P. CERIANI: LAS TRATATIVAS ENTRE ROMA Y LA FSSPX – DICHOS Y HECHOS DESDE 1998

El 6 de marzo de 2011 Radio Cristiandad publicó un resumen de todo lo acontecido en la FSSPX desde 1998 hasta esa fecha.

Al presentar el mismo, el Director, Fabián Vázquez, escribió:

ESTE RESUMEN DEMOSTRARÁ EL PORQUÉ DE LA CRÍTICA POSICIÓN QUE HOY DEBEN ASUMIR AQUELLOS QUE QUIEREN SEGUIR PERTENECIENDO A LA BATALLA POR CONSERVAR LA TRADICIÓN, FRENTE A LAS INTENCIONES ENTREGUISTAS Y ACUERDISTAS DE LA JERARQUÍA DE LA FSSPX.

Dada la importancia de los Documentos citados y debido al deterioro que el tiempo produce tanto en la memoria como en la capacidad de reacción, lo publicamos nuevamente.

Guarde estos textos… Imprímalos… Haga uso de ellos al tratar el tema del cambio en la NEO-F₪₪PX.

LAS TRATATIVAS ENTRE

ROMA Y LA FSSPX

DICHOS Y HECHOS DESDE 1998

INTRODUCCIÓN

En el Comentario Eleison 162, del 21 de agosto de 2010, Monseñor Williamson afirmó que las discusiones entre Roma y la Fraternidad de San Pio X se estaban topando contra una pared doctrinal, y alertó sobre un peligro: un acuerdo político que pretende rodear ese bloqueo doctrinal.

Dicho «acuerdo político» consistiría, según Monseñor Williamson, en un «Motu Proprio» que aceptaría a la FSSPX «de regreso en la Iglesia», de una vez por todas, sin requerir de ella una aceptación explícita del Vaticano II o de la Misa Nueva, sino solamente la aceptación, por ejemplo, del Catecismo de la Iglesia Católica de 1992 de Juan Pablo II.

Tres semanas más tarde, en el Comentario Eleison 165, del 11 de septiembre, Monseñor Williamson retomó la controversia acuerdo doctrinal acuerdo práctico, con su acostumbrado estilo, sin arriesgar nada, con insinuantes preguntas, que nunca responde, dejando librado al lector la responsabilidad de las respuestas:

(…) «¿Por qué es que la FSSPX no puede aceptar ahora ser regularizada por Roma, y resolver las diferencias doctrinales después?

(…) ¿No podría la FSSPX, para obtener de Roma la preciada regularización que solamente Roma tiene la autoridad de otorgar, aceptar un acuerdo práctico a través del cual ninguna parte de la doctrina Católica sería negada, pero a través de la cual las diferencias doctrinales entre Roma y la FSSPX se pondrían entre paréntesis por el momento?

(…) El mismo Monseñor Fellay contestó a esa pregunta brevemente en una entrevista que dio a Brian Mershon en Mayo de este año, publicado en el diario «Remnant». Aquí sus palabras: «Es muy claro que cualquier solución práctica que se diera sin un sano fundamento doctrinal conduciría directamente al desastre … Nosotros tenemos todos estos ejemplos ante nuestros ojos, la Fraternidad de San Pedro, el Instituto de Cristo Rey y todos los demás están totalmente bloqueados a nivel de la doctrina porque primero aceptaron el acuerdo práctico.»

Pero ¿tiene que ser así? Interesante pregunta…»

Un poco más de tres meses después, tocó el turno a Monseñor Fellay. En la entrevista de Les Nouvelles Calédoniennes, del 27 de diciembre, declaró:

Pregunta: ¿El objetivo de vuestra comunidad es siempre el de integrar la Iglesia católica?

Respuesta: Sí, siempre hemos sostenido que no queremos hacer bando aparte. Sostenemos que somos católicos y que lo seguimos siendo. Deseamos que Roma nos reconozca como verdaderos obispos. Por otra parte, ya no usan más la palabra cismático contra nosotros. Por lo tanto, si no se es cismático, ni hereje, es porque se es sacramente católicos. Por otra parte, el Papa dijo que hay solamente un problema de orden canónico. Es suficiente un acto de Roma para decir que se ha terminado y nosotros reentramos en la Iglesia. Esto vendrá. Soy muy optimista.

Monseñor Williamson había dicho: «Benedicto XVI está pensando en un «Motu Proprio» que aceptaría a la FSSPX «de regreso en la Iglesia», de una vez por todas, sin requerir de la FSSPX una aceptación explícita del Vaticano II o de la Misa Nueva.»

Monseñor Fellay declara: «El Papa dijo que hay solamente un problema de orden canónico. Es suficiente un acto de Roma para decir que se ha terminado y nosotros reentramos en la Iglesia. Esto vendrá. Soy muy optimista»

En resumen, es lícito pensar:

que el acuerdo consistirá en que no habrá acuerdo doctrinal.

que el acuerdo será sólo canónico.

pero sin que se firme nada de modo explícito, es decir, que será político.

Hay dichos y hechos que permiten esta conclusión.

EL TIEMPO NOS HA DADO LA RAZÓN, pues se le ha otorgado a la Neo-Fraternidad las facultades para confesar, recibir el consentimiento matrimonial, ordenar sacerdotes, y, finalmente, ser incorporada a la iglesia conciliar por su inclusión en el Anuario Pontificio

He aquí algunos dichos a modo de introducción, ¿Sabría decir, usted, a quién pertenecen?

  • Si el Papa me llama, voy. Rápidamente. Más aún, corro.
  • Un católico no puede poner condiciones a Roma.
  • En nombre de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, Monseñor Bernard Fellay, Superior General, saluda el acceso del Cardenal Joseph Ratzinger al Supremo Pontificado. Él ve allí un halo de esperanza de salir de la profunda crisis que sacude a la Iglesia Católica.
  • Es cierto que la elección de un nuevo papa en 2005 dio nacimiento a una nueva esperanza y quizá incluso a una gran esperanza entre los sacerdotes y los fieles.
  • Benedicto XVI es una persona íntegra, que toma muy seriamente la situación y la vida de la Iglesia.
  • Con Benedicto XVI la barca de la Iglesia navega en adelante sobre aguas más tranquilas.
  • … Todo indica que desde hace algún tiempo, más o menos desde el ascenso al pontificado del Papa Benedicto XVI, ha aparecido una nueva ola (…) que contra todo pronóstico aparenta ir en sentido opuesto a la primera. Los indicios son suficientemente variados y numerosos como para poder afirmar, que este nuevo movimiento de reforma o de restauración es efectivamente real.
  • Hay que saber que el Papa presente, Benedicto XVI, es una mezcla de bueno y de malo. Yo digo así: su cabeza es moderna, su corazón es conservador.
  • Lo que podemos decir es lo siguiente: hasta este Papa, la Iglesia estaba totalmente en manos de los modernistas.
  • El Papa vuelve a las ideas tradicionales. El ve muy bien que hay una desviación y que hay que corregirla.

  • Puede ser que estemos mucho más cerca del Papa de lo que parece.

  • Deseamos que Roma nos reconozca como verdaderos obispos.

  • Esta actitud de duplicidad implícita se convirtió como en la norma de la nueva situación en la que se encuentran: han subrayado los puntos del actual pontificado que parecen ser favorables, se pasa bajo un silencio reverencial lo que no va…

  • Cuando Monseñor dice: «Adherimos a la Roma católica», eso quiere decir la Roma católica de hoy.

  • Algunos, para facilitar las cosas, hacen una identificación entre la Iglesia Oficial y la Iglesia Modernista. Pero es un error, porque hablamos de una realidad concreta.

  • Pareciera que desechamos todo Vaticano II. Sin embargo adherimos al 95%.

  • En nuestras conversaciones, Monseñor Fellay ha reconocido el Concilio Vaticano II, lo ha reconocido teológicamente. Restando sólo alguna dificultad.

  • Estamos prestos a escribir con nuestra sangre el Credo, a firmar el juramento anti-modernista y la profesión de fe de Pío IV; aceptamos y hacemos nuestros todos los concilios hasta Vaticano II, respecto del cual emitimos reservas.

  • Lejos de querer detener la Tradición en 1962, deseamos considerar el Concilio Vaticano II y el Magisterio post-conciliar a la luz de esta Tradición que san Vicente de Lérins ha definido como «lo que ha sido creído en todas partes, siempre y por todos» (Commonitorium), sin ruptura y en un desarrollo perfectamente homogéneo.

  • … Se afirma la adhesión al Magisterio tanto del pasado como del presente… Es evidente que se ha hecho una elección: se citan pasajes tradicionales, no se dice una palabra de los otros, de los que introducen perspectivas completamente diferentes sobre la cuestión.

  • El simple hecho de haber iniciado tratativas jugará en favor de Roma y contra la Fraternidad.

  • Roma al menos habrá divido, si no ha vencido.

  • Se sigue el protocolo firmado por el Card. Ratzinger y S.E. Mons. Marcel Lefebvre.

  • La Misa nueva es considerada la ley general de la Iglesia. Para evitar cualquier aislamiento y cualquier división, pedimos que la Misa antigua sea también la ley general.

  • Se podría esperar encontrar una igualdad de derecho entre la antigua y nueva misa. Obviamente no es suficiente. Pero es un primer paso. Y probablemente, humanamente hablando, un paso necesario.

  • Si se lee el texto del Cardenal Castrillón, afirma apenas – pero no es poco – una igualdad de ritos.

  • Hemos pedido el retiro del Decreto de excomunión, su anulación; pero incluso decir «anular» significa ya que se reconoce algo.

  • El retiro del Decreto de excomunión de los cuatro obispos de la Fraternidad.

  • Mons. Bernard Fellay, volvía a solicitar el levantamiento de la excomunión latae sententiae.

  • Vuestra Santidad ha hecho inoperante la medida que nos afectó hace ya veinte años en seguida de nuestra consagración episcopal.

  • Hoy, y esto es lo esencial, en la línea de lo pedíamos, aunque de manera imperfecta, el Papa ha levantado la excomunión y anuló los efectos del Decreto de 1988.

  • … El fervor que han puesto los fieles para rezar el Rosario por el levantamiento de las excomuniones…

  • … Di las gracias a la Santísima Virgen, es su regalo. Es para obtener su intercesión que se han recopilado más de un millón setecientos mil Rosarios, recitados por fieles que deseaban la revocación de la excomunión

  • Lo esperaba desde 2005, después de la primera carta de pedido del levantamiento de la excomunión que había dirigido a pedido mismo de Roma.

  • No hubo un reconocimiento unilateral (…) por Roma, como afirman algunos, sino una contrapartida: la complicidad del silencio.

  • Todas estas consideraciones políticas, yo diría incluso todos estos cálculos políticos son ajenos al espíritu de las conversaciones que ha tenido la Fraternidad con Roma desde que Monseñor Lefebvre las emprendió.

  • Compréndalo bien, Padre, todo esto es sólo política.

  • Benedicto XVI parece estar pidiendo a los obispos y sacerdotes de la Fraternidad que le permitan aparentar tener esta «pelea» pública con ellos a fin de ayudarlo a manejar un puñado colegial inmanejable de obispos.

  • La afirmación de la existencia de un único rito bajo dos formas – ordinaria y extraordinaria – iguales en derecho, y especialmente el rechazo de una celebración exclusiva de la liturgia tradicional, pueden ciertamente interpretarse como la expresión de una voluntad política de no irritar a las conferencias episcopales.

  • El rumor desde Roma consiste precisamente en que él está pensando en un «Motu Proprio» que aceptaría a la FSSPX «de regreso en la Iglesia», de una vez por todas.

  • La preciada regularización que solamente Roma tiene la autoridad de otorgar.

  • Creo que lo que vivimos se parece más a una de esas incursiones de los exploradores que entrevén la tierra prometida, sin que las circunstancias les permitan entrar.

  • El Papa dijo que hay solamente un problema de orden canónico. Es suficiente un acto de Roma para decir que se ha terminado y nosotros reentramos en la Iglesia.

  • Nuestro Papa dice que no se trata de un cisma.

  • No pienso que se pueda decir que haya una evolución en el pensamiento de nuestros interlocutores después de nuestras exposiciones.

  • Se ve que algunos fieles se hicieron ilusiones, pero los últimos acontecimientos se encargaron de disiparlos.

  • Encuentro complejo interpretar cómo actuaría Monseñor Lefebvre hoy.

  • Por el momento, todo está bien y todo va sin problemas de acuerdo al plan.

Sin duda, para no reconocer la gravedad de estos dichos, se dirá que están sacados de contexto. Pues bien, las siguientes 58 páginas los contienen bien en su trama. Vale la pena recorrerlas.

El análisis lo más completo posible de los dichos y hechos que han enmarcado las tratativas entre la FSSPX y la Roma anticristo y modernista desde 1998 arroja un poco de luz para responder a esta inquietante pregunta: ¿cómo se ha llegado a esta situación?

AÑOS 1998-2000

La primera incógnita a resolver es la siguiente: ¿quién tomó la iniciativa de las nuevas tratativas, abandonadas en 1988?

En el seno de la FSSPX se insiste en que fue el Cardenal Castrillón Hoyos quien reanudó el diálogo.

Si bien es cierto que, en noviembre del 2000, fue el Cardenal Castrillón Hoyos quien invitó a Monseñor Fellay para una entrevista, sin embargo:

1º) la FSSPX preparó un nuevo clima que hizo posible este llamado.

2º) la entrevista a Monseñor Fellay por 30 Giorni fue un llamado para la convocatoria.

Incluso, antes de la Peregrinación de agosto del 2000, para el Año Santo, la Fraternidad tomó la iniciativa. El jubileo del año 2000 se presentaba como una ocasión única para poner en práctica la nueva estrategia hacia Juan Pablo II.

En 1998, la FSSPX tomó contacto con el encargado de organizar el gran jubileo, el Cardenal Etchegaray, a fin de ponerse de acuerdo en las modalidades de la participación.

En la entrevista a Monseñor Fellay por Massimo Mamoli, Il Giornale, del 9 de agosto de 2000, leemos:
«Habíamos comunicado nuestra iniciativa al Comité organizador hacía dos años. Luego, ninguna sorpresa fuera de programa.»

En el mismo orden de cosas, el periodista Stefano Maria Paci, en el nº 9/2000 de 30 Giorni, dice que Monseñor Fellay pidió celebrar en San Pedro, aun sabiendo que no sería posible: «pedimos lo máximo, para obtener lo posible».

De este modo, la Fraternidad tuvo libre acceso a las Basílicas romanas, con la posibilidad de rezar y predicar.

Oficialmente no se concedió el permiso para celebrar la Misa, pero Monseñor Fellay la rezó en Santa María la Mayor el 15 de agosto de ese año.

Del mismo modo, los obispados de muchos países autorizaron a los sacerdotes y fieles de la FSSPX el ingreso a los templos para obtener las indulgencias jubilares, incluso con la posibilidad de celebrar la Misa.

Ahora bien, en el mes de junio de 2000, el Cardenal Darío Castrillón Hoyos, invitó a los cuatro obispos de la FSSPX a encontrarse con él después de la peregrinación. Tres de ellos aceptaron, y tuvo lugar el primer contacto.

De ninguna manera puede afirmarse que las tratativas todavía en curso son una iniciativa unilateral del Vaticano. La invitación cardenalicia fue la respuesta a los contactos para la organización de la peregrinación.

Además, conocemos la entrevista a Monseñor Fellay por 30 Giorni y la respuesta de Castrillón Hoyos en la misma revista. La entrevista a Monseñor Fellay por Stefano Maria Paci fue publicada en 30 Giorni nº 9, de septiembre de 2000; y la entrevista al Cardenal Darío Castrillón Hoyos por de Gianni Cardinale, fue publicada en 30 Giorni nº 11, de noviembre de 2000.

Esta entrevista a Monseñor Fellay tuvo lugar, pues, en el contexto del acercamiento de la FSSPX. La intención está explícitamente declarada:

La peregrinación a Roma ha tenido un notable éxito. ¿Cuál es el próximo paso?

– Mons. Fellay: Estoy pensando si vale la pena solicitar una audiencia al Papa. ¿El Papa estará dispuesto a recibirnos? Además, ¿qué esperamos de una audiencia? Estoy reflexionando sobre estos dos puntos antes de decidirme.

Antes ha dicho que Roma no podía razonablemente impedir la peregrinación. Es difícil pensar que el Papa no acepte recibirlos: no ha rechazado audiencias a nadie.

– Mons. Fellay: Sí. Pero no quiero hacer un acto político, no quiero encontrarme con el Papa para salir en los titulares de los diarios. Si me encuentro con el Papa es para hablar de la situación de la Iglesia.

¿No piensa que encontrarse con Juan Pablo II podría ser útil en cualquier caso para un diálogo directo?

– Mons. Fellay: Es difícil de decir. Puede ser, pero no es necesariamente así. Viendo todo lo que ocurre en la Iglesia, viendo como funciona la curia romana, estoy perplejo. Le confieso que estoy frente a una duda muy difícil que aún no he resuelto. Pero no digo que en principio no quiero ver al Papa.

¿Y si el Papa lo llamase?

– Mons. Fellay: Si me llama, voy. Rápidamente. Más aún, corro. De verdad, por obediencia. Por respeto filial al jefe de la Iglesia.

En esta respuesta se encuentra en potencia todo lo que ha ido sucediendo en estos últimos diez años. (ya van para más de veinte)

Cuando se sabe que Monseñor Lefebvre, el 29 de junio de 1988, rechazó el llamado de Juan Pablo II, que le ofreció un automóvil para conducirlo a Roma, se entiende que algo ha cambiado en la conducción de la FSSPX.

La entrevista que comentamos contiene otras respuestas reveladoras:

Monseñor, seamos realistas. Es verdaderamente difícil pensar que Roma pueda decir: con el Concilio Vaticano II nos hemos desviado. ¿Qué cosa puede hacer concretamente el Vaticano para reconciliarse con Uds.?

– Mons. Fellay: En los pasos prácticos, sobre cómo hacer para resolver el problema, la sabiduría y la habilidad de Roma es grandísima. Cualquiera puede encontrar la fórmula adecuada. Ud. tiene razón: hay que ser realistas. No esperamos que el Vaticano efectúe un gran mea culpa, diciendo cosas del tipo: «Hemos promulgado una falsa misa». No deseamos que la autoridad de la Iglesia quede más disminuida de lo que está. Ya ha sufrido demasiado, entonces, basta. Pero Roma puede dar con los hechos señales de un claro cambio de dirección.

Monseñor, insisto: dé un ejemplo de algo que le parezca suficiente para indicar este claro cambio de dirección. Un ejemplo, repito, realista.

– Mons. Fellay: Un acto clarísimo sería el de permitir a todos los sacerdotes del mundo la posibilidad, sólo la posibilidad de decir la misa tridentina. La misa que, por siglos y siglos, ha sido la misa de la Iglesia y que ahora se ha vuelto ilegal.

No sería necesario decir cuáles son los errores de la nueva misa: sería suficiente conceder, a los sacerdotes que lo desean, la posibilidad de celebrar la misa con el rito que prefieran.

¿Cuáles son las otras condiciones o esto sería suficiente como para que Uds. reconocieran la señal de lo que Uds. Llaman un cambio de dirección?

– Mons. Fellay: Este es el punto fundamental.

Admitamos ahora que Juan Pablo o un futuro Papa decida permitir a todos los sacerdotes del mundo celebrar, si lo desean, la misa según el rito tridentino. ¿Qué haría Ud.? ¿Se sentiría autorizado a solicitar que la excomunión les sea levantada?

– Mons. Fellay: Si esto fuese hecho, en poquísimo tiempo todo el ambiente eclesial cambiaría y seria mucho, pero verdaderamente mucho más favorable para una armonización plena.

Monseñor, Ud. es el Superior General de la Fraternidad. ¿A través de qué canal hace conocer sus pedidos al Vaticano?

– Mons. Fellay: Tenemos sólo contactos personales con algunas personas que tienen autoridad en la Iglesia. Nada más.

– Es curioso. Se hacen muchos esfuerzos para el diálogo con los protestantes y los herejes y no hay un canal oficial de diálogo con Uds. ¿Son Uds. quienes lo rechazan?

– Mons. Fellay: Creo que el Vaticano enfrenta aquí un problema. ¿Qué congregación romana es competente para hablar con nosotros?

Por una parte, Roma no ha dicho nunca formalmente que toda la Fraternidad sea cismática: ha excomulgado sólo a nuestros obispos. Por donde, no puede ser el Consejo para la Unidad de los Cristianos, que mantiene el dialogo con los no católicos, el que deba ocuparse. Debe ser competencia de alguna de las otras congregaciones romanas. Pero, ¿cuál? No hay ninguna que pueda decirse que sea competente.

Pero visto que se ha hecho una comisión ad hoc, la Ecclesia Dei, para el diálogo con los lefebristas que después de la excomunión quisieron reingresar a la comunión con Roma, se podría hacer una comisión ad hoc también, ¿no?

– Mons. Fellay: Sí. Sí, se podría. ¿Por qué no? Podría ser una excelente idea. Puedo decirle oficialmente, como Superior General de la Fraternidad San Pío X, que si se propusiera una comisión de este tipo, estaríamos abiertos a la posibilidad de participar.

¿Piensa que si Monseñor Lefebvre estuviese vivo hoy, su autoridad facilitaría un eventual retorno de toda la Fraternidad a la plena comunión con Roma?

– Mons. Fellay: La pregunta es difícil. Encuentro complejo interpretar cómo actuaría él hoy. El transitaba por dos caminos: el diálogo con Roma y la condena de los errores. Nosotros estamos haciendo lo mismo. Siempre son las cuestiones doctrinales las que causan los problemas. Y estas cuestiones no han sido resueltas hasta ahora.

Por su parte, es muy esclarecedora la respuesta del Cardenal Castrillón Hoyos: «El verbo ‘correr’ me agrada muchísimo, porque nace del contenido de una fe profunda…».

También se refirió a los futuros pedidos de Monseñor Fellay: «serán examinados con respeto y en la óptica del bien auténtico de la entera comunidad eclesial».

Esto demuestra que las dos condiciones previas datan de este año, tal como figura en la entrevista a Monseñor Fellay y que hemos resaltado, y no del año 2001, como pretenden hacernos creer.

De todos modos, desde noviembre de 2000, la respuesta de la Roma anticristo y modernista ya está dada, sea Castrillón Hoyos, sea Juan Pablo II, sea Benedicto XVI, sea…:

Su tarea consiste en «ayudar a los fieles llamados ‘tradicionalistas’ a descubrir mejor la continuidad doctrinal entre el Concilio de Trento y el Concilio Vaticano II».

La adhesión a la Misa Tridentina «no significa la abolición ni quita a nadie el derecho de recibir la norma litúrgica en vigor en toda la Iglesia«.

¿Rúbricas de 1962? «Después del Concilio Vaticano II, ciertas adquisiciones litúrgicas pueden ser válidas para toda la Iglesia».

