LA ARMADURA DE DIOS

PRESENTACIÓN
Con el ánimo encenderlos en la devoción de un misterio tan tierno, como el de la oración de los Santos Reyes, y juzgándolos deseosos de prepararse a la celebridad de esta fiesta y dar así desahogo a los impulsos de la devoción, presentamos un triduo formado con las virtudes que estos Santos Reyes ejercitaron en su viaje y adoración, para que con más espacio dilaten su ánimo en su consideración, y en el ejercicio de sus actos. Pero para lograr hacer estos ejercicios con aquella paz y sosiego que trae la buena conciencia, limpien primero sus almas con una dolorosa confesión y observen los dictámenes de sus Padres Espirituales, comulgando estos días, y observando las mortificaciones que se imponen, que haciendo esto, lograrán celebrar esta fiesta con aquellos gozos en el Señor a que te convida la Santa Iglesia y regocijándoos de ver manifestado a Nuestro Dios, su grandeza y soberanía en la adoración de los Santos Reyes.
ACTO DE CONTRICIÓN.
Omnipotente Señor de Cielos, y tierra Dios verdadero, a quien no cesan de alabar los Coros de los Ángeles, hecho hombre por mi amor, y sujeto a las miserias de una naturaleza vil y despreciable sólo por salvarme, a tus pies se postra el más ingrato de todos los nacidos y el mayor pecador de todos los mortales, confuso, y avergonzado al considerar lo enorme de mis delitos. Pero al verte por mi amor reclinado en un pesebre y entre bestias, no cabiendo en Cielo y tierra por inmenso, y siendo igual en la sabiduría al Padre; tiritando de frio cuando abrazas con tus ardores a los Serafines, se alienta mi confianza a pedirte el perdón de mis pecados. Te ofendí Dios mío, pero me pesa haber ofendido contra un Dios tan bueno, duéleme, Jesús mío de todas mis culpas, y propongo con tu divina gracia nunca más pecar. Te amo dulce Jesús Padre amorosísimo de las almas. Por tus méritos, y los de tus esclarecidos siervos los Santos Reyes Gaspar, Melchor y Baltasar dame tu gracia para huir de toca culpa, y lograr tu amistad en esta vida, para merecer el gozarte en la gloria. Amén
DÍA 2
La obediencia de los Santos Reyes a la voluntad de Dios, nos da a conocer que sólo ésta se ha de seguir.
SI basta que un hombre sea sabio y obre según su sabiduría, para que todos sigan sus determinaciones, ¿cuánto mayor deberá ser nuestra resignación a las órdenes de aquel Señor cuya sabiduría es infinita? Y más cuando sus obras no sólo son buenas, sino que elige en todas lo mejor, usando siempre de aquellos medios que tienen mayor proporción con sus designios.
Pues como no seguimos su voluntad y nos oponemos a sus órdenes, sólo porque nos parecen contrarias a nuestra inclinación, y se frustran nuestros intereses, sin advertir que si seguimos la voluntad de este Señor, nos conformamos con las disposiciones de nuestro Padre Dios que tanto nos ama, y así si nos castiga, es para curarnos, si parece que se olvida de nuestras conveniencias temporales, es para darnos intereses eternos, y si dispone que experimentemos algún mal, es para colmarnos de bienes.
Pero no lo juzgamos así nosotros, pues no nos entregamos a su voluntad, cuando no debe tener el cristiano, en todas sus obras, otro fin que la conformidad con la voluntad de este Señor. Y así ha de ser tal la resignación a su voluntad, que aunque parezca contraria a nuestro discurso, no hemos de hacer aprecio de estas razones y sólo hemos de seguir las disposiciones de nuestro Dios, que elige en todas las cosas lo mejor y sus juicios son incomprensibles, y ocultos a los hombres. ¡Oh! y que conformes fueron los Santos Reyes con la voluntad de este Señor, que no sólo no indagan razones para seguirla, sino aun teniendo, las desprecian por ejecutar las ordenes de su Dios.
Prontos a seguir su voluntad, obedecen la inspiración que les da para que su vuelta sea por otro camino. No obstante las razones que les asisten para ejecutar lo contrario.
Pues tenían muchas noticias del otro, y el nuevo lo ignoraban del todo, y así les era más fácil su regreso. Ni el hallarse obligados con la palabra que habían dado al rey Herodes de volver por su reino. Porque como no tenían otra regla en sus obras que dar el lleno a los designios de su Dios, todo lo abandonan por seguir la orden de este Señor.
Pídele tu gracia, para seguir su voluntad en todas tus acciones y no tener otra razón para obrar que el conformarte con sus órdenes, para lograr así el acierto en todo.
Puesta en Dios su voluntad
le sigue con tal empeño,
que por servir a su Dueño
su obediencia es ceguedad.
Práctica espiritual
Entre día mira tus obras que voluntad han seguido si la de Dios, o la tuya: si haz recibido los males, y los gustos con ánimo igual, como venido uno y otro de mano de Dios. Procura resignarte en su voluntad con especialidad en los trabajos y visita al Santísimo Sacramento.
ORACIÓN FINAL PARA TODOS LOS DÍAS
Benignísimo Jesús de mi corazón, verdadero amante de los hombres, que para no ausentarte de nosotros y para que lográramos en todo tiempo de tu compañía, te anonadaste y te quedaste hecho manjar en el Santísimo Sacramento del Altar, haciéndote no solo nuestro compañero, sino también alimento de nuestras almas. Pues nos pusiste a la vista el modelo, para que llegáramos a esta mesa con la mejor disposición, imitando a los Santos Reyes, y ejercitando las virtudes que practicaron cuando llegaron a adorarte, haz que recibiéndote con humildad, reverencia y amor, logremos de los favores que estos Santos gozaron, y produzca en nosotros este divino pan sus admirables efectos, dándonos gracia para perseverar en tu servicio hasta la muerte, para gozarte y después eternamente en la gloria. Amén
LAUS DEO