PADRE JUAN CARLOS CERIANI: RESPUESTA AL RABINO DE JAVIER GERARDO MILEI

MALDITO QUIEN PONE SU CONFIANZA EN EL HOMBRE

El pasado domingo, 10 de diciembre, publiqué una Carta Abierta a Javier Gerardo Milei.

Ver AQUÍ

En ella hago referencia a la ceremonia que tuvo lugar en la Catedral de Buenos Aires. Y digo que la misma fue un remate de la judaización del señor Javier Gerardo Milei, a quien dirigí estas palabras:

“Desconozco si esta innovación fue una iniciativa suya; pero, al menos, usted no se opuso a ella, y sus expresiones ante las diferentes exposiciones no permiten equívoco alguno…, ¡qué caritas frente al rabino… y qué abrazo y caricias con él al final!

Ahora bien, es más manifiesta aún la incompatibilidad entre los Santos Evangelios, por lo que usted juró, y el judaísmo, que usted profesa”.

El vídeo con la intervención rabínica fue agregado al final de mi Carta. Tal vez algunos no han podido visualizarlo.

Por esta razón, lo subimos nuevamente aquí.

Ahora bien, el rabino que “copó el circo” en la catedral metropolitana se llama Simón Axel Wahnish. Él es el guía religioso, el “rabino personal” de Javier Gerardo Milei, a quien ayudó en sus primeros pasos en la conversión al judaísmo. Y ha sido nombrado embajador argentino ante Israel.

Hace dos años que Javier Gerardo Milei asiste con regularidad a Acilba, el centro de la comunidad judeomarroquí argentina, donde semanalmente consulta a su guía.

He aquí la transcripción de una parte de la alocución del rabí en la catedral, interponiendo las capturas de pantalla de las caritas de Javier Gerardo Milei:

“Hay algo muy curioso: mucho se habla de la fe que el hombre debe tener en Dios; pero, a veces, nos olvidamos de un pequeño detalle: que es la fe que Dios tiene en el hombre”.

“Dios nos pide cosas, y tiene fe en nosotros.

Dios tiene fe en usted, señor presidente”.

“Dios tiene fe en todos los gobernantes.

Dios tiene fe en todos los argentinos, y tiene fe en que nos vamos a poner de pie, todos juntos, para poder construir una sociedad con libertad, con justicia y con bondad”.

Releamos estas palabras: “la fe que Dios tiene en el hombre (…) Dios tiene fe en usted, señor presidente”.

***

Hasta aquí el rabino. Sin embargo, en la Sagrada Escritura, en el Antiguo Testamento más precisamente, encontramos este pasaje, tomado del Profeta Jeremías, 17: 5-6:

“Así dice Yahvé: Maldito quien pone su confianza en el hombre, y se apoya en un brazo de carne, mientras su corazón se aleja de Yahvé. Será como desnudo arbusto en el desierto; cuando viene el bien no lo ve; pues vive en la sequedad del desierto, en una tierra salobre y no habitada”.

Ésta es una de las luces más grandes y fundamentales que nos da la divina Revelación. A medida que Ella nos hace crecer en la fe y en la admiración de Dios, nos quita toda ilusión humana sobre nosotros mismos y sobre nuestros semejantes, con los que compartimos nuestra naturaleza caída, herida por el pecado original.

Pero hay más. En los Santos Evangelios, sobre los cuales juró el señor Javier Gerardo Milei, más precisamente en el Evangelio según San Juan, 2: 24-25, leemos:

“Mientras Él [Jesús] estaba en Jerusalén, durante la fiesta de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los milagros que hacía. Pero Jesús no se fiaba de ellos, porque a todos los conocía, y no necesitaba de informes acerca del hombre, conociendo por sí mismo lo que hay en el hombre”.

Esta es una lección fundamental de doctrina y de vida… Jesucristo, verdadero Dios, no se fía de los hombres…, porque conoce lo que hay en hombre…

Cuando uno no está familiarizado con el lenguaje de la Biblia, en general, y del divino Maestro, en particular, se sorprende al hallar constantemente cierto pesimismo, que parece excesivo, sobre la maldad del hombre. Pero el mismo señor Javier Gerardo Milei nos dijo que “prefiere decir una verdad incómoda antes que una mentira confortable”.

Nuestra sorpresa ante la verdad incómoda viene de ignorar (o negar) el inmenso alcance que tiene el primero de los dogmas bíblicos: el pecado original. ¿Se lo habrá enseñado el rabino al encumbrado alumno?

La Santa Iglesia Católica (única verdadera) lo ha definido en términos clarísimos (Ver en el Denzinger, 174-200).

Lo que sucede es que la formación liberal, con mezcla de humanismo orgulloso y de sentimentalismo materialista, que hemos recibido nos lleva a confundir el orden natural con el sobrenatural, y a pensar que es caritativo creer en la bondad del hombre, siendo así que en tal creencia consiste la herejía pelagiana, que es la misma de Jean Jacques Rousseau y de todos los liberales, origen de tantos males contemporáneos.