Entonces, «los fieles deben abrirse a la realidad de la norma litúrgica de hoy» y «deben ser formados en el respeto por la nueva liturgia y en la observancia de las verdaderas orientaciones de la constitución Sacrosanctum Concilium del Vaticano II».

La intención de la Roma anticristo y modernista es clara desde el principio del nuevo diálogo. La culpa no es de la serpiente, sino de Eva…

Monseñor Fellay, tal como lo había expresado, «Si me llama, voy. Rápidamente. Más aún, corro»… corrió inmediatamente al llamado de Juan Pablo II.

Claro, podrá decir que «la iniciativa viene de Roma. Recibí una carta del cardenal Castrillón Hoyos fechada el 18 de noviembre, que es una invitación para encontrarlo a fin de preparar una visita al Santo Padre». Así lo declaró a la revista Pacte nº 56, verano 2001, retomada luego por el DICI nº 16.

Y Monseñor Fellay corre a Roma, para entrevistar el 29 de diciembre al Cardenal Castrillón Hoyos y al día siguiente a Juan Pablo II.

La agencia de prensa vaticana Zenit escribió que Monseñor Fellay había asistido «a la misa del Papa». El Obispo desmintió esto en una entrevista concedida a Pacte: «Eso es una patraña», declarando haberse encontrado con Juan Pablo II en su capilla privada solo durante 5 minutos.

El 2 de abril de 2002, el Cardenal Castrillón Hoyos hace el resumen en una carta dirigida a Monseñor Fellay:

(…) Debo reiterar una verdad histórica fundamental. Mi iniciativa preliminar no se debió a orden pontificia alguna, ni es producto de un acuerdo o un proyecto de alguna otra persona de la Sede Apostólica, como se escribió y publicó, como si se tratase casi de una estrategia buscada. Como ya he tenido oportunidad de decir a VE otras veces, la iniciativa del diálogo ha sido absolutamente personal.

En la segunda semana de agosto de 2000, mientras regresaba de Colombia, tuve noticia por la publicación ofrecida en el avión (y solo a través de ella) de la participación de la Fraternidad San Pío X en el Jubileo. Motu proprio y sin hablar con nadie, decidí invitar a los cuatro Obispos de la Fraternidad a un almuerzo privado en mi casa. El encuentro con los hermanos Obispos se proponía constituir un gesto de amor fraterno y crear una oportunidad para el conocimiento recíproco. Tuve, así, la alegría de encontrarme con Vuestra Excelencia y con los Excmos. Monseñor Tissier y Williamson. Y como V/E recordará bien, no se trató ningún tema de fondo, si bien, naturalmente, se habló de los ritos litúrgicos y tuve la oportunidad de informarme sobre algunos aspectos de la vida actual de Vuestra Fraternidad. Manifesté públicamente la buena impresión que tuve de los mencionados altos prelados.

Posteriormente referí este encuentro al Santo Padre, de quien recibí palabras de aliento. Expresé el deseo de mantener contactos para explorar la posibilidad de la tan esperada unidad. El Sumo Pontífice quiso que prosiguiera y manifestó Su clara voluntad de acoger a la Fraternidad San Pío X, fomentando las condiciones que lo permitieran.

Algún tiempo después leí, con íntima satisfacción, la entrevista concedida por Vuestra Excelencia a la revista «30 Giorni». El periodista ponía en sus labios estas palabras: «Si el Santo Padre me llama voy, más bien, corro…» He tenido la oportunidad de hablar con el Santo Padre sobre esta entrevista, en la cual, Vuestra Excelencia, libre y espontáneamente, expresaba Su pensamiento; una vez más, Él me expresó Su generosa voluntad de acoger a Vuestra Fraternidad.

Por lo tanto, me puse en comunicación con los Señores Cardenales Angelo Sodano, Secretario de Estado de Su Santidad, Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Jorge Medina Estévez, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, y con Su Excelencia, Mons. Julián Herranz, Presidente del Pontificio Consejo para la Interpretación de los Textos Legislativos. Todos manifestaron su satisfacción, en vistas a una eventual solución de las dificultades. Del mismo parecer fueron los Señores Cardenales Paul Augustin Mayer y Alfons Maria Stickler, a quienes también consulté.

De esta manera, hemos estudiado los problemas teológicos fundamentales, ya presentes en 1988, cuando se preparaba un acuerdo con Su Excelencia Monseñor Lefebvre. No nos pareció que pudieran presentarse problemas ulteriores. Desde entonces iniciamos el estudio de algunas formas jurídicas, con la intención de hacer posible una reinserción que a todos nos parecía más que deseable. La diligencia en pos de la unidad de la Iglesia por parte de la Sede de Pedro siempre ha constituido una constante en las vicisitudes históricas.

A todos les pareció conveniente que, si Vuestra Excelencia estuviese de acuerdo, el suscrito podría proceder a un nuevo diálogo de carácter personal. No se trataba de discutir problemas teológicos de fondo, sino más bien de allanar el camino a la reconciliación.

Por lo tanto, invité a Vuestra Excelencia por escrito, que aceptó amablemente la invitación, y el encuentro tuvo lugar el 29 de diciembre de 2000.

Como Vuestra Excelencia sabe muy bien, se estudió la posibilidad de la reconciliación y del regreso a la plena comunión como fruto muy concreto y especial del Año Jubilar. Concluimos con un almuerzo en mi casa, en el cual participó el Rev. Michel Simoulin, en un clima sumamente fraterno y cordial.

Informado de esta nueva reunión; pese al cúmulo de intenso trabajo de los últimos días del Gran Jubileo, el Santo Padre recibió a Vuestra Excelencia el 30 de diciembre de 2000 en su Capilla privada, junto con el Rev. Simoulin. Pasados unos minutos de oración silenciosa, el Santo Padre recitó el «Pater noster», que siguieron los presentes, tras lo cual los saludó deseándoles una «Santa Navidad», los bendijo y les ofreció algunos rosarios mientras los animaba a proseguir el diálogo emprendido.

En el mismo Palacio Apostólico y en presencia de uno de los Secretarios personales del Santo Padre, di lectura a Vuestra Excelencia del Protocolo del diálogo del día previo, que había sido suministrado al Santo Padre. V/E expresó su propio acuerdo, precisando dos puntos: 1) Que la oración por el Papa en el Canon de la Santa Misa no era mérito Suyo, sino una disposición previa de Mons. Lefebvre; y 2) Que la reserva sobre el Concilio Vaticano II se refería especialmente a la «libertad religiosa» respecto de que no se podrían limitar los derechos de Cristo en cuanto al ordenamiento público. El Secretario tomó nota para referirlo al Santo Padre.

Para mayor claridad, me permito ahora transcribir el antedicho Protocolo:

El día 29 de diciembre, como fuera programado, he mantenido un encuentro de carácter personal con S.E. Mons. Bernard Fellay (Superior General de la Fraternidad S. Pío X). El encuentro se caracterizó por una viva cordialidad y espíritu de fe.

1. Postura de Su Excelencia Mons. Fellay

1.1. Manifiesta la voluntad de ser plenamente católico.

1.2. Reconoce a Su Santidad Juan Pablo II como el Sucesor de Pedro y quiere someterse a Su autoridad. Ha hecho prometer a los seminaristas rezar por el Santo Padre y citar el nombre de Su Santidad Juan Pablo II en el Canon de la Santa Misa.

1.3. Acepta el Concilio Vaticano II; sin embargo, se presentan dificultades con algunos puntos

1.4. Dificultades principales:

• con retornar a la plena comunión no renunciaría a la lucha contra el modernismo en la Iglesia, la liberalización, el democratismo ni el influjo de la masonería;

• a partir de la experiencia del pasado tiene desconfianza y temor de que la Fraternidad sea maltratada y aislada, con la consiguiente pérdida del carisma propio de defensa de la Tradición;

• sostiene que los silencios que presenta la Misa de Pablo VI abren el camino a la protestantización (laicos celebrantes) y que no evidencian la dimensión sacrificial de la Misa;

• respecto del Sacramento de la Confirmación, sostiene —pero habría que estudiarlo— que el aceite de oliva sea la materia ad validitatem y que cuando subsiste la duda, en cualquier candidato, se proceda a una confirmación sub conditione; sostiene además que algunas traducciones de la fórmula no son teológicamente exactas;

• sostiene que el Derecho Canónico abre la vía a una concesión democraticista de colegialidad (Conferencias Episcopales) que presentaría la colegialidad en menoscabo del primado petrino;

• sostiene que el texto conciliar sobre la libertad religiosa pueda abrir el camino a interpretaciones relativistas y protestantizantes;

• sostiene que existe una forma de ecumenismo que hace perder la idea de la única Iglesia, con el peligro de una mentalidad protestante (S. Exc. Mons. Kasper habla de abandono del ecumenismo «de retorno» por un ecumenismo de «camino común», que orienta los cristianos contra la unidad reconciliada).

2. Mi postura

2.1 El Santo Padre tiene los brazos abiertos.

2.2 Corregiría la posición de los Obispos en el presente y para el futuro, con la presentación de las ternas, cuando se presente el caso.

2.3 La Fraternidad sería una Sociedad de Vida apostólica con rito especial.

2.4 Se sigue el protocolo firmado por el Card. Ratzinger y S.E. Mons. Marcel Lefebvre.

2.5 Habrá una Comisión especial con la participación de los Obispos de la Fraternidad, tal como se había previsto en el Protocolo.

2.6 Naturalmente, se levanta la excomunión y se hacen las correcciones ad normam iuris.

AÑO 2001

La propuesta de la Roma anticristo y conciliar, a través del Cardenal Castrillón Hoyos, más detallada en la entrevista del 16 de enero, es la siguiente, según palabras de Monseñor Fellay:

«Durante el otoño pasado, Roma nos abordó de modo totalmente inusual y nos hizo proposiciones que nos es todavía difícil estimar hoy completamente y en su justo valor. De hecho, jurídicamente, tales facilidades no se han visto nunca. Nunca hubiéramos imaginado que Roma pudiese hacernos semejante proposición. Sin duda, habrán oído hablar de esta idea de una administración apostólica. La FSSPX sería integrada en una administración apostólica. ¿Qué significa eso? La administración apostólica, ordinariamente, es una estructura diocesana o cuasi-diocesana para situaciones de crisis, en un territorio determinado. Y bien, para nosotros ese territorio sería el mundo entero. Dicho de otra manera, se nos ofrece una estructura que cubre el mundo entero, una especie de diócesis personal.

La administración apostólica es mejor que la prelatura personal. En primer lugar, la prelatura personal no está necesariamente gobernada por un obispo; la administración apostólica, que es una cuasi-diócesis, lo está habitualmente. Además, y sobre todo, la acción de una administración apostólica no está limitada a sus miembros. El Opus Dei, que es la prelatura personal existente hoy, no está sometida al obispo local en todo lo que concierne a sus miembros, pero no puede proyectar ninguna acción externa sin el acuerdo del obispo; con la administración apostólica escapamos a esa restricción. Podríamos desarrollar una acción apostólica autónoma sin tener que pedir autorización al obispo diocesano, ya que tendríamos una verdadera diócesis cuya particularidad es que se extiende al mundo entero.

Es muy importante que se haya hecho una tal proposición, ya que después de todo, esta solución jurídica es inédita, sui generis».

Cabe destacar que la cuestión doctrinal no aparece para nada.

Es evidente que Monseñor Fellay no podía aceptar este ofrecimiento sin consultar a los otros cuatro Obispos (incluyendo a Monseñor Licinio Rangel, de Campos).

El 13 de enero de 2001 tuvo lugar una reunión del Consejo General de la Fraternidad, con la asistencia de otros invitados: los Obispos Tissier, Williamson y de Galarreta, así como el Padre Rifán, que representaba a Monseñor Rangel.

El Consejo General dio su consentimiento a las negociaciones, poniendo solamente dos «condiciones previas»: el retiro del decreto de excomunión, y la libertad para todos los sacerdotes de rito latino de celebrar la Misa de San Pío V.

Es el Padre Rifán quien pidió estas dos condiciones; las cuales se encuentran, palabras más palabras menos, en la entrevista a Monseñor Fellay de 30 Giorni, tal como lo hemos resaltado.

Poco tiempo después, Monseñor Fellay precisa: «Hablando con propiedad, no se trataba, como se escribió por aquí y por allá, de condiciones previas. Un católico no puede poner condiciones a Roma» (Entrevista a Pacte nº 56 y en el Cor Unum)

Incluso consideradas como verdaderas condiciones, ambas son inaceptables. Pero todo esto nos llegaba en cuenta gotas, con mucho atraso, de modo confuso, en medio de la vorágine del apostolado y sin la fuerza de una intención cierta y firme de llevarlo a cabo.

En una carta al Cardenal Castrillón Hoyos, del 21 de enero de 2001, Monseñor Fellay confirma formalmente la intención de la Fraternidad de continuar y llevar a feliz término los coloquios, en caso de aceptación de las dos famosas condiciones.

Las visitas de Monseñor Fellay a Roma no pasaron desapercibidas; y no era posible mantener las negociaciones en secreto.

El 22 de enero, Monseñor Fellay escribe una Carta a los Superiores de la FSSPX y un Comunicado a los miembros de la FSSPX y de las Comunidades amigas:

«Queridos cofrades: Los rumores que circulan desde hace algunos días respecto de nuestros contactos romanos, me obligan a salir de la discreción que habíamos adoptado, para dar a conocer, ante todo a nuestros miembros y a las comunidades amigas, y un poco también a nuestros fieles, la postura».

En cuanto a los fieles, en la Carta a los Superiores de la Fraternidad, Monseñor Fellay daba las siguientes instrucciones:

«El texto anexo está destinado a los miembros de la Fraternidad pero no a los fieles, a los que se comunicará sólo de viva voz su contenido. El texto mismo no debe ponerse en manos de los fieles hasta nuevo aviso. Está prohibida su publicación. No se hablará tampoco a los fieles de las dos condiciones expresadas en el nº 6. Con esto se trata de evitar hacer pensar a Roma que querríamos presionar. La esperanza de que Roma ceda en estos puntos es tan grande, que sería verdaderamente una pena perder, por una indiscreción, un tal bien».

Además, Monseñor Fellay tuvo que organizar dos reuniones en Francia: el 1º de febrero, en París, con los sacerdotes del Distrito de Francia de la FSSPX; y poco después, en el seminario de Flavigny, con los representantes de las comunidades amigas.

En la reunión en Flavigny, los dominicos de Avrillé presentaron un documento en contra de las tratativas.

Cor Unum 68, febrero de 2001:

En cuanto a la excomunión, no sufrimos de ninguna manera. Pero el Vaticano las esgrime como un espantapájaros para asustar a la gente buena que, sin esto, se acercaría a nosotros. Esta censura fue una de las medidas más eficaces de Roma para marginarnos. Por lo tanto, es de buena guerra pedir a esta misma Roma que propone acuerdos eliminar este obstáculo. Una vez más, no se trata de nosotros, o de una preocupación que nos afectaría directamente a nosotros, sino del bien de los fieles.

Monseñor Williamson, por su parte, comienza a jugar su papel, ampliamente conocido ahora. En una Carta a los Amigos y Benefactores del Seminario de Winona, dice:

«Hace tanto tiempo que una organización como la Fraternidad posee la verdad, mientras que Roma no la posee, y que tiene las riendas para todo lo que es católico, que todo comportamiento, todo tipo de tratativa, cualquiera sea su forma o amplitud, que permita a Roma retomar las riendas, equivaldría a una traición a la verdad.

Aunque las tratativas, por toda clase de razones, no desemboquen en nada, el simple hecho de haber iniciado tratativas jugará en favor de Roma y contra la Fraternidad. Y eso, porque toda organización católica que resiste a Roma en estado de crisis, sufre una tensión interna inevitable entre quienes están por permanecer cerca de nuestra madre Roma, y quienes están por el alejamiento de su lepra neomodernista. Es así que entre los miembros de la Fraternidad que están por las tratativas y los que están en contra, va a agrandarse la fosa. Si Roma hace un ofrecimiento calculado para agradar a unos mientras desagrada a los otros, la tensión aumentará en el interior de la Fraternidad hasta el punto de ruptura. Roma al menos habrá divido, si no ha vencido.

En el mejor de los casos, la Fraternidad obtendrá concesiones a cambio de una cierta pérdida de la libertad. Lo peor de este asunto sería que no obtendrá nada, a no ser la división.

Posteriormente, podríamos decir que lo mejor para la Fraternidad en estas circunstancias hubiese sido no hablar para nada con Roma, cosa más fácil de decir que de hacer para católicos.

Si la Fraternidad fuese infiel a la Tradición, caería inevitablemente, y con razón.

Roma podría entonces, en el peor de los casos, llegar a reducir a la FSSPX a la parálisis y al silencio; si así fuese, no sería sino un justo juicio de Dios, y la Verdad se conservaría en otra parte.

¿De qué es digna ahora la Fraternidad? El tiempo lo dirá.

Nadie puede suprimir a Dios, a pesar de todos sus esfuerzos. Entonces, de todas maneras, rezamos por la Fraternidad, pues las cosas serían mucho más fáciles si ella se mantuviese bien.

Pero al mismo tiempo, preparémonos; y si ella sigue el camino de todo lo que es carne, no nos dejemos ganar por el pánico. ‘Solo Dios basta’, dice Santa Teresa de Ávila».

El Cardenal Castrillón Hoyos rechaza la condición puesta por la Fraternidad. En efecto, el superior de Albano, el Padre Simoulin, viaja a Roma el 12 de febrero para recibir del Cardenal Castrillón Hoyos una respuesta substancialmente negativa al pedido de la Fraternidad; los tiempos no estaban maduros para conceder la autorización a todos los sacerdotes del mundo para celebrar la Misa de San Pío V.

En San Nicolás du Chardonnet, Monseñor de Galarreta anuncia la suspensión de los coloquios.

Los sacerdotes favorables a las negociaciones, sin embargo, no se resignan.

El 18 de febrero, en Saint Mary de Kansas, el Padre Schmidberger declara que todos los Obispos de la Fraternidad son favorables al acuerdo, si Roma concede las condiciones.

El 19 de febrero, los Padres Selegny y Simoulin entregan al Cardenal Castrillón Hoyos el libro El problema de la reforma litúrgica, acompañado por una carta de Monseñor Fellay en la que decía al Cardenal que las negociaciones se suspendían, a causa del rechazo del Vaticano de aceptar la condición sobre la Misa.

Sin embargo, se esperaba un documento que debía reintegrar la Fraternidad. El 22 tuvo lugar una reunión decisiva de Juan Pablo II con los responsables de diversos Dicasterios romanos, y el decreto no llegó.

En abril el Cardenal Ratzinger concedió dos entrevistas a los diarios Il Giornale y Avvenire con ocasión de la presentación de su libro El espíritu de la liturgia.

Allí dijo: «El camino todavía es largo. Debo decir que hay un fuerte endurecimiento en el movimiento lefebvrista; noto que se cierran en sí mismos y esto hace problemático el proceso de reconciliación, al menos a corto plazo».

Pero dijo mucho más: «ellos deben reconocer que la liturgia renovada por el Concilio es siempre la misma liturgia de la Iglesia, que no es otra cosa. Reconocer que la Iglesia renovada del Concilio no es otra Iglesia, sino siempre la misma Iglesia que vive y se desarrolla. Debemos hacer lo posible por atraer a estos hermanos y hermanas, para darles la confianza que ya no tienen. En el interior de la Iglesia una herida se cura mejor; si la confrontación se desarrolla en el exterior, la distancia peligra, por el contrario, agrandarse».

El DICI nos informa que «Finalmente, el 14 de abril, se hace saber oralmente a la Fraternidad, que las ‘condiciones previas’ son imposibles. No es posible desaprobar la obra del Concilio y de Pablo VI, lo que sería el caso si se realizara la liberación total a favor de la Misa. (…) También se nos dice que no es posible declarar que esta misa, estudiada con atención y querida por los papas, sea mala».

Mientras tanto, el 2 de mayo, el Padre Rifán, de Campos, visita al Cardenal Castrillón Hoyos acompañado por el Padre Simoulin.

Aquí se sitúa el comienzo del fin de Campos.

Cor Unum 69, junio 2001.
Carta del Cardenal Castrillón Hoyos (del 7 de mayo de 2001):

Se han considerado cuidadosamente las dos condiciones presentadas por ustedes para el retorno: el permiso dado a todos los sacerdotes para celebrar libremente la Misa de San Pío V, y el levantamiento de la excomunión que pesa sobre ustedes.

La división entre los cuatro Obispos de la Fraternidad era cada vez más notoria; a punto tal que el Cardenal Castrillón Hoyos escribe tres cartas distintas: una a Monseñor Fellay, el 7 de mayo; y el 17, otra a Monseñor Williamson y una tercera a Monseñor de Galarreta.

El pensamiento del Cardenal respecto de estas divisiones entre los Obispos de la Fraternidad queda plasmado en una cena con los representantes de la Fraternidad San Pedro y de la asociación Pro Missa Tridentina, durante un viaje a Alemania los día 11 y 12 de mayo: «hay dificultades con Monseñor Williamson, pero Monseñor Fellay asegura que es humilde y que obedecerá».

El 11 de mayo, el periódico valesano La Liberté publica la famosa entrevista realizada a Monseñor Fellay, retomada por el DICI nº 8 en la que se lee: «aceptar los concilios no es un problema para nosotros. (…) Pareciera que desechamos todo Vaticano II. Sin embargo adherimos al 95%. A lo que nos oponemos es a un espíritu, a una actitud frente al cambio elevado como postulado: todo cambia en el mundo, por lo tanto la Iglesia debe cambiar».

En la Carta a los Amigos y Benefactores 60, (de ahora en más se cita CAB) Monseñor Fellay confirma su idea:
«Cuando afirmamos rechazar el Concilio, no entendemos rechazar totalmente la letra de todos los documentos conciliares, los cuales en su mayor parte contienen simples repeticiones de lo ya afirmado en el pasado; sino que combatimos el nuevo lenguaje, introducido en nombre del carácter pastoral del concilio».

Recordemos que la crítica del «espíritu del Concilio» es una posición que también aceptaba el Cardenal Ratzinger, es más, la hace suya.

Estas palabras pueden dar el fundamento a un acuerdo incluso «doctrinal», puesto que un espíritu, un lenguaje, una pastoral no constituyen el objeto doctrinal. Las críticas de la Fraternidad serían todas a la pastoral, al espíritu, al lenguaje, y no a la letra, de la cual, por otra parte, se acepta un 95%.

Benedicto XVI podrá reconocer en parte su pensamiento, él que defiende la letra del Concilio y condena las tendencias de un espíritu conciliar llevado adelante por los más progresistas.

AÑO 2002

Así llegamos al acuerdo de Campos, el 18 de enero de 2002, primera consecuencia grave de lo sembrado desde 1998.

Los que hoy nos acusan de criticar a la Fraternidad, tendrían que recordar lo que los Superiores, Sacerdotes y simples fieles de la FSSPX han dicho, y dicen aún, sobre los Padres de Campos.

