DOS CITAS IMPORTANTES

En el texto escrito de los Especiales sobre los 50 años del Novus Ordo Missæ faltan las dos importantes citas que siguen:

Carta de Monseñor Lefebvre a los cuatro futuros Obispos, 29 de agosto 1987:

Queridos amigos,

A los Padres Williamson, Tissier de Mailerais, Fellay y de Galarreta

Estando la cátedra de Pedro y los puestos de autoridad de Roma ocupadas por anticristos la destrucción del Reino de Nuestro Señor está avanzando rápidamente dentro mismo del Cuerpo Místico aquí abajo, especialmente a través de la corrupción de la Santa Misa, espléndida expresión del triunfo de Nuestro Señor por la Cruz: Regnavit a ligno Deus, y fuente de extensión de su Reino en las almas y sociedades.

 

Jean Ousset, en su libro Para que Él reine, Segunda Parte, Capítulo II, La Revolución, Odio de Satanás contra Jesucristo y su Iglesia, páginas 125-128:

Los sacerdotes, sobre todo, serán el objeto del odio infernal, no solamente porque son cristianos por excelencia, sino porque son los hombres de la Misa.

La Misa es, en efecto, la renovación de ese sacrificio del Calvario por el cual la humanidad se reconcilia con Dios, con lo que el orden inicial se encuentra de esta forma restablecido por una unión nueva, en cierta manera, de lo natural y de lo sobrenatural: unión que habían destruido y como rechazado nuestros primeros padres.

El olvido de esas verdades fundamentales —escribe el R. P. Fahey— hace difícil a las gentes, que no leen más que los periódicos y frecuentan el cine, comprender el odio a la Misa y al sacerdocio mostrado por la Revolución, masónica o comunista, en España, en Méjico o en otras partes. La formación dada por Moscú no basta para justificarlo.

De todas maneras, no huelga saber distinguir lo que Satanás buscaba con la crucifixión de Nuestro Señor y la finalidad que persigue ahora, al provocar y dirigir los ataques contra los que celebran Misa y los que a ella asisten.

Satanás movió a los jefes del pueblo judío a desembarazarse de Nuestro Señor, pues tenía conciencia de la presencia en el hombre Jesucristo de una excepcional intensidad de esa vida sobrenatural que detesta; pero, ciertamente, no quería y no pensaba entrar en el orden del plan divino de la Redención. Su orgullo no le permitió comprender el misterio de un Amor que llegaba hasta la divina locura de una inmolación en la Cruz. Los demonios no sabían, en efecto, que el acto de sumisión del Calvario significaba el retorno al orden divino por la restauración de la Vida Sobrenatural de la Gracia para el género humano.

San Pablo insiste diciendo que si (los demonios) lo hubiesen sabido, no habrían nunca crucificado al Señor de la Gloria. Y Santo Tomás: Si los demonios hubiesen estado absolutamente ciertos de que Nuestro Señor era el Hijo de Dios y si hubieran sabido de antemano los efectos de Su Pasión y de Su Muerte, nunca hubieran hecho crucificar al Señor de la Gloria.

Pero, si los demonios comprendieron demasiado tarde el sacrificio del Calvario, están, al contrario, perfectamente enterados de la significación de la Misa. Ahí se adivina su rabia. Todos sus esfuerzos van dirigidos para impedir su celebración. Pero, no pudiendo terminar totalmente con este acto único de adoración, Satanás intentará limitarlo a los espíritus y a los corazones del menor número posible de individuos… Y esta lucha continuará hasta el fin de los tiempos.

De esta forma se comprenden las apremiantes recomendaciones de los apóstoles y de los santos para ponernos en guardia contra Satanás y sus demonios. Conocemos la fórmula de San Pedro sobre el león rugiente buscando a quien devorar. San Pablo, por su parte, no temía escribir a los Efesios: Vestíos de toda la armadura de Dios para que podáis resistir a las insidias del Diablo, que no es nuestra lucha contra la carne y la sangre, sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus malos de los aires. Tomad, pues, la armadura de Dios para que podáis resistir en el día malo, y, vencido todo, os mantengáis firmes.

Cuando se ha comprendido el sentido y el alcance de esta lucha, cuando se conoce el plan de universal restauración realizado por Jesucristo y su Iglesia, aparece inevitable que Lucifer y todo el Infierno con él se encarnicen en hacer fracasar este plan y que a la catolicidad (entiéndase: a la universalidad) de la salvación operada por la acción sobrenatural de la Gracia, Satanás busque oponer la negación de un universalismo puramente natural, del cual el Señor de la Gloria sería expulsado y en el cual la obra de la redención estaría neutralizada, anulada.

Pero… ad ortu solis usque ad occasum in omni loco sacrificatur et offertur Nomini meo oblatio munda… — De levante a poniente, en todas partes, he aquí que sacrifican y ofrecen a Mi Nombre una oblación pura….

Esta frase del profeta Malaquías indica, por el contrario, el orden divino.

Que la Misa sea celebrada y bien celebrada (entiéndase: según la voluntad misma de Dios formulada por los Santos Cánones de la Iglesia). Que pueda ser celebrada de levante a poniente, en todos los lugares… Que pueda haber, para celebrarla, numerosos sacerdotes, santos y doctos en la ciencia de Dios… Que todo esté ordenado en este mundo, para que los méritos de la Misa puedan extenderse lo más abundantemente, lo más totalmente sobre el mayor número posible, y para eso, obrar de tal suerte que todo esté puesto en práctica, directa o indirectamente, sobrenatural y naturalmente, con el fin de que el mayor número posible esté lo mejor preparado para cosechar, gustar, buscar esos frutos de salvación eterna más universalmente concedidos…, ¿no son éstas realmente las razones supremas del orden universal, y por tanto, la primera justicia? Finalidad de todos los esfuerzos de la Iglesia en cuanto que Ella está directamente encargada del magisterio y del ministerio específicamente religiosos y sobrenaturales. Finalidad muy real, aunque indirectamente buscada, del mismo poder civil y de las instituciones.

Finalidad real de ese mínimo, por lo menos, deseable de bienestar, de expansión material, intelectual y moral que Santo Tomás nos ha enseñado que era indispensable, comúnmente, para la práctica de la virtud.

Finalidad real de esa defensa de las buenas costumbres, que es uno de los primeros deberes del Principado. Finalidad, real, en fin, de esa paz, de esa comunidad, de esa comunión entre los individuos, las clases o las naciones, de las cuales, está bastante claro, el mundo está atrozmente alejado, como también está atrozmente alejado de Dios.

He ahí, pues, en su magnífica unidad, el plan natural y sobrenatural del universalismo cristiano o catolicismo. Sabemos que San Ignacio ha hecho de ello el Principio y el Fundamento de sus Ejercicios:

“El hombre es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios, Nuestro Señor, y, mediante esto, salvar su alma. Y las otras cosas sobre la haz de la tierra son criadas para el hombre y para que le ayuden en la prosecución del fin para que es criado. De donde se sigue que tanto ha de usar de ellas cuanto le ayuden para su fin, y tanto debe quitarse de ellas cuanto para ello le impiden”.

He ahí, pues, lo que Satanás no puede dejar de combatir.