PARA AQUELLOS QUE NO TIENEN LA POSIBILIDAD DE ASISTIR A LA SANTA MISA
Recordamos a nuestros queridos lectores la posibilidad de santificar el día Domingo a través de Nuestro Blog.
En la parte superior del mismo se encuentra una pestaña o página donde están los diferentes medios para realizar la Santificación del Día Domingo o Fiestas de Precepto, además de contar con los Sermones de los Queridos Padres: Juan Carlos Ceriani y Basilio Méramo.
A continuación, los propios del:
DUODÉCIMO DOMINGO DE PENTECOSTÉS
Introito
Oh Dios, ven en mi socorro; Señor, apresúrate a socorrerme; sean confundidos y avergonzados mis enemigos, los que buscan mi vida. Sean derrotados y cubiertos de afrenta los que planean males contra mí. Gloria al Padre…
Colecta
Omnipotente y misericordioso Dios, de cuyo don procede el que tus fieles te sirvan digna y laudablemente, concédenos, te suplicamos, que corramos sin tropiezo a la consecución de tus promesas. Por NSJC.
Epístola.
(II Carta a los Corintios, III, 4-9)
Hermanos: Tal confianza para con Dios la tenemos por Cristo; no porque seamos capaces por nosotros mismos de pensar cosa alguna como propia nuestra, sino que nuestra capacidad viene de Dios. Él es quien nos ha hecho capaces de ser ministros de una nueva Alianza, no de letra, sino de espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu da vida. Pues si el ministerio de la muerte, grabado con letras en piedras, fue con tanta gloria que los hijos de Israel no podían fijar la vista en el rostro de Moisés, a causa de la gloria de su rostro, la cual era perecedera, ¿cómo no ha de ser de mayor gloria el ministerio del Espíritu? Porque si el ministerio de la condenación fue gloria, mucho más abunda en gloria el ministerio de la justicia.
Gradual
Bendeciré al Señor en todo tiempo; su alabanza estará siempre en mi boca. En el Señor se gloriará mi alma; óiganlo los mansos, y alégrense.
Aleluya.
Aleluya, aleluya. Señor, Dios de mi salvación, de día y de noche clamo en tu presencia. Aleluya.
Evangelio
(San Lucas, X, 23-37)
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis. Porque os aseguro que muchos profetas y reyes quisieron ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y quisieron oír lo que vosotros oís, y no lo oyeron. Se levantó entonces un doctor de la Ley y, para enredarlo le dijo: “Maestro, ¿qué he de hacer para lograr la herencia de la vida eterna?” Le respondió: “En la Ley, ¿qué está escrito? ¿Cómo lees?” Y él replicó diciendo: “Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu fuerza y con toda tu mente, y a tu prójimo como a ti mismo.” Le dijo Jesús: “Has respondido justamente. Haz esto y vivirás.” Pero él, queriendo justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: “¿Quién es mi prójimo?” Jesús repuso diciendo: “Un hombre, bajando de Jerusalén a Jericó, vino a dar entre salteadores, los cuales, después de haberlo despojado y cubierto de heridas, se fueron, dejándolo medio muerto. Casualmente, un sacerdote iba bajando por ese camino; lo vio y pasó de largo. Un levita llegó asimismo delante de ese sitio; lo vio y pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de viaje, llegó a donde estaba, lo vio y se compadeció de él; y acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; luego, poniéndolo sobre su propia cabalgadura, lo condujo a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios los dio al posadero y le dijo: “Ten cuidado de él, todo lo que gastares de más, yo te lo reembolsaré a mi vuelta.” ¿Cuál de estos tres te parece haber sido el prójimo de aquel que cayó en manos de los bandoleros?” Respondió: “El que se apiadó de él.” Y Jesús le dijo: “Ve, y haz tú lo mismo.”
Credo
Ofertorio.
Oró Moisés delante del Señor, su Dios, y dijo: ¿Por qué te enfureces, Señor, con tu pueblo? Mitiga la ira de tu alma; acuérdate de Abraham, de Isaac, y de Jacob, a quienes juraste dar una tierra que mana leche y miel. Y se aplacó el Señor, y se arrepintió del mal que dijo iba a hacer a su pueblo.
Secreta.
Te suplicamos, Señor, mires propicio las hostias que ofrecemos en los santos altares, para que, alcanzándonos el perdón, den honor a tu nombre. Por NSJC…
Prefacio
Prefacio de la Santísima Trinidad:
Vere dignum et justum est, æquum et salutare, nos tibi semper, et ubique gratias agere: Domine sancte, Pater omnipotens, æterne Deus. Qui cum unigenito Filio tuo, et Spiritu Sancto, unus es Deus, unus es Dominus: non in unius singularitate personæ, sed in unius Trinitate substantiæ. Quod enim de tua gloria, revelante te, credimus, hoc de Filio tuo, hoc de Spiritu Sancto, sine differentia discretionis sentimus. Ut in confessione veræ, sempiternæque Deitatis, et in personis Proprietas, et in essentia unitas, et in majestate adoretur æqualitas. Quam laudant Angeli atque Archangeli, Cherubim quoque ac Seraphim: qui non cessant clamare quotidie, una voce dicentes
Sanctus Sanctus Sanctus…
En verdad es digno y justo, equitativo y saludable, que te demos gracias en todo tiempo y lugar, oh Señor santo, Padre todopoderoso y eterno Dios. Quien, con tu Hijo unigénito y el Espíritu Santo, eres un solo Dios, eres un solo Señor: no en la unidad de una sola persona, sino en la Trinidad de una sola sustancia. Porque cuanto creemos, por habérnoslo Tú revelado, acerca de tu gloria, lo creemos igualmente de tu Hijo, y del Espíritu Santo, sin diferencia ni distinción. De modo que, al reconocer una sola verdadera y eterna Divinidad, sea también adorada la propiedad en las personas, la unidad en la esencia y la igualdad en la majestad. A la cual alaban los Ángeles y los Arcángeles, los Querubines y los Serafines, que no cesan de cantar diariamente, diciendo a coro
Sanctus Sanctus Sanctus…
Comunión.
Del fruto de tus obras, Señor, se saciará la tierra, para que saques pan de la tierra, y el vino alegre el corazón del hombre, para que brille el rostro con el óleo, y el pan conforte el corazón del hombre.
Poscomunión.
Te suplicamos, Señor, hagas que nos vivifique la santa participación de este Misterio, y nos sirva a la vez de expiación y defensa. Por NSJC…
Introito