El 9 de enero, Monseñor Fellay concedió una entrevista a Jacques Berset, de la agencia APIC, luego publicada en el nº 38 del DICI: «No quiero tomar posición a priori; juzgaremos a Roma en sus actos. El trato que les esté reservado será de gran importancia para nosotros. Si Campos es bien tratado, esto hará avanzar las cosas en lo que a nosotros respecta».

El 16 de enero, se emite un Comunicado de la Fraternidad San Pío X acerca de los sacerdotes de Campos: «Por primera vez, es concedida a la Tradición una estructura de tipo diocesano. Un obispo tradicional está ahora reconocido como tal, como plenamente católico (…)
Hay que considerar también que no ha sido hecha ninguna concesión substancial a nivel doctrinal
(…)
¿Cuáles serán a partir de ahora sus relaciones con Roma y con nosotros? Esto lo dirá el tiempo. La nueva situación creada servirá de test para el futuro».

¿Dónde está el problema, pues? Lo que la Fraternidad no admite es haber sido excluida de las negociaciones: «La Fraternidad San Pío X constata que este resultado es el fruto de una paz separada. Para obtenerlo, los sacerdotes de Campos han debido, de alguna manera, distanciarse de la Fraternidad».

En el DICI nº 44, del 1º de marzo de 2002, Monseñor Fellay escribe un editorial sobre la cuestión de Campos. Allí asume una posición muy diferente de la anterior: «Es la entrada en el pluralismo bajo apariencia de reconocimiento de parte de Roma lo que está impuesto, y no la vuelta de la Iglesia Conciliar a la Tradición».

¿A quién va a acusar de todo esto? Al Cardenal Castrillón Hoyos, con quien seguirá tratando a pesar de todo…: «La condición para realizar este nuevo prodigio ha sido expresada por el Cardenal Castrillón Hoyos, actor del acuerdo con Campos desde antes del comienzo de las discusiones en un artículo de 30 Giorni, primero en el otoño del 2000, luego en La Nef, y finalmente en Campos, durante una conferencia de prensa dada el 19 de enero de 2002″

El 5 de marzo 2002, Monseñor Fellay da una Conferencia en Kansas City, publicada por Nouvelles de Chrétienté N° 75, en junio de 2002:

A continuación, en la entrevista con el Cardenal, hablé del acuerdo de Brest-Litovsk, como un posible modelo para una solución. Brest-Litovsk es el acuerdo que hizo reintegrar a los ucranianos en la Iglesia Católica a principios del siglo XVII. Los ucranianos han dicho: «Está bien, estamos listos para venir a Roma, si ustedes nos toman tal como somos, con nuestra propia liturgia, nuestro idioma, nuestro propio calendario, nuestra propia disciplina, etc.» Y les ha sido concedido. Por eso, he hecho mención de Brest-Litovsk. El asistente Pontificio me dijo: «Si entiendo bien, ustedes desean mantener algunas de sus tradiciones». Dije: «¡No! ¡Todas! »

El 13 de enero, organizo una reunión de los cuatro obispos de la fraternidad. He invitado a Monseñor Rangel para reflexionar con nosotros sobre la propuesta formulada por Roma. Él estaba enfermo y envió un sacerdote de la Unión Sacerdotal para representarlo, el Padre Rifán. Hablamos durante todo el día sobre lo que íbamos a hacer con esta propuesta de Roma, tan inesperada. Estuvimos de acuerdo en que era necesario un signo de Roma que demostrase que realmente querían la Tradición.

La propuesta de una administración Apostólica para la Fraternidad San Pío X era interesante en sí misma, pero no era suficiente. Habíamos sido engañados tantas veces antes; necesitábamos algo que demostrase claramente que Roma quería realmente la Tradición.

Hay en el Vaticano un movimiento en favor de la Misa antigua, y queríamos aprovechar para pedir, en primer lugar, que la Misa Tridentina pueda ser celebrada por todos los sacerdotes en el mundo como un rito que nunca ha sido abrogado. En segundo lugar, como el Vaticano se había arreglado para marginarnos con esta excomunión que asusta a la gente, le pedimos que retracte el Decreto de excomunión.

Aquí, hicimos uso de la encíclica Ut Unum sint. El Papa explica por qué él levantó la excomunión de los Ortodoxos. Parafraseando su texto: «ustedes saben, es difícil dialogar en el marco de una tal condenación; entonces, la hemos levantado». Dijimos: «Ustedes desean dialogar con nosotros. Entonces, levanten la excomunión.» ¿Por qué no lo hacen? Lo han hecho para los Ortodoxos, ¡y no quieren hacerlo para nosotros!

¿Por qué hemos pedido a estos dos requisitos previos? Por varias razones. En primer lugar, es una cruel injusticia hecha a toda la Iglesia mantener la Misa Tridentina prohibida. Eliminar esta injusticia permitirá torrentes gracias sobre la iglesia. A continuación, nos queremos absolutamente ser considerados como un zoológico. Si somos los únicos a tener el permiso para celebrar la Misa Tridentina, estaríamos en un zoológico, es decir, un grupo separado. No queremos esto. La Misa Tridentina es la Misa de la Iglesia, no de un determinado grupo. Por lo tanto, insistimos en que todos los sacerdotes tengan la oportunidad de celebrarla.

Si Roma debiese declarar públicamente – como le pedimos hacer – que nunca ha sido abrogada la Misa Tridentina, sería una confesión pública de que la Misa Nueva no ha sido lo suficientemente fuerte como para eliminar la Misa Tridentina. Sería que una garantía para el futuro de que Roma nunca eliminará la Misa antigua. La línea popular que vine de Roma es que la Misa Tridentina es como una especie de complacencia. Es «tolerada sólo para una parte de la Iglesia. La autorización para rezarla es provisional, temporal».

Estas fueron las palabras del Cardenal Re en 1986. La Misa nueva, por lo tanto, es considerada la ley general de la Iglesia. Para evitar cualquier aislamiento y cualquier división, pedimos que la Misa antigua sea también la ley general. Sobre este punto, se desarrolló otra idea: hay una especie de identificación entre la Misa y la Fraternidad San Pío X. Si Roma es capaz de defender y luchar para defender la Misa antigua contra todos los ataques de los progresistas, pensamos que podría estar pronta para defender y luchar por la Fraternidad San Pío X.

CAB 62, 7 junio 2002

Pedimos en consecuencia y como condición previa un gesto concreto de la parte de las autoridades romanas: el reconocimiento de la no abrogación del rito tridentino y la anulación del Decreto de excomunión.

En la CAB 73, de octubre de 2008, Monseñor Fellay hará un RESUMEN:

Desde las primeras aproximaciones y proposiciones de solución por parte de Roma, es decir, desde inicios del año 2001, habíamos dicho claramente que la manera con que las autoridades eclesiásticas trataban los problemas presentados por aquellos que querían intentar la experiencia de la Tradición con Roma, no nos inspiraban confianza y que nosotros deberíamos lógicamente esperar vernos tratados como ellos cuando las relaciones se arreglaran. Desde ese momento, y para protegernos, pedimos acciones concretas que indicaran sin equívoco las intenciones romanas respecto de nosotros: la Misa para todos los sacerdotes y el retiro del decreto de excomunión. Estas dos medidas no eran reclamadas para lograr directamente un beneficio propio, sino más bien para volver a dar un espíritu tradicional dentro del Cuerpo Místico y así, indirectamente, ayudar a una sana aproximación entre la Fraternidad y Roma.

Las primeras respuestas no eran muy atractivas y confirmaban nuestros temores: no era posible acordar la libertad de la Misa porque, a pesar de la comprobación de que esta Misa nunca había sido abrogada, obispos y fieles pensaban que sería una desautorización de Pablo VI y de la reforma litúrgica… En cuanto a la excomunión, sería levantada en el momento del acuerdo.

A pesar de recibir esta negativa, nosotros no cortamos el hilo de tan difíciles relaciones, bien conscientes de que el asunto nos sobrepasa. No se trata de nuestras personas sino de una actitud que, durante siglos, fue la de todos los miembros de la Iglesia, y que también es nuestra, en oposición a ese nuevo espíritu, el llamado «espíritu del Vaticano II», que percibimos con evidencia que es el origen y la causa principal de las desgracias actuales de la Santa Iglesia. Desde entonces, el motivo fundamental de nuestra acción y de nuestras relaciones con las autoridades romanas, siempre fue hacer prudentemente todo lo posible para el retorno de la Iglesia a aquello de lo que ella no puede privarse sin ir al suicidio.

AÑO 2003

La CAB 63, del 6 de enero está consagrada a los Cambios en Campos.

Campos, por su mentor Monseñor Rifán, clama a todos los vientos que nada ha cambiado, que los sacerdotes de la Administración Apostólica permanecen tan tradicionales como antes, y es lo esencial de lo que les ha sido concedido y la razón de su adhesión a la propuesta romana: la ratificación de la posición tradicional.

He aquí lo que, de nuestra parte, hemos podido comprobar. Cabe señalar, en primer lugar, que no somos ignorantes que en una disputa el hombre tiende a tomar como verdad lo que va en detrimento de su vecino. Existen ciertamente falsos ruidos que circulan respecto de nuestros antiguos amigos tales como: «Monseñor Rifán ha celebrado la Nueva Misa» o «Campos ha abandonado todo».

Es importante para la historia y para nuestra conducta apoyarse sobre una verdad lo mejor establecida posible. He aquí, por lo tanto, un cierto número de elementos de esta naturaleza:

1. En el sitio de Internet de Campos se expone la posición de Campos sobre la cuestión candente del ecumenismo.

Ahora bien, sobre esta cuestión se afirma la adhesión al Magisterio tanto del pasado como del presente. Hay citas de Mortalium animos de Pío XI, junto con Redemptoris missio de Juan Pablo II. Es evidente que se ha hecho una elección: se citan pasajes tradicionales, no se dice una palabra de los otros, de los que introducen perspectivas completamente diferentes sobre la cuestión. Se puede leer: «Como somos católicos, no tenemos doctrina propia y especial. Nuestra doctrina es exclusivamente la del Magisterio de la Iglesia, del cual publicamos extractos de algunos documentos antiguos y nuevos que se refirien principalmente a algunos puntos de la doctrina católica que hoy corren un mayor riesgo.»

2. Esta actitud de duplicidad implícita se convirtió como en la norma de la nueva situación en la que se encuentran: han subrayado los puntos del actual pontificado que parecen ser favorables, se pasa bajo un silencio reverencial lo que no va… Se puede decir todo lo que se quiera: pero el 18 de enero de 2002, en Campos no hubo un reconocimiento unilateral de Campos por Roma, como afirman algunos, sino una contrapartida: la complicidad del silencio. Y de hecho ¿cómo podría ser de otra manera? Es evidente que ahora Campos tiene algo que perder y tienen miedo de perder ese algo, y para no perderlo, es el camino del compromiso el que fue elegido. «Nosotros, brasileños, somos hombres de paz. Ustedes, franceses, ustedes siempre pelean.»

Para tener la paz con Roma, hay que dejar de luchar. No se mira más la situación general de la Iglesia, simplemente se satisface del gesto romano a un grupo muy pequeño de 25 sacerdotes para decir que la situación de necesidad ya no existe en la Iglesia, porque con la concesión de un obispo tradicional se creó una nueva situación jurídica… Por un árbol se ha olvidado el bosque.

3 Monseñor Rifán, durante un breve paso por Europa, fue a visitar a Dom Gérard, a quien presentó sus disculpas. En una conferencia a los monjes de la abadía, expuso la existencia de dos fases en la vida de Monseñor de Castro Mayer: la primera sería la de un obispo dócil y respetuoso de la jerarquía, la segunda, después de 1981, la de un hombre de iglesia mucho más duro… «Hemos elegimos al primero», dijo a los monjes, algunos de los cuales se sorprendieron por esas palabras; uno de ellos dejará el monasterio para unirse a nosotros.

4. En este contexto, la Nueva Misa encuentra su cuenta. Se abandonan las 62 razones que rechazan la Nueva Misa, se piensa que si ella es bien celebrada, es válida… (cosa que nadie niega entre nosotros, pero no está allí el problema). Ya no se dice más que no hay que asistir a ella porque es mala, peligrosa… En la prueba de su posición sobre la Misa, Monseñor Rifán dijo: «Por lo tanto, rechazamos a aquellos que quieren usar la Misa tradicional como una bandera para contestar o ultrajar a la autoridad jerárquica de la Iglesia legítimamente constituida.» Adherimos a la Misa tradicional, no con un espíritu de contradicción, sino como una expresión clara y legítima de nuestra fe católica (…)».

Esto lleva a pensar en una palabra de cardenal: «Ustedes están por la Misa Antigua, la Fraternidad San Pedro está en contra de la Nueva. Esto no es lo mismo.» Este argumento justifica la acción de Roma contra el Padre Bisig al mismo tiempo que los acercamientos favorables hacia la Fraternidad San Pío X. Esta curiosa distinción se está convirtiendo en realidad, y por ese camino se compromete Campos: por la Antigua, pero no contra la Nueva. Por la Tradición, pero no contra la Roma moderna. «Sostenemos que el Concilio Vaticano II no puede estar en contradicción con la Tradición», acaba de declarar Monseñor Rifán a una revista francesa, Familia Cristiana.

Y sin embargo, de este Concilio, un famoso Cardenal dijo que fue el 89 en la Iglesia.

Poco a poco y de esta forma no se sigue luchando y se acaba por aceptar la situación. De hecho en Campos se conserva todo lo que es realmente tradicional, es cierto, y por lo tanto los fieles no ven cambio alguno, excepto los más avispados que observan una tendencia a hablar más frecuente y respetuosamente de las declaraciones y acontecimientos actuales que se dan en Roma, omitiendo las advertencias de tiempos pasados y sin comentar las desviaciones de hoy en día; el peligro mayor está en habituarse a esta situación y no intentar ya poner remedio.

En cuanto a nosotros, antes de lanzarnos, queremos la certeza de la voluntad de Roma de sostener la Tradición, las pruebas de una conversión.

Muchas de estas palabras de reprobación podrían ser retomadas y ser aplicadas a la situación de la FSSPX, al menos desde mayo de 2005.

Si esto se hiciera, aparecerían los clamores en defensa de la FSSPX y la condena contra los opositores… Ya se sabe, cuando es la FSSPX la que censura y condena, todo está en orden…

AÑO 2004

Entrevista de a Monseñor Fellay de Nouvelles de Chrétienté Nº 87, mayo-junio de 2004:

¿Cómo ve este retiro de la excomunión?

Monseñor Fellay: Lo que se ha hecho para los ortodoxos podría aplicarse con mayor razón a nosotros. Roma ha levantado la excomunión que los castigaba sin que hayan cambiado su actitud ante la Santa Sede. ¿No podría tomarse la misma medida respecto de nosotros, que nunca nos hemos separado de Roma y siempre hemos reconocido la autoridad del Soberano Pontífice tal como se define por el Concilio Vaticano I?

Este retiro del Decreto de excomunión crearía un nuevo clima, indispensable para seguir adelante. Permitiría, entre otras cosas, a sacerdotes y fieles perseguidos ver que su apego a la Tradición no es culpable, sino que ha sido motivado por todos estos escándalos litúrgicos graves que Redemptionis sacramentum destaca de forma muy precisa, sin tener en cuenta, sin embargo, la causa, que es sin duda la liturgia reformada.

18 de junio de 2004, CAB 66:

Recientemente hemos pedido oficialmente el retiro del Decreto de excomunión como un primer paso concreto por parte de Roma. Esto cambiaría el clima y podríamos ver mejor como se desarrollan las cosas.

COMO CONSECUENCIA DE ESTA CARTA COMIENZA MI CORRESPONDENCIA CON LAS AUTORIDADES DE LA FSSPX.

En mi Carta de Dimisión digo:

«Fue en julio de 2004 que decidí intervenir ante mis Superiores. En efecto, como puede comprobarse en mi Apelación (ver Anexo I), cuando Monseñor Bernard Fellay anunció en junio de 2004 que había pedido a Roma «oficialmente el retiro del Decreto de Declaración de las excomuniones» envié la misma carta a siete de mis Superiores (los cuatro Obispos, el Primer Asistente, el Ecónomo General y el Secretario General) para señalarles que ese pedido implicaba la aceptación de las excomuniones y de que, tarde o temprano, íbamos a terminar por aceptar lo inaceptable: el levantamiento de las mismas.

Monseñor Fellay y Monseñor Tissier de Mallerais se contentaron con responder que sólo se trataba de una «imprecisión de lenguaje».

Tres cartas importantes a dichos Obispos, incluyendo un trabajo canónico sobre la cuestión (ver resumen en el Anexo II), ni siquiera merecieron respuesta. ¿Cómo entender que se quiera disputar doctrinalmente con la Roma Conciliar y no se otorgue una respuesta a un miembro de la Fraternidad?»

AÑOS 2005-2006

Comunicado por la elección de Benedicto XVI, 19 de abril de 2005:

En nombre de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, Monseñor Bernard Fellay, Superior General, saluda el acceso del Cardenal Joseph Ratzinger al Supremo Pontificado.

Él ve allí un halo de esperanza de salir de la profunda crisis que sacude a la Iglesia Católica, crisis de la cual algunos aspectos han sido señalados por el ex Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y muy recientemente en su predicación del Via Crucis para el Viernes Santo.

Monseñor Fellay implora a Nuestro Señor Jesucristo, Cabeza del Cuerpo de Místico, para que la Tradición bimilenaria de la Iglesia, olvidada y dejada de lado a lo largo de los últimos cuarenta años, finalmente encuentre su lugar durante este Pontificado, y que la Santa Misa tradicional sea restablecida sin restricciones en todos sus derechos.

Por último, el Superior General asegura al Sucesor de Pedro, Benedicto XVI, sus oraciones y las de toda la Fraternidad Sacerdotal San Pío X en la gran tarea que le espera para la restauración de todas las cosas en Cristo.

Comunicados de prensa al término de la entrevista de Benedicto XVI con Monseñor Fellay

De la Fraternidad San Pío X, 29 de agosto de 2005:

En el día de hoy, Monseñor Bernard Fellay, Superior General de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, ha sido recibido por Su Santidad Benedicto XVI en su residencia de Castelgandolfo. Al finalizar la audiencia, Monseñor Fellay ha hecho la siguiente declaración:

El encuentro ha durado unos 35 minutos y se ha desarrollado en un clima de serenidad.

La audiencia ha sido la ocasión para la Fraternidad de manifestar que siempre ha estado unida, y siempre lo estará, a la Santa Sede, la Roma eterna.

Se han abordado las serias dificultades, ya conocidas, en un espíritu de gran amor por la Iglesia.

Hemos llegado a un consenso respecto al hecho de proceder por etapas en la resolución de los problemas.

La Hermandad de San Pío X eleva sus plegarias para que el Santo Padre tenga la fortaleza de acabar con la crisis de la Iglesia «restaurando en Cristo todas las cosas.»

Notemos que se habla de «la Santa Sede, la Roma eterna», y no hay ninguna referencia del rechazo de la Roma anticristo, modernista y liberal…

De la Agencia de Prensa del Vaticano:

La entrevista se desarrolló en un clima de amor por la Iglesia y del deseo de llegar a la plena comunión. Bien conscientes de las dificultades, han manifestado la voluntad de proceder por etapas y en plazos razonables.

Destaquemos que ya en agosto de 2005 se habla de proceder por etapas…

Declaraciones del Cardenal Castrillón Hoyos

30 Giorni, de septiembre de 2005:

Desgraciadamente, Monseñor Lefebvre ha mantenido su decisión de consagrar obispos, y esto ha creado por lo tanto esta situación de desunión, incluso si no se trata formalmente de un cisma.

Canal 5, de la televisión italiana:

No estamos frente a una herejía. No puede decirse en términos correctos, exactos, precisos que hay un cisma; Hay, en el hecho de consagrar obispos sin el mandato pontifical, una actitud cismática. Ellos están al interior de la Iglesia. Existe solamente este hecho de que falta una plena, una más perfecta –como esto ha sido dicho durante el encuentro con Monseñor Fellay– una más plena comunión, porque la comunión existe.

Estas declaraciones han sido ampliamente utilizadas, sin ningún tipo de réplica, distinción NI aclaración.

Políticamente convenía que el gran público supiese que el Cardenal había dicho: «No se trata formalmente de un cisma. Ellos están al interior de la Iglesia».

Nouvelles de Chrétienté Nº 97, de enero-febrero de 2006, publica una Conferencia de Monseñor Fellay, del 11 de diciembre de 2005, en la que narra su entrevista con Benedicto XVI:

En la audiencia, para resumirla, el Papa comenzó por preguntar al Cardenal Castrillón que estaba presente: ¿Dónde estamos? ¿Cuál es el estado de cosas? Y el Cardenal respondió: Muy Santo Padre, todo está en orden. No hay más problemas, usted no tiene más que resolver, hacer la sanatio, y todo está en orden.

[Cinco años más tarde, conocimos las explosivas revelaciones que se desprenden de un artículo escrito por Brian McCall y publicado en The Remnant, el 20 de octubre de 2010:

Monseñor Fellay contó mas detalles de su reunión inicial con Su Santidad. La reunión que incluyó al Cardenal Castrillón Hoyos, al Santo Padre, al obispo Fellay y al padre Schmidberger.

El Papa le preguntó al Cardenal Castrillón «En qué estado están las cosas». El Cardenal respondió: Hoy puede Ud. reconocer a la Fraternidad de San Pío X. Ya le envié un documento que haría esto.

El Papa respondió que ya había recibido el documento y lo había enviado al Consejo para la Interpretación de los Textos Legislativos para que determinara si estaba «de acuerdo con la Iglesia».

Monseñor Fellay señaló que debería haber contenido algo inusual, si necesitaba ser examinado. Sin embargo, por alguna razón, el Papa fue evidentemente bloqueado y al punto, este documento —preparado por el Cardenal Castrillón Hoyos y en principio aprobado por el Papa (y enviado para un estudio técnico) — no ha visto la luz del día. ¿Por qué?]

A continuación, el Papa me hizo la misma pregunta y tuve que frenar un poco diciendo: muy Santo Padre, estoy totalmente de acuerdo con su percepción de la situación de la Iglesia cuando usted dice que es una tragedia, y una de las manifestaciones de esta tragedia es que la vida tradicional es imposible en la Iglesia Oficial.

No necesitaba ir demasiado lejos para los ejemplos para explicar al Santo Padre que esta simple vida Católica ya no es posible. En primer lugar debemos hacerla posible antes de llegar a un acuerdo cualquiera.

Y en momento es propuse la idea de proceder por etapas.

Evidentemente, nuestra percepción de las cosas es un poco diferente de la de Roma.

Cuando decimos que es necesario proceder por etapas, esto quiere decir: para que la Iglesia vuelva a la Tradición, para que la Iglesia vuelva a ser lo que era, sencillamente.

Sería agradable si todo se hiciese en un instante, pero en general cuando hay hombres, esto pone mucho más tiempo, esto pasa precisamente por una serie de etapas.

De parte de Roma están dispuestos para hablar de etapas, pero en otro sentido: que la Fraternidad reintegre por etapas la Iglesia.

