Conservando los restos
LA EDAD MEDIA, UN BOSQUE LLENO DE SÍMBOLOS
Es necesario comprender cómo la Edad Media consideraba la naturaleza y el mundo. El universo era un libro inmenso escrito por la mano de Dios en el que cada criatura es una palabra cargada de significado.
El ignorante ve las formas sin entender nada más de su significado. Pero el sabio pasa de lo visible a lo invisible, y, al leer la naturaleza, lee los pensamientos de Dios.
El verdadero conocimiento, entonces, no consiste en el estudio de las cosas en sí mismas, las formas externas, sino en penetrar en el significado interno destinado por Dios para nuestra instrucción.
Dios crea el mundo, dando a cada objeto un rico simbolismo
Todo ser tiene en su fondo el reflejo del sacrificio de Cristo, imagen de la Iglesia y de las virtudes y vicios. El mundo material y el espiritual son uno.
La rosa, símbolo de mártires y vírgenes
¡Cuán místicos fueron los pensamientos que surgieron en la mente de los Doctores medievales en presencia de la naturaleza!
Piero de Mora, Cardenal y Obispo de Capua, contempla las rosas en su jardín. No considera sólo su belleza natural, sino que desarrolla otro tipo de consideración: “La rosa, dice, es la legión de mártires, e incluso el coro de vírgenes. Cuando es roja, es la sangre de los que murieron por la Fe, y cuando es blanca, es pureza virginal. Se abre entre espinas, como el mártir crece en medio de herejes y perseguidores, o como la virgen pura florece radiante en medio de la iniquidad”.
La Iglesia simbolizada por una paloma
Al mirar una paloma, Hugo de San Víctor piensa en la Santa Iglesia. “La paloma, dice, tiene dos alas, así como para el católico hay dos formas de vida, la activa y la contemplativa. Las plumas azules de las alas son pensamientos del cielo. Las sombras inciertas del cuerpo, los colores cambiantes del cuello que recuerdan un mar inquieto, simbolizan el océano de pasiones humanas en el que navega la Iglesia. ¿Por qué los ojos de la paloma son de este hermoso color dorado? Porque el amarillo, el color de la fruta madura, es también el color de la experiencia y la madurez. Y los ojos amarillos de la paloma significan la plenitud de sabiduría que la Iglesia proyecta sobre el futuro. Finalmente, la paloma tiene pies rojos, porque la Iglesia se mueve por el mundo con los pies sumergidos en la sangre de los Mártires».
Piedras preciosas, otros símbolos
Marbodus, Obispo de Rennes, contempla las piedras preciosas y descubre una consonancia mística entre sus colores y las cosas del espíritu humano.
El berilo brilla como agua iluminada por el sol y calienta la mano que lo sostiene. ¿No es esta una imagen de la vida católica, iluminada y calentada hasta su profundidad por el sol, que es Jesucristo?
El rubí rojo, que lanza chispas de fuego, es la imagen de los mártires que, al derramar su sangre, lanzan ardientes oraciones por sus perseguidores.
Luz y oscuridad
Todo en el mundo es un símbolo. El sol, las estrellas, las estaciones, el día y la noche, todos nos hablan en un lenguaje solemne.
En el invierno, cuando los días se acortan tristemente y la oscuridad parece triunfar para siempre sobre la luz, ¿en qué está pensando el hombre medieval? Considera los largos siglos de crepúsculo que precedieron a la venida de Jesucristo, comprendiendo que en el drama divino tanto la luz como las tinieblas tienen su lugar.
El hombre medieval dio el nombre de Adviento (Adventus) a esas semanas de diciembre, cuando las ceremonias litúrgicas expresan la larga espera del mundo antiguo por la venida del Salvador. Fue en el solsticio de invierno, en el momento en que la luz comienza a reaparecer y los días a alargarse, que nació el Hijo del Hombre.
Las estaciones del año
La cosecha de otoño recuerda al hombre el Juicio Final
El año entero es la imagen de la vida del hombre en la tierra.
La primavera, que da nueva vida al mundo, es el símbolo del bautismo, que renueva el alma del hombre al entrar en la vida.
El verano, con su calor ardiente y su luz resplandeciente, es recordatorio de la luz de otro mundo y el amor ardiente de Dios y la vida eterna.
El otoño, época de la cosecha y la vendimia, es el símbolo terrible del Juicio Final, ese gran día en el que cosecharemos lo que hemos sembrado.
Finalmente, el invierno es la sombra de la muerte que aguarda la resurrección de la humanidad y la renovación de la tierra.
Así caminaba el hombre medieval en un bosque lleno de símbolos bajo un cielo lleno de ideas.
Fuente: https://www.traditioninaction.org/religious/f014rpForestofSymbols.htm