Conservando los restos
PONME MUY CERCA DE TI
Narrado por Fabián Vázquez (trece minutos)
Líbrame, ¡oh! Señor,
y PONME MUY CERCA DE TI,
y pelee contra mí
la mano de quien quiera.
(Job, XVII, 3)
Debo desprenderme de todo lo que es mediocre y por ende principalmente de mí mismo.
Para conseguirlo basta sólo con que Él quiera ponerme muy cerca de sí, a su sombra y a su luz.
Cerquita de Él, como el niño débil, candoroso y desmañado, a quien es menester ayudar y sostener, ya que su torpeza ingénita transforma en peligros de muerte, en tremendos enemigos, hasta los objetos más útiles, hasta las cosas más provechosas; como el niño que se lastima al agarrar el cuchillo por la hoja, y se quema jugando con el fuego fascinador.
Enséñame, Señor, a servirme de todas las ocasiones, a utilizar todos los acontecimientos sin herirme ni lastimarme; enséñame a distinguir el bien y el mal, a resistir las vanas seducciones de todo lo que brilla y da vueltas entorno mío, que no es otra cosa que la llama cruel, en la que se acaba por morir.
Enséñame a sufrir sin lastimarme, y a regocijarme sin comprometer nada.
Vigílame, Señor; haz que esté siempre cerca de Ti, porque si no lo estoy, si mi fe, acrecentada por tu gracia, no me asegura que me estás viendo y que me encuentro en tu presencia, mis locuras me perderán, y mi atolondramiento ocasionará la muerte de tu obra en mí.
Dios mío, ¿acaso no se resume todo para mí en este simple deseo: juxta te, cerca de Ti?
¿No es toda infidelidad un alejamiento, y no se encuentra una deserción en los orígenes de todas las verdaderas desdichas?
Cuando uno se queda en su lugar, todo, hasta la misma muerte, resulta meritorio y digno de gloria; y el lugar propio que me corresponde a mí, frágil, atolondrado y caprichoso, pero que Te desea y Te ama, no puede hallarse muy lejos de Ti.
Mi Paraíso no consistirá en otra cosa, pues está contenido todo entero en esta pequeña fórmula.
Que nunca me falten tu vigilancia y tu benevolencia divina.
Señor, en memoria de todo lo que has hecho por mi alma, guárdame en tu justicia, ¡y no permitas que me aleje de Ti!
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