DEVOCIONES: PREPARACIÓN PARA LA CONSAGRACIÓN DE SÍ MISMO A JESUCRISTO, POR LAS MANOS DE MARÍA – DÍA 14

PREPARACIÓN PARA LA CONSAGRACIÓN DE SÍ MISMO A JESUCRISTO, LA SABIDURÍA ENCARNADA, POR LAS MANOS DE MARÍA.

San Luis María Grignon de Monfort

(Nota: La preparación dura 33 días. Las oraciones están al final de la lectura de cada ocasión)


DÍA 14

MOTIVOS EN FAVOR DE ESTA DEVOCIÓN

Articulo I

ESTA DEVOCIÓN NOS CONSAGRA TOTALMENTE

AL SERVICIO DE DIOS

135 Primer motivo que nos manifiesta la excelencia de la consagración de sí mismo a Jesucristo por manos de María.

No se puede concebir ocupación más noble en este mundo que la de servir a Dios. El último de los servidores de Dios es más rico, poderoso y noble que todos los reyes y emperadores si éstos no sirven a Dios. ¿Cuál no será entonces la riqueza, poder, dignidad del auténtico y perfecto servidor de Dios, que se consagra enteramente, sin reserva y en cuanto le es posible, a su servicio? Tal viene a ser, en efecto, el esclavo fiel y amoroso de Jesucristo en María, consagrado totalmente, por manos de la Santísima Virgen, a ese Rey de reyes, sin reservarse nada para sí mismo. Ni todo el oro del mundo ni las bellezas del cielo alcanzan para pagarlo.

136 Las demás congregaciones, asociaciones y cofradías erigidas en honor de Nuestro Señor y de su Madre santísima, y que tan grandes bienes producen en la cristiandad, no obligan a entregarlo todo sin reserva. Prescriben, ciertamente, a sus asociados algunas prácticas para que cumplan los compromisos adquiridos, pero les dejan libres las demás acciones y el resto del tiempo. Esta devoción, en cambio, exige entregar a Jesús y a María todos los pensamientos, palabras, acciones y sufrimientos y todos los momentos de la vida. De quien ha optado por ella se podrá, pues, decir, con toda verdad, que cuanto hace–vele o duerma, coma o beba, realice acciones importantes u ordinarias– pertenece a Jesús y a María gracias a la consagración que ha hecho, a no ser que la haya retractado expresamente. ¡Qué consuelo!

137 Además –como ya he dicho – no hay práctica que nos libere más fácilmente de cierto resabio de amor propio que se desliza imperceptiblemente en las mejores acciones. Esta gracia insigne la concede Nuestro Señor en reconocimiento por el acto heroico y desinteresado de entregarle, por las manos de su santísima Madre, todo el valor de las buenas acciones. Si ya en este mundo da el céntuplo a los que por su amor dejan los bienes exteriores, temporales y perecederos (ver Mt 19,29), ¿qué no dará a quienes sacrifican aun los bienes interiores y espirituales?

138 Jesús, nuestro mejor amigo, se entregó a nosotros sin reserva, en cuerpo y alma, con sus virtudes, gracias y méritos. «Me ganó totalmente entregándose todo», dice San Bernardo. ¿No será, pues, un deber de justicia y gratitud darle todo lo que podemos? El fue el primero en mostrarse generoso con nosotros; seámoslo con El –lo exige la gratitud–, y El se manifestará aún más generoso durante nuestra vida, en la muerte y por la eternidad: Eres generoso con el generoso (Cum liberali liberalis erit -ver Sal 18 [17],26).

Artículo II

ESTA DEVOCIÓN HACE QUE IMITEMOS

EL EJEMPLO DE JESUCRISTO

139 Segundo motivo que nos demuestra que es en sí justo y ventajoso para el cristiano el consagrase totalmente a la Santísima Virgen mediante esta práctica a fin de pertenecer más perfectamente a Jesucristo.