El hombre, no sólo está naturalmente entregado a su propia inclinación depravada (que no se borra con el Bautismo), sino que está rodeado por el mundo enemigo del Evangelio, y expuesto, además, a la influencia del Maligno, que lo engaña y le mueve al mal con apariencia de bien.

Jesucristo, Hijo Unigénito del Padre, nos da así una lección de inmenso valor para el saludable conocimiento y desconfianza de nosotros mismos y de los demás; y muestra, además, los abismos de la humana ceguera e iniquidad, que son enigmas impenetrables para los pensadores y sociólogos de nuestros días, y que en los Santos Evangelios (por los que juró el señor Javier Gerardo Milei) están explicados con claridad transparente.

Al que ha entendido esto, la humildad se le hace luminosa, deseable y fácil.

De ahí que todos necesitemos nacer de nuevo (como enseña el Divino Maestro, en San Juan 3: 3) y renovarnos constantemente en el espíritu por el contacto con la divina Persona del único Salvador, Jesús, mediante el don que Él nos hace de su Palabra y de su Sangre redentora (que un día los judíos reclamaron cayese sobre ellos y sus hijos. Ver San Mateo 27: 25).

***

Regresando al Antiguo Testamento, el Salmo 39: 5, nos dice:

“Dichoso el hombre que ha puesto su esperanza en Yahvé, sin volverse hacia los arrogantes y los apóstatas impostores”.

No se alude aquí al que busca simplemente las cosas vanas e ídolos, sino al que, por tener fe en los hombres, cae fácilmente en manos de lobos con piel de oveja, los apóstatas impostores.

Por el contrario, Bienaventurado el hombre que confía en Dios, pues saca de esta misma confianza el auxilio y la gracia para sobreponerse a todas las tribulaciones.

Si ponemos constantemente nuestros intereses en manos de Dios, no habrá demonio ni enemigo que pueda derribarnos.

Pero, ¡claro está!, que se trata del Dios verdadero, y no de los ídolos…

Por esta misma razón, también hemos publicado las Conclusiones de un Rabino sincero.

Ver Aquí

Se trata de un Rabino sincero, que se puso a leer y estudiar con estudio formal los Libros Sagrados del Antiguo Testamento. Habiendo perseverado en este estudio más de veinte años, entendió finalmente, entre otras cosas, tres puntos capitales, o tres misterios gravísimos:

1°) Que, venido el Mesías, el pueblo de Dios, que tantos siglos lo había esperado y deseado, sería su mayor enemigo; que lo perseguiría, que lo reprobaría, que lo trataría como a uno de los más inicuos delincuentes, poniéndolo al fin en el suplicio infame y doloroso de la cruz.

2°) Que, por este sumo delito, y mucho más por su incredulidad y obstinación, Israel, por la mayor parte, sería reprobado de Dios y dejaría en fin de ser pueblo de Dios.

3°) Que, en lugar de Israel inicuo e incrédulo, llamaría Dios a todas las gentes, tribus y lenguas, de entre las cuales (las que oyesen y obedeciesen al Evangelio) sacaría otro Israel, otro pueblo, otra iglesia suya sin comparación mayor y mejor; que en esta iglesia, esparcida sobre la tierra, se le ofrecería por todas partes un sacrificio de justicia limpio y puro, e infinitamente agradable al mismo Dios; y que este sacrificio no sería ya según el orden de Aarón… sino según el orden de Melquisedec.

Sobre estos tres puntos capitales que había entendido con ideas claras en la lectura y estudio de los Libros Santos, escribió el Rabino sincero un opúsculo pobre y simple; mas por eso mismo tan convincente, que aun los más doctos y eruditos, que parecían ser las columnas, no hallaron modo alguno razonable de impugnarlo directamente, aunque lo buscaron con todo el empeño posible.

¿Por qué?

Porque citaba fielmente en todo su contexto lugares clarísimos de la Sagrada Escritura, comenzando desde Moisés y todos los Profetas. Porque combinaba unos lugares con otros; y con esta combinación hacía más patente la verdad de Dios. Porque con esta verdad de Dios clara e innegable convencía de arbitrarias, de impropias, de violentas, y por consiguiente de falsas las interpretaciones que se pretendían dar a dichos lugares clarísimos de la Escritura Santa.

Termino, dedicadas a Javier Gerardo Milei y a Simón Axel Wahnish, con la exhortación de la Santa Liturgia durante la Semana Santa:

Jerusalén, Jerusalén, conviértete al Señor, tu Dios.

Así como con la oración con la que la Iglesia Católica reza el Viernes Santo por los pérfidos judíos:

Oremos también por los pérfidos judíos, para que Dios Nuestro Señor quite el velo de sus corazones, a fin de que también ellos reconozcan a Nuestro Señor Jesucristo.

Omnipotente y sempiterno Dios, que tampoco rechazas de tu misericordia a los pérfidos judíos, oye nuestras preces que elevamos por la obcecación de aquel pueblo, para que, reconociendo la luz de tu Verdad, que es Cristo, sean arrancados de sus tinieblas. Por el mismo Señor Jesucristo.

Padre Juan Carlos Ceriani