P. BASILIO MERAMO: EL DIOS SPRAY DE FRANCISCO

EL DIOS SPRAY DE FRANCISCO 

Increíble pero cierto que un “Papa” diga que Dios no existe, y por otra, cree en un Dios, pero  no en el Dios católico. Son dos afirmaciones en sí mismas erróneas y, aún peor, heréticas, aunque aparentemente contradictorias a primera vista. 

Lo increíble es que lo diga un Papa, el Romano Pontífice, sucesor de Pedro, el Vicario de Cristo  en la tierra. ¿Cómo se ha podido llegar a semejante cosa? Pero los hechos no se pueden negar.  Los hechos son y contra estos no hay argumentos. Otra cosa es la explicación, las causas que  se busquen para entender científicamente el fenómeno producido ya que la ciencia consiste  en conocer las cosas por sus causas. Un conocimiento sin causas del por qué no es científico 

y si esto se generaliza, se convierte en mito, fábula, imaginación o cualquier cosa, pero no es ciencia ni científico. Así tenemos el mito de la democracia o de la evolución y de tantas otras  cosas, hoy en día, para dar o por dar un ejemplo; y sin olvidar el mito del progresismo, y aún  de la misma ciencia que hoy se pretende pero que no es más que presupuestos y principios axiomas sin causa ni fundamento. 

¿Cómo es posible que esto acontezca? Porque todo mal es privación o carencia de un bien  debido, y también por pura ignorancia, que es atrevidísima ya que, como se sabe, el número  de los imbéciles es infinito. Qué más imbécil que la ignorancia científica hecha cátedra o el  burro con pretensión de caballo. Pues así son las cosas en este universo mundo, 

lamentablemente, lejos de la del verdadero conocimiento de la ciencia y del saber, que es la  sabiduría, conocimiento por las primeras y últimas (altas) causas que hacen del sabio el bien  ordenar, es decir, conocer las cosas y sus naturalezas ordenándolas de acuerdo a la jerarquía  según su naturaleza, en la diversidad de los seres del complejo universo. 

Si Francisco quisiera corregir una noción o concepto de Dios falso, debería decir Dios existe  y no, Dios no existe, y después hacer la corrección necesaria pues no es lo mismo decir Dios  no existe que Dios existe. No es lo mismo decir el Dios que concebís así no existe, el Dios que  existe, el verdadero es el Dios Uno y Trino, no el Dios que conciben las demás falsas religiones. 

No se debe confundir la afirmación Dios no existe con Dios no existe concebido de tal manera  errónea o falsa, luego hay que decir Dios existe pero no como lo conciben los que no son  católicos. 

Esta aparente contradicción en qué o dentro de qué esquema mental, conceptual o filosófico  encaja, o pudiera encajar para poder entender lo que Francisco piensa y, en consecuencia,  manifiesta, expresa. 

Él niega la existencia de Dios de un modo ideal, conceptual o existencial, pero afirma la  existencia de Dios personal, concreto. Es como si las esencias, ideas, los universales no  existen, son nombres, lo que existen son las cosas reales, individuales y concretas, incluidas,  por supuesto, las personas, tal como dice el Nominalismo. 

Dentro del esquema o pensamiento del Nominalismo, las ideas o esencias que expresan la  naturaleza de las cosas no existen, no son sino puros nombres, de ahí el nombre de Nominalismo a esta corriente de pensamiento filosófico que creó el problema o discusión 

filosófica en la Edad Media iniciado por Roscelino (1050-1120) y agudizado por Occam (1280- 1349), para quien solo existe la individualidad y las personas. 

Bajo la influencia individualista voluntarista de Duns Escoto (1270-1308) y del Nominalismo,  es fácil entender que se diga que Dios idea, en el aire, o Dios spray de Francisco, no existe, lo  que existen son las Personas: la Persona del Padre, la del Hijo y la del Espíritu Santo; pero  Dios como idea, deidad, esencia o naturaleza no existe, y así también puede decir que cree en  Dios o en un Dios pero que no cree en el Dios católico, en el Dios de la Revelación, en el Dios  de la Iglesia única y verdadera fuera de la cual no hay salvación, no lo olvidemos jamás.  Porque este dogma de fe es negado, heréticamente, por la famosa libertad religiosa del Concilio  Vaticano II. 

