Conservando los restos
FIN DEL MUNDO
Mayoría (diario), Suplemento N° 4
21 de abril de 1974
“Constanza, muslos al aire, pechos en danza”, “Si no lo tienes a vender, tápalo”, “Ay puchas y cómo sois muchas”; y otros dos refranes que se saben pero no se dicen, prueban que la “minifalda” no es invención de ahora.
Pero déjenlas a las muchachas pindongas —que el vulgo porteño llama charabonas y colinchas— que hagan como quieran, pues son incorregibles en cuestión de modas, y al final en el pecado llevan la penitencia; y más pecado que ellas tienen los padres, los hermanos, novios y maridos Juanlanas.
Puede que esto sea señal de “degeneración biológica”, como dice el doctor Jacobson; pero, en cualquier caso, no sería señal tan grave como otras…
¿Qué me dicen ustedes de la degeneración política? Creo que en toda la historia del mundo universo no se registra un papelón mayor que el que han hecho aquí las benditas Efe-Efe- A-A con su risueña “Revolución Argentina” que intenta terminar con la “Ins-ti-tu-cio-na-li-za-cion”.
Pero ni aun eso sería señal del “Fin del mundo” como opinaba Fray Antonio de Monterroso y también hace mucho tiempo San Vicente Ferrer; que dijo, según dicen, que el fin del mundo vendría cuando los hombres se vistieran como mujeres y las mujeres como hombres; pues, Jesucristo no dijo una palabra de la “parvifalda” —que sería su nombre correcto— y eso que en su tiempo ya existía; como se ve en la bailarina Salomé, que incluso en un momento dado uso la “nullifalda” o strip-tease para hacerle cortar la cabeza a San Juan Bautista.
Pero los frecuentes terremotos, el hambre, la consternación y angustia de los hombres, los falsos profetas, la persecución a los cristianos, el Evangelio ya predicado en todo el mundo, la apostasía aun dentro de la Iglesia, el movimiento hacia un imperio mundial, la ceguedad de los políticos, las guerras y rumores de guerra (“la guerra convertida en institución permanente de la humanidad” o sea “ins-ti-tu-cio-na-li-za-da”) las sublevaciones y sediciones, el odio enseñoreado de la mayoría (“La caridad se resfriará en la mayoría”) estos sí que son signos mencionados por Jesucristo y comentados por el ingeniero Pierre Lanares en su voluminoso libro Qui Dominera le Monde?
Con este libro me pasó algo curioso: me lo mandó un amigo librero preguntándome “con urgencia” si valía la pena traducirlo al argentino. Yo, que estaba muy apremiado, leí a toda furia 100 páginas, y encontrando allí un buen estudio de la “estatua” del profeta Daniel, y el dogma de que quien dominará el mundo será Jesucristo, y eso pronto, le envié un billete: “que, por supuesto y sin duda alguna”.
Me equivoqué como un bárbaro, pues continué después de un intervalo la lectura y tuve que retractarme, ya que en la pág. 159 saltó la liebre, o la liendre. El Lanares salía de repente con la enormidad de que el Anticristo era la Iglesia Católica y que las dos fieras o bestias del Apokalypsis eran el Pontífice de Roma (La Bestia del Mar) y la Bestia de la Tierra —no lo van a creer—, ¡los Estados Unidos! Todo el resto del libro hasta la pág. 360 continuaba en la misma tesitura; de modo que no me apresuré a leerlas, pues no podía resolver esta dificultad: El Ángel del Apokalypsis que agarrará las dos Bestias y las sumirá en el lago de azufre ardiendo, ¿cómo va a hacer para agarrar a los Estados Unidos, que son doscientos millones de hombres?
Así que tomé otra tarjeta postal y escribí al librero: “No es buen juzgador quien juzga sin leer todo el proceso; y así yo, ahora que lo he leído todo, juzgo que el lujoso libro de tapas brillantes procede de un adventista, probablemente Pastor, y lo que es más serio, un poco chifladito”.
Eso sí, está bien informado, y de vez en cuando dice cosas notables como esta: “El espíritu humano, realizando un paso avante, como los que marcaron la descubierta del fuego y la invención de la electricidad, se traga el camino y llega de golpe al año 2.000. Y esta ciencia del tercer milenario de nuestra era la confía a las manos insensatas del antropopiteco. Tanto genio, todo el genio humano, será para nutrir el antiguo instinto de Caín…
“La separación entre el proceso del conocimiento y la moralidad en el hombre, hace tiempo que los católicos lo señalan con angustia, pero ¿quiénes les hacen caso? Después de estas guerras mundiales, después del aniquilamiento en enormes extensiones de toda la herencia de la civilización, y bajo la amenaza de peores destrucciones ya planetarias, no nos es permitido cerrar los ojos. Como en la cena de Balthazar, el aviso está escrito en los muros. Descifrémoslo mientras hay tiempo. Se juega la especie humana”
Para terminar, hablaré de otro libro sobre el mismo tema: Terror Religioso, Terror Político. Me ensarté con este libro, que cuesta caro y no sirve para nada. El autor, Friedrich Heer, es profesor de historia de los comestibles en la Universidad de Viena, ha leído historia —no mucha— pero no la ha digerido. Carece de penetración, sindéresis y buen sentido; en suma, de inteligencia. Hay que ver la frase en que termina: “Esto [cualquier animalidad] pasa en Asia, África y Sudamérica”, las que aparentemente no conoce ni por las tapas. El sólo hecho de querer calificar per modum unius estos tres conglomerados inmensos muestra que es un macaneador.
Para mejor, la traducción, hecha por una Aurora Otero, es pésima; posiblemente no sabe bien alemán, como no sabe castellano. No sé si se debe a ella o al autor austriaco el desafuero de identificar temor con terror, que son dos cosas específicamente distintas; por donde el “Timor Domini” de la Biblia pertenece al mismo género que las atrocidades de Stalin o Hitler; de donde la Iglesia Católica queda asimilada a la religión del “terror” de los judíos; y ésta es la pura y simple barbarie. Por esta identificación absurda, todo el libro queda falseado y es un bodrio. El pensamiento (Editorial “Pensamiento” ) no existe.
Mira vos lo que nos mandan de Barcelona; y lo que publican en Barcelona. Increíble:
Señales son del juicio
Ver que todos lo perdemos
Unos por carta de más
Y otros por carta de menos…
Por carta de más sería la otra profecía de que el fin del mundo esta lejísimo y vamos entrar ahora ya en un estupendo periodo de prosperidad como lo profetizó en La Nación Eduardo Mallea, al recibir del Fondo Nacional de las Artes un premio de 20.000 pesos, “por su obra” que nadie lee y no sirve para nada.
El Fondo Nacional de las Artes es una ins-ti-tu-cio-na-li-dad superflua y cursi que desparrama como agüita el dinero del pueblo que debería ir a hospitales.