Esto no es exactamente lo mismo, es cierto, pero hay algún terreno común donde puede decirse a Roma: reintroducid la Misa, dejad esta libertad a la Misa, suprimid esta aureola de apestados, puesto que esto podrá hacer bien a la Iglesia.

Lo propusimos desde el principio, no sé si recuerdan, a principios del 2000. Dijimos a Roma: antes de discutir, antes de ir más allá, son necesarias condiciones previas.

Estos requisitos previos, propusimos dos: era la libertad de la Misa, libertad para todos los sacerdotes, que ya tenemos, no es para nosotros. Y, como siempre se utiliza esta excomunión como un espantapájaros para asustar a la gente y para limitar la el bien que se puede hacer, que eliminen este espantapájaros.

Hasta ahora, Roma siempre había rechazado.

Pienso que con el nuevo Papa están reflexionando. Creo que Roma no excluye más la idea que habíamos propuesto al principio, que era de crear una nueva situación para la Fraternidad donde ella no sería comprometida absolutamente en nada respecto de las novedades.

Seguimos como somos, pero podría decirse que, libres de estas etiquetas que asustan. Diciendo a Roma: mientras tanto, ustedes nos miran hacer.

Ustedes no se comprometen a nada tampoco, ustedes miran y dejan esta libertad de la Misa. ¿Por qué? Porque es un derecho.

Pero en esta Conferencia, con el prurito de afirmar la perpetuidad de la Iglesia visible (lo cual es verdad), Monseñor Fellay llega a decir que la Roma actual es la guardiana de la Fe.
¡Y pretendiendo usar la declaración de Monseñor Lefebvre de 1974 dándole el sentido opuesto a lo que había dicho Monseñor!:

Un primer principio de adhesión a la fe católica, Monseñor Lefebvre lo expresó de una manera admirable el 21 de noviembre de 1974, y se puede decir que aún hoy es nuestra carta: «Adherimos de todo corazón, con toda nuestra alma a Roma Católica, guardiana de la fe católica y de las tradiciones necesarias para el mantenimiento de esta fe, la Roma eterna, maestra de sabiduría y de verdad».

Adherimos de todo corazón a este texto.

«A la Roma católica» quiere decir algo. Esta Roma católica no es una abstracción. ¡Tengamos mucho cuidado! No es una abstracción, es una realidad.

Cuando Monseñor dice: «Adherimos a la Roma católica», eso quiere decir la Roma católica de hoy. No es simplemente la adhesión a la Roma de Miguel Ángel o la Roma de San Pedro. Es la Roma que existe hoy, con las características siguientes: aquella que es católica, la que es guardiana de la fe, la que mantiene esta fe, esta Roma eterna.

¿En qué piensa y qué quiere transmitir Monseñor Fellay al decir Cuando Monseñor dice: «Adherimos a la Roma católica», eso quiere decir la Roma católica de hoy?

Recordemos que en agosto de ese 2005 había declarado: La audiencia ha sido la ocasión para la Fraternidad de manifestar que siempre ha estado unida, y siempre lo estará, a la Santa Sede, la Roma eterna.

La duda crece cuando se sabe que tres años más tarde dirá: Algunos, para facilitar las cosas, hacen una identificación entre la Iglesia Oficial y la Iglesia Modernista. Pero es un error, porque hablamos de una realidad concreta.

COR UNUM N° 83, febrero de 2006:

El 15 de noviembre, me encuentro con el Cardenal Castrillón en sus apartamentos. Estaba acompañado por dos secretarios. El Padre Nély se unió a mí. El debate duró aproximadamente dos horas y fue seguido por una comida, como es su costumbre, de aproximadamente la misma longitud.

Este debate ha sido uno de los más interesantes que hemos tenido hasta ahora. Hemos podido desarrollar nuestras objeciones, presentando con mayor precisión lo que esperamos de Roma: desconfiamos de Roma, y si Roma quiere arreglar las cosas, debe comenzar con la recuperación de la confianza; esto no puede hacerse sino a través de actos concretas, las palabras no son suficientes.

Estos actos son, de una parte la condenación de los errores, el comportamiento tanto litúrgico como disciplinario.

Por otro lado, y más positivamente, la Iglesia no saldrá de la crisis si ella no favorece nuevamente la vida católica tradicional en toda su amplitud: educación (doctrina, fe, escuelas católicas), liturgia tradicional necesaria para reorientar la Iglesia de Nuestro Señor, el sacrificio y el espíritu de sacrificio, la moral y la disciplina, la vida religiosa, etc.

Y por último, respecto de la Fraternidad, necesidad de presentar la Fraternidad de manera positiva y disipar el espectro de horror (excomunión, cisma, etc.) con el que la Iglesia oficial nos disfraza de forma habitual.

En otras palabras, pedimos el retorno a la Tradición de la Iglesia oficial.

En febrero de 2006 Monseñor Fellay sostenía que la Iglesia Oficial no poseía la Tradición. De donde se puede deducir que para él la Iglesia Oficial y la Iglesia Conciliar, o la Iglesia Modernista, eran una misma cosa. Es importante retener esto, porque en febrero de 2009 afirmará otra cosa; y a quienes sostengan la identidad entre Iglesia Oficial y la Iglesia Conciliar se los acusará de sedevacantistas.

(…) A continuación de este prolongado debate, el Cardenal dijo: «Todos estos puntos que ustedes describen no hacen que ustedes estén fuera de la iglesia; por lo tanto, están en la iglesia. Lo invito a escribir una carta al Soberano Pontífice solicitando el levantamiento de la excomunión. No hay necesidad de demostrar un sentimiento de culpa, pero un acto de humildad sería bienvenido».

En otras palabras, por primera vez, Roma da la impresión a embarcarse en la ruta que hemos propuesto desde el 16 de enero de 2001, es decir, pasar a través de la fase de los requisitos previos. Hasta ahora siempre hemos obtenido un rechazo. Habíamos preconizado una situación de «intermedia» en la cual no se hablaría de excomunión, donde la Misa sería libre y eso es todo.

Esto nos dará la oportunidad de acción y de influencia en las almas de la buena voluntad más grande que en la actualidad. Pero he indicado que esta apertura de Roma debe proceder sin compromiso por nuestra parte.

DICI 130. Sermón del 2 de febrero de 2006:

A continuación de este prolongado debate, el Cardenal dijo: «Todos estos puntos que ustedes describen no hacen que ustedes estén fuera de la iglesia; por lo tanto, están en la iglesia. Lo invito a escribir una carta al Soberano Pontífice solicitando el levantamiento de la excomunión.».

Desde entonces, hemos quedamos allí, porque obviamente no pediremos que sea levantado algo que no reconocemos. Siempre nos hemos negado a reconocer la validez de estas excomuniones, por lo tanto, no podemos pedir que sea levantado algo que no existe. Y aun antes de realizar este acto, hemos pedido el retiro del Decreto de excomunión, su anulación; pero incluso decir «anular» significa ya que se reconoce algo. Lo pedimos desde el principio; fue uno de los requisitos que habíamos puesto. Y por primera vez, Roma parece tomar este camino que le habíamos propuesto en el año 2000.

DICI, 25 de marzo de 2006. Entrevista a Monseñor Fellay:

DICI: Monseñor, desde el principio de sus entrevistas con Roma, hace cinco años, usted propuso dos requisitos previos antes de cualquier discusión doctrinal. Se trata de la libertad para cada sacerdote católico de celebrar la Misa Tridentina y el retiro del Decreto de excomunión contra los obispos de la Fraternidad. ¿Por qué estos requisitos previos? ¿Esto no es una maniobra dilatoria para ganar tiempo para tranquilizar a los sacerdotes o fieles preocupados por una eventual reconciliación? ¿No corre el riesgo de perder una oportunidad inesperada para la reconciliación?

Monseñor Fellay:
Todas estas consideraciones políticas, yo diría incluso todos estos cálculos políticos son ajenos al espíritu de las conversaciones que ha tenido la Fraternidad con Roma desde que Monseñor Lefebvre las emprendió.

Los requisitos previos que propuse tienen por fin crear un nuevo clima en la Iglesia oficial. Sería un primer paso para hacer posible de nuevo la vida católica tradicional.

(…) Los dos requisitos previos apuntan, más allá de los fieles tradicionales, al bien de toda la Iglesia. Se trata de permitir a la Tradición reencontrar su derecho en la Iglesia y hacer sus pruebas sobre el terreno. Es así que podemos ayudar a Roma a solucionar la crisis en la Iglesia. Estos dos requisitos previos trabajan – según la expresión de los teólogos – como un removens prohibens, ellos deben quitar los interdictos que impiden a la Tradición actuar prácticamente, pastoralmente.

La Misa tradicional, dejando de estar bajo libertad vigilada, y el ministerio de los sacerdotes tradicionales, no estando rodeado de una sospecha de excomunión, se podría ver la experiencia de la Tradición en obra.

En esta fase experimental, que debería durar todo el tiempo necesario para una evaluación justa de los resultados, ningún compromiso sería tomado ni por Roma ni por la Fraternidad. Pero al final Roma podrá juzgar el trabajo realizado por los sacerdotes tradicionales. Y he dicho que la Fraternidad San Pío X está dispuesta a dar la bienvenida a los visitadores romanos que podrán evaluar su labor apostólico en el mismo lugar.

Carta a los fieles sobre el Capítulo General,
16 de julio:

El Capítulo ha decidido unánimemente hacer la declaración que ponemos en anexo.

En esta misma dirección, me encarga que les transmita un proyecto ambicioso.

La Fraternidad tiene intención de presentar al Sumo Pontífice un ramillete espiritual de un millón de rosarios para fines del mes de octubre, mes del Rosario.

Hay que rezar los rosarios por las siguientes intenciones:

1) Para que el Cielo le conceda al Papa Benedicto XVI la fuerza necesaria para liberar completamente la Misa de siempre, llamada de San Pío V.

2) Por el restablecimiento de la Realeza social de Nuestro Señor Jesucristo.

3) Por el triunfo del Corazón Inmaculado de María.

En la mencionada Declaración del Capítulo General, se detallan los dos prerrequisitos:

La libertad plena y sin condiciones para la Misa tridentina.

El retiro del Decreto de excomunión de los cuatro obispos de la Fraternidad.

Ya sabemos lo que se ha obtenido respecto de la Santa Misa Católica del Rito Romano.

Pero cabe preguntar, ¿cómo se pretende la rehabilitación de Monseñor Marcel Lefebvre y de Monseñor Antonio de Castro Mayer, si se ha pedido (y no sabemos qué) solamente para los cuatro obispos de la Fraternidad?

AÑO 2007

Comunicado de prensa del Superior General la fraternidad San Pío X, 7 de julio de 2007.

Por el Motu Proprio Summorum Pontificum, el Papa Benedicto XVI ha restablecido en sus derechos la misa tridentina, afirmando con claridad que el Misal Romano promulgado por San Pío V nunca ha sido abrogado.

La Fraternidad Sacerdotal San Pío X se alegra de ver que la Iglesia recupera así su Tradición litúrgica, dando a los sacerdotes y a los fieles que habían sido privados de ella hasta ahora, la posibilidad de acceder libremente al tesoro de la misa tradicional, para gloria de Dios, el bien de la Iglesia y la salvación de las almas.

La Fraternidad San Pío X expresa al Sumo Pontífice su vivo reconocimiento por este gran beneficio espiritual.

La carta que acompaña al Motu Proprio no oculta, sin embargo, las dificultades que perduran todavía. La Fraternidad San Pío X expresa el deseo de que el clima favorable instaurado por las nuevas disposiciones de la Santa Sede permita –después que se retire el decreto de excomunión que sigue recayendo sobre sus obispos– abordar con más serenidad los puntos doctrinales en litigio.

Lex orandi, lex credendi, la ley de la liturgia es la de la fe. En la fidelidad al espíritu de nuestro fundador Monseñor Marcel Lefebvre, el aferramiento de la Fraternidad San Pío X a la liturgia tradicional está indisolublemente unido a la fe que se ha profesado «siempre, en todas partes y por todos».

Carta a los fieles, 7 de julio de 2007:

El Motu Proprio Summorum Pontificum, del 7 de julio de 2007, restablece la Misa Tridentina en su derecho. Está claramente reconocido que ella no ha sido nunca abrogada.

(…) No hay ninguna duda de que este reconocimiento del derecho de la misa tradicional sea el fruto de muchísimos rosarios rezados a Nuestra Señora en nuestra cruzada del Rosario en octubre último; sepamos ahora expresarle nuestra gratitud.

Más allá del restablecimiento de la misa de San Pío V en su buen derecho, es importante estudiar las medidas concretas promulgadas por el Motu Proprio y la justificación dada por Benedicto XVI en su carta de acompañamiento.

(…) La Carta de acompañamiento del Motu Proprio da las razones del Papa. La afirmación de la existencia de un único rito bajo dos formas – ordinaria y extraordinaria – iguales en derecho, y especialmente el rechazo de una celebración exclusiva de la liturgia tradicional, pueden ciertamente interpretarse como la expresión de una voluntad política de no irritar a las conferencias episcopales, abiertamente en contra de la liberalización de la Misa Tridentina. Pero también se puede ver allí una expresión de la «reforma de la reforma» deseada por el Papa o, como él mismo dice en la Carta, la misa de San Pío V y la Pablo VI se fecundarían mutuamente.

The Remnant, 10 de julio:

Sin embargo, esto no significa que todo es perfecto, especialmente cuando miramos el Motu proprio a través de la Carta a los Obispos. Esta Carta sigue siendo, si se me permite decirlo así, el lenguaje habitual del Vaticano. Es muy lamentable. Hay cosas interesantes en esta Carta, como el pasaje donde el Papa dice que esto es por razones de reconciliación dentro de la Iglesia; Esto significa que no estamos fuera de la iglesia. Es muy interesante.

Sin embargo, esta Carta debe entenderse como una carta de carácter político, que representa sin duda el pensamiento personal de Benedicto XVI, aunque ella tenga pasajes lamentables, especialmente cuando él insiste en la necesidad de reconocer el valor y la santidad de la Nueva Misa. Él quiere jugar en dos tableros a la vez. Y los Obispos modernos, que son progresistas, saltarán inmediatamente cuando la oportunidad se presente para tratar de desmantelar el Motu proprio.

Tenemos un argumento aún mejor en la Carta del Papa adjunta al Motu proprio sobre la Misa, donde el Santo Padre dice que es un asunto interno de la Iglesia Católica. En la iglesia, pues. Esto dice claramente que no es cuestión de cisma. Es una disputa interna que llama a una reconciliación al interior de la Iglesia. Estas son las palabras mismas del «patrón». Nuestro Papa dice que no se trata de un cisma.

Sermón en Villepreux, con ocasión de la Jornada de la Tradición:

Lo esencial se encuentra en una pequeña frase poco: la Misa no ha sido abrogada.

Lo que significa que esta Misa Tradicional ha perdurado. Ella siguió siendo una ley de la Iglesia a pesar del desorden litúrgico que se produjo tras el Concilio.

(…) Esta Misa no ha sido abrogada, esto significa que se ha mantenido y sigue siendo la ley universal de la iglesia.

Por supuesto, esto plantea todo tipo de problemas, porque normalmente hay un solo rito. Ahora, en los hechos la Iglesia oficial se encuentra con dos ritos, con dos leyes universales sobre la manera de rendir el culto a Dios.

Entonces, las autoridades romanas inventan una extraña explicación. Por supuesto, no estamos de acuerdo con esta explicación, porque se siente bien que esto no tiene fundamento.

Era necesario encontrar una astucia, y es así que hablan de un modo ordinario y de un modo extraordinario de un mismo rito. Pero esto no funciona.

Cualquiera que observa atentamente estos dos modos, ve bien que no es el mismo rito. ¡Es obvio!

Pero se adivina que habiendo afirmado y mantenido el principio de la no abrogación de la Misa Tradicional, Roma intenta explicar cómo ahora hay dos misas.

(…) La situación actual de la Misa Tridentina no cambia mucho en los hechos respecto de lo que existía anteriormente, incluso si el derecho ha sido reafirmado. Pero este derecho es capital.

Si la autoridad suprema mantiene, garantiza este derecho reconocido, podemos estar seguros de que en un momento la Misa Tradicional será restablecida concretamente.

Porque el simple hecho de dar una igualdad de derecho a las dos misas llevará a que una suplante a la otra, porque una no prevalece ante la otra.

CAB 71, 1° de noviembre:

La sutil e inhábil distinción entre forma ordinaria y extraordinaria de un mismo rito en relación a la nueva y la antigua Misa no inducirá a equívoco a persona alguna. La evidencia salta a la vista en esta materia. Lo que hay que retener es la afirmación de la perennidad de la Misa como ley universal de la Iglesia católica.

Todas estas citas del año 2007 demuestran que se trataba de ocultar la distinción entre forma ordinaria y forma extraordinaria; y como no se podía, se buscaba desvirtuarla.

Pero hay más, esta distinción, no astuta, sutil o torpe, sino blasfema y demoníaca, fue conocida mucho antes de que el Motu proprio viera la luz.

Sin embargo, nada se hizo para impedirlo. Consideremos seis textos:

DICI 94, octubre de 2004:

Entrevista del Presidente de Una Voce Internacional con el Cardenal Castrillón Hoyos.

El Presidente resume la visita al Cardenal Castrillón Hoyos:

El 13 de marzo, estaba en Roma donde tuve la ocasión de hacer la vuelta por los dicasterios del Vaticano.

Encontré a Su Eminencia, el Cardenal presidente de la Comisión Ecclesia Dei. (…) El Cardenal nos recibió muy cordialmente y nos consagró una hora entera. Destacó que él apreciaba el antiguo rito, que él mismo había celebrado de 1952, fecha de su ordenación, hasta 1965.

El Cardenal rechazó la opinión que considera el antiguo rito como un rito separado, como, por ejemplo, el rito bizantino o el rito armenio.

«Sólo hay un único rito romano» insistió, «y este rito romano tiene distintas formas«.

Así, pues, según su modo de ver, el antiguo rito no es un rito propio, pero el antiguo y el nuevo son dos formas de uno sólo y mismo rito.

Cor Unum Nº 85, Monseñor Fellay, octubre de 2006:

Mientras se nos anuncia la llegada de un motu proprio, que sustituiría el de 1988 para dar aún más libertad a la Misa, un derecho igual a la nueva misa, mientras que el Instituto del Buen Pastor indica orgullosamente a su «derecho exclusivo» a la antigua misa, el firmante del decreto de erección, Mons. Perl, va al Barroux para fustigar a los sacerdotes refractarios a la nueva misa y empujarlos a ella.

Homilía de Monseñor Fellay para los 30 años de la restitución de la iglesia Saint-Nicolas-du-Chardonnet, domingo 18 de febrero de 2007. DICI del 10 de marzo de 2007:

Se dice, y se puede pensar que es así, que Benito XVI quiere volver a dar a la Iglesia el culto tradicional. A pesar de muchas vacilaciones, a pesar de oposiciones feroces, no abandonó su proyecto que debería un día comunicársenos en forma de un motu proprio.

¿Cuándo llegará eso? No sabemos nada.

¿Cuáles son las disposiciones de este texto? No sabemos nada.

Según lo que se nos dice, se podría esperar encontrar una igualdad de derecho entre la antigua y nueva misa.

Obviamente no es suficiente. Pero es un primer paso. Y probablemente, humanamente hablando, un paso necesario.

Benedicto XVI y los tradicionalistas (Padre Grégoire Celier – O. Pichon. Libro editado en febrero de 2007; página 201):

Según los ruidos autorizados que han corrido estos últimos meses, Roma consideraría ahora que, del único rito romano, existe una forma ordinaria (la nueva liturgia) y una forma extraordinaria (la liturgia tradicional) ambas teniendo derecho de ciudadanía.

Intervención del Cardenal Castrillón Hoyos en la V Asamblea de los obispos de América Latina, el 18 de mayo de 2007:

El Santo Padre piensa que llegó el tiempo de facilitar, como lo había querido la primera Comisión Cardenalicia en 1986, el acceso a esta liturgia, haciendo de ella una forma extraordinaria del único rito romano.

Nouvelles de Chrétienté Nº 106, julio-agosto de 2007:

Pregunta: Monseñor, aunque el Motu proprio, que debe dar alguna libertad a la misa tridentina, se haga esperar, ¿piensa usted, a la luz de las declaraciones recientes del Cardenal Castrillón Hoyos a los obispos de Sudamérica, que esta libertad corresponderá a esto que usted espera como primer preliminar en el marco de sus debates con Roma?

Respuesta:
Si se lee el texto del Cardenal Castrillón, afirma apenas – pero no es poco – una igualdad de ritos.

Uno extraordinario, y el otro, la nueva misa, es considerada como el modo ordinario.

En esta distinción, el modo extraordinario es un poco disminuido, como dejado de lado.

Se lo saca del armario para algunas ocasiones, y se encarniza a afirmar: «No es en absoluto una vuelta atrás, no es un cuestionamiento de la reforma litúrgica», se toman todas las advertencias oratorias para desactivar el argumento que diría que el papa actual está descartando la nueva misa.

Quiero insistir en el hecho de que hasta el presente, de modo reiterado y porfiado, se afirma que la Misa Tradicional no ha sido abrogada, y punto.

De este modo se adultera el texto oficial que dice (los destacados son míos):

El Misal Romano promulgado por Pablo VI es la expresión ordinaria de la «Lex orandi» de la Iglesia católica de rito latino.

El Misal Romano promulgado por San Pío V y reeditado por el bienaventurado Juan XXIII debe considerarse como la expresión extraordinaria de la misma «Lex orandi» y gozar del respeto debido por su uso venerable y antiguo.

Estas dos expresiones de la «lex orandi» de la Iglesia no inducen ninguna división de la «lex credendi» de la Iglesia; son, de hecho, dos usos del único rito romano.

Por eso es lícito celebrar el Sacrificio de la Misa según la edición típica del Misal Romano promulgada por el bienaventurado Juan XXIII en 1962, y nunca abrogada, como forma extraordinaria de la Liturgia de la Iglesia.

Leamos los siguientes textos:

CAB 71:
La misa tradicional jamás estuvo abrogada. ¡Qué alegría, queridos fieles, llenó nuestros corazones el anuncio del Motu Proprio de Benedicto XVI el 7 de julio! Vemos una respuesta del cielo a nuestra cruzada de rosarios.

CAB 72:
El Motu Proprio «Summorum Pontificum», que reconoció que la Misa tridentina jamás había sido abolida.

Carta del 31 de enero de 2009 a los sacerdotes de la FSSPX: El 7 de julio de 2007, por el Motu proprio Summorum Pontificum, Benedicto XVI reconoció que la Misa de siempre nunca había sido abrogada. Mejor aún, que es un derecho de todos los sacerdotes de la Iglesia, celebrarla.

Entrevista The Angelus, febrero 2011: A nivel del derecho, el hecho de haber reconocido que la ley antigua, la de la Misa tradicional, no había sido abrogada, es un paso capital para volver a dar su lugar a la Tradición.