Entonces cuál es el Dios de Francisco, que no es el Dios católico, el Dios Spray, como él lo  concibe. Si nos fijamos en un filósofo holandés de origen judío sefardí, de cierto renombre e  influencia como Baruj Espinosa (1632-1677) que quiso llevar el cartesianismo hasta sus  últimas consecuencias (a Descartes, 1596-1650, padre de la Filosofía Moderna) para quien  solo existe una substancia (lo que es por sí y en sí misma) de un Dios que se identifica con la  naturaleza, una única substancia en la que se resuelven todas las demás cosas, podríamos  entenderlo. Tenemos así un Panteísmo Universal, todo el universo es Dios o divino, una única  substancia, llamado también, Monismo, pues se trata de una visión unitaria de la realidad 

Nada raro dentro de esta mentalidad decir, entonces, que todo es parte de Dios y es Dios, y  que no existe un Dios transcendente distinto al Universo, a la Naturaleza; estamos en el  inmanentismo divino del Dios-Universo-Naturaleza, única substancia. 

Puede así decir Francisco que el Dios Transcendente distinto del Universo, como es el Dios  católico, no existe, el Dios Spray para Francisco no existe, este Dios así concebido no existe,  lo que existe es el Dios-Universo del cual somos parte, además, con un tinte trinitario en  apariencia, pues existen las Personas del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, las personas,  lo concreto, lo individual. Por eso dice en su homilía del 8 de octubre de 2014 en Santa Marta: 

“‘¿Pero usted cree?’ ‘¡Si, si!’; ‘¿En qué cree?’ ‘En Dios’; ‘¿Pero qué es Dios para usted?’ ‘¡Dios,  Dios!’. Pero Dios no existe: ¡no os escandalicéis! ¡Dios así no existe! Existe el Padre, el Hijo y el  Espíritu Santo. Son personas, no son una idea en el aire. Este Dios Spray no existe. Existen las  personas”. Y esta mención del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo no nos engañe, no son  necesariamente la Trinidad pues dice a continuación: “Jesús es el compañero de camino que  nos da lo que pedimos, el Padre que nos cuida y que nos ama, y el Espíritu Santo que es el don,  es ese de más que nos da el Padre, lo que nuestra conciencia no se atreve a esperar”. Del dogma  de la Santísima Trinidad, nada de nada. Dónde encaja esta trilogía pues si tenemos presente  la herejía antitrinitaria del siglo II llamada Modalismo (modos de ser o de operar), también el  Sebelianismo de Sebelio, se ve una aproximación con lo que dice Francisco. 

Más aún, hay un cierto parecido a la herejía modalista ya que al decir en la entrevista que  mantuvo con el periodista italiano Eugenio Scalfari el 24 de septiembre 2013: “Yo creo en  Dios. No en un Dios católico, no existe un Dios católico, existe Dios”; queda más que claro y  evidente que si el Dios católico es el Dios Uno y Trino, no cree en este Dios que es Trinidad. 

Cree en otro Dios como podría ser cualquier Dios de las otras falsas religiones que no creen  en Dios Uno y Trino, el Dios católico, el único Dios Verdadero o, más aún, cree en un Dios  como el de los modalistas donde se habla del Padre del Hijo y el Espíritu Santo pero esas tres  denominaciones son, en realidad, la misma persona bajo tres modalidades según se refiera a  la creación, redención o santificación.

Pues bien, a continuación de esta cita dice punto y seguido: “Y creo en Jesucristo, su  encarnación. Jesús es mi maestro y mi pastor, pero Dios Padre, Abbá, es la luz y el creador.  Ese es mi ser”. 

También Mahaoma creía en Cristo como un gran profeta y maestro, pero no creía en Cristo  como Dios, en su divinidad como la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, el Verbo  Encarnado: “El Mesías, hijo de María, es solo un Mensajero igual que los otros Mensajeros que  le precedieron, y su madre fue una fiel y veraz creyente…”. (Corán 5:75). “No digáis acerca de  Dios sino la verdad: En verdad, el Mesías, Jesús hijo de María, es el Mensajero de Dios y Su  palabra…”. (Corán 4:171-172). “Hicimos que a los Profetas sucediera Jesús, hijo de María, en  confirmación de lo que ya había en la Toráh y como Dirección y Exhortación para los temerosos  de Dios”. (Corán 5:46). 

Los modalistas decían prácticamente lo mismo negando la Trinidad al hablar de Dios como  creador, es Padre; como Encarnado, es Hijo; y como santificador (don de la gracia), es Espíritu  Santo. Y eran perfectos herejes. 

Como dice Francisco en la misma entrevista: “…pero Dios el Padre, Abbá es la luz y el Creador. Ese es mi ser”. Su ser es el ser del Padre que es luz y crea, es el ser del Maestro Eckhart, o  el algo divino en el hombre según Borella, o la chispa divina de la gnosis cabalística que es,  también, lo mismo que Francisco dice: “Una chispa de esa luz divina está dentro de nosotros”. 

