PARA AQUELLOS QUE NO TIENEN LA POSIBILIDAD DE ASISTIR A LA SANTA MISA
Recordamos a nuestros queridos lectores la posibilidad santificar el día Domingo a través de Nuestro Blog.
En la parte superior del mismo se encuentra una pestaña o página donde están los diferentes medios para realizar la Santificación del Día Domingo o Fiestas de Precepto, además de contar con los Sermones de los Queridos Padres: Juan Carlos Ceriani y Basilio Méramo.
A continuación, los propios del:
NAVIDAD
MISA DEL DÍA
ORNAMENTOS BLANCOS
Introito
Un Niño nos ha nacido, y nos ha sido dado un Hijo; cuyo imperio descansa en sus hombros; y se llamará su nombre: Ángel del gran consejo. Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas. Gloria al Padre…
Colecta
Te suplicamos, oh Dios omnipotente, hagas que la nueva Natividad, según la carne, de tu Unigénito nos libre a los que la vieja servidumbre retiene bajo el yugo del pecado. Por N.S.J.C.
Epístola.
(De la Carta del Apóstol San Pablo a los Hebreos, I, 1-12):
Habiendo hablado Dios en otro tiempo muchas veces y de muchos modos a los Padres por los Profetas, en estos últimos días nos ha hablado por el Hijo, al cual constituyó heredero de todo, y por el cual hizo también los siglos; el cual, siendo el resplandor de su gloria y el retrato de su sustancia, y sustentando todas las cosas con la palabra de su poder, obrada la expiación de los pecados, está sentado a la diestra de la Majestad en las alturas, hecho tanto más excelente que los Ángeles, cuanto más alto en el nombre que heredó. Porque, ¿a cuál de los Ángeles dijo jamás: “Tú eres mi Hijo, Yo te he engendrado hoy”? Y otra vez: “¿Yo seré para él Padre, y él será para mí Hijo?” Y de nuevo, cuando introduce al Primogénito en la tierra, dice: “Y adórenle todos los Ángeles de Dios”. Y, ciertamente, de los Ángeles dice: “El que hace a sus Ángeles espíritus, y a sus ministros llama de fuego”. Mas al Hijo le dice: “Tu trono, oh Dios, permanecerá por los siglos de los siglos; el cetro de tu reino es cetro de equidad. Amaste la justicia y odiaste la iniquidad, por eso te ungió Dios, tu Dios, con óleo de alegría más que a tus compañeros”. Y: “Tú, Señor, fundaste en el principio la tierra; y obra de tus manos son los cielos. Estos perecerán, mas tú permanecerás; y todos envejecerán, como un vestido, y les mudarás, como una vestimenta, y serán mudados. Tú, en cambio, siempre eres el mismo y tus años no acabarán”.
Gradual
Todos los confines de la tierra vieron la salud de nuestro Dios; tierra toda, canta jubilosa a Dios. El Señor manifestó su salud, reveló su justicia ante la faz de las gentes.
Aleluya.
Aleluya, aleluya. Nos ha iluminado un día santo; venid, gentes, y adorad al Señor, porque hoy ha descendido una gran luz sobre la tierra. Aleluya.
Evangelio
(San Juan, I, 1-14):
En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba en Dios, y el Verbo era Dios. Él estaba desde el principio en Dios. Por Él fueron hechas todas las cosas, y sin Él nada se hizo de cuanto ha sido hecho. En Él estaba la Vida, y la Vida era la Luz de los hombres; y la Luz resplandece en las tinieblas, y las tinieblas no la recibieron. Hubo un hombre enviado de Dios, cuyo nombre era Juan. Éste vino como testigo a dar testimonio de la Luz, a fin de que por él todos creyesen. No era él la Luz, sino enviado para dar testimonio de la Luz. El Verbo era la Luz verdadera que alumbra a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por Él, mas el mundo no le conoció. Vino a los suyos, y los suyos no le recibieron. Pero a cuantos le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio poder de llegar a ser hijos de Dios, los cuales no nacen de sangre, ni de concupiscencia de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros; y vimos su gloria, gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Credo.
Ofertorio.
Tuyos son los cielos, y tuya es la tierra; tú fundaste el orbe de las tierras y su redondez; justicia y juicio son la base de tu trono.
Secreta.
Santifica, Señor, con la nueva Natividad de tu Unigénito, estos dones ofrecidos y límpianos a nosotros de las manchas de nuestros pecados. Por N.S.J.C.
Prefacio
Prefacio de Navidad
Vere dignum et justum est, æquum et salutare, nos tibi semper, et ubique gratias agere: Domine sancte, Pater omnipotens, æterne Deus. Quia per incarnati Verbi mysterium, nova mentis nostræ oculis lux tuæ claritatis infulsit: ut dum visibiliter Deum cognoscimus, per hunc in invisibilium amorem rapiamur. Et ideo cum Angelis et Archangelis, cum Thronis et Dominationibus, cumque omni militia cælestis exercitus, hymnum gloriæ tuæ canimus, sine fine dicentes:
Sanctus Sanctus Sanctus…
En verdad es digno y justo, equitativo y saludable el darte gracias en todo tiempo y lugar, Señor santo, Padre todopoderoso, Dios eterno. Por cuanto, por el misterio de la Encarnación del Verbo, se ha manifestado a los ojos de nuestra alma un nuevo resplandor de tu gloria; a fin de que, llegando a conocer a Dios bajo una forma visible, seamos atraídos por Él al amor de las cosas invisibles. Y, por tanto, nos unimos con los Ángeles y Arcángeles, con los Tronos y las Dominaciones, y con toda la milicia del ejército celestial, cantando el himno de tu gloria, diciendo sin cesar:
Sanctus Sanctus Sanctus…
Comunión.
Todos los confines de la tierra vieron la salud de nuestro Dios.
Poscomunión.
Te suplicamos, oh Dios omnipotente, hagas que, así como el Salvador del mundo, nacido hoy, es el autor de nuestra generación divina, así sea también el que nos dé la inmortalidad. El cual vive y reina contigo…
Último Evangelio (de la Fiesta de Epifanía)
Cuando hubo nacido Jesús en Betlehem de Judea, en tiempo del rey Herodes, unos magos del Oriente llegaron a Jerusalén, y preguntaron: “¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo.” Oyendo esto, el rey Herodes se turbó y con él toda Jerusalén. Y convocando a todos los principales sacerdotes y a los escribas del pueblo, se informó de ellos dónde debía nacer el Cristo. Ellos le dijeron: “En Betlehem de Judea, porque así está escrito por el profeta: “Y tú Betlehem del país de Judá, no eres de ninguna manera la menor entre las principales ciudades de Judá, porque de ti saldrá el caudillo que apacentará a Israel mi pueblo”. Entonces Herodes llamó en secreto a los magos y se informó exactamente de ellos acerca del tiempo en que la estrella había aparecido. Después los envió a Betlehem diciéndoles: “Id y buscad cuidadosamente al niño; y cuando lo hayáis encontrado, hacédmelo saber, para que vaya yo también a adorarlo”. Con estas palabras del rey, se pusieron en marcha, y he aquí que la estrella, que habían visto en el Oriente, iba delante de ellos, hasta que llegando se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. Al ver de nuevo la estrella experimentaron un gozo muy grande. Entraron en la casa y vieron al niño con María su madre. Entonces, prosternándose lo adoraron; luego abrieron sus tesoros y le ofrecieron sus dones: oro, incienso y mirra. Y avisados en sueños que no volvieran a Herodes, regresaron a su país por otro camino.