Para terminar con nuestra cronología de dichos y hechos del año 2007, llegamos a la Carta a los Amigos y Benefactores 71.

CAB 71, 1º de Noviembre de 2007:

La misa tradicional jamás estuvo abrogada. ¡Qué alegría, queridos fieles, llenó nuestros corazones el anuncio del Motu Proprio de Benedicto XVI el 7 de julio! Vemos una respuesta del cielo a nuestra cruzada de rosarios, no simplemente por el hecho de la publicación del Motu Proprio, sino sobre todo en razón de la extensión de la apertura que encontramos hacia la liturgia tradicional. En efecto, no sólo el misal ha sido declarado ley de la Iglesia, sino también otros libros litúrgicos. De hecho, si la Misa nunca fue abrogada, ha conservado sus derechos.

En realidad el Motu Propio no acuerda nada nuevo a la Misa de siempre; afirma simplemente que la Misa de San Pío V, llamada para el caso de Juan XXIII, sigue estando en vigor, a pesar de una ausencia y de una prohibición de celebrarla desde hace cuarenta años. La Misa tridentina sigue siendo siempre la Misa católica. La sutil e inhábil distinción entre forma ordinaria y extraordinaria de un mismo rito en relación a la nueva y la antigua Misa no inducirá a equívoco a persona alguna. La evidencia salta a la vista en esta materia. Lo que hay que retener es la afirmación de la perennidad de la Misa como ley universal de la Iglesia católica. Quien dice «ley de la Iglesia» niega por lo mismo un «indulto», «permiso» o «condición». Los obispos intentaron neutralizar el efecto saludable del Motu Proprio mediante restricciones onerosas y odiosas. No se pliegan, por cierto, a la voluntad del Sumo Pontífice. Será muy interesante observar el desarrollo de esta revuelta más o menos abierta, oculta en gran medida. De esta confrontación dependerá la historia de la Iglesia durante varias décadas. Recemos para que el Papa tenga la fortaleza de mantener e imponer aquello que acaba de devolver a la Iglesia.

AÑO 2008

CAB 72, 14 de abril de 2008:

El Motu Proprio «Summorum Pontificum», que reconoció que la Misa tridentina jamás había sido abolida, presenta ciertas cuestiones en lo que concierne al futuro de las relaciones de la Fraternidad San Pío X con Roma.

Muchas personas, sea en los medios conservadores e incluso en Roma, han dicho que habiendo hecho el Sumo Pontífice un acto de tanta generosidad, y habiendo dado —por eso mismo— un signo manifiesto de buena voluntad a nuestro respecto, a la Fraternidad ya no le queda sino hacer una sola cosa: «firmar un acuerdo con Roma».

Algunos de nuestros amigos, por desgracia, se han prestado a este juego de ilusiones.

Queremos aprovechar la ocasión de esta carta, publicada durante el tiempo pascual, para recordar una vez más los principios que presiden nuestra acción en estos tiempos problemáticos y señalar algunos acontecimientos recientes, que indican muy claramente que, en el fondo, fuera de la apertura litúrgica advenida con el Motu Proprio, verdaderamente nada ha cambiado, extrayendo así las conclusiones que se siguen.

Sigue una descripción de la situación con duras expresiones, y luego continúa:

He aquí por qué la Fraternidad San Pío X no puede «firmar un acuerdo».
Nos alegramos francamente de la voluntad papal de reintroducir el antiguo y venerable rito de la Santa Misa, pero observamos también la resistencia —feroz en ocasiones— de episcopados enteros. Sin desesperar, sin impaciencia, comprobamos que el momento de un acuerdo no ha llegado. Esto no nos impide seguir esperando, continuar con el camino fijado desde el año 2000. Seguimos pidiendo al Santo Padre la anulación del decreto de excomunión de 1988, persuadidos como estamos que hará un grandísimo bien a la Iglesia; los alentamos a rezar para que se produzca. Con todo, sería muy imprudente y precipitado embarcarse precipitadamente en la concreción de un acuerdo práctico que no se fundaría sobre los principios fundamentales de la Iglesia, especialmente sobre la fe.

Entretanto, llega el famoso ULTIMATUM de junio 2008, que ocasionó el Comunicado a propósito del ultimátum del Cardenal Castrillón Hoyos:

El 4 de junio de 2008 a petición del Cardenal Castrillón Hoyos de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, el Superior General de la Fraternidad San Pío X, Monseñor Bernard Fellay, viajó a Roma acompañado por el Segundo Asistente General, el Padre Marc Nély.

Durante la reunión, Su Eminencia hizo una exposición en forma de un ultimátum exigiendo una respuesta para fines del mes.

El 23 de junio, en contra de la costumbre, el periódico Il Giornale dio la noticia de la existencia de este ultimátum y al día siguiente, en la línea de edición, reveló su contenido. La noticia ha sido retomada en los días posteriores por la prensa internacional. Por lo tanto, a la urgencia del ultimátum, se añadió una presión de los medios.

El documento del Cardenal Hoyos formula cinco exigencias: además de una respuesta positiva para fines de junio, la Fraternidad San Pío X, en la persona de su Superior General deba dar:

(1) «una respuesta proporcionada a la generosidad del Papa»,

(2) «evitar cualquier intervención pública que no respete la persona del Santo Padre y que sea negativa para la caridad eclesial»,

(3) «evitar la pretensión de un magisterio superior al del Santo Padre y no proponer la Fraternidad en contraposición con la Iglesia»,

(4) «demostrar la voluntad de actuar honestamente en la caridad eclesial plena y el respeto a la autoridad del Vicario de Cristo.»

Se podrá dar cuenta de la naturaleza general, si no es vaga, de los pedidos en contra de la urgencia de un ultimátum.

Estas condiciones parecen buscar la obtención de un clima favorable para la continuación del diálogo en lugar de obtener compromisos firmes en algunos puntos.

La Fraternidad San Pío X desea que este diálogo se lleve a cabo en un nivel doctrinal que se haga cargo de todos los asuntos que, de evitarse, se correría el riesgo de hacer una carrera fugaz asentado un estado canónico.

Se estima que el retiro del decreto de excomunión de 1988 facilitaría la paz de ese diálogo.

La Fraternidad San Pío X no pretende tener un magisterio superior al del Santo Padre, o tratar de oponerse a la Iglesia.

En la estela de su fundador, que quiere transmitir lo que recibió, es decir, «lo que se ha creído siempre, en todas partes y por todos.»

Es una profesión de fe que Monseñor Marcel Lefebvre dirigió a Pablo VI, el 24 de septiembre de 1975: «Es a su Vicario que Jesucristo ha dado la tarea de confirmar a sus hermanos en la fe y que se encargue de velar para que todos los obispos guarden fielmente el depósito, según las palabras de San Pablo a Timoteo».

Es este sentido de la respuesta de Monseñor Fellay al ultimátum en una carta al Papa Benedicto XVI el 26 de junio de 2008.

El Cardenal Castrillón Hoyos, al día siguiente, ha dado simplemente como una respuesta un acuse de recibo.

En espera de mayor información, no habrá más comentarios.

Alain Lorans

Se desconoce el texto de esta Carta del 26 de junio.

Entrevista de The Angelus, julio de 2008:

5. ¿Encuentra que la situación en Roma es más o es menos alentadora después de estos 20 años?

Monseñor Fellay: Es cierto que la elección de un nuevo papa en 2005 dio nacimiento a una nueva esperanza y quizá incluso a una gran esperanza entre los sacerdotes y los fieles. Pero ahora, tengo de nuevo la impresión que, a pesar del Motu Proprio, un cierto desaliento vuelve de nuevo como consecuencia de la oposición que encuentra este esfuerzo para superar la crisis. Hay algo de indudablemente alentador en la espera de la joven generación. Sin embargo, ésta es de sobra ignorante de su pasado y a veces incluso de su fe.

Monseñor Tissier: No, no cambió nada. A parte del Motu Proprio del 7 de julio de 2007, que es un milagro inesperado y que cambia radicalmente la práctica del Vaticano frente a la misa tradicional. Pero en la práctica, pocos sacerdotes vuelven a la Tradición. Sólo jóvenes sacerdotes, algunos de entre ellos, se interesan. Pero respecto de la libertad religiosa, de los derechos humanos, del interés que Roma tiene por nuestro trabajo: ¡no cambió nada! – induratio cordium! Un endurecimiento de los corazones, una ceguera de los espíritus.

Monseñor Williamson: Estoy asustado por el hecho de que la situación con Roma es aún más desalentadora que hace 20 años. Como lo decía Nuestro Señor en una de sus parábolas: «El hombre enemigo hizo eso.» Determinado enemigo, muy inteligente y hábilmente oculto está a la obra. A pesar de todo, el Señor está en los comandos.

14 -¿Cómo piensa que habría juzgado Monseñor Lefebvre la crisis en el estado donde están las cosas en 2008?

Monseñor Fellay:
Habría dicho exactamente lo que dijo en 1988. No cambió nada.

Monseñor Tissier:
Denunciaría no solamente el liberalismo – como era el caso con Pablo VI – sino también el modernismo, como es el caso con Benito XVI: ¡un verdadero modernista, con la teoría completa del modernismo actualizado! Es tan grave que no puedo expresar mi horror. Me callo. Monseñor Lefebvre, por lo tanto, gritaría: ¡»Herejes, vosotros pervertís la Fe!»

Monseñor Williamson: ¿Cómo vería las cosas hoy Monseñor Lefebvre? Es una interesante cuestión. Yo pienso que desconfiaría más que nunca de estos Romanos. Perseveran, perseveran, perseveran en su ceguera, mientras que el Señor Dios debe lógicamente y sin cesar proponerles todas las gracias de las que tienen necesidad para ver claramente, y si es necesario para aceptar la corona de los mártires. Estas gracias, están todavía rechazándolas o desactivándolas. Dios es quien los juzga. Que tenga piedad de ellos, y de nosotros todos.

Algo pasó en octubre de 2008; más precisamente entre el 4 y el 6 de ese mes. Pronto de extinguieron, pues, las esperanzas abiertas por las reacciones provocadas por el ultimátum en el seno de la Tradición y de la Fraternidad. Dos documentos hacen presagiar algo grave, muy grave…

CAB 73, 23 de octubre:

En esta carta hubiera querido, sobre todo, entregarles algunas novedades acerca de la vida interna de la Fraternidad. Pero la actualidad más general de la Iglesia y en particular los desarrollos en favor de la Tradición, nos obligan a detenernos más prolongadamente en temas externos, a causa de su importancia.

Una vez más nos parece necesario abordar este tema, con el fin de explicar lo más claramente posible aquello que pudo causar un cierto temor al inicio del verano.

Tal como los medios lo anunciaron de una manera bien sorpresiva, recibimos, efectivamente, un ultimátum del Cardenal Castrillón Hoyos. Sin embargo, la cosa es muy compleja y requiere ser esclarecida a fin de ser bien entendida. Una mirada sobre el pasado reciente nos ayudará a tener una idea un poco más clara.

(…) Este primer paso de Roma en nuestra dirección dejaba prever que el segundo acto seguiría en breve. Algunas señales parecían indicarlo. Pero, pese a que desde hace largo tiempo habíamos propuesto el camino a seguir, parece que Roma quiso escoger otra vía. A pesar de nuestro pedido reiterado de retirar el decreto de excomunión, y aunque parecía no haber mayor obstáculo para la realización de este acto, asistimos a un golpe de efecto: el Cardenal Castrillón quiere imponernos condiciones antes de ir más adelante, a pesar de haber dicho claramente que esperábamos un acto unilateral. Califica nuestra actitud hacia al Soberano Pontífice como ingrata, y, sobre todo, altiva, orgullosa, pues continuamos denunciando abiertamente los males que afectan a la Iglesia. En especial le disgustó nuestra última Carta a los Amigos y Benefactores. Eso nos valió el ultimátum del que todavía no logramos comprender los términos precisos. Pues, o aceptamos la solución canónica, ¡o se nos declara cismáticos!

(…) Delante de estas nuevas dificultades, nos permitimos hacer de nuevo un llamado a vuestra generosidad, y en vista del éxito de nuestra primera cruzada de rosarios para obtener el retorno de la Misa tridentina, queremos presentar a Nuestra Señora un nuevo ramillete de un millón de rosarios para obtener de su intercesión la supresión del decreto de excomunión. A partir del 1° de noviembre hasta la fiesta de Navidad, empeñémonos en rezar con ardor renovado para que el Santo Padre, en estas horas difíciles de la historia, cumpla con fidelidad sus augustas funciones, según el Corazón de Jesús, para el bien de la Iglesia.

El contenido de esta Carta fue retomado y ampliado por Monseñor Fellay en el Sermón en Lourdes, el 26 de octubre 2008.

AÑO 2009

Sábado 17 de enero, 16 horas: Monseñor Fellay recibe de manos del Cardenal Castrillón Hoyos el Decreto del levantamiento de la excomunión, firmado ya, pero con fecha del 21 de enero.

Decreto del Vaticano, 21 de enero, firmado por el Cardenal Giovanni Battista Re:

Por medio de la carta del 15 de diciembre de 2008 enviada a Su Eminencia el Cardenal Darío Castrillón Hoyos, Presidente de la Pontificia Comisión Ecclesia Dei, Mons. Bernard Fellay, en su nombre y en el de los otros Obispos consagrados el 30 de junio de 1988, volvía a solicitar el levantamiento de la excomunión latae sententiae formalmente declarada por Decreto del Prefecto de esta misma Sagrada Congregación para los Obispos con fecha del 1º de julio de 1988.

En la mencionada carta, entre otras cosas, Mons. Fellay afirma:

«Asimismo, seguimos teniendo la firme voluntad de permanecer católicos y de poner nuestras fuerzas al servicio de la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo, que es la Iglesia católica romana. Aceptamos filialmente su enseñanza. Creemos firmemente en el Primado de Pedro y en sus prerrogativas; es por eso que la situación actual nos hace sufrir tanto más».

Su Santidad Benedicto XVI, paternalmente sensible al malestar espiritual manifestado por los interesados a causa de la sanción de excomunión, y confiando en el compromiso expresado por ellos en la citada carta de no ahorrar esfuerzo alguno para profundizar las cuestiones aún abiertas en necesarias conversaciones con las Autoridades de la Santa Sede, y poder así llegar rápidamente a una plena y satisfactoria solución del problema existente en un principio, ha decidido reconsiderar la situación canónica de los Obispos
Bernard Fellay, Bernard Tissier de Mallerais, Richard Williamson y Alfonso de Galarreta relativa a su consagración episcopal.

Este acto expresa el deseo de consolidar las relaciones recíprocas de confianza, intensificar y hacer más estables las relaciones de la Fraternidad San Pío X con la Sede Apostólica. Este don de paz, al término de las celebraciones de Navidad, aspira también a ser un signo para promover la unidad en la caridad de la Iglesia universal, y por su medio, quitar el escándalo de la división.

Deseando que este paso sea seguido sin tardanza de la plena comunión con la Iglesia de toda la Fraternidad San Pío X, en testimonio de una verdadera fidelidad y de un verdadero reconocimiento del Magisterio y de la autoridad del Papa a través de la prueba de la unidad visible.

Conforme a las facultades que me han sido expresamente concedidas por el Santo Padre, Benedicto XVI, en virtud del presente Decreto, remito a los Obispos Bernard Fellay, Bernard Tissier de Mallerais, Richard Williamson y Alfonso de Galarreta la censura de excomunión latae sententiae declarada por esta Congregación el 1º de julio de 1988 y declaro privado de efectos jurídicos a partir del día de hoy el Decreto entonces publicado.

Comunicado de Prensa y Carta a los Fieles de Monseñor Fellay, 24 de enero:

La excomunión de los obispos consagrados por S. E. Mons. Marcel Lefebvre el 30 de junio de 1988, que había sido declarada por la Sagrada Congregación para los Obispos por un decreto del 1º de julio de 1988 y que nosotros siempre negamos (nous avons toujours contestée), ha sido retirada por otro decreto de la misma Congregación fechado el 21 de enero de 2009 por mandato del Papa Benedicto XVI.

Queridos fieles,

Como anuncio en el comunicado adjuntado, «la excomunión de los obispos consagrados por S. E. Mons. Marcel Lefebvre el 30 de junio de 1988, que había sido declarada por la Sagrada Congregación para los Obispos por un decreto del 1º de julio de 1988 y que nosotros siempre negamos, ha sido retirada por otro decreto de la misma Congregación fechado el 21 de enero de 2009 por mandato del Papa Benedicto XVI».

Esa era la intención de oración que les había confiado en Lourdes, con motivo de la fiesta de Cristo Rey de 2008. Ustedes han superado nuestras expectativas ya que un millón setecientos tres mil rosarios han sido rezados para conseguir de la intercesión de nuestra Señora el fin de este oprobio, que a través de las personas de los obispos de la Fraternidad, pesaba sobre todos cuantos de lejos o de cerca adherían a la Tradición. Sepamos agradecer a la Santísima Virgen, que ha inspirado al Santo Padre este acto unilateral, benevolente y valeroso. Asegurémosle nuestras fervientes oraciones.

Gracias a este gesto, los católicos del mundo entero apegados a la Tradición ya no serán más injustamente estigmatizados y condenados por haber mantenido la fe de sus padres. La Tradición católica ya no está más excomulgada. Aún cuando ella nunca lo haya estado en sí, con frecuencia y cruelmente lo ha estado en los hechos; como la misa tridentina, que nunca había sido abrogada en sí, como felizmente lo ha recordado el Santo Padre a través del Motu Proprio Summorum pontificum del 7 de junio de 2007.

El decreto del 21 de enero cita la carta del 15 de diciembre pasado al Cardenal Castrillón Hoyos, en la que expresaba nuestro apego «a la Iglesia de N. S. Jesucristo, que es la Iglesia católica», reafirmando nuestra aceptación de su enseñanza bimilenaria y nuestra fe en el Primado de Pedro. Yo recordaba cuánto sufrimos por la situación actual de la Iglesia, en que esta enseñanza y este primado son ridiculizados, y agregaba: «Estamos prestos a escribir con nuestra sangre el Credo, a firmar el juramento anti-modernista y la profesión de fe de Pío IV; aceptamos y hacemos nuestros todos los concilios hasta Vaticano I. Pero no podemos más que tener reservas respecto al Concilio Vaticano II, que ha querido ser un concilio distinto a los demás» (cfr. discursos de los papas Juan XXIII y Pablo VI). En todo ello tenemos la convicción de permanecer fieles a la línea de conducta trazada por nuestro fundador, Monseñor Marcel Lefebvre, cuya pronta rehabilitación esperamos.

En cuanto a lo resaltado en amarillo, existen graves dudas.

En la versión original que hemos recibido todos los sacerdotes de la FSSPX el sábado 24 de enero de 2009, se leía:

Le décret du 21 janvier cite la lettre du 15 décembre dernier au Cardinal Castrillón Hoyos dans laquelle j’exprimais notre attachement « à l’Église de N.S. Jésus-Christ qui est l’Église catholique », y réaffirmant notre acceptation de son enseignement bimillénaire et notre foi en la Primauté de Pierre. Je rappelais combien nous souffrons de la situation actuelle de l’Église où cet enseignement et cette primauté sont bafoués, et ajoutais : « Nous sommes prêts à écrire avec notre sang le Credo, à signer le serment anti-moderniste, la profession de foi de Pie IV ; nous acceptons et faisons nôtres tous les conciles jusqu’à Vatican II, au sujet duquel nous émettons des réserves.»

Es decir: «Estamos prestos a escribir con nuestra sangre el Credo, a firmar el juramento anti-modernista y la profesión de fe de Pío IV; aceptamos y hacemos nuestros todos los concilios hasta Vaticano II, respecto del cual emitimos reservas».

Se quiso dar una explicación diciendo que fue un error del Secretario General que, cansado por el trabajo de toda la noche, tipió Vaticano II, en lugar de Vaticano I.

En ese caso, la cosa resultaba más sorprendente: aceptamos y hacemos nuestros todos los concilios hasta Vaticano I, respecto del cual emitimos reservas(¡?)

Finalmente se publicó la versión que hoy figura en todos los sitios de la FSSPX, habiendo eliminado la primera…

Cabe señalar que en Martinica y Guadalupe, donde estaba como vicario, el domingo 25 de enero no leímos a los fieles esa Carta con tan grave error. Comunicado Monseñor Fellay de este hecho, respondió: Han hecho bien.

El jueves 29 de octubre de 2009, el Redactor en Jefe del blog Osservatore Vaticano, Vini Ganimara, publicó un artículo intitulado «Fuerzas y Debilidades de la Diplomacia de Monseñor Fellay». Se puede consultar:

https://radiocristiandad.wordpress.com/2009/12/09/dos-articulos-de-vini-ganimara-y-un-recuerdo/

Allí se lee:

Monseñor Fellay supo adoptar progresivamente un lenguaje medido, que hace olvidar sus declaraciones del pasado por todos lados, así como también los discursos agresivos de los otros obispos de la FSSPX, y que retira las armas a la «opinión pública» episcopal (en Alemania por ejemplo) que pretende obstaculizar la buena voluntad del Papa.

Este punto – decisivo ya que no hay negociación sin «dame que te doy» – muestra sus capacidades diplomáticas, al mismo tiempo que la debilidad de su margen de maniobra.

Tomo un ejemplo: después del levantamiento de las excomuniones, envió por fax a todos los prioratos del mundo una «Carta a los fieles» (24 de enero 2009), conteniendo la cita de su propia carta al Cardenal Castrillón (de 15 de diciembre de 2008) que había permitido el levantamiento de las censuras:

«Aceptamos y hacemos nuestros todos los concilios hasta Vaticano II, a propósito del cual emitimos reservas».

Esta formulación causó tal enérgica oposición que algunos días más tarde, una nueva versión de esta carta del 24 de enero citaba así la carta al Cardenal:

«Aceptamos y hacemos nuestros todos los concilios hasta Vaticano I. Pero no podemos sino emitir reservas con respecto al Concilio Vaticano II».

Por supuesto, es la primera versión la que recibió el Cardenal Castrillón.

La segunda versión no es, propiamente hablando, una falsificación: es una traducción para la opinión pública de la FSSPX.

Carta de agradecimiento a Benedicto XVI de los cuatro Obispos, 29 de enero:

Es por medio de la acción de gracias que nosotros deseamos expresar a Vuestra Santidad nuestro profundo reconocimiento por el acto de Su paternal bondad y de Su coraje apostólico por el cual Ella ha hecho inoperante la medida que nos afectó hace ya veinte años en seguida de nuestra consagración episcopal. Su decreto del 21 de Enero de 2009 rehabilita de alguna manera el venerado fundador de nuestra Fraternidad sacerdotal, S. Exc. Monseñor Marcel Lefebvre.

Comentario: Entonces, el famoso Decreto ha hecho que la medida infligida como consecuencia de las consagraciones, a partir del 21 de enero, quede inoperante y sin efecto.

Por lo tanto, hasta el 21 de enero, las excomuniones eran operantes, con efecto… válidas.