Volvamos a Espinosa y lo veremos y entenderemos. Todo el universo es Dios, la única  substancia y nosotros somos parte de ese Universo-Naturaleza-Ser Divino, que como única  substancia existe en sí y por sí misma. 

Así expresa el P. Meinvielle la concepción cabalística de Espinosa: 

“De aquí que las ideas fundamentales del sistema de Spinoza sean las de la Cábala, expuestas,  como se ha dicho, con un método cartesiano: ‘A la tesis nada nueva sobre la existencia de un  Dios único, agrega Spinoza la tesis de una única substancia. Esta existencia única es Dios. No  habiendo más que una substancia y siendo esta Dios, Dios y naturaleza han de ser lo mismo’”.  (De la Cábala al Progresismo, ed. Calchaqui, Salta 1970, p. 248). 

“Al introducir la nada dentro de Dios, los cabalistas han de inventar mucho antes que Hegel la  dialéctica hegeliana”. (Ibídem, p.79). 

“Hemos mostrado en el capítulo nueve como Hegel es un autor típicamente gnóstico. El famoso  sistema no es sino una gnosis con vocabulario de la filosofía alemana”. (Ibídem, p. 300). 

Todo esto no es más que la antigua y pervertida Cábala o gnosis judaica que imprime carácter  a toda la gnosis como el P. Meinvielle bien dice: “La conclusión del presente libro es clara y  firme. A través de toda la historia humana no hay sino dos formas fundamentales del  pensamiento y de la vida: la católica y la gnóstica”. (De la Cábala al Progresismo, ed.  Calchaqui, Salta 1970, p. 456). 

“La historia se ha de acomodar a la tradición cabalística o la tradición católica”. (Ibídem, p.  461).

Así tenemos dos concepciones antagónicas e irreductibles, la católica y la gnóstico-cabalística. Y la razón de ello es la siguiente: 

“La humanidad ha sido instruida en los misterios divinos en su cuna misma. Existe por lo tanto  una ‘tradición primordial’ o Cábala, que enseña al hombre las verdades fundamentales de la  naturaleza y de la gracia que lo pueden salvar”. (Ibídem, p. 30). 

“Las verdades naturales-sobrenaturales arrancan de una tradición comunicada por Dios  directamente al hombre, desde el primer día de la existencia humana. Esta tradición está en  parte, consignada por escrito en los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento. A esto llamamos  tradición judeo-católica”. (Ibídem, p. 13). 

“Esta tradición oral comunicada por Dios al hombre en el primer día de su existencia en el  paraíso terrenal fue inmediatamente deformada y falseada por la rebelión del hombre. La  tradición oral judeo-católica dio origen, bajo la instigación del espíritu malo, a una tradición  gnóstico-cabalística. Usamos estos términos, como explicaremos más adelante, en un sentido  peyorativo. Puede haber una gnosis y una cábala buenas. La tradición oral judeo-católica es la  gnosis y la cábala buenas. Pero el uso que ha predominado con respecto a ls gnosis y a la  Cábala, les atribuye un significado peyorativo. Como luego determinaremos, se llama gnosis y  cábala a toda concepción de Dios, el mundo y el hombre que asigna una única sustancia  homogénea, a estas tres realidades”. (Ibídem, p. 14). 

“La Cábala, en su origen recibida de la mano de Dios, contiene la interpretación divina y católica  de los más altos misterios confiados por Dios a la humanidad. En los tres primeros Sefirot dice  referencia al Augusto misterio de la Unidad y Trinidad de Dios y el Adán kadmon al no menos  augusto misterio del Verbo encarnado, Nuestro Señor Jesucristo. Pero, habiendo el hombre  pecado, esta Cábala divina y católica, en el transcurso de los siglos se fue pervirtiendo y aún  carnalizando en la medida en que el pueblo israelita, escogido por Dios, fue cayendo en una  degradación cada vez más abyecta. De aquí que los más crasos errores, como el del panteísmo  y el de la adoración del Hombre se hayan introducido en ella hasta convertirla en las fuerzas  siniestras del mismo demonio. De aquí que a nadie haya de maravillar que la Cábala, que  admite una auténtica interpretación del cristianismo, se haya convertido en receptáculo de los  más ímpias y groseras aberraciones que inspiran y alimentan todo el actual anticristianismo  del mundo moderno”. (Ibídem, p. 114). 

