Conservando los restos

Escribía el Padre Castellani en 1957:
Conforme al dogma cristiano, si es que la humanidad debiera morir pronto, el democratismo liberal debe seguir viviendo e incluso reforzarse nefastamente.
Pero eso no será sino respaldado por una religión, sacado a la luz el fermento religioso que encierra en sí, y que lo hace estrictamente una herejía cristiana: la última herejía quizás, preñada del Anticristo.
Es para llorar el espectáculo que presenta el país, mirado espiritualmente. El liberalismo ha suministrado a los que no aman bastante la verdad una religión y una moral de repuesto, sustitutivas de las verdaderas; un simulacro vano de las cosas, envuelto a veces en palabras sacras. Una vida artificial, discorde con la realidad, les devora la vida.
No hay que engañarse: en el mundo actual no hay más que dos partidos:
El uno, que se puede llamar la Revolución, tiende con fuerza gigantesca a la destrucción de todo el orden antiguo y heredado, para alzar sobre sus ruinas un nuevo mundo paradisíaco y una torre que llegue al cielo.
El otro, que se puede llamar la Tradición, tendiendo a seguir el consejo del Apocalipsis: «conserva todas las cosas que has recibido, aunque sean cosas humanas y perecederas».