A algunos les parece suficiente un comunicado en que Monseñor Fellay dice que se recibió el levantamiento de una excomunión «que siempre habíamos negado (o cuestionado, o impugnado)» acto por el cual «expresamos nuestra gratitud filial al Santo Padre».

Es evidente que el efusivo agradecimiento que sigue a esa débil y dudosa frase apologética, da la idea de aceptación de la sanción.

De otra manera no tendría por qué agradecerse, o debería haberse agradecido aclarando que no se consideraba necesario ese levantamiento.

También es evidente que lo que en ese comunicado se agradece es el acto de haber levantado las excomuniones.

Basta saber leer para interpretarlo de esta manera:

«Expresamos nuestra gratitud filial al Santo Padre por este acto».

¿Cuál acto? El de haber levantado la excomunión, pues a eso se refiere el párrafo inmediato anterior.

La Carta de los cuatro Obispos de la Fraternidad del 29 de enero confirma esta aseveración.

¿Cómo había que calificar, antes del 21 de enero de 2009, la medida que quedó inoperante a partir de esa fecha? Pues, operante, en vigor, válida…

Carta a los sacerdotes de la FSSPX, 31 de enero:

(…) Hoy, y esto es lo esencial, en la línea de lo pedíamos, aunque de manera imperfecta, el Papa ha levantado la excomunión y anuló los efectos del Decreto de 1988. Sin ninguna contrapartida, el Papa asentó, a pesar de muchas reticencias y hostilidades en su entorno, este «acto unilateral, bondadoso y valiente» que pedíamos. Se lo agradecemos.

También y sobre todo, queremos agradecer a la Santísima Virgen. Es a Ella que debemos este beneficio. Por el Rosario, por ese millón de Rosarios recitados, Nuestra Señora ha escuchado nuestra súplica.

Entre los aspectos más decepcionantes del Decreto, él se refiere a una «remisión de la censura» y no de anulación del Decreto de 1988 o su retiro.

Habida cuenta de las circunstancias y de la situación de la Iglesia, me pregunto si podríamos obtener mucho más: Roma nunca se retracta (ne perd jamais la face), y sería ilusorio por el momento, incluso peligroso, exigir del Poder Pontifical una especie de desmentido o de revocación; también nosotros debemos salvaguardar el principio de autoridad. Sin embargo y esto es mucho, se retira la injusta condena de 1988: un decreto expulsa al otro. El nuevo decreto hace caduco al primero, nulo y sin efecto.

Carta de la Secretaría de Estado, 4 de febrero:

A raíz de las reacciones suscitadas por el reciente Decreto de la Congregación para los Obispos, con el que se levanta la excomunión a los cuatro prelados de la Fraternidad San Pío X, y en relación a las declaraciones negacionistas o reduccionistas de la Shoá por parte del obispo Williamson de dicha Fraternidad, se considera oportuno aclarar algunos aspectos de la cuestión.

1. Remisión de la excomunión.

Como ya ha sido publicado con precedencia, el Decreto de la Congregación para los Obispos, dado el 21 de enero de 2009, ha sido un acto con el que el Santo Padre salía benignamente al encuentro de las reiteradas peticiones por parte del Superior General de la Fraternidad San Pío X.

Su Santidad ha querido quitar un impedimento que perjudicaba la apertura de una puerta al diálogo. Ahora espera que la misma disponibilidad sea expresada por los cuatro obispos en total adhesión a la doctrina y a la disciplina de la Iglesia.

La gravísima pena de la excomunión latae sententiae, en la que dichos obispos habían incurrido el 30 de junio de 1988, declarada después formalmente el 1 de julio del mismo año, era una consecuencia de su ordenación ilegítima por parte de monseñor Marcel Lefebvre.

El levantamiento de la excomunión ha liberado a los cuatro obispos de una pena canónica gravísima, pero no ha cambiado la situación jurídica de la Fraternidad San Pío X, que por el momento no goza de reconocimiento alguno en la Iglesia católica. Tampoco los cuatro obispos, aunque liberados de la excomunión, tienen una función canónica en la Iglesia y no ejercen lícitamente un ministerio en ella.

2. Tradición, doctrina y Concilio Vaticano II.

Para un futuro reconocimiento de la Fraternidad San Pío X es condición indispensable el reconocimiento pleno del Concilio Vaticano II y del Magisterio de los Papas Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I, Juan Pablo II y del propio Benedicto XVI.

Como ya se ha afirmado en el Decreto del 21 de enero de 2009, la Santa Sede no dejará, en los modos que juzgue oportunos, de profundizar con los interesados en las cuestiones aún abiertas, de modo que se pueda llegar a una plena y satisfactoria solución de los problemas que han dado origen a esta dolorosa fractura.

Carta de Benedicto XVI a los Obispos, 10 de marzo:

La remisión de la excomunión a los cuatro Obispos consagrados en el año 1988 por el Arzobispo Lefebvre sin mandato de la Santa Sede, ha suscitado por múltiples razones dentro y fuera de la Iglesia católica una discusión de una vehemencia como no se había visto desde hace mucho tiempo.

La excomunión afecta a las personas, no a las instituciones. Una ordenación episcopal sin el mandato pontificio significa el peligro de un cisma, porque cuestiona la unidad del colegio episcopal con el Papa. Por esto, la Iglesia debe reaccionar con la sanción más dura, la excomunión, con el fin de llamar a las personas sancionadas de este modo al arrepentimiento y a la vuelta a la unidad.

Por desgracia, veinte años después de la ordenación, este objetivo no se ha alcanzado todavía.

La remisión de la excomunión tiende al mismo fin al que sirve la sanción: invitar una vez más a los cuatro Obispos al retorno.

Este gesto era posible después de que los interesados reconocieran en línea de principio al Papa y su potestad de Pastor, a pesar de las reservas sobre la obediencia a su autoridad doctrinal y a la del Concilio.

Con esto vuelvo a la distinción entre persona e institución.

La remisión de la excomunión ha sido un procedimiento en el ámbito de la disciplina eclesiástica: las personas venían liberadas del peso de conciencia provocado por la sanción eclesiástica más grave.

Hay que distinguir este ámbito disciplinar del ámbito doctrinal.

El hecho de que la Fraternidad San Pío X no posea una posición canónica en la Iglesia, no se basa al fin y al cabo en razones disciplinares sino doctrinales.

Hasta que la Fraternidad no tenga una posición canónica en la Iglesia, tampoco sus ministros ejercen ministerios legítimos en la Iglesia.

Por tanto, es preciso distinguir entre el plano disciplinar, que concierne a las personas en cuanto tales, y el plano doctrinal, en el que entran en juego el ministerio y la institución.

Para precisarlo una vez más: hasta que las cuestiones relativas a la doctrina no se aclaren, la Fraternidad no tiene ningún estado canónico en la Iglesia, y sus ministros, no obstante hayan sido liberados de la sanción eclesiástica, no ejercen legítimamente ministerio alguno en la Iglesia.

No se puede congelar la autoridad magisterial de la Iglesia al año 1962, lo cual debe quedar bien claro a la Fraternidad.

Comunicado del Superior General de la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X:

El Papa Benedicto XVI ha enviado una carta a los obispos de la Iglesia Católica, con fecha de 10 de marzo de 2009, en la cual les dio a conocer las intenciones que lo guiaron en el importante paso que constituyó el Decreto del 21 de enero de 2009.

Después del reciente «desencadenamiento de una avalancha de protestas», agradecemos profundamente al Santo Padre por haber puesto el debate en el nivel en el cual debe desarrollarse, el de la fe. Compartimos plenamente su preocupación prioritaria de la predicación «en nuestro tiempo, en el que en amplias zonas de la tierra la fe está en peligro de apagarse como una llama que no encuentra ya su alimento».

La Iglesia atraviesa, en efecto, una gran crisis que sólo podrá ser resuelta con un retorno integral a la pureza de la fe. Con San Atanasio, profesamos que «todo el que quiera salvarse debe mantener, ante todo, la fe católica y el que no la observe íntegra y sin tacha, sin duda alguna perecerá eternamente» (Símbolo Quicumque).

Lejos de querer detener la Tradición en 1962, deseamos considerar el Concilio Vaticano II y el Magisterio post-conciliar a la luz de esta Tradición que san Vicente de Lérins ha definido como «lo que ha sido creído en todas partes, siempre y por todos» (Commonitorium), sin ruptura y en un desarrollo perfectamente homogéneo. Así es como podremos contribuir eficazmente a la evangelización pedida por el Salvador.

Reunión en el Seminario de Flavigny, 16 y 17 de febrero:

En mi Carta de Dimisión narro como el lunes 9 de febrero fui invitado por el Superior de Distrito a participar de una reunión de sacerdotes en el Seminario de Flavigny, Francia, para exponer mi posición y para aprovechar la ocasión para entrevistarme en privado con Monseñor Fellay y con él mismo.

El martes 17 de febrero entregue en mano a Monseñor Fellay y al Superior de Distrito un trabajo en que desarrollo 4 puntos:

1) los dos preliminares no han cumplido su objetivo y se han mostrado ineficaces.

2) no se obtuvo lo que se pidió en ninguno de los dos casos.

3) en ambos casos se ha dicho que se obtuvo una cosa muy distinta de la realidad.

4) los dos actos legislativos de Roma han humillado la Santa Misa y la Operación Supervivencia de la Obra de la Tradición.

Las dos conferencias de Monseñor Fellay de esos días dieron sorpresas.

El primer sobresalto se produjo cuando Monseñor Fellay expresó con toda simplicidad: «Estoy cansado de discutir sobre las palabras».

Algunos días más tarde, en carta del 24 de febrero, destaqué la molestia del Superior General y expresé:

«Compruebo que la confusión no ha sido creada ni por Roma, ni por los sacerdotes de la Fraternidad, ni por los fieles, sino por el Superior General y los Superiores de Distritos.

En efecto, Roma siempre ha utilizado el mismo lenguaje, erróneo, pero claro y preciso.

La Fraternidad, al contrario, a lo largo de los últimos ocho años, ha caído en la equivocidad en los términos, la cual ha engendrado confusión en los espíritus de los sacerdotes y de los fieles.

La consecuencia de esta equivocidad en los términos y de esta confusión en los espíritus es la ambigüedad y la imprecisión en los comunicados oficiales y en los artículos aparecidos en la prensa».

El segundo desconcierto fue provocado cuando Monseñor Fellay manifestó que «Algunos, para facilitar las cosas, hacen una identificación entre la Iglesia Oficial y la Iglesia Modernista. Pero es un error, porque hablamos de una realidad concreta».

Cuando llegaron las preguntas, simplemente hice referencia a una conferencia y a una entrevista de Monseñor Lefebvre, leyendo algunos pasajes.

El 17 de febrero de 2009, a mi objeción sobre lo que pidió a Roma y lo que Roma le concedió, en presencia del Padre de Cacqueray, Monseñor Fellay se refugió detrás de esta insólita respuesta: «Compréndalo bien, Padre, todo esto es sólo política».

ALGUNAS ENTREVISTAS:

26 de enero de 2009. Entrevista concedida por Monseñor Fellay al diario Le Temps:

Según observadores, la decisión del Papa podría crear divisiones dentro de la Fraternidad. Todos los fieles y sacerdotes no estarían dispuestos a la unidad.

Monseñor Fellay: No temo nada. Puede haber una voz discordante aquí y allá. Pero el fervor que han puesto los fieles para rezar el Rosario por el levantamiento de las excomuniones habla suficientemente de nuestra Unión.

28 de enero 2009.
Entrevista concedida por Monseñor Fellay a el Libero:

¿Dónde y cuándo tuvo conocimiento del decreto?

Monseñor Fellay: Lo conocí hace pocos días, en Roma, en la Oficina de un Cardenal, del Cardenal Castrillón Hoyos, Presidente de la Comisión Ecclesia Dei. Nos abrazamos. A continuación, en primer lugar, di las gracias a la Santísima Virgen, es su regalo. Es para obtener su intercesión que se han recopilado más de un millón setecientos mil Rosarios, recitados por fieles que deseaban la revocación de la excomunión.

31 de enero. Entrevista concedida por Monseñor Fellay a Monde et Vie:

¿Esperaba usted, Monseñor, este levantamiento de la excomunión?

Monseñor Fellay: Lo esperaba desde 2005, después de la primera carta de pedido del levantamiento de la excomunión que había dirigido a pedido mismo de Roma. Porque era claro que Roma no pedía esta carta para rechazar levantar la excomunión.

Esta entrevista fue publicada incluso en un sitio oficial de la Fraternidad.

En la Pascua de 2009, el mismo Monseñor Fellay sostuvo, refiriéndose a ese levantamiento de excomuniones, que «lo habíamos pedido desde el año 2001 como signo de buena voluntad de parte del Vaticano hacia el movimiento tradicional» (Carta a los Amigos y Benefactores 74).

¿Qué se había pedido en 2001? ¿Qué se pidió en noviembre de 2005? ¿Qué se pidió en diciembre de 2008?

El Cardenal Castrillón de Hoyos, en su carta de 5 de abril de 2002, menciona que Monseñor Fellay envió al Secretario de la Fraternidad, Padre Selegny, y al Padre Simoulin para que le informaran al Cardenal que se suspendería el diálogo entre la Fraternidad y el Vaticano, en tanto no se cumplieran los dos prerrequisitos: el levantamiento de las excomuniones y el permiso a todo sacerdote católico para celebrar la Misa con el rito de San Pío V.

31 de enero. Entrevista concedida por Monseñor Fellay a Présent:

Vengamos al levantamiento de la excomunión. ¿Ha sido una sorpresa para usted?

Monseñor Fellay: Esperaba este levantamiento desde noviembre de 2005, ya que el Cardenal Castrillón Hoyos me pidió que escribiera al Papa para el levantamiento de la excomunión. Está claro que Roma no iba a pedirme que escribiese una carta y, a continuación, no conceder el levantamiento de la excomunión solicitado.

Nouvelles de Chrétienté, n° 115, enero-febrero.
Entrevista del 11 de febrero de 2009:

Padre Lorans: Usted ha hablado sobre el decreto de «anulación», de «retiro», de «levantamiento». Es cierto que usted había solicitado un retiro del Decreto de 1988 y le dieron un levantamiento de la excomunión. ¿Está usted decepcionado? ¿Se esperaba esto?

Monseñor Fellay: Decepcionado quizás no sea la palabra. Creo que nosotros no nos hacíamos ilusiones al pedir justicia, es decir, que la excomunión fuese reconocida nula desde el principio, y en ese sentido, se pidió la anulación del primer decreto, de esta sanción que es falsa, ya lo he explicado varias veces. Incluso recientemente Cardenal Castrillón me dijo: «Escuche, sabemos bien que ustedes están subjetivamente persuadidos de haber actuado justamente y que, por lo tanto, no hay falta, no hay allí tampoco sanción, no hay allí excomunión. Pero, comprenda, es para el exterior, es un hecho objetivo, hubo este acto que dio la apariencia de una «rebelión» contra Roma y es por este título que hubo una censura. Por lo tanto, debe también ser eliminada».

Por nuestra parte, hemos pedido realmente la anulación, lo que se llama el retiro del decreto. Esto equivale a decir: se reconoce como nula, desde el principio, esta excomunión. Y hemos recibido el retiro de una excomunión, que no es exactamente lo mismo. Digamos en términos técnicos, una remissio, remittere, me parece que debería ser traducido al francés por levantar, levantar la excomunión.

No estoy decepcionado en el sentido de que creo que por parte de Roma en la actualidad, teniendo en cuenta todas las circunstancias en que se encuentra la propia Roma, situación de crisis, el poder de los progresistas es enorme, no sé si, francamente, incluso un Papa aún mejor dispuesto hacia nosotros hubiera podido haberlo hecho mejor, teniendo en cuenta todos los elementos. En ese sentido no estoy decepcionado. Pero por supuesto espero que un día, Dios sabe cuándo, cuando las cosas sean mejores en la Iglesia, haya una revisión del caso y tan pronto como sea posible una rehabilitación para nuestro venerado Monseñor Lefebvre.

Entrevistas al Cardenal Darío Castrillón publicada en
Corriere Della Sera, 29 de enero:

Una cosa es cierta: La plena comunión llegará. En nuestras conversaciones, Monseñor Fellay ha reconocido el Concilio Vaticano II, lo ha reconocido teológicamente. Restando sólo alguna dificultad.

CAB 74, 15 de abril de 2009:

Cuando lanzamos una nueva cruzada del Rosario con ocasión de nuestra peregrinación a Lourdes en octubre pasado, no contábamos, por cierto, con una respuesta tan rápida del Cielo a nuestra petición. En efecto, así como sucedió con nuestra primera petición, a la cual Nuestra Señora había respondido tan eficazmente por intermedio del Vicario de Cristo y su Motu Proprio sobre la Misa tradicional, plugo a la Virgen María concedernos una segunda gracia aún más rápidamente: en el transcurso de una visita a Roma en enero, cuando entregué el ramillete de 1.703.000 rosarios rezados por las intenciones del Sumo Pontífice, recibía de manos del Cardenal Castrillón Hoyos el decreto de remisión de las «excomuniones».

Lo habíamos pedido desde el año 2001 como signo de buena voluntad de parte del Vaticano hacia el movimiento tradicional.

Comentario: El Decreto romano dice: levantamiento de las excomuniones. Las comillas que destacan la expresión excomuniones fueron agregadas por Monseñor Fellay, e indican que hay algo turbio, sea de parte de Roma, sea de parte de la Fraternidad, sea de ambas partes.

Pero, comprenda, es para el exterior… diría el Cardenal Castrillón… Sí, todo es política, respondería Monseñor Fellay…

Pero es claro que, si los cuatro Obispos pidieron el levantamiento de las excomuniones, después del Decreto romano, la Fraternidad deforma la realidad.

Así como es claro que, si los cuatro Obispos pidieron el retiro del decreto de declaración de las excomuniones, es Roma la que deforma la realidad en su Decreto.

Ambas partes pueden deformar la realidad; pero lo que es cierto es que ambas partes no expresan la verdad.

Todo es política… ¡y de la peor!

En resumen:

1) Los documentos oficiales entre Roma y la FSSPX (incluso otros internos a la FSSPX) muestran claramente que la Fraternidad solicitó el levantamiento de las excomuniones.

2) Monseñor Fellay cayó en franca contradicción al decir en más de una ocasión que no se pedía el levantamiento de las excomuniones y al decir en otras ocasiones que se había solicitado tal levantamiento.

3) Incluso haber solicitado el retiro del decreto de las excomuniones habría sido incorrecto, pues el haberlo hecho implicaba la aceptación de la sanción.

4) La Fraternidad pidió que se levantaran unas excomuniones de las que años atrás se enorgullecían.

5) Es falso que el levantamiento de las excomuniones sea favorable a la Tradición al permitir a más fieles acercarse a ella.

Entrevista a Monseñor Fellay, el 31 de julio de 2009, por Apcom [Agence de presse italienne socia d’Asocciated Press]

https://radiocristiandad.wordpress.com/2009/07/31/nueva-entrevista-a-mons-fellay/

¿Qué piensa de Benedicto XVI?

Monseñor Fellay: Es una persona íntegra, que toma muy seriamente la situación y la vida de la Iglesia.

AÑO 2010

Dejo de lado lo referente a la participación de un miembro de la FSSPX en la Agenda 2010, dedicada a Benedicto XVI. Quien tenga interés, puede leer el artículo que trata este tema en:

https://radiocristiandad.wordpress.com/2010/01/11/anotelo-en-su-libro-de-memoria/

Entretanto, el 3 de febrero, Radio Cristiandad publicó una Carta Abierta a Monseñor Fellay, que resume muy bien el sentimiento de los feligreses. Es necesario leerla e. incluso, releerla:

https://radiocristiandad.wordpress.com/2010/02/03/carta-abierta-a-su-excelencia-mons-bernard-fellay/

El mes de marzo nos proporciona unas Demostrativas declaraciones del Padre Schmidberger

Antiguo Superior General de la FSSPX, que goza aún de gran poder.

https://radiocristiandad.wordpress.com/2010/03/01/demostrativas-declaracionesdel-padre-franz-schmidberger/

Benjamin Greschner: En abril de 2005 fue elevado al trono papal un prelado que, para muchos católicos tradicionalistas, representaba un halo de esperanza. Ahora que Benedicto XVI gobierna desde hace casi cinco años Iglesia, ¿qué piensa de los cinco primeros años de su pontificado?

Padre Schmidberger: Con Benedicto XVI la barca de la Iglesia navega en adelante sobre aguas más tranquilas. La rehabilitación del Santo Sacrificio de la Misa en su forma tradicional, el retiro del decreto de excomunión, los debates doctrinales con el Vaticano son actos muy positivos de este pontificado.

Sin embargo, deploramos la visita a la Sinagoga de Roma, y sobre todo esta palabra del Papa: querríamos rogar con los judíos al mismo Dios.

Radio Cristiandad publicó un comentario de mi autoría:

https://radiocristiandad.wordpress.com/2010/03/01/demostrativas-declaracionesdel-padre-franz-schmidberger/

a) «Con Benedicto XVI la barca de la Iglesia navega en adelante sobre aguas más tranquilas»… Esto significa que las más altas autoridades de la FSSPX han aceptado, tranquilamente, que la Iglesia haya sido conducida a la rada o ensenada del Nuevo Orden Mundial, lo cual, por supuesto, no es buen puerto.

También el anticristo ofrecerá tranquilidad… a los que, postrados, adoren al demonio, a cuyo servicio estará, junto con el falso profeta…

b) «La rehabilitación del Santo Sacrificio de la Misa en su forma tradicional es un acto muy positivo de este pontificado».

El Rito Romano Tradicional del Santo Sacrificio de la Misa no necesitaba ser rehabilitado.

Hablar de la «rehabilitación del Santo Sacrificio de la Misa en su forma tradicional» significa que puede haber otra forma, además de la tradicional.

Ahora bien, esta distinción no responde a la realidad; sólo existe una forma ordinaria y oficial de dicho rito; la otra es bastarda.

Hacer pasar la bastarda por oficial corresponde al embuste del Motu proprio de julio de 2007, que no ha sido denunciado por la FSSPX.

c) «El retiro del decreto de excomunión es un acto muy positivo de este pontificado»

Es falso que este pontificado haya retirado el decreto de excomunión. Sigue la mentira.

La realidad es que Benedicto XVI ha levantado la pena de excomunión a pedido de los cuatro Obispos de la FSSPX, los cuales le han agradecido haber dejado inoperante la medida que los afectaba desde 1988.

d) La pregunta versa sobre los «cinco primeros años de su pontificado» La respuesta es evasiva.

¿Dónde está la condena de todos los actos deplorables de estos cinco años?

No hay un solo comunicado oficial emanado del Superior General de la FSSPX que haya condenado uno de esos actos que humillaron la Iglesia Católica.

En conclusión, esta entrevista, como todas las otras y todos los sermones, conferencias, artículos de las actuales autoridades y miembros de la FSSPX, manifiesta con toda claridad la situación actual de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X y tiene por objetivo tranquilizar a los fieles y miembros, ocultando la realidad de la postura.