Así se explica cómo Francisco, en la entrevista ya citada, dice que su ser es el del Padre que  es luz y creador: “Yo creo en Jesucristo, su encarnación. Jesús es mi maestro y mi pastor pero  Dios, el Padre, Abbá, es luz y el creador. Ese es mi ser. ¿Le parece que estamos muy alejados?”.  Su ser es el de Dios Padre, su ser aún siendo creatura como hombre creado, es divino, tal  como lo concibe el Maestro Eckhart y la Cábala.  

Como hace ver el P. Meinvielle: “Se ve en el pensamiento de Boehme, Cristo no es causa  eficiente de nuestra redención. Solo es causa ejemplar. No otra cosa enseñaban los gnósticos,  que hablan también de la sola imitación de Cristo. El hombre se salvaba a sí mismo y al hacerlo  imitaba a Cristo”. (De la Cábala al Progresismo, ed. Calchaqui, Salta 1970, p. 239-240). 

En esa misma entrevista con Scalfari, que es un no creyente con mentalidad gnóstica, como  se puede apreciar cuando dice: “Yo creo en el Ser, es decir, en el tejido del que emergen las  formas, los entes”, responde, en sintonía, Francisco: “Y yo creo en Dios. No en un Dios católico, no existe un Dios católico existe Dios”, y seguidamente viene la pregunta de Francisco: “¿Le parece que estamos muy alejados?”. Vemos cómo Francisco se identifica con su interlocutor  en materia de creencias que le hace ver que no están tan distanciados a pesar de que este cree que el ser es un tejido de energía. Energía caótica pero indestructible y en eterno caos. De esa energía emergen las formas cuando la energía llega al punto de explotar y Francisco  responde dándole la clave de lo que los une, la chispa divina: “Yo observo por mi parte que  Dios es luz que ilumina las tinieblas aunque no las disuelva y una chispa divina de esa luz divina está dentro de cada uno de nosotros”. La Cábala los acerca y los identifica, por eso le  hace ver que no están muy alejados sino que están de acuerdo en el fondo, en esa realidad  divina que tiene el hombre según la gnosis, porque: “La Ciencia o gnosis nos hace conocer  nuestra realidad divina”. (Ibídem, p. 256). 

Así Francisco, en consonancia con la gnosis cabalística, dice: “Una chispa divina está dentro  de cada uno de nosotros”, y el periodista responde: “Sí, lo recuerdo muy bien, dijo: ‘toda la luz  estará en todas las almas’ lo cual es más una figura de inmanencia que de trascendencia”, a  lo cual responde Francisco: “La trascendencia queda por porque esa luz, toda en todos,  trasciende el universo y las especies que lo que lo pueblan en esta etapa”

También hay que saber y tener en cuenta que se puede ser gnóstico y cabalista y ser trinitario, es decir, reconocer o creer en un Dios Uno y Trino. A este culmen de gnosis o cábala trinitaria  insuperable en su orden, llega a Jean Borella con su libro La Charité Profanée, que se  distribuyó en el Seminario de Albano donde se impartía filosofía a los seminaristas de Ecône,  y fue allí donde me topé con uno de los ejemplares que circulaban con la aprobación del  director del Seminario, Didier Bonneterre, y los profesores como el P. Lepivan. Mi reacción al  leerlo fue inmediata al ver cómo la Cábala y la gnosis se inoculaba en la Fraternidad y nadie  se percataba de ello. Incluso después, en el Seminario de Ecône, siendo el director el P. Lorans después de haber sido director en París del Instituto de Filosofía de la Fraternidad con nivel  universitario en Francia, apoyaba el libro de Borella, y ante mi crítica radical y rotunda, no  hacía más que justificarlo sin mojarse mucho guardando las apariencias de no ser muy  conocedor, bien que conocía el libro y hasta se permitió citarme en tres lugares donde podría  refutarme, tangencialmente, sin comprometerse mucho, pero queriendo justificar a toda costa  a Borella. 

La nota del P. Lorans, que al final muestro en una fotocopia, dice: “Las dos primeras citas no  son más que afirmaciones sobre la diferencia entre la gnosis y el gnosticismo: p. 188 nº 2, p.  230 nº 1. La tercera cita es sobre la relación Creador-creatura: p. 254. Alain Lorans”. 

Con esto el P. Lorans pretende justificar a Borella con su gnosis cabalística adobada de  Patristica y Trinitarismo, pero no puede en realidad hacerlo, pues con estos textos que  citaremos, se identifica con la gnosis: “Es en efecto, entre todas las realidades sumidas en el  devenir, solo el intelecto es capaz de la gnosis de la Santa Trinidad. Luego toda la creación ha  sido hecha en vista de esta gnosis. Y la oración es el acto por el cual el intelecto realiza su  naturaleza deiforme, es decir, esto que Dios quiere de él y esto a lo cual Él lo destina”. (La  Charité Profanée, ed. Du Cedre, París 1969, p. 397). 