Este buen Maestro no desdeñó encerrarse en el seno de la Santísima Virgen como prisionero y esclavo de amor, ni de vivir sometido y obediente a Ella durante treinta años. Ante esto –lo repito– se anonada la razón humana, si reflexiona seriamente en la conducta de la Sabiduría encarnada, que no quiso –aunque hubiera podido hacerlo– entregarse directamente a los hombres, sino que prefirió comunicarse a ellos por medio de la Santísima Virgen; ni quiso venir al mundo a la edad de varón perfecto, independiente de los demás, sino como niño pequeño y débil, necesitado de los cuidados y asistencia de su santísima Madre. Esta Sabiduría infinita, inmensamente deseosa de glorificar a Dios, su Padre, y salvar a los hombres, no encontró medio más perfecto y rápido para realizar sus anhelos que someterse en todo a la Santísima Virgen, no sólo durante los ocho, diez o quince primeros años de su vida -como los demás niños-, sino durante treinta años. Y durante este tiempo de sumisión y dependencia glorificó más al Padre que si hubiera empleado estos años en hacer milagros, predicar por toda la tierra y convertir a todos los hombres. ¡Que si no, hubiera hecho esto! ¡Oh! ¡Cuán altamente glorifica a Dios quien, a ejemplo de Jesucristo, se somete a María!

Teniendo, pues, ante los ojos ejemplo tan claro y universalmente reconocido, ¿seremos tan insensatos que esperemos hallar medio más perfecto y rápido para glorificar a Dios que no sea el someternos a María, a imitación de su Hijo?

140 En prueba de la dependencia en que debemos vivir respecto a la Santísima Virgen, recuerda cuanto hemos dicho al aducir el ejemplo que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo nos ofrecen de dicha dependencia. El Padre no dio ni da su Hijo sino por medio de María, no se forma hijos adoptivos ni comunica sus gracias sino por Ella. Dios Hijo se hizo hombre para todos solamente por medio de María, no se forma ni nace cada día en las almas sino por Ella en unión con el Espíritu Santo, ni comunica sus méritos y virtudes sino por Ella. El Espíritu Santo no formó a Jesucristo sino por María y sólo por Ella forma a los miembros de su Cuerpo místico y reparte sus dones y virtudes. Después de tantos y tan apremiantes ejemplos de la Santísima Trinidad, ¿podremos, acaso –a no ser que estemos completamente ciegos–, prescindir de María, no consagrarnos ni someternos a Ella para ir a Dios y sacrificarnos a Él?

141 Veamos ahora algunos pasajes de los Padres, que he seleccionado para probar lo que acabo de afirmar:

«Dos hijos tiene María: un Hombre-Dios y un hombre-puro.

Del primero es madre corporal;

del segundo, madre espiritual»

«La voluntad de Dios es que todo lo tengamos por María.

Debemos reconocer que la esperanza, gracia

y dones que tenemos redundan de Ella».

«Ella distribuye todos los dones y virtudes del Espíritu Santo

a quien quiere, cuando quiere,

como quiere y en la medida que Ella quiere».

«Dios lo entregó todo a María,

para que lo recibieras por medio de Ella,

pues tú eras indigno de recibirlo directamente de El».

142 Viendo Dios que somos indignos de recibir sus gracias inmediatamente de sus manos -dice San Bernardo- las da a María, para que por Ella recibamos cuanto nos quiere dar. Añadamos que Dios cifra su gloria en recibir, de manos de María, el tributo de gratitud, respeto y amor que le debemos por sus beneficios. Es, pues, muy justo imitar la conducta de Dios, «para que -añade el mismo San Bernardo- la gracia vuelva a su autor por el mismo canal por donde vino a nosotros».

