CONTEMPLATIVOS EN ACCIÓN

Señor, tú sabes todo
Señor, tú sabes todo. Tú conoces a fondo
el alma de los malos y el alma de los buenos,
tú has creado la cima y el abismo más hondo
y observas lo que fuimos y somos y seremos.
No hay para ti un arcano, ni un término, ni coto
para tu omnipotencia divina y eternal,
ni un ápice existente que pueda serte ignoto,
ni un velado misterio celeste o terrenal.
No hay íntimo secreto ajeno a tu omnisciencia,
somos libros abiertos que miras sin descanso
pues tus santas pupilas escrutan la conciencia
del fiel, del descreído, del rebelde y del manso.
Por eso, convencido de que a fondo conoces
mis mundos interiores, mis dichas y desvelos,
sé que me ves en medio de amarguras y goces
buscar, esperanzado, la aldaba de los cielos.
Y como sabes todo –hasta los escondrijos
donde se dan la mano mi abulia y mi pasión–
sabes también que vivo con mis dos ojos fijos
puestos en la esperanza de tu consolación.