“Es decir, en su naturaleza, el hombre se asemeja a Dios”. (Ibídem, p. 144). 

“El hombre es, luego, no solamente Dios para el mundo, sino también en sí mismo. Decir que es  Dios en sí mismo, es decir que el hombre es por él mismo un centro, que él tiene conciencia de  ser un centro luego de participar al único Centro, que es Dios en Sí”. (Ibídem, p. 144).

“El Yo divino, fundamento único de nuestra persona”. (Ibídem, p. 142). 

“Estos textos ponen en juegos una estructura dinámica en tres elementos: un yo humano  natural, un Yo divino, polo del peregrinar espiritual, que nos da un nuevo yo humano  sobrenatural, si abandonamos el antiguo (…) para pasar del yo individual al yo personal, hay  que acceder primero al Yo divino y por éste al secreto indecible que Dios ha reservado, desde  toda eternidad, a mi alma inmortal…”. (Ibídem, p.138). 

“La raíz divina de la persona (el alma inmortal en Dios)”. (Ibídem, p. 135). 

“… ¿si el espíritu es eso que hay de divino en el hombre, no podemos admitir que en Jesucristo  es Dios él mismo?”. (Ibídem, p. 186). 

“La dimensión espiritual del hombre que lo envuelve como un nimbo de gloria, es decir, que  irradia la deiformidad de su naturaleza, esta dimensión no ha desaparecido, ella está reducida  a una traza puntual, luego a un germen o aún al estado virtual: el hombre no posee más la  actualidad”. (Ibídem, p. 118). 

“La persona es el límite superior de lo creado por el cual se toca a Dios… la persona, secreto  indecible entre lo relativo y lo Absoluto”. (Ibídem, p. 135). 

“La persona divina que, siendo la personalidad por excelencia, la esencia misma de toda  persona, le confiere en fin su identidad verdadera”. (Ibídem, p. 135). 

“El intelecto es, según el P. Schuon, naturalmente sobrenatural”. (Ibídem, p. 130). 

“Realizando en alguna manera la síntesis del tomismo y el agustinismo, el maestro Eckhart  identifica el spiritus al intellectus, y por qué la luz que alumbra esta última es Dios mismo, él  identifica el intelecto y su contenido luminoso, y lo declara ‘increable’: el intelecto es increable  en tanto tal… ‘en tanto tal’ significa: en su pura esencia”. (Ibídem, p. 131). 

“La palabra de San Pablo solamente esto: nuestra deiflección es una consecuencia del  conocimiento que Dios tiene de nuestro ser; o también: ser deificado, devenir con conforme a la  imagen del Hijo –conforme Fieri imaginis Filii– esto es identificarse al conocimiento que Dios  tiene de nosotros desde toda eternidad: la gnosis eterna que Dios tiene de nosotros, esta es  nuestra deificación”. (Ibídem, p. 411). 

Borella supera al famoso y reconocido René Guénon, uno de los gnósticos más famosos e  importantes que terminó en el sufismo (mística musulmana que es también gnóstica), del  cual decía el P. Meinvielle: “René Guénon (1889-1940) presenta lo más alto que ha producido  el esoterismo, quizá en todos los tiempos”. (De la Cábala al Progresismo, ed. Calchaqui, Salta  1970, p. 288). La obra de Borella está llena de Patrística la cual acomoda a su gnosticismo 

puro y duro. Llegando incluso a considerar, para que nos demos cuenta de su gnosticismo cabalista, que la comunión nos alimenta el ser divino de nuestro espíritu. 

Esto muestra hasta dónde la Cábala penetra en el cristianismo y aún en el tradicionalismo  católico, pues Borella tuvo un discípulo que llegó a ser sacerdote en la Fraternidad, el P. Alain Leschenne que después se salió y del que no pude detener su ordenación sacerdotal, que fue  junto con la mía en Ecône, por más que insistí ante los superiores, el P. Lorans, el P.  Schmidberger y hasta mismo Mons. Lefebvre, que no creían o veían ni el mal ni el peligro.

Hay que reconocer que la gnosis cabalística llega a su culmen y perfección insuperables con  Jean Borella, dentro de un contexto Patrístico-Trinitario y sacramental que le ha permitido  irrumpir dentro de la Tradición Católica, sin que Mons. Lefebvre y su entorno se percatasen  del grave peligro. 

