¡En pie!
¡En pie, que el mal avienta sus rastrojos
sobre una cristiandad amilanada!
¡Volvamos nuestras vidas llamarada,
librémonos de escamas en los ojos!
¡En pie, que no es momento para flojos,
ni para replegarse a la andanada
de infamias de una plebe acanallada
que aspira a ver a Cristo hecho despojos!
¡En pie!, que por callar se ha desatado
este monstruo rastrero e impenitente
que nos quiere cautivos del desvelo.
Hay que dejar bien claro y bien sentado
que en nombre de la cruz vamos al frente
pues los cobardes no entrarán al cielo.