Misterios de iniquidad
JANUCÁ – OSCURIDAD
Sin duda, una de las fiestas judías más promocionadas entre los gentiles es la Janucá, en la que suelen participar con gran entusiasmo los políticos y personalidades que en su tarea cotidiana colaboran con sus hermanos mayores, a través de logias y organizaciones secretas, en la destrucción de las naciones a través del ejercicio de la democracia.
En esta era mesiánica no hay que dejar pasar por alto que tal evento, como otros acontecidos recientes, debe de contener algún tipo de simbolismo especial que sirva para coronar la pretendida victoria definitiva de la sinagoga sobre la Iglesia de Cristo y acelerar el fin de la historia.
Como en anteriores artículos, ese simbolismo ha de ser investigado en las mismas fuentes cabalísticas que explican otros sucesos de la historia reciente, ya que obedecen al fin antes citado.
La cábala de la Janucá
El encendido de las velas de la Janucá se hace durante 8 días, encendiendo en cada uno una vela adicional. El aceite o la vela deben permitir que cada día la llama dure por lo menos hasta media hora después de la media noche.
Es decir, a lo largo de la Janucá el total de velas encendidas será: 1+2+3+4+5+6+7+8 = 36.
Pero, sumando todos los números desde el 1 al 36 se tiene que: 1+2+……..+36 = 666.
La Janucá es la fiesta del 8 y de la luz, en contraste con la fecha del 9 de Av, de la oscuridad, como la de la novena plaga de Egipto.
La palabra Janucá tiene el valor de 89, es decir, la luz frente a las tinieblas; y, a su vez, contiene el valor de 17 = 8+9 y 72 = 8×9, verificándose que 17+72 = 89 = (8+9) + (8×9) Disponiendo el valor de la palabra Janucá en forma de un candelabro de 8 brazos con el 17 como vela central tenemos:
Si sumamos los valores del mismo modo a como se realiza el encendido de velas, es decir, una más por cada día, el resultado es (6+6+6) x (6+6+6) = 6x6x6 + (6+6+6) x 6 = 6x9x6
A su vez, durante la Janucá se recitan 17 bendiciones, 3 el primer día y 2 los restantes siete días siguientes.
Janucá es el contraste con el 9 de Av del libro de las lamentaciones, cuyo valor también es 36, y está relacionada con Purim, por rememorarse una victoria y un milagro. Del mismo modo, guarda relación con el patriarca José.
José: la llama de la Janucá
“La casa de Jacob será un fuego, y la casa de José una llama, más la casa de Esaú será la paja. La encenderán, y la devorarán; sin que quede sobreviviente alguno de la casa de Esaú” (Abdías 18).
En el shabbat durante la fiesta de la Janucá se lee el fragmento de la Torá en el que se narra el fin de los días de oscuridad y prisión del patriarca José.
La vela con la que se encienden las demás, y que está situada en el centro de la Janucá, se llama shamash. Hemos visto que, de acuerdo con la disposición del valor de Janucá (89) en forma de la misma Janucá, la cifra 17 quedaría en el centro del candelabro.
José fue abandonado en la oscuridad de una fosa a los 17 años y, después de ser vendido como esclavo por sus hermanos, se hizo con el control de Egipto al interpretar los sueños del faraón.
Según la cábala, José superó el nivel espiritual intramundano del 7 interpretando los sueños de las siete vacas y las siete espigas, y pasó al nivel espiritual de los mundos superiores, el del 8. Después de haber salido de la oscuridad del foso fue exaltado hasta hacerse comparable al mismo faraón. ¿Acaso el fervor con el que se celebra Janucá en la nueva iglesia conciliar tiene que ver con la exaltación de «José» Roncalli, elevado a los altares tras operar la infiltración judaica más audaz? ¿Es tal vez Roncalli la llama que provocó el incendio que está consumiendo la iglesia espiritual y materialmente y al que cínicamente aludía su epígono Batista con la expresión «humo de satanás»?
Oscuridad y penitencia en la “civilización” para que sea más visible la luz de las naciones
Janucá y Noé
El hecho de que se implique a los gentiles en la celebración de la Janucá viene dado por el propio simbolismo del mes de Kislev, astrológicamente Sagitario, y del arco como símbolo del pacto noáquida.
Esta simbología del arco multicolor puede apreciarse en la corona de los 17 objetivos de desarrollo sostenible que, a fuer de nuevo diluvio, purificará la tierra en espera de que los justos la habiten como heredad. Asimismo, esta variedad de colores se asocia a la diversidad, sobre todo en materia de depravación sexual, que hará del mundo una nueva babilonia.
No obstante, a pesar de que los gentiles son invitados a participar del encendido de velas, no se les anima a mencionar las bendiciones de alabanza y agradecimiento porque el dios de los judíos no ha hecho nada por ellos. La participación del gentil es, pues, una forma de sumisión y de reconocimiento a los elegidos como luz de las naciones.
Se trata, en suma, de imponernos la parte más onerosa de la observancia de la Torá, pero sin que de ello se derive ningún beneficio para nosotros puesto que no tendremos parte en el mundo por venir.
El azar y el 17
Dominar a las naciones descristianizadas y esquilmarlas es un juego de niños, sobre todo si se aceptan las reglas de juego del enemigo.
Como se señaló en el artículo sobre Purim, el azar es un elemento destacado de la trama de Mordejai y Ester contra los persas. Un azar que, en realidad, encubre un actor oculto que mueve los hilos del accionar de los distintos personajes.
Janucá es una fiesta que conmemora la victoria contra la asimilación bajo la dominación extranjera por lo que no reviste la importancia de Purim, en la que los judíos fueron salvados del exterminio total y no sólo de la pérdida de sus tradiciones.
Los griegos pretendían helenizar a los judíos y éstos se rebelaron contra esta aniquilación de su identidad y, a diferencia de la enrevesada trama del Purim, el milagro fue explícito y no encubierto tras una sucesión de hechos que, aunque, fortuitos, no son sobrenaturales. No obstante, el azar también está presente de Janucá, representado en el juego infantil de una peonza con cuatro caras planas y una letra inscrita en cada una de ellas. Las letras suman 358, que es el valor de mesías.
Las letras hacen alusión a cada uno de los exilios que han sufrido los judíos (Babilonia, Persia, Grecia y Roma). Ni que decir tienen que el peor y el más odiado de los exilios, del que recién claman haberse liberado, es Roma. Es precisamente en la cultura romana en la que el número 17 trae malos presagios puesto que se asimila a la expresión «vixi», es decir, viví o estoy muerto, por permutación de las cifras del número romano XVII.
La mecánica del juego es que, partiendo cada jugador de igual número de monedas y según la peonza caiga sobre una de las caras, el jugador debe, o aportar una moneda al «pozo», o coger la mitad o todas las monedas del mismo, o no hacer nada. El juego continúa hasta que alguno de los participantes se adueñe de todas las monedas.
Como la peonza usada en la Janucá, la ruleta de los 17 objetivos de desarrollo sostenible gira, pero siempre en beneficio de los mismos e imponiendo en cada ocasión una penitencia diferente al resto de la humanidad.