Recordemos al Maestro Eckhart para quien el ser (esse) divino es un flujo de Dios en todo lo  que existe en el Universo Mundo. 

“Primero, dado que Dios actúa por necesidad de naturaleza, entonces digo: Dios actúa produciendo las cosas por su propia naturaleza, la de Dios, ciertamente. Pero en la naturaleza  de Dios está el entendimiento y su Ser es entender; por lo tanto, Él trae las cosas a la existencia  a través del entendimiento”. (Fabro, Participación y Causalidad, ed. Eunsa, Pamplona 2009, p. 522). 

“Para Eckhart (y Avicena) el esse es el flujo de Dios y no entra en la composición con la esencia, según la manera del acto y la potencia”. (Ibídem, p. 522). 

“En la concepción de Eckhart (Avicena), el esse es la formalidad suprema, poseída totalmente  por Dios, y que abarca las cosas como un flujo, una luz, un éter”. (Ibídem, p. 524-525). 

“Así, el esse, que es Dios, es completamente igual en todas las cosas”. (Ibídem, p. 525). 

“Para Eckhart el origen del ser es eternamente necesario, y la creación es idéntica a la palabra  como procesión eterna…”. (Ibídem, p. 508). 

“Eckhart también dice que en Dios el ser-Dios es solidario con la creación de lo finito, y que la  creación del mundo está situada en el nunc aeternitatis (ahora de la eternidad) del mismo modo  que la procesión de las las Personas divinas…”. (Ibídem, p. 521). 

Para el Maestro Eckhart, como podemos observar, la creación es tan necesaria como en Dios  lo es la procesión de las Personas divinas. 

Continuemos con algunos de los textos más relevantes que nos pueden dar una pauta de la  gnosis de Borella aunque esté recubierta de la Patrística y de la Escritura, y que aun como  fiel, cree en la Santísima Trinidad. 

“Por el pneuma, el alma humana, la única entre todas las creaturas, es realmente más que una  creatura, alguna cosa de Dios mismo”. (Ibídem, p.160). 

“Cada uno de nosotros participa a la vida divina por la comunicación que en su nacimiento ha  recibido del pneuma divino”. (Ibídem, p. 160). 

“Es por esto que hablaremos de una egología negativa, al igual que cuando se habla de una  teología negativa para designar el enfoque intelectual que niega de Dios todo eso que se puede  afirmar, porque Dios está más allá de todo concepto y también del ser”. (Ibídem, p. 148). 

“Luego hay que renunciar a todo conocimiento determinado para alcanzar el conocimiento  absoluto, y esto es bien así una ignorancia absoluta. Hay necesariamente un momento de  oscuridad total. Y es en esta tiniebla que la Esencia divina es conocida”. (Ibídem, p. 407).

Lo divino del hombre es el espíritu: “el espíritu es eso que hay de divino en el hombre”. (Ibídem,  p. 186). 

“Hay luego en el hombre, en cuanto tal, alguna cosa de Dios, alguna cosa dada que debe ser  devuelta. Dios no nos ha rechazado Su inmanencia. La sustancia humana es capaz, por ella  misma, de un comportamiento cuasi divino”. (Ibídem, p. 43). 

“El espíritu designa la vida divina en la creatura, según su dimensión más interior”. (Ibídem, p.  161). 

“Y la oración es el acto por el cual el intelecto actualiza su naturaleza deiforme”. (Ibídem, p.  397). 

“En la medida dentro de la cual es imagen de Dios, el hombre es un modo de la gloria porque  no es la imagen de Dios sino en cuanto que refleja la irradiación cósmica de lo divino”. (Ibídem,  p.140). 

“Para el intelecto deificado, contemplar la Santa Trinidad, es contemplarse él mismo”. (Ibídem,  p. 404). 

“La gnosis, en efecto, es el conocimiento perfecto en el cual el sujeto que conoce está totalmente  unido al Objeto conocido, porque, conociendo como es conocido, el conocimiento que tiene de  Dios y el conocimiento que Dios tiene de él no son un solo y mismo conocimiento”. (Ibídem, p.  394). 

“El intelecto, decimos, de identifica a su naturaleza sobrenatural, el prototipo in divinis”. (Ibídem, p. 405-406)

“En fin, gnosis pura es, en su esencia, la obra del amor por el cual nos abrimos a la gnosis que  Dios tiene de nosotros mismos”. (Ibídem, p. 390). 

