DIGNO ES EL CORDERO DEGOLLADO DE RECIBIR
LA GLORIA Y LA ALABANZA
En verdad es digno y justo, equitativo y saludable que en todo tiempo y lugar te demos gracias, Señor santo, Padre todopoderoso, Dios eterno.
Que pusiste la salvación del género humano en el árbol de la Cruz, para que de donde salió la muerte, de allí renaciese la vida, y el que en un árbol venció, en un árbol fuese vencido por Cristo Nuestro Señor, nuestra Pascua.
Porque Él es el verdadero Cordero, que quita los pecados del mundo. El cual, muriendo destruyó nuestra muerte, y resucitando, reparó nuestra, vida.
El cual, siendo su naturaleza la de Dios, no miró como botín el ser igual a Dios, sino que se despojó a sí mismo, tomando la forma de siervo, hecho semejante a los hombres. Y hallándose en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de Cruz. Por eso Dios le sobreensalzó y le dio el nombre que es sobre todo nombre, para que toda rodilla en el Cielo, en la tierra y debajo de la tierra se doble en el nombre de Jesús, y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.
Y toda criatura, del Cielo, de la tierra, de debajo de la tierra y del mar, y todo lo que hay en ellos, oí que respondían: “Al que está sentado en el trono y al Cordero, alabanza, honor, gloria y potencia por los siglos de los siglos”.
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Nota: Textos tomados de los Prefacios de la Santa Cruz y de Pascua, de la Carta a los Filipenses y del Apocalipsis