CAB 76, 1º de mayo de 2010:

La situación de la Iglesia se parece cada vez más a un mar agitado en todo sentido. En él se observan olas que, de más en más, tratan hacer zozobrar la barca de Pedro, arrastrándola hacia abismos sin fin. Desde el Concilio Vaticano II una ola parece querer arrastrarlo todo hacia el fondo, a fin de no dejar sino un cúmulo de ruinas y un desierto espiritual que los propios Papas han denominado como una apostasía.

Habiéndolo hecho ya a menudo, no queremos volver a describir esta dura realidad; todos pueden comprobarla.

Sin embargo, nos parece provechoso comentar brevemente los acontecimientos de los últimos meses; deseo referirme a esos golpes, sorprendentes por su violencia y particularmente bien orquestados, que se han lanzado contra la Iglesia y el Sumo Pontífice. ¿Por qué semejante violencia?

Volviendo a la imagen, todo indica que desde hace algún tiempo, más o menos desde el ascenso al pontificado del Papa Benedicto XVI, ha aparecido una nueva ola, mucho más modesta que la primera, aunque bastante persistente como para que la podamos percibir, y que contra todo pronóstico aparenta ir en sentido opuesto a la primera. Los indicios son suficientemente variados y numerosos como para poder afirmar, que este nuevo movimiento de reforma o de restauración es efectivamente real.

(…) En lo relativo a la vida de la Iglesia, el restablecimiento de la misa de siempre en su derecho en 2007, y la anulación, dos años más tarde, de la pena infamante que buscaba descalificarnos, han provocado la rabia de los liberales y progresistas de todo color.

(…) La gran ola se enfrenta con la pequeña con una violencia sorprendente. No es de extrañar que el encuentro de ambas olas, tan desiguales, cause tantos remolinos y tumultos, y provoque una situación muy confusa, en la que es muy difícil distinguir y predecir cuál de las dos olas va a prevalecer. No obstante, se trata de algo nuevo y merece ser saludado. No se trata de caer en un entusiasmo exagerado, que pretendiese hacer creer que la crisis de la Iglesia ya ha terminado; al contrario, como van perdiendo fuerza, los que advierten que se pone en cuestión las conquistas que creían definitivamente adquiridas, seguramente emprenderán un combate de gran envergadura para intentar salvar ese sueño de modernidad que empieza a venirse abajo. Es muy importante tener una mirada lo más realista posible sobre lo que está sucediendo. Aunque nos alegramos de todo lo bueno que se hace en la Iglesia y en el mundo, no por eso nos hacemos ilusiones ante la gravedad de la situación actual.

Este documento mereció una Carta Abierta de mi parte:

https://radiocristiandad.wordpress.com/2010/05/08/el-padre-ceriani-responde-a-la-carta-de-mons-fellay-%c2%a1esto-ya-no-es-politica-esto-es-mentira/

Entre otras cosas, allí digo:

En las cartas que le he dirigido el año pasado, insinué que usted estaba mintiendo. Lo puse como una condicional.

Hoy puedo afirmar que usted ha mentido, que usted miente y que, salvo que se corrija, usted seguirá mintiendo.

En su carta a los fieles y benefactores de la FSSPX del 1 de mayo, usted dice:

«Los indicios son suficientemente variados y numerosos como para poder afirmar que este nuevo movimiento de reforma o de restauración es algo real».

Y más abajo pone los dos primeros ejemplos de esta ilusión suya:

«Referente a la vida de la Iglesia, en 2007 la rehabilitación de la misa de siempre en su derecho y luego la anulación, dos años más tarde, de la pena infamante que podía descalificarnos a nosotros«.

Usted sabe muy bien que es mentira que la Misa de siempre haya sido rehabilitada en su derecho.

La realidad es que, por el Motu proprio de julio de 2007, la Misa de siempre ha perdido su derecho, siendo relegada al rango de «forma extraordinaria» de un rito cuya «forma ordinaria» es la misa bastarda montiniana.

La realidad es que, según ese Motu proprio tan festejado por usted, ese único rito expresa la misma fe en cualquiera de sus dos formas.

La realidad es que usted estaba al tanto de esta blasfemia; y esto desde septiembre de 2006, por lo menos; y tal vez desde octubre de 2004. Y usted lo ocultó y lo sigue ocultando. Pero «la mentira tiene patas chicas» y pude descubrir la verdad, aunque ya era demasiado tarde.

¡No engañe más a los sacerdotes y feligreses!

Usted sabe muy bien que me ha mentido respecto de la «anulación de la pena». Tal vez otros sacerdotes y fieles sufrieron el mismo engaño.

En efecto, en más de una oportunidad le señalé que usted y sus colaboradores inmediatos no podían utilizar esa expresión.

Y usted siempre me respondió que se trataba de una «imprecisión de lenguaje».

En la carta del 2 de agosto de 2005, le escribí:

«Considerando los antecedentes desde agosto de 2000, es muy probable que las autoridades de la Fraternidad terminen por aceptar de la Roma modernista una fórmula como «retirar la excomunión» o «levantar la excomunión» o «anular la excomunión».»

La realidad es que por el acto pontificio, que indicaría una verdadera reforma o restauración, la excomunión de ustedes cuatro ha sido levantada, remitida, por pedido expreso suyo en nombre de los cuatro.

La realidad es que no hubo declaración de nulidad de la pena.

La realidad es que la pena no era «infamante», todo lo contrario, era una distinción de honor.

Así lo declararon públicamente todos los Superiores de la Fraternidad (cuando eran superiores y no enanos como ahora) en su carta del 6 de julio de 1988.

La realidad es que esa pena honrosa no «podía descalificarnos a nosotros», todo lo contrario; nos calificaba y distinguía; nos contradistinguía frente a la Iglesia Oficial, ¡oficialmente modernista y conciliar!

¡No engañe más a los sacerdotes y feligreses!

Esto ya no es política…

¡Esto es MENTIRA!

Contra sus mentiras, contra su política y contra su entrega, para el día del Juicio Final apelo a Monseñor Lefebvre, a Monseñor de Castro Mayer, a todos los Superiores de la Fraternidad de 1988, a todos los verdaderos Sacerdotes y fieles de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X.

Por el bien de su alma: NO MIENTA MÁS

Hay comentarios muy buenos a esta Declaración mía, así como una interesante disputa que hace ver como las mentiras de Monseñor Fellay provocan serías consecuencias en los fieles.

Conferencia de Monseñor Fellay en Bahia, Brasil, 8 de julio:

Radio Cristiandad presentó de este modo los comentarios:

https://radiocristiandad.wordpress.com/2010/08/04/comentario-del-padre-ceriani-a-la-conferencia-de-monsenor-fellay/

El jueves 8 de julio Monseñor Fellay dio una conferencia en Bahía, Brasil. Algunas de sus ideas fueron retomadas el domingo 18 de julio en el sermón y en la conferencia de Buenos Aires. El Padre Ceriani comentó en vivo el texto de la primera ponencia. En los Especiales de Radio Cristiandad se puede escuchar esta edición del miércoles 21 de julio. Presentemos ahora el texto escrito de esos comentarios, que incluye alguna referencia a lo dicho en Buenos Aires y ha sido ampliado y enriquecido con valiosas citas.

Ahora sólo destaco la semblanza de Benedicto XVI que hace Monseñor Fellay:

Hay que saber que el Papa presente, Benedicto XVI, es una mezcla de bueno y de malo. De malo es la cabeza, la teoría moderna, modernista.

Por ejemplo, el ecumenismo, o también las relaciones con los judíos. Ha dicho cosas que son increíbles, por ejemplo sobre el infierno, en su Encíclica.

Está esta parte, una parte muy moderna. Y de la otra parte, hay una parte conservadora.

Yo digo así: su cabeza es moderna, su corazón es conservador. Pero no sé cómo los dos van juntos.

Esto hace que la situación sea ahora muy, muy complicada, muy contradictoria.

No puedo decir que todo lo que hace el Papa es bueno. ¡No! Cuando va a la sinagoga, oh, oh, oh… Cuando va al templo de los luteranos, ay, ay, ay… No, no puedo decir que es bueno.

Pero, por otras cosas, ¡sí! Intenta hacer algo bien. Y en cada caso es atacado de dentro y de fuera.

Lo que podemos decir es lo siguiente: hasta este Papa, la Iglesia estaba totalmente en manos de los modernistas; y la posición presente del Papa, al decir que la Iglesia hoy está obligada a estar vinculada con el pasado, ha provocado un golpe dentro de los progresistas.

No digo que todo está bien; pero digo que fue un golpe. Y ahora están divididos. Y esto nos permite a nosotros atacar con más fuerzas en esta batalla.

COMENTARIO ELEISON 162, del 21 de agosto: ¿DISCUSIONES ELUDIDAS?

https://radiocristiandad.wordpress.com/2010/08/23/13503/

Mientras las discusiones entre Roma y la Fraternidad de San Pio X se están topando, de acuerdo a comentarios de ambos lados, contra una pared doctrinal, informes de Francia y Alemania unidos a un rumor que llega desde Roma alerta peligro para los Católicos. Ese peligro es un acuerdo político el cual simplemente rodeará por un lado el bloqueo doctrinal.
La Política amenaza con eludir a la doctrina.

Solamente los soñadores podían no haber previsto que las discusiones doctrinales Roma-FSSPX toparían contra un muro doctrinal. Únicamente los políticos pueden desear que cualquier acuerdo no-doctrinal se desprenda de estas.

¡Dios mío! por lo visto Benedicto XVI sinceramente cree en la Nueva Iglesia del Vaticano II, la cual debe de unir en su seno absolutamente a todos los hombre, sin importar si creen o no en la única verdadera doctrina de la Fe. Por lo tanto él sinceramente desea acoger también a la FSSPX – ¡y naturalmente no le queda mucho tiempo más por vivir! Así es que el bloqueo de las discusiones doctrinales no debería de preocuparle tanto, si busca llegar a un acuerdo político con la FSSPX y de esta manera poder unirla con el resto de la Nueva Iglesia. Por lo tanto, ni debería de pedir demasiado a la FSSPX, o se negaría al acuerdo, ni muy poco, porque entonces el resto de la Nueva Iglesia se levantaría en protesta.

El rumor desde Roma consiste precisamente en que él está pensando en un «Motu Proprio» que aceptaría a la FSSPX «de regreso en la Iglesia», de una vez por todas, sin requerir de la FSSPX una aceptación explícita del Vaticano II o de la Misa Nueva, sino solamente la aceptación, por ejemplo, del «Catecismo de la Iglesia Católica» de 1992 de Juan Pablo II.

The Remnant, 24 de agosto:

https://radiocristiandad.wordpress.com/2010/08/25/fellay-dixit-lo-de-williamson-es-todo-va-sin-problemas-de-acuerdo-al-plan/

El Superior General, Obispo Bernard Fellay de la Sociedad de San Pío X, uno de los cuatro obispos cuya excomunión fue levantada por el Papa Benedicto XVI en Enero de 2009, categóricamente negó hoy cualquier conocimiento de un alegado motu proprio especial que se esté planeando por la Santa Sede para la FSSPX, como fue afirmado recientemente por el obispo de la FSSPX Richard Williamson. Este rumoreado motu proprio no requeriría que la FSSPX hiciera alguna especie de voto o aceptación que el Concilio Vaticano II y la Nueva Misa requirieran.

«Estoy muy molesto por todo este asunto, dijo el Obispo Fellay. La afirmación del obispo Williamson es una afirmación desautorizada y es su propia personal afirmación y no la de la Sociedad San Pío X.»

«Nunca ha sido política de la Sociedad San Pío X basar cualquier clase de acción o política en el rumor. No tengo ningún conocimiento de ningún motu proprio.«

En la entrevista de hoy el Obispo Fellay categóricamente niega que las discusiones doctrinales en curso, presuntamente «se topan contra una pared de ladrillo». Dijo que los diálogos doctrinales con representantes de la FSSPX y teólogos de la Santa Sede siguen conforme lo planeado con la próxima reunión programada para Septiembre:

«Nada ha cambiado. Todo esto es rumoreo y chismes y no tengo nada que ver con rumores y chismes. Todo esto es nulo e inválido. Por el momento, todo está bien y todo va sin problemas de acuerdo al plan.»

Respecto a las Etapas de este Plan se pueden leer los artículos publicados por Radio Cristiandad:

Padre Ceriani. Las etapas de un plan. Roma y la Fraternidad: el mismo tipo de proceso:

https://radiocristiandad.wordpress.com/2010/09/04/las-etapas-de-un-plan/

Padre Turco. El plan de Monseñor Fellay para las tratativas con Roma:

https://radiocristiandad.wordpress.com/2010/09/27/padre-juan-jose-turco-%c2%bfque-plan-%c2%bfcuales-etapas/

Padre Turco. Vetera et Nova: «el problema es solamente canónico»:

https://radiocristiandad.wordpress.com/2011/01/04/cosas-antiguas-y-nuevas-de-mons-fellay/

Entrevista a Monseñor Fellay. Nouvelles de Chrétienté., septiembre-octubre 2010

https://radiocristiandad.wordpress.com/2010/10/17/ay-fellay/

Nouvelles de Chrétienté: La Fraternidad Sacerdotal San Pío X celebra sus 40 años. ¿Es el fin de la travesía por el desierto, como para los hebreos en el tiempo de Moisés?

Monseñor Fellay:
Creo que lo que vivimos se parece más a una de esas incursiones de los exploradores que entrevén la tierra prometida, sin que las circunstancias les permitan entrar.

Para evitar alguna falsa interpretación de la imagen utilizada, quiero precisar que continuamos afirmando siempre y firmemente que somos católicos y que, con la ayuda de Dios, queremos permanecer tales. Sin embargo, para la Iglesia toda, esta crisis se parece mucho a una travesía por el desierto, con la diferencia de que el maná es muy difícil de encontrar. Hay signos alentadores, sobre todo de parte de Roma, pero desafortunadamente están junto a otros signos bien preocupantes. Algunas briznas de pasto en el desierto…

Nouvelles de Chrétienté: En este mes de septiembre los informes sobre la aplicación del Motu Proprio referidos a la misa tradicional deben ser enviados a la Santa Sede. Son pocos los Obispos que han aplicado generosamente las directivas romanas. ¿Cómo explica Ud. esta reticencia, o más bien esta resistencia?

Monseñor Fellay:
Del mismo modo que la nueva misa expresa un cierto espíritu nuevo que es el de Vaticano II, así también la misa tradicional expresa el espíritu católico. Los que se aferran con los dientes a Vaticano II porque ven en él un nuevo punto de partida de la Iglesia, o los que consideran que con Vaticano II una página de la historia de la Iglesia quedó atrás definitivamente, son quienes simplemente no pueden aceptar la coexistencia de una misa que recuerda exactamente todo lo que pensaban haber dejado atrás para siempre. Hay dos espíritus diferentes encarnados en dos misas. ¡Es un hecho! ¡Y los dos no van juntos!

Fueron muchos los comentarios que mereció esta entrevista. Por mi parte, ella me exigió hacer una DECLARACIÓN:

https://radiocristiandad.wordpress.com/2010/10/17/ay-fellay/#comment-77904

En la entrevista que le hiciera Nouvelles de Chrétienté (sept.-oct. 2010), Monseñor Bernard Fellay dice:

«Los que se aferran con los dientes a Vaticano II porque ven en él un nuevo punto de partida de la Iglesia, o los que consideran que con Vaticano II una página de la historia de la Iglesia quedó atrás definitivamente, son quienes simplemente no pueden aceptar la coexistencia de una misa que recuerda exactamente todo lo que pensaban haber dejado atrás para siempre.»

Lo triste y lamentable es que los modernistas, aunque quisieran, no pueden afirmar en referencia a la actual FSSPX:

«Los que se aferran con los dientes al Magisterio anterior al Vaticano II porque ven en aquél la perennidad y la continuidad sin rupturas de la Iglesia; o los que consideran que con Vaticano II se ha intentado dar vuelta definitivamente una página de la historia de la Iglesia, son quienes simplemente no pueden aceptar la coexistencia de una misa nueva que representa para ellos exactamente todo lo que ha sido introducido como novedoso en ruptura con el pasado.»

Entonces, los que se aferran con los dientes a Vaticano II son coherentes en no aceptar la coexistencia de una misa que recuerda exactamente todo lo que pensaban haber dejado atrás para siempre.

Los hijos bastardos no quieren que su padre haga venir a la casa de adulterio a su esposa legítima, para que cohabite bajo un mismo techo con ellos y su adúltera madre.

Son coherentes; pues ellos no se consideran bastardos, califican a la legítima como una madrastra usurpadora, y respetan a su madre como una mujer decente.

En cambio, la incoherencia está en Monseñor Fellay y la FSSPX, que aceptan la coexistencia con una misa bastarda, que define perfectamente a la Iglesia Conciliar.

Los incoherentes hijos legítimos no tienen inconvenientes en que su padre los quiera recibir, junto con su madre, en su casa de adulterio, para que cohabiten todos bajo un mismo techo y compartan una misma mesa, alternando el lecho con la adúltera (la «oficial») y la legítima (la «extraordinaria»).

Monseñor Fellay dice:

«Creo que lo que vivimos se parece más a una de esas incursiones de los exploradores que entrevén la tierra prometida, sin que las circunstancias les permitan entrar.

Para evitar alguna falsa interpretación de la imagen utilizada, quiero precisar que continuamos afirmando siempre y firmemente que somos católicos y que, con la ayuda de Dios, queremos permanecer tales.»

Lo triste y lamentable es que Monseñor Fellay, y con él la FSSPX, ya no dicen:

«Eminencia, reunidos en torno a su Superior general, los Superiores de los distritos, seminarios y casas autónomas de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, piensan conveniente expresarle respetuosamente las reflexiones siguientes. Usted creyó deber suyo, por su carta del 1º de julio último, hacer saber su excomunión latae sententiae a Su Excelencia Monseñor Marcel Lefebvre, a Su Excelencia Monseñor Antonio de Castro Mayer y a los cuatro obispos que ellos consagraron el 30 de junio último en Ecône. Quiera usted mismo juzgar sobre el valor de tal declaración que viene de una autoridad que, en su ejercicio, rompe con la de todos sus antecesores hasta el papa Pío XII, en el culto, enseñanzas y el Gobierno de la Iglesia.

En cuanto a nosotros, estamos en plena comunión con todos los Papas y todos los Obispos que han precedido el Concilio Vaticano II, celebrando exactamente la Misa que ellos codificaron y celebraron, enseñando al Catecismo que ellos compusieron, oponiéndonos contra los errores que ellos condenaron muchas veces en sus encíclicas y cartas pastorales. Quiera usted entonces juzgar de qué lado se encuentra la ruptura. Estamos extremadamente apenados por la ceguera de espíritu y el endurecimiento de corazón de las autoridades romanas.

En cambio, nosotros jamás quisimos pertenecer a ese sistema que se califica a sí mismo de Iglesia Conciliar y se define por el Novus Ordo Missæ, el ecumenismo indiferentista y la laicización de toda la sociedad. Sí, nosotros no tenemos ninguna parte, nullam partem habemus, con el panteón de las religiones de Asís; nuestra propia excomunión por un decreto de Vuestra Eminencia o de otro dicasterio no sería más que la prueba irrefutable. No pedimos nada mejor que el ser declarados ex communione del espíritu adúltero que sopla en la Iglesia desde hace veinticinco años; excluidos de la comunión impía con los infieles.

Creemos en un solo Dios, Nuestro Señor Jesucristo, con el Padre y el Espíritu Santo, y seremos siempre fieles a su única Esposa, la Iglesia Una, Santa, Católica, Apostólica y Romana. El ser asociados públicamente a la sanción que fulmina a los seis obispos católicos, defensores de la fe en su integridad y en su totalidad, sería para nosotros una distinción de honor y un signo de ortodoxia delante de los fieles. Estos, en efecto, tienen absoluto derecho de saber que los sacerdotes a los cuales se dirigen no están en comunión con una iglesia falsificada, evolutiva, pentecostal y sincretista.»

En julio de 1988 se declaraba que jamás quisimos pertenecer a ese sistema que se califica a sí mismo de Iglesia Conciliar… No tenemos ninguna parte, nullam partem habemus, con el panteón de las religiones de Asís… No pedimos nada mejor que el ser declarados ex communione del espíritu adúltero que sopla en la Iglesia… Sería para nosotros una distinción de honor y un signo de ortodoxia delante de los fieles…

En octubre de 2010 las circunstancias no les permiten entrar

Quieran ustedes entonces juzgar [estimados fieles y queridos sacerdotes de la FSSPX] de qué lado se encuentra la ruptura. Estoy extremadamente apenado por la ceguera de espíritu y el endurecimiento de corazón de las autoridades
actuales de la FSSPX.

Conferencia y Entrevista de Monseñor Fellay. The Angelus Press y The Remnant, 15-17 de octubre:

https://radiocristiandad.wordpress.com/2010/10/24/si-no-supieramos-la-verdad/#comments

Dos frases del periodista resumen todo este embrollo:

«Su Excelencia dedicó la media hora final a un examen de las relaciones políticas y legales de la FSSPX con las autoridades en Roma».

«Benedicto XVI parece estar pidiendo a los obispos y sacerdotes de la Fraternidad que le permitan aparentar tener esta «pelea» pública con ellos a fin de ayudarlo a manejar un puñado colegial inmanejable de obispos.»

Entrevista a Monseñor FellayLes Nouvelles calédoniennes, 27 de diciembre:

Ver en Radio Cristiandad:

https://radiocristiandad.wordpress.com/2010/12/29/%c2%bfno-podriamos-haber-terminado-bien-el-ano-ruega-ruega-que-algo-queda/

https://radiocristiandad.wordpress.com/2011/01/01/monsenor-fellay-deseamos-que-roma-nos-reconozca-como-verdaderos-obispos/

Pregunta: La Fraternidad San Pío X se califica de tradicionalista cuando se la acusa de integrista. Sin embargo, ustedes se oponen a todos los avances progresistas de la Iglesia desde 1962…

Respuesta: Nuestra situación es controvertida, pero también está vinculada a lo que sucede en la Iglesia católica. La vida de la Iglesia ha cambiado con el Concilio Vaticano II. Y el balance es devastador. Ha disminuido la cantidad de sacerdotes y de religiosas. Existe una pérdida generalizada de velocidad religiosa. Hay que hacer algo para restablecer la situación. La libertad total demuele la sociedad. Los hombres necesitan una asistencia especial para conocer el camino de Dios y la salvación de las almas. Por otra parte, el Papa vuelve a las ideas tradicionales. El ve muy bien que hay una desviación y que hay que corregirla. Puede ser que estemos mucho más cerca del Papa de lo que parece.

Pregunta: ¿El objetivo de vuestra comunidad es siempre el de integrar la Iglesia católica?