“En sí misma, la esencia individual debe ser considerada como la resultante del reencuentro  entre la esencia arquetípica o personal (nuestra naturaleza in divinis, tal como existe en el Verbo  eterno), y el medio en el cual esta esencia supra-individual se manifiesta”. (Ibídem, p. 82). 

Dentro de este esquema cabalístico Borella, refiriéndose a las dos características del  conocimiento, dice: “conocer es 1) el objeto y, 2) este objeto el Ser que se distingue de la nada,  desaparece en el grado del conocimiento supremo”. (Ibídem, p. 407). 

“Es así que Dios, Él mismo, es informal, aneidos”. (Ibídem, p. 405). 

“Nuestra deificación es una consecuencia del conocimiento que Dios tiene de nosotros; o aun:  ser deificados, devenir conformes a la imagen del Hijo -conformes fieri imaginis Filii- es  identificarse al conocimiento que Dios tiene de nosotros desde toda eternidad: la gnosis eterna  que Dios tiene de nosotros, esto es nuestra deificación”. (Ibídem, p. 411). 

“Entonces el intelecto es así elevado a una dignidad infinita, dignidad que posee en virtud de  su misma naturaleza intelectual”. (Ibídem, p. 405).

“De una parte, la Escritura enseña que conoceremos a Dios tal cual es. De otra parte, es la  misma naturaleza humana quien exige tal conocimiento”. (Ibídem, p. 412). 

“Porque, el supra-conocimiento en la gnosis suprema, no soy yo mismo en realidad quien conoce  a Dios, sino Dios quien Se conoce en mí mismo, cuando mi inteligencia está perfectamente  despojada de ella misma”. (Ibídem, p. 392). 

Obsérvese bien que esto es lo mismo que Maritain proclama como exigencia de la  transcendentalidad la persona humana, lo cual nos indica el grado de cabalización de tan  gran y reputado filósofo tomista, es decir, tomista para los imbéciles que lo ponderan como  tal. 

Esto, para que se entienda bien se refiere, en última instancia, a que la esencia divina según  la gnosis cabalística, se identifica con la nada, pues Dios que es el Ser Absoluto es, a su vez,  Absolutamente Indeterminado pues no se le puede enmarcar en ninguna esencia o naturaleza  que lo limite, puesto que toda limitación esencial es determinación, y Dios es ilimitado,  indeterminado, indefinido, inconmensurable, al punto que esta indeterminación se identifica  con la nada absoluta, y por eso para la Cábala, en su concepto mitológico y perverso, Dios, el  Ser Absoluto, se identifica con la Nada Absoluta. Esto es el En-Sof cabalístico que parte de  un ser indeterminado, indefinido, infinito, que es el Ser Absoluto y que es el No Ser o la Nada  Absoluta. Esto se explica porque no parten, como lo hace Santo Tomás, del concepto de Dios  como Plenitud de Ser: el Ipsum Esse Subsistens, el Ens per essentiam suam, sino como  plenitud de indeterminación de ser o, lo que es lo mismo, el ser indeterminado que es la Nada  Absoluta. El famoso Ápeiron (a = ‘sin’, y peirar = ‘límite’, luego, sin límite, infinito,  indeterminado o indefinido) de los filósofos griegos, es un pálido remedo del En-Sof. 

Citaremos algunos textos del P. Meinvielle que nos hacen ver claramente expresada la noción  de Dios conjugada con la nada, según enseña la Cábala. 

“En la Cábala está claramente expresada esta noción de que Dios es Nada”. (Ibídem, p. 413). 

“Se cae, en consecuencia, en una noción vaga e indeterminada de lo ‘divino’, que ofrece base  para que de allí prenda el dios indeterminado de la Cábala y los sistemas gnósticos”. (Ibídem, p. 431). 

“Este primer ser, al no ser el Ser Subsistente que caracteriza a Dios en la teología de Santo  Tomás, debe forzosamente ser caracterizado como un ser indeterminado que, en el límite, se  aproxima a la Nada”. (Ibídem, p. 420). 

“En la Cábala, en los sistemas gnósticos conocidos se parte de un absoluto divino  indeterminado, el cual, al llegar cierto tiempo, se dividiría y emprendería el proceso evolutivo  del universo”. (Ibídem, p. 450). 

“O sea un dios gnóstico que no supera la esfera de indeterminación de lo absoluto”. (Ibídem, p. 322). 

Y no olvidemos lo que ya decía el P. Meinvielle: “Pero para destruir al cristianismo había que  vaciarlo por dentro dejando su apariencia exterior. Y este es el trabajo de los gnósticos. La  gnosis es un intento de judaizar o cabalizar el cristianismo”. (Ibídem, p. 132).