Esto es lo que hacemos con nuestra devoción: ofrecemos y consagramos a la Santísima Virgen cuanto somos y tenemos, a fin de que Nuestro Señor reciba por su mediación la gloria y el reconocimiento que le debemos, y nos reconocemos indignos e incapaces de acercarnos por nosotros mismos a su infinita Majestad. Por ello acudimos a la intercesión de la Santísima Virgen.

143 Esta práctica constituye, además, un ejercicio de profunda humildad, virtud que Dios prefiere a todas las otras. Quien se ensalza rebaja a Dios; quien se humilla lo glorifica. Dios se enfrenta a los arrogantes, pero concede gracia a los humildes (Sant 4,6). Si te humillas creyéndote indigno de presentarte y acercarte a Él, Dios se abaja y desciende para venir a ti, complacerse en ti y elevarte, aun a pesar tuyo. Pero si te acercas a Él atrevidamente, sin mediador, Él se aleja de ti y no podrás alcanzarlo. ¡Oh! ¡Cuánto ama Él la humildad de corazón! Y a esta humildad precisamente nos conduce la práctica de esta devoción. Que nos enseña a no acercarnos jamás a Nuestro Señor por nosotros mismos –por amable y misericordioso que Él sea–, sino a servirnos siempre de la intercesión de la Santísima Virgen, para presentarnos ante Dios, hablarle y acercarnos a Él, ofrecerle algo o unirnos y consagrarnos a Él.

Primera Semana

Empleada en adquirir el conocimiento de sí mismo

Prácticas Espirituales:

Emplearan todas su oraciones y acciones de piedad en pedir el conocimiento de sí mismos y la contrición de sus pecados; harán todo en espíritu de humildad. Para eso podrán, si quieren, meditar lo que he dicho de nuestro mal fondo y no considerarse durante los seis días de esta semana sino como caracoles, babosas, sapos, cerdos, serpientes y machos cabríos; o bien estas tres palabras de San Bernardo: Piensa en lo que has sido, simiente pútrida; lo que eres, vaso de estiércol; lo que llegarás a ser, comida de gusanos. Rogarán a Nuestro Señor y a su Santo Espíritu que los ilumine con estas palabras: ¡Señor, que vea! O ¡Señor, que te conozca! O también ¡Ven, Espíritu Santo!, y dirán todas la letanías al Espíritu Santo. Recurrirán a la Santísima Virgen y le pedirán esta gracia grande que debe ser el fundamento de las otras, y para ello dirán todos los días el Ave María Stella y sus letanías.

Oraciones de la Primera Semana:

 

LETANÍAS DEL ESPÍRITU SANTO

 

Señor, ten piedad de nosotros.

Cristo, ten piedad de nosotros.

Señor, ten piedad de nosotros.

Cristo, óyenos.

Cristo, escúchanos.

Dios, Padre celestial,

Dios, Hijo, Redentor del mundo,

Dios, Espíritu Santo,

Trinidad Santa, un solo Dios,

Espíritu, que procede del Padre y del Hijo,

Espíritu del Señor, que al comienzo

de la creación planeando sobre las aguas,

las fecundaste

Espíritu por inspiración del cual han

hablado los santos hombres de Dios,

Espíritu cuya unción nos enseña

todas las cosas

Espíritu, que das testimonio de Cristo,

Espíritu de verdad que nos instruís sobre

todas las cosas

Espíritu que sobreviene a María,

Espíritu del Señor que llena todo el orbe,

Espíritu de Dios que habita en nosotros,

Espíritu de sabiduría y de entendimiento,

Espíritu de consejo y de fortaleza,

Espíritu de ciencia y de piedad,

Espíritu de temor del Señor,

Espíritu de gracia y de misericordia,

Espíritu de fuerza, de dilección y de sobriedad,

 

Espíritu de fe, de esperanza, de amor y de

paz

Espíritu de humildad y de castidad,

Espíritu de benignidad y de mansedumbre,

Espíritu de multiforme gracia,

Espíritu que escrutas hasta los secretos de Dios

