Conservando los restos
CON LAS MANOS JUNTAS
Narrado por Fabián Vázquez (once minutos)
Según Santo Tomás de Aquino,
el JUNTAR LAS MANOS es señal
de oración humilde y resignada.
“El hecho de que algunas veces
el sacerdote junte las manos
y se incline en oración suplicante y humilde,
significa la humildad y la paciencia
con que Cristo aceptó la Pasión”
(Suma Teológica, III, q. 83, a. 5, ad 5).
MANIBUS IUNCTIS
Cuando la mente se siente incapaz de orar, pueden los labios articular palabras, y por eso mismo algo de nosotros pertenece aún a Dios.
Y cuando el tedio, o la fatiga, o la impotencia de hablar se apodera de nosotros, nos queda siempre el recurso de orar con nuestra actitud, y de ofrecer a Dios nuestro ademán.
¡Curiosa postura, se dirá, esa de las manos juntas!
Muchos se avergüenzan de ella, y no quieren aparecer como cándidos devotos.
Esos tales nunca se han preguntado lo que quería significar ese antiguo gesto tradicional; no le aman porque nunca le han comprendido.
Para orar bien, nos bastaría juntar nuestras dos manos, conformando al ademán exterior la actitud de nuestra alma.
¿Acaso no comprendemos que ese antiguo gesto está lleno de maravillosas lecciones, y que tenemos la obligación de transmitirle, propagarle como una buena nueva de salvación, como un medio de pacificación y de santidad?
Para volver a encontrar a Dios, basta con orar —manibus iunctis — en el secreto de nuestra alma.
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