Esto es lo mismo que decía el P. Castellani: “Solamente el fariseísmo, el pecado contra el  Espíritu Santo, es capaz de producir esa magna apostasía que Él produjo: ‘la mayor tribulación  desde el Diluvio acá’, será producida por la peor corrupción, la corrupción de lo óptimo. (…) Es  el misterio de iniquidad, la abominación de la desolación: la parte carnal de la Religión  ocultando, adulterando y aun persiguiendo la Verdad ‘Sinagoga Sátanae’”. (El Apokalypsis, ed.  Paulinas, Bs. As. 1963, p. 257). 

“Todas las energías del diablo están concentradas hoy día en corromper lo que es  específicamente religioso. Al diablo ya no le interesa matar; lo que le interesa es corromper,  envenenar, falsificar”. (Los Papeles de Benjamin Benavides, ed. Dictio, Bs. As. 1953, p. 97) 

“La peor idolatría. Pues en el fondo del modernismo está latente la idolatría más execrable, la  apostasía perfecta, la adoración del hombre en lugar de Dios; y eso bajo formas cristianas y  aun manteniendo tal vez el armazón exterior de la Iglesia”. (Ibídem, p. 47). 

“Ni el culto de Satán tiene la sutil malicia y total falsificación de la verdad que tiene esta herejía  adulteradora de todo el cristianismo”. (El Apokalypsis, ed. Paulinas, Bs. As. 1963, p. 188). 

“Esta herejía política difusa hasta en todo el mundo, que aun no tiene nombre y cuando lo  tenga no será el propio suyo, que Newman el siglo pasado llamó ‘liberalismo religioso’ (y por  cierto vio en ella, como yo ahora, presagios del anticristo) que San Pío X llamó ‘modernismo’ y  Belloc ‘alogismo’, es el viejo materialismo religioso que se remonta a Rousseau y los  Enciclopedistas; y en su raíz, si se quiere, al presbítero belga Baius (Michel Bayo), la cual es en  su fondo la idolatría del Hombre, o de la Humanidad, el peor error posible, atribuido por san  pablo a Anomos, como vimos (…) consiste en una adulteración sutil del cristianismo al cual vacía de su contendido sobrenatural dejando la dura corteza, la cual rellena de inmediato ‘es espíritu 

que anima los sitios sucios y los lugares vacantes’ con el antiguo ‘seréis como dioses’”. (Ibídem,  p. 247). 

Esto es lo que modernismo y/o el progresismo liberal está realizando y hasta culminando: “El  progresismo, lo mismo que el modernismo, no es sino la evacuación del contenido dogmático  secular del catolicismo y su sustitución por una ideología protestante elaborada alrededor de  un Cristo vago, Hombre-Dios, con más de hombre que de Dios”. (De la Cábala al Progresismo,  ed. Calchaqui, Salta 1970, p. 410). 

“De aquí que la Cábala y los sistemas gnósticos terminen en una unificación total de todas las religiones, razas, pueblos y culturas. Estas ideas del sincretismo religioso y de la desaparición de todas las diferenciaciones, aun o sobre todas las religiones, es una nota típica de todo  movimiento cabalísitco gnóstico”. (Ibídem, p. 423). 

“Anteriormente hemos advertido que el corazón de toda gnosis consiste, en definitiva, en hacer  de toda realidad, la divina y la humana, la buena y la mala, la verdad y el error, el sí y el no,  la naturaleza y la gracia, la Iglesia y el Mundo, una única realidad, una única dimensión de la  realidad. Aquí esta, así mismo, el corazón de la Cábala. El Ein-Sof, que por otra parte se  confunde con la nada, con lo indeterminado, evoluciona por grados más o menos insensibles se  va haciendo lo mas de las cosas -lo menos se convierte en más- y así se hace el universo; la  naturaleza naturata sale de la natura naturans”. (Ibídem, p. 266). 

Decimos que el proceso de judaización o cabalización está llegando a su culmen pues como  acabamos de ver, Francisco firmó la institución de la nueva religión universal cual gran 

Anticristo Pseudo Profeta. Y como dice el adagio: contra factum non est argumentum, es decir,  contra los hechos no hay argumentos que valgan. 

La revolución anticristiana es eminentemente judeo-gnóstica-cabalística. La gnosis  cabalística impera en Roma modernista y Francisco es su imagen actual y viviente, de ahí ‘el  Dios católico no existe’, el ‘Dios Spray’. 

P. Basilio Méramo 

Bogotá, 1 de octubre de 2022