Respuesta: Sí, siempre hemos sostenido que no queremos hacer bando aparte. Sostenemos que somos católicos y que lo seguimos siendo. Deseamos que Roma nos reconozca como verdaderos obispos. Por otra parte, ya no usan más la palabra cismático contra nosotros. Por lo tanto, si no se es cismático, ni hereje, es porque se es sacramente católicos. Por otra parte, el Papa dijo que hay solamente un problema de orden canónico. Es suficiente un acto de Roma para decir que se ha terminado y nosotros reentramos en la Iglesia. Esto vendrá. Soy muy optimista.

Para reflexionar seriamente. Esto fue dicho cinco días antes de la convocatoria de Asís 2011 y del anuncio de la beatificación de Juan Pablo II:

— Por otra parte, el Papa vuelve a las ideas tradicionales.

— El ve muy bien que hay una desviación y que hay que corregirla.

— Puede ser que estemos mucho más cerca del Papa de lo que parece.

— Deseamos que Roma nos reconozca como verdaderos obispos.

— Por otra parte, el Papa dijo que hay solamente un problema de orden canónico.

— Es suficiente un acto de Roma para decir que se ha terminado y nosotros reentramos en la Iglesia.

AÑO 2011

Llegamos, finalmente, a la Entrevista a Monseñor Fellay. The Angelus. 2 de febrero.

Si desea consultar todos los comentarios a las primeras cuatro partes de la misma, realizada en los estudios de Radio Cristiandad, puede ir a:

https://radiocristiandad.wordpress.com/2011/03/02/especial-de-febrero-2011/

Como no es la finalidad de este ya largo artículo entrar en los detalles de estas insulsas respuestas de Monseñor Fellay, solamente presento las principales apostillas, propias o de otros comentaristas.

I. CONVERSACIONES DOCTRINALES

1. Monseñor, Usted tomó la decisión de llevar adelante conversaciones doctrinales con Roma. ¿Podría recordarnos cuál es el objetivo?

Es preciso distinguir el fin que persigue Roma del que tenemos nosotros.
Roma indicó que existían problemas doctrinales con la Fraternidad y que los mismos debían aclararse antes de un reconocimiento canónico —problemas que, tratándose de la aceptación del Concilio, obviamente provendrían de nuestra parte. Para nosotros, en cambio, se trata de otra cosa: queremos exponer a Roma lo que la Iglesia siempre enseñó, y con eso, señalar las contradicciones existentes entre esta enseñanza multisecular y lo que sucede después del Concilio. De nuestra parte, ese es el único objetivo que perseguimos.

5. ¿Hay una evolución en el pensamiento de nuestros interlocutores después de nuestras exposiciones?

No pienso que se pueda decir eso.

9. ¿Sigue de cerca el Papa estas discusiones? ¿Hizo algún comentario sobre ellas?

Creo que sí, pero sin estar al corriente de los pormenores. ¿Si comentó algo sobre ellas? Con motivo de una reunión con sus colaboradores, este verano, en Castelgandolfo, dijo que estaba satisfecho con ellas. Es todo.

11. En síntesis, ¿qué diría hoy sobre estas discusiones?

Que si hubiese que volverlas a hacer, las haríamos. Es muy importante, es capital. Si esperamos corregir un movimiento de ideas, estas discusiones no pueden evitarse.

Comentario: Puede establecerse una interesante combinación entre las respuestas 1, 5, 9 y 11:

Respuesta 1: Es preciso distinguir el fin que persigue Roma del que tenemos nosotros. Roma indicó que existían problemas doctrinales con la Fraternidad y que los mismos debían aclararse antes de un reconocimiento canónico —problemas que, tratándose de la aceptación del Concilio, obviamente provendrían de nuestra parte.

Respuesta 5: No pienso que se pueda decir que haya una evolución en el pensamiento de nuestros interlocutores después de nuestras exposiciones.

Respuesta 9: El Papa con motivo de una reunión con sus colaboradores, este verano, en Castelgandolfo, dijo que estaba satisfecho con ellas.

Respuesta 11: Si hubiese que volverlas a hacer, las haríamos.

Uno se pregunta: Los problemas doctrinales, ¿se han aclarado?…, y ¿en qué sentido?, pues Benedicto está satisfecho y Monseñor Fellay las volvería a realizar… aunque persiguen fines distintos…

3. ¿Puede Ud. recordarnos cuál es el método de trabajo que se utiliza? ¿Cuáles son los temas que ya se abordaron?

El método es escrito: se redactan textos sobre los cuales después se basará el coloquio teológico ulterior. Ya se tocaron varios temas, pero por el momento dejo abierto este interrogante. Puedo decir simplemente que estamos llegando a término, porque ya hemos repasado los principales temas resultantes del Concilio.

Comentario: Puedo decir simplemente que estamos llegando a términoEs decir, como estaba previsto y ya anunciado, para la primavera de 2011; más precisamente para el mes de mayo.

Desde hace ocho meses, como mínimo, se sabe que las tan mentadas discusiones doctrinales deben terminar en la primavera de 2011 que, en el hemisferio norte, comienza el 21 de marzo próximo.

Una vez más, los Comentarios Eleison de Monseñor Williamson son la fuente de información de la FSSPX.

Fuente oficiosa, ciertamente; pero a falta de la oficial nos proporciona buenos datos. Y en este caso no fue desmentido por el Superior General ni por el celoso Padre Schmidberger.

Tanto en el Eleison 156, del 10 de julio de 2010, como en el Eleison 159, del 3 de agosto de 2010, Monseñor Williamson anuncia que, según el Presidente de la Comisión Teológica de la FSSPX, Monseñor de Galarreta, «estas discusiones deben de continuar hacia su fin designado (pero no más allá)»; y que esa fecha es «la primavera del año próximo».

Por lo tanto, el diálogo de sordos estaba destinado a terminar entre el 21 de marzo y el 21 de junio de 2011. Algunos indican, más precisamente, el mes de mayo.

Monseñor Williamson parece no recordar lo que escribió en sus Eleison 156 y 159, pues en Eleison 190, del 5 de marzo de 2010,
nos dice con seguridad y valentía inglesas:

Para la tranquilidad de algunos y la decepción de otros, parecería que las Discusiones doctrinales que se llevaron a cabo durante el último año y medio entre teólogos de Roma y representantes de la Sociedad de San Pio X llegarán después de todo a su fin esta primavera, debido a que los temas principales a discutir ya se habrán cubierto para entonces, sin una verdadera ventana de posibilidad para algún acuerdo. A esta conclusión parecería tentativamente estarse llegando, de acuerdo a los comentarios que el Superior General de la Sociedad, Mons. Fellay, externó en una entrevista que concedió el 2 de Febrero.

¡Ya no sé quién es más falso de todos estos mitrados!

8. Además del testimonio de la fe, ¿es importante y ventajoso que la Fraternidad vaya a Roma? ¿Es peligroso? ¿Cree Ud. que esto puede prolongarse en el tiempo?

Es muy importante que la Fraternidad brinde este testimonio; esa es incluso la razón de estas discusiones doctrinales. Se trata verdaderamente de que en Roma resuene la fe católica e incluso intentar —¿por qué no?— que resuene potentemente en toda la Iglesia.

Existe un peligro: el de alimentar ilusiones. Se ve que algunos fieles se hicieron ilusiones, pero los últimos acontecimientos se encargaron de disiparlos. Pienso en el anuncio de la beatificación de Juan Pablo II o el del nuevo Asís, en la línea de las reuniones interreligiosas de 1986 y 2002.

Comentarios: A la primera parte de la respuesta, ya he indicado en otra oportunidad que, de ser cierto que es muy importante que la Fraternidad brinde este testimonio, ella habría faltado a su deber desde 1988 hasta 2009.

Y, si es así, ¿por qué no hacer una declaración pública condenando la convocatoria de la reiteración de Asís en 2005, 2006, 2007, 2008, 2009 y 2010? ¿por qué ese silencio culpable desde 2002?

A la segunda parte, sostenemos que ha sido el mismo Monseñor Fellay quien alimentó ilusiones y las creó en los sacerdotes y fieles.

Su propia desilusión queda evidenciada entre sus declaraciones del 27 de diciembre en Nueva Caledonia, que recibieron un rotundo mentís por los anuncios de Benedicto XVI en los primeros días de enero.

Jafg comentó de este modo:

Como ya se señaló en comentarios anteriores, fue el mismo Monseñor quien propició esas ilusiones: presentando el motu proprio Summorum pontificum como algo muy positivo, incluso como fruto de los más de un millón de Rosarios; refiriéndose a Benito XVI como una persona íntegra que se preocupa mucho por la Iglesia; deshaciéndose en agradecimientos por el perdón de una excomunión que no solo era injusta, sino inexistente y que por ende no necesitaba ni podía ser perdonada; omitiendo comentarios y advertencias contra los actos y palabras anticristianas de Benito XVI; reprendiendo a sacerdotes de la FSSPX que criticaban esos actos y esas palabras, etc.

II. EL EFECTO DEL MOTU PROPRIO

14. Monseñor, ¿piensa Ud. que el Motu Proprio, a pesar de sus deficiencias, es un paso a favor de la restauración de la Tradición?

Es un paso capital, es un paso esencial —se podría decir—, aún si hasta ahora prácticamente no ha tenido efecto, o poco, ya que existe una oposición cerrada de parte de los obispos. A nivel jurídico, el hecho de haber reconocido que la antigua ley —es decir, la ley de la misa tradicional— nunca había sido abrogada, es un paso capital para volver a conceder a la Tradición el lugar que le es debido.

Comentario: Sigue la farsa…

La realidad es que, a nivel jurídico, el hecho de haber sido declarado que la antigua ley —es decir, la ley de la misa tradicional— no ha sido abrogada como forma extraordinaria y que ella forma parte de un mismo rito junto a la misa bastarda, que es la forma ordinaria, es un paso capital para derribar a la Tradición del lugar que le es debido.

Jafg comentó de este modo:

Aunque también ya ha sido señalado en comentarios anteriores, nunca se repetirá suficientemente que Benito XVI no dijo en su motu proprio que la Misa tradicional nunca había sido abrogada. El superior de la FSSPX insiste en que así lo expresa la carta, pero se engaña y engaña a otros, pues lo que el documento dice es que la Misa tradicional nunca fue abrogada como rito extraordinario, lo cual es totalmente distinto.

De esta manera, Mons. Fellay vuelve a propiciar esas falsas ilusiones, pues dice que el motu proprio Summorum pontificum fue «un paso capital para volver a conceder a la Tradición el lugar que le es debido». O no advierte o no quiere advertir que lo que se le concedió a la Misa tradicional fue un lugar secundario, el de un rito extraordinario. ¿Será ese el sitio que le corresponde?

20. Desde hace mucho tiempo el Papa habla de «la reforma de la reforma». ¿Cree Ud. que aspire a conciliar la liturgia antigua con la doctrina del Vaticano II en una reforma que sería un término medio?

Vea, ¡por el momento no sabemos nada! Sabemos que él quiere esta reforma, pero ¿qué amplitud tendrá? ¿Al final se querrá refundirlo todo, la «forma ordinaria» y la «forma extraordinaria»? No es eso lo que resulta del Motu Propio, que pide que se distingan bien las dos «formas», sin mezclarlas —lo cual es muy atinado. Habrá que esperar y ver lo que sucede. Por el momento quedémonos con lo que dicen las autoridades romanas.

Jafg comentó de este modo:

No deja de ser extraño que Mons. Fellay diga que «No es eso lo que resulta del Motu Propio, que pide que se distingan bien las dos «formas», sin mezclarlas —lo cual es muy atinado», cuando, por lo menos en los centros de Misa de la Fraternidad en el distrito de Francia, se promovió un libro de un sacerdote de la Fraternidad en que se propone la mezcla de los ritos al grado que uno contamine el otro y surja así un rito híbrido.

III. ASÍS

21. El Santo Padre ha anunciado la próxima reunión de Asís. Ud ha respondido en el sermón dado en San Nicolás el 9 de enero pasado, haciendo suya la oposición que Mons. Lefebvre manifestó con motivo de la primera reunión, hace veinticinco años. ¿Piensa Ud. intervenir directamente ante el Santo Padre?

Si esa ocasión se ofrece y si puede dar algún fruto, ¿por qué no?

Comentario: si se sigue con atención el discurso de Monseñor Fellay, se comprueba que se trata de una gran puesta en escena:

«Queremos exponer a Roma lo que la Iglesia siempre enseñó, y con eso, señalar las contradicciones existentes entre esta enseñanza multisecular y lo que sucede después del Concilio»¡Bravo!

«Es muy importante que la Fraternidad brinde este testimonio; esa es incluso la razón de estas discusiones doctrinales.»
¡Magnífico!

«Se trata verdaderamente de que en Roma resuene la fe católica.» ¡Magnánimo!

«Si esa ocasión se ofrece y si puede dar algún fruto, ¿por qué no?» ¡Qué pusilanimidad!

Todo esto es una comedia muy bien montada…

Tal vez Monseñor Fellay tenga la ocasión de encontrarse con Benedicto XVI en el metro de París o en un bar de Roma…

En ese caso, si considera que podría dar algún fruto intervenir directamente ante él para enrostrarle sus errores, lo hará…

De todos modos, seguirá muy tranquilo con las etapas del plan…

22. ¿Es tan grave convocar las otras religiones para trabajar por la paz?

Bajo un aspecto —y sólo bajo este aspecto— no. Convocar las otras religiones a trabajar por la paz —una paz civil—, no hay problema; pero en ese caso no es a nivel de la religión sino a nivel civil. No se trata de un acto de religión sino simplemente de un acto de una entidad religiosa que obra civilmente a favor de la paz. Allí el objetivo no es siquiera la paz religiosa sino la paz civil entre los hombres.

En cambio, es un absurdo pedir que se realicen actos religiosos con ocasión de esta reunión, ya que entre las religiones existe una divergencia radical. En este contexto, es difícil entender lo que significa aspirar a la paz, cuando no se está de acuerdo sobre la naturaleza de Dios, sobre el significado que se le asigna a la divinidad. Uno se pregunta verdaderamente cómo podría llegarse a algún resultado serio.

Comentario:
¿Qué es esta paz civil de la cual nos habla Monseñor Fellay? ¿Se puede admitir esto? ¿Hay una tercera categoría de paz?

¡NO!

Para explicarme, envío a mi comentario, que transcribe un artículo que ya he publicado y que ha sido objeto de una las Conferencias en Militia in Veritate:

https://radiocristiandad.wordpress.com/2011/02/18/entrevista-a-mons-fellay-en-distrito-usa-1%c2%ba-parte/#comment-82989

Jafg comentó de este modo:

Por último, Mons. Fellay continúa fomentando las ilusiones habla de Benito XVI dice que «De hecho él dice ‘no podemos rezar juntos’. Pero habrá que ver lo que quiere decir con eso».

¿Acaso ya se olvidó de sus palabras y de sus acciones?

Benedicto XVI, Audiencia General, 20 sept. 2006: «… enfaticé… mi respeto profundo por las grandes religiones, y especialmente a los Musulmanes, quienes ‘adoran a Dios…'»

Benedicto XVI, Catequesis, 24 agosto 2005: «… además de estima por las otras grandes tradiciones religiosas. El Islam ocupa un lugar especial entre ellas.»

Benedicto XVI, Discurso, 25 sept. 2006: «Quiero reiterar hoy toda la estima y el profundo respeto que tengo por creyentes Musulmanes, trayendo a la memoria las palabras del Segundo Concilio Vaticano que por la Iglesia Católica son la Carta Magna del diálogo Musulmán-Católico: ‘La Iglesia considera Musulmanes con respeto. Adoran al único Dios vivo y subsistente… En este tiempo cuando por Musulmanes la viaje espiritual del mes de Ramadán está empezando, me dirijo a todos ellos mis buenos deseos cordiales…»

Benedicto XVI, Dios y el Mundo, 2000, p. 209: «Es posible por supuesto leer el Antiguo Testamento como no estando dirigido a Cristo; no señala sin lugar a dudas a Cristo. Y si los Judíos no pueden ver las promesas como cumplidas en él, esto no es solamente mala voluntad por su parte, sino verdaderamente por causa de la oscuridad de los textos… Hay razones perfectamente buenas, entonces, de negar que el Antiguo Testamento se refiera a Cristo y de decir, No, no es lo que dijo. Y hay también buenas razones de aplicarlo a él – de eso se trata la controversia entre Judíos y Cristianos.»

El 19 de agosto, 2005, Benedicto XVI llegó a la Sinagoga Judía en Colonia, Alemania y tomaba parte activa en un oficio religioso Judío.

Benedicto XVI, Homilía, 10 sept. 2006: «No omitimos mostrar respeto por otras religiones y culturas, no omitimos mostrar respeto profundo por su fe…»

Y la lista puede continuar por muchísimas líneas más…

Y aun así Mons. Fellay contesta a la pregunta 27 diciendo que «Supongo que intentarán hacer el mínimo ya que —reitero— para el Papa actual es imposible que grupos diferentes puedan rezar juntos cuando no reconocen al mismo Dios».

IV. BEATIFICACIÓN DE JUAN PABLO II

29. ¿Crea un problema el anuncio de la próxima beatificación de Juan Pablo II?

Un problema grave: el de un pontificado que avanzó a grandes pasos en el sentido errado, en la dirección del progresismo y de todo aquello que se llama «el espíritu del Vaticano II». Por eso, no es sólo una consagración de la persona de Juan Pablo II sino también del Concilio y de todo el espíritu que lo acompañó.

Comentario: Con precisión suiza, nueve meses antes, el 1º de mayo de 2010, en la Carta a los Amigos y Benefactores 76, el mismo Monseñor Fellay había gestado esta sorprendente idea:

Todo indica que desde hace algún tiempo, más o menos desde el ascenso al pontificado del Papa Benedicto XVI, ha aparecido una nueva ola, mucho más modesta que la primera, aunque bastante persistente como para que la podamos percibir, y que contra todo pronóstico aparenta ir en sentido opuesto a la primera. Los indicios son suficientemente variados y numerosos como para poder afirmar, que este nuevo movimiento de reforma o de restauración es efectivamente real.

Resulta difícil entender cómo este nuevo movimiento de reforma o de restauración haya podido dar a luz este problema grave de un pontificado que avanzó a grandes pasos en el sentido errado, en la dirección del progresismo y de todo aquello que se llama «el espíritu del Vaticano II»

Todo parece indicar que la pequeña ola cambió de dirección y pasó a formar parte de lo que el mismo Monseñor Fellay designara como una gran ola que parece querer arrastrarlo todo hacia el fondo, a fin de no dejar sino un cúmulo de ruinas y un desierto espiritual que los propios Papas han denominado como una apostasía.

Recordemos que, mientras el monstruo llegaba al término de su gestación, el portador había expresado:

Por otra parte, el Papa vuelve a las ideas tradicionales. El ve muy bien que hay una desviación y que hay que corregirla. Puede ser que estemos mucho más cerca del Papa de lo que parece (…) Deseamos que Roma nos reconozca como verdaderos obispos (…) Por otra parte, el Papa dijo que hay solamente un problema de orden canónico. Es suficiente un acto de Roma para decir que se ha terminado y nosotros reentramos en la Iglesia. Esto vendrá. Soy muy optimista.

32. Si las canonizaciones comprometen la infalibilidad pontificia, ¿se pueden desconocer los nuevos santos canonizados por el Papa?

Es verdad que hay un problema en las actuales canonizaciones. Con todo, uno puede preguntarse si en la fórmula utilizada por el Sumo Pontífice existe una verdadera voluntad de comprometer la infalibilidad. En el caso de la canonización se cambió la fórmula, los términos son mucho menos expresivos que antes. Creo que eso va de la mano con la mentalidad nueva, que no quiere hacer definiciones dogmáticas comprometiendo la infalibilidad. Ahora bien, admitamos que estamos ante presunciones… No hay respuestas convincentes, excepto la de la intención de la autoridad suprema de comprometer o no su infalibilidad.

Comentario: lo único que queda claro es que No hay respuestas convincentes…

33. ¿Uno puede elegir entre los santos recientemente propuestos a la veneración de los fieles? ¿Qué hay que hacer con el Padre Pío?

Pienso que no hay que elegir. Sin embargo, siempre se podrá atender a los criterios que han sido universalmente reconocidos en el pasado. Así, cuando se está ante una devoción popular masiva —como es el caso del Padre Maximiliano Kolbe o el Padre Pío—, no debería generar dificultades. Reitero, aquí no hay más que opiniones, en razón de la ausencia de un juicio magisterial enunciado dogmáticamente.

Comentario: expresa que no hay que elegir, pero no dice si hay que aceptarlos a todos o si hay que rechazarlos a todos.

En cuanto a la devoción popular masiva, ella genera muchísimas dificultades… Juan Pablo II, Teresa de Calcuta, el Scriba de Balaguer y otros tienen mucho mayor apoyo que al Padre Pío.

CONCLUSIÓN

Preguntábamos al comienzo: ¿Cómo se ha llegado a esta situación?

Y dijimos: Un análisis lo más completo posible de los dichos y hechos que han enmarcado las tratativas entre la FSSPX y la Roma anticristo y modernista desde 1998 nos permitirá responder a esta inquietante pregunta.

Al término de esta extensa cronología, quedan clavadas en el corazón de los sacerdotes y fieles de la Tradición esas punzantes frases, que el lector ya sabrá ahora a quién pertenecen:

Si el Papa me llama, voy. Rápidamente. Más aún, corro.

En nombre de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X, Monseñor Bernard Fellay, Superior General, saluda el acceso del Cardenal Joseph Ratzinger al Supremo Pontificado. Él ve allí un halo de esperanza de salir de la profunda crisis que sacude a la Iglesia Católica.

Benedicto XVI es una persona íntegra, que toma muy seriamente la situación y la vida de la Iglesia.

Con Benedicto XVI la barca de la Iglesia navega en adelante sobre aguas más tranquilas.

… Todo indica que desde hace algún tiempo, más o menos desde el ascenso al pontificado del Papa Benedicto XVI, ha aparecido una nueva ola (…) que contra todo pronóstico aparenta ir en sentido opuesto a la primera. Los indicios son suficientemente variados y numerosos como para poder afirmar, que este nuevo movimiento de reforma o de restauración es efectivamente real.

Deseamos que Roma nos reconozca como verdaderos obispos.

Pareciera que desechamos todo Vaticano II. Sin embargo adherimos al 95%.

El simple hecho de haber iniciado tratativas jugará en favor de Roma y contra la Fraternidad.

La Misa nueva es considerada la ley general de la Iglesia. Para evitar cualquier aislamiento y cualquier división, pedimos que la Misa antigua sea también la ley general.

Mons. Bernard Fellay, volvía a solicitar el levantamiento de la excomunión latae sententiae.

Compréndalo bien, Padre, todo esto es sólo política.

La preciada regularización que solamente Roma tiene la autoridad de otorgar.

El Papa dijo que hay solamente un problema de orden canónico. Es suficiente un acto de Roma para decir que se ha terminado y nosotros reentramos en la Iglesia.

Nuestro Papa dice que no se trata de un cisma.

Por el momento, todo está bien y todo va sin problemas de acuerdo al plan.