EL SECRETO ADMIRABLE DEL SANTÍSIMO ROSARIO

Para convertirse y salvarse

PRIMERA DECENA

EXCELENCIA DEL ROSARIO

MANIFESTADA POR SU ORIGEN Y SU NOMBRE

Décima Rosa

Milagros del Rosario

31) En ocasión en que Santo Domingo predicaba esta devoción en Carcasona, un hereje se dedicó a poner en ridículo los milagros y los quince Misterios del Santo Rosario, lo que impedía la conversión de los herejes. Dios permitió, para castigar a este impío, que 15.000 demonios entrasen en su cuerpo; sus parientes le llevaron al bienaventurado Padre Santo Domingo para librarle de los espíritus malignos.

Aquél se puso en oración y exhortó a todos los presentes a rezar con él el Rosario en alta voz, y he aquí que a cada Avemaría la Santísima Virgen hacía salir cien demonios del cuerpo de este hereje en forma de carbones encendidos.

Después que fue curado, abjuró de todos sus errores, se convirtió y se inscribió en la Cofradía del Rosario, con otros muchos compañeros arrepentidos con este castigo y con la virtud del Rosario.

32) El docto Cartagena, de la Orden de San Francisco, y otros varios autores refieren que el año 1482, cuando el venerable Padre Diego Sprenger y sus religiosos trabajaban con gran celo para restablecer la devoción y la Cofradía del Santo Rosario en la ciudad de Colonia, dos famosos predicadores, envidiosos de los grandes frutos que los primeros obtenían con esta práctica, trataron de desacreditarla en sus sermones, y como tenían talento y predicamento grandes, disuadieron a muchas personas de inscribirse.

Uno de estos predicadores, para mejor conseguir su pernicioso intento, preparó expresamente un sermón en domingo. Llegó la hora y el predicador no aparecía: se le esperó, se le buscó y al fin se le encontró muerto, sin haber sido auxiliado por nadie.

Persuadido el otro predicador de que este accidente era natural, resolvió suplirle para abolir la Cofradía del Rosario. El día y hora del sermón llegaron, y Dios castigó al predicador con una parálisis que le quitó el movimiento y la palabra.

Entonces reconoció su falta y la de su compañero, recurrió con el corazón a la Santísima Virgen, prometiéndole predicar por todas partes el Rosario con tanto brío como lo había combatido y rogándole que le devolviese para esto la salud y la palabra, lo alcanzó de la Santísima Virgen, y, encontrándose súbitamente curado, se levantó como otro Saulo, cambiado de perseguidor en defensor del Santo Rosario. Hizo pública reparación de su falta y predicó con mucho celo y elocuencia las excelencias del Santo Rosario.

33) No dudo de que los espíritus fuertes y críticos de nuestros días, cuando lean las historias de este librito, las pondrán en duda, como han hecho siempre, aunque yo no he hecho sino transcribirlas de muy buenos autores contemporáneos, y en parte de un libro compuesto recientemente por el R. P. Antonino Thomas, de la Orden de Predicadores, titulado El Rosal Místico.

Todos saben que hay tres clases de fe para las diferentes historias:

– A las historias de la Sagrada Escritura, les debemos una fe divina;

– A las historias profanas que no repugnan a la razón y están escritas por buenos autores, una fe humana;

– A las historias piadosas referidas por buenos autores y en modo alguno contrarias a la razón, a la fe y a las buenas costumbres, aunque a veces sean extraordinarias, una fe piadosa.

Reconozco que no hay que ser ni muy crédulo ni muy crítico, y que debemos quedarnos siempre en el medio para encontrar el punto de verdad y de virtud; pero también sé que, así como la caridad cree fácilmente todo aquello que no es contrario a la fe ni a las buenas costumbres, «Caritas omnia credit» (La caridad todo lo cree; I Cor., XIII, 7), del mismo modo el orgullo conduce a negar casi todas las historias bien justificadas con el pretexto de que no están en la Sagrada Escritura.

Es el lazo de Satanás, en que han caído los herejes que niegan la Tradición y donde los críticos de hoy caen insensiblemente, no creyendo porque no comprenden o cuando no les agrada, sin otra razón que el orgullo y su propia suficiencia.