglesia pueden arreglarlo… o el Anticristo, pero por medio de una falsa solución…

La Cuestión Social provocada por el Capitalismo tiene una sola solución: la tradicional, la católica. El demonio ofrece dos subterfugios: la socialista, y la estatista.

La revolución socialista considera la propiedad privada un mal en sí mismo y propone convertirla toda o casi toda en “Propiedad Pública”, es decir, poner los medios de producción (tierra y capital) en manos de políticos que los administren en bien de todos.

La solución tradicional considera un bien la propiedad privada, y un mal su desmenuzamiento infinitesimal (minifundio) y su acaparamiento en manos de una minoría de millonarios y una minoría de monopolios irresponsables y antisociales.

Esta solución propende a romper la rueda infernal de la proletarización por el surgimiento de una nación de propietarios. Hubo un largo tiempo en que eso existió y el mundo nunca fue más feliz. De ese tiempo desciende toda nuestra civilización.

Existe una tercera propuesta, que está en curso de actuarse por sí sola o por la fuerza de las cosas, y que consiste en ir proporcionando al proletario su seguridad a costa de su libertad, sin tocar la propiedad privada latifundaria; o sea, en ir aproximándose en forma latente al Estado Servil o Esclavista en que estuvo el mundo durante miles de años antes del advenimiento del Cristianismo y bastante años después de advenido.

La actual sociedad se va paganizando, y por lo tanto retornan a ella los crudos conflictos del paganismo en todos los órdenes.

Los paganos resolvieron la cuestión social por medio de la Esclavitud; y la sociedad moderna camina de nuevo a la esclavitud; a una esclavitud larvada llamada por Belloc el “Estado Servil”.

El mundo moderno ha oído hasta de sobra las palabras de Cristo, y no las ha puesto por obra; y de ahí vienen las “villas miserias”, o “the slums” o “la zone”, o “el bajo” de las ciudades modernas; cosa que no conocieron las ciudades antiguas. De ahí vienen muchos otros desastres y ruinas.

El antiguo orden económico cristiano fue destruido; y la economía, insuflada por la avaricia, se volvió loca; y la política perdió un tornillo, si no todos.

El mundo comenzó a debatirse en conflictos universales y… apocalípticos. Bien dicho está que “la ruina fue tremenda”.

En efecto, dos sistemas económicos, que son también políticos e incluso religiosos (es decir antirreligiosos), el Capitalismo y el Comunismo, lucharon con todas las armas durante decenios por imponer al mundo su forma; la cual es deforme; porque el uno se basa en el abuso de la propiedad privada, y el otro en su eliminación.

Entre los dos ha surgido un tercero, el “Neocapitalismo yanqui”, que es una combinación tramposa de los otros.

Este Neocapitalismo pretende que con la adquisición de “acciones de fábricas” los obreros se vuelven propietarios y su nivel de vida es el más alto del mundo; superándose así a la vez al Capitalismo y al Comunismo.

La respuesta está a mano: los obreros se convierten en propietarios sin voto efectivo, o sea no-propietarios; pues propietario es el que puede dirigir lo suyo, mandar en lo “propio”; y el alto nivel de vida de EE. UU. se obtiene a costa del bajo nivel de vida de otras naciones; Yanquilandia hoy día traspasa su propia inflación a otras naciones sonsas.

Lo que llaman Neocapitalismo es un fenómeno curioso, una mezcla producida por la presión de los otros dos sistemas, cuyo resultado llamaremos (bárbaramente) Servilización Paternalista del Pobre.

Con ella el obrero industrial va reduciéndose al “estado servil” o del esclavo de los tiempos paganos en una forma refinada y oculta: obtiene la seguridad a costa de la libertad.

Es como si el Patrón dijera: “Tendrás la subsistencia toda tu vida; hospital, dentista y cine; pero trabajarás para mí toda tu vida; para mí y no para otro; en esto y no en lo que se te antoje. Mis Parlamentos te van a hacer una maravilla de Leyes Protectoras del Obrero, y mi señora será miembro de la Sociedad de Damas Capitalistas Protectoras del Hijo del Obrero”…

Esa era justamente la condición del esclavo antiguo, el cual por lo general no era maltratado, al contrario, era cuidado como una cosa de valor, como un buey o un caballo.

