Conservando los restos
A los fieles de los países del Plata,
previniéndolos de la próxima gran tribulación,
desde mi destierro, ignominia y noche oscura.
Leonardo Castellani, Captivus Christi, 1946-1951
SECCIÓN TERCERA
EL ADVENIMIENTO
19.- EL MORBO INFAME
A manera de ejemplo, vamos a explicar solamente la Primera Fiala, porque esto no es un tratado, sino un bosquejo; y no podemos explicar todo, sino indicar brevísimamente. El que tenga ojos para ver, que vea.
Nos remitimos a otro libro más amplio en preparación: hecho ya y no publicado (se trata del libro EL APOKALIPSYS DE SAN JUAN, editado en 1963).
La Primera Plaga es una «herida cruel y pésima”, que afligirá a los que tienen el signo de la Bestia y adoran su imagen.
El texto griego indica que será una úlcera, por una parte, terrible, y, por otra parte, asquerosa (élkon kakón kaí ponerón; ver Diccionario de Zeller).
La sífilis es una de las plagas peores de la humanidad moderna, es cruel y asquerosa, y aflige casi siempre a los pecadores y no a los santos. (¡Ay! Ayer he visto en el tren una niñita de seis años con labio leporino y paladar perforado, medusante monstruo.)
La sífilis como plaga aparece en los tiempos actuales. No diremos que no existiera siempre como epidémica, pero en el siglo XVI se hace endémica.
Aparece tan repentinamente, que los hombres creen se trata de un morbo nuevo. Cada nación adjudica esa enfermedad a su vecina. Los españoles la llaman buba indiana, creyendo que era traída por los conquistadores y oriunda de los indígenas de América. Los ingleses la llaman morbo gálico (gallic morbus). Los franceses la llaman mal siciliano. Los italianos la llaman mal francés. Los polacos la llaman mal ruso; y los rusos, mal pérsico. También se llama lúes, que significa peste, y avariosis, que significa degeneración.
La sífilis es diabólicamente maligna y astuta. Si la dejan, se va derecho al sistema nervioso y al plasma germinativo, atacando el núcleo vital del individuo y la especie. A semejanza del pecado original, hiere al hombre también en su descendencia, y repercute en cadena, originando ruinas atroces a su rededor y hacia delante en forma incalculable. Un solo enviruelado podría contagiar a todo el género humano. El solo cardumen de espiroquetas que nutre una sola prostituta, podría regalar bubones, chancros y tabes a todos los uruguayos, y a los argentinos encima.
No se ofendan argentinos y uruguayos por la preferencia. Esto se escribía el año 1945, cuando existía en los prostíbulos de lujo de Punta del Este una especie de lepra sifilítica, traída por los soldados de la base yanqui, desde las costas africanas. A eso aludíamos.
Es posible que de ella dependan etiológicamente la tuberculosis, el cáncer y la neurastenia. Esto sostienen algunos biólogos actuales.
No decimos que el terrible treponema pallidum sea la causa inmediata de esas tres enfermedades, por supuesto. Se sabe que no es así. Pero es muy probable, como opina André Suarès, que la sífilis parental sea la responsable de la propensión a esos tres flagelos, que son degenerativos tanto como infecciosos; sin la cual propensión o terreno no hay enfermedad.
Para estas tres enfermedades no existe hoy día remedio específico; y la ciencia moderna no lo hallará jamás. Los deslumbrados por el invento de la penicilina y los sectarios de la Nueva Religión de la Ciencia esperarán en vano una vacuna Pueyo para el cáncer, la tisis, la neurosis. No reflexionan que la penicilina, y los otros grandes progresos de la medicina actual, cortan las infecciones —en los organismos robustos, solamente—, pero no robustecen los organismos, ni menos los regeneran.
Dice Carrel que la medicina moderna disminuye las enfermedades infecciosas, pero aumenta las degenerativas. La ciencia moderna lo único que consigue en definitiva es aumentar en el mundo actual la proporción de los enclenques, valetudinarios, achacosos y seniles, acarreando así la decadencia de las razas. Léase sobre esto el terrible ensayo del médico inglés Ludovici titulado Lysístrata o La mujer del porvenir.
Y la sífilis ataca en general a los que tienen el signo de la Bestia y adoran su imagen. Todas las revistas argentinas actuales publican sistemáticamente en cada número por lo menos una fotografía artística de una prostitutita de Hollywood en paños menores, incluso la revista Don Fulgencio, que profesa ser adaptada para todos los miembros del hogar cristiano, chicos y grandes.
(Que haya iniciado ese sistema la revista Aquí Está, de un logrero español, es una cosa; y otra cosa distinta, que para ganar plata adopten el sistema todos los argentinos, incluso los de hogares cristianos, como……….).
Y ésa es una de las imágenes de la Bestia, que nos proponen a nuestra adoración con el nombre evidentemente sacro de estrellas. El nombre español y verdadero es el que puse arriba.
Que los daños que causan a la inocencia caigan un día sobre sus cabezas: la piedra atada al cuello.
Esta maldición no es mía, sino del Libro Santo.