Es un Estado en el cual los trabajadores (incluso los intelectuales) son asegurados de su subsistencia a trueque de su libertad, o sea, trabajando forzadamente toda su vida en provecho de los amos.

A este estado de cosas, la “condición servil”, se encamina el mundo moderno.

En suma, el resultado de la liquidación del Capitalismo debía conducir, necesariamente, a una de estas tres cosas: el Comunismo, la Propiedad o la Esclavitud.

Quiere decir, en términos históricos, que el mundo no tenía más caminos que volver al Paganismo, volver al Cristianismo o caer en una Sociedad Nueva, actualmente en ensayo, que para un creyente no puede ser otra que la Sociedad del Anticristo.

El estado legal de esclavitud ha comenzado ya en el mundo sin ser advertido, a no ser por las mentes más penetrantes; claro está que no con el nombre de esclavitud, que repugnaría a nuestros atavismos cristianos, pero sí con los nombres simpáticos de Reformas Sociales o Leyes Obreras.

La situación del obrero actual se encamina a ser peor que la del esclavo antiguo; aquél trabajaba toda la vida en provecho de otro a cambio de la seguridad de la subsistencia y la posibilidad de la manumisión. El obrero moderno, en cambio, carece de hecho de estas dos últimas ventajas. La libertad política que se pretende haberle dado modernamente es enteramente ilusoria: no hay verdadera libertad política, ni tampoco dignidad humana sin manera alguna de propiedad.

Estos principios permiten juzgar con seguridad las pretendidas reformas sociales sacadas a luz como grandes novedades por los hombres prácticos especializados en previsión social.

No es muy difícil: si encaminan hacia la redistribución de la propiedad y la multiplicación de los propietarios, son buenas; si no encaminan a eso, no lo son.

Aumentos de salarios, seguros sociales, cajas de jubilaciones, arbitraje obligatorio, salario mínimo, sanatorios obligatorios, dentistas gratis, bolsas de trabajo, etc., de suyo ni siquiera tocan el problema del proletario; y si lo tocan a expensas de su libertad, entonces son dañinas y no benéficas, pues lo orientan a la peor solución de todas, que es el restablecimiento legal y larvado de la antigua esclavitud.

Hay que decir, pues, a los obreros lo que ellos ya sienten instintivamente, a saber: la jubilación es una estafa, los seguros sociales son una patraña, los aumentos de salarios son una paparrucha.

Los verdaderos progresos sociales se verifican en la línea de la libertad de contrato, libertad de asociación gremial y derecho de huelga, junto con una educación moral que capacite a las masas a gozar de la libertad sin abusar de ella.

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ITEMS

CREENCIA

Cristiandad: DIOS, JESUCRISTO, IGLESIA CATÓLICA.

Humanismo-Renacimiento: DIOS, JESUCRISTO, IGLESIA CATÓLICA.

Protestantismo: DIOS, JESUCRISTO, Cristo, sí; Iglesia, no.

Revolución Francesa: DIOS, Dios, sí; Cristo, no.

CONSECUENCIAS

Cristiandad: FERVOR, CULTURA CATÓLICA, CIVILIZACIÓN CRISTIANA.

Humanismo-Renacimiento: TIBIEZA, CULTURA HUMANISTA, SOCIEDAD NATURALISTA.

Protestantismo: CULTURA PROTESTANTE, SOCIEDAD APÓSTATA.

Revolución Francesa: CULTURA LIBERAL, SOCIEDAD LAICISTA.

RELIGIÓN

Cristiandad: Verdadero culto de Dios. Prima el culto público (la liturgia) sobre el culto privado e individual.

Humanismo-Renacimiento-Protestantismo: El culto individual oscurece el culto público. Devotio moderna.

Revolución Francesa: Culto individual del Gran Arquitecto. Deísmo. Masonería.

HOMBRE

Cristiandad: Religioso.

Humanismo-Renacimiento-Protestantismo: Medida de todas las cosas.

Revolución Francesa: Económico.

ARQUETIPO

Cristiandad: El santo.

Humanismo-Renacimiento-Protestantismo: El héroe.

Revolución Francesa: El burgués – el rico.

HABITÁCULO

Cristiandad: El templo, el hogar, el campo.

Humanismo-Renacimiento-Protestantismo: Las academias, bibliotecas y salones.

Revolución Francesa: Las logias.

TEOLOGÍA

Cristiandad: Dios divinizado (tomismo).

Afirma la existencia de un solo Dios: personal, trascendente y providente. Uno y Trino; Creador y Redentor del mundo.

Reconoce a la Iglesia Católica, Apostólica y Romana.

Humanismo-Renacimiento-Protestantismo: Dios humanizado.

Revolución Francesa: El hombre divinizado.

(Libertad‑Igualdad‑Fraternidad).

Duda respecto de la existencia de Dios, relega este problema a la conciencia individual. Indiferentismo religioso (todas las religiones son iguales) Ateísmo pasivo.

El común denominador de los desórdenes que hoy en día advertimos, tanto en el terreno de la fe en general, como en el de la liturgia en particular, lo constituye la substitución progresiva del culto a Dios por el culto al hombre.

La creencia cristiana de que Dios creó al hombre y de que el Verbo se hizo carne se invierte, para concebir un Dios que no es otra cosa que el hombre mismo a punto de convertirse en Dios.

Adoramos al Dios que procede de nosotros.

FILOSOFÍA

Cristiandad: La Forma informante.

Filosofía realista: todo conocimiento comienza por los sentidos y termina en la inteligencia.

La razón humana es capaz de llegar al conocimiento de la verdad.

La verdad es la adecuación de la inteligencia con la realidad. Existe una verdad absoluta.

Humanismo-Renacimiento-Protestantismo: La Forma materializada.

La Materia con un poco de acto.

Dios un poco determinado.

Revolución Francesa: La Materia erigida en forma y espíritu.

Filosofía idealista: el conocimiento comienza en la inteligencia y termina en la inteligencia.

Niega la realidad de las cosas. El sujeto pensante se constituye en el principio de toda verdad. La realidad no es como es, sino como cada uno la piensa.

No hay verdad absoluta, sino opiniones subjetivas y relativas, ninguna de la cuales es superior a las otras. La unidad de la verdad es reemplazada por la multitud anárquica de las opiniones.

Positivismo. Agnosticismo

CIENCIAS

Cristiandad: Filosofía de las ciencias. Ciencias naturales.

Humanismo-Renacimiento-Protestantismo: Ciencias desfilosofizadas. Ciencias aplicadas.

Revolución Francesa: Ciencias a-filosóficas. Ciencias experimentales. Positivismo.

POLÍTICA

Cristiandad: Toda autoridad viene de Dios. El derecho divino del lugarteniente de Dios.

La jurisdicción de Dios se extiende no sólo a todo el ámbito de la vida privada sino también al de la vida pública del ciudadano.

Afirma que el hombre es un animal político y social por naturaleza. El Estado es una sociedad perfecta en su esfera, cuyo fin es el Bien Común temporal.

Las instituciones están subordinadas al fin de la sociedad política.

La vida humana parte del seno de una primera institución natural (la familia), y se desarrolla en el marco de la sociedad política mediante su inserción en grupos humanos intermedios.

Humanismo-Renacimiento-Protestantismo: El derecho divino del rey humano.

Soberanía = monarca

Absolutismo regio. Regalismo.

Revolución Francesa: El jefe humano se apropia el derecho divino.

Niega el origen Divino del poder político, y lo hace surgir del voto popular.

La jurisdicción de Dios queda limitada al ámbito de la conciencia individual.

El hombre no es originariamente un ser sociable, sino un ser individual. Es autosuficiente, señor de sí mismo y con una libertad ilimitada.

El Estado y las instituciones son una ficción de origen convencional y contractual, cuyo fin es la protección de la libertad individual con prescindencia del Bien Común; y se constituyen en personas morales, con fin en sí mismas y como fin de la sociedad.

Niega los grupos intermedios; la inserción del hombre en la sociedad política se realiza a través de los partidos políticos.

DERECHO

Cristiandad: La Ley divina divinizada. La Ley natural sobrenaturalizada.

Afirma la existencia de un orden jurídico positivo humano, fundado en un orden jurídico natural, cuyas leyes son anteriores a las humanas, emanadas de Dios y puestas por Él en la naturaleza de las cosas.

Afirma que el derecho es lo justo objetivo.

Humanismo-Renacimiento-Protestantismo: La Ley divina humanizada. La Ley natural naturalizada.

Maquiavelo. Calvino.

Revolución Francesa: La Ley natural divinizada.

El derecho se reduce a algo puramente convencional, que se agota en la figura del contrato. Sostiene que el derecho objetivo, no existe. Lo único que existe son los derechos subjetivos, individuales.

GUERRA

Cristiandad: Cruzadas. Sentido militar y heroico de la vida. Concibe a las Fuerzas Armadas como la columna vertebral de la Patria y guardianes naturales de su soberanía y de los intereses de la Nación

Humanismo-Renacimiento-Protestantismo: Guerras de religión.

Revolución Francesa: Guerras económico‑políticas (imperios).

Antimilitarismo burgués.

Se reemplaza el sentido heroico y militar de la vida por un sentido utilitario y práctico.

Las Fuerzas Armadas son meros custodios constitucionales de la seguridad del Estado liberal.

ARTE

Cristiandad: Mira a Dios en función de Dios (arte anónimo al servicio de la gloria de Dios).

Humanismo-Renacimiento-Protestantismo: Mira a Dios en función del hombre.

Revolución Francesa: Mira al hombre en función del hombre (lo que agrada; el arte por el arte).

LITERATURA

Cristiandad: El santo como ideal.

Humanismo-Renacimiento-Protestantismo El hombre en relieve. El héroe como ideal.

Revolución Francesa: Lo divino buscado en el hombre. El hombre divinizado. Romanticismo.

MÚSICA

Cristiandad: Lo espiritual espiritualizado.

El canto gregoriano: la música al servicio de la palabra. Es una palabra cantada.

El gregoriano es un lenguaje del alma para el alma. Es canto por excelencia y oración por esencia.

El gregoriano es una palabra cantada. Su texto es sagrado. En cuanto a su melodía, sale como del texto y se adapta perfectamente sobre él para hacer resaltar todo su sentido, haciéndolo más inteligible. Respecto de su ritmo, la base se encuentra en el vínculo estrecho que une la melodía al texto latino: el acento latino es su alma y cumbre; el final es pausado, acabándolo en su unidad y sentido.

Humanismo-Renacimiento-Protestantismo: Lo espiritual sensualizado.

La polifonía.

Revolución Francesa: Los sentidos y pasiones erigidos en espíritu.

La sinfonía.

PINTURA

Cristiandad: Líneas puras. La línea es lo formal. El color al servicio de la línea.

Humanismo-Renacimiento-Protestantismo: Líneas coloreadas.

Ornamentación. El Barroco.

Revolución Francesa: Colores alineados.

Impresionismo

ARQUITECTURA

Cristiandad: La idea espiritualizada expresada en la piedra. Pureza de formas.

El Gótico. Las catedrales.

Humanismo-Renacimiento-Protestantismo: La materia idealizada.

El Barroco. Los palacios.

Revolución Francesa: La materia sensualizada.

El Rococó.

ESCULTURA

Cristiandad: La piedra informada por la idea. La figura humana en función de lo religioso.

Humanismo-Renacimiento-Protestantismo: La piedra materializada. La figura humana humanizada.

Revolución Francesa: La piedra sensualizada. La figura humana voluptualizada: los desnudos.

ECONOMÍA

Cristiandad: El verdadero bienestar espiritual servido por el dinero: el ocio intelectual.

Afirma la propiedad privada como un derecho natural limitado por el recto uso y las exigencias del Bien Común. Afirma una economía al servicio del hombre. Armoniza las relaciones de capital y trabajo en el marco del orden de integración interprofesional. Combate la lucha de clases. Sostiene la iniciativa privada como fundamento y motor de la actividad económica encausada al Bien Común. El estado debe controlarla y sustituirla cuando los particulares no puedan llevarla a cabo.

Humanismo-Renacimiento-Protestantismo: El bienestar obtenido por el dinero: la posesión del dinero constituye el bienestar = Mercantilismo.

Revolución Francesa: El bienestar esclavo del dinero = Economicismo, Capitalismo.

Afirma la propiedad privada como un derecho absoluto, sin ninguna limitación. Promueve la concentración de la propiedad en pocas manos.

Sostiene una economía al servicio del lucro desenfrenado y sin escrúpulos. Las relaciones entre el Capital y el Trabajo se rigen por la ley de la oferta y la demanda, reduciendo el trabajo personal a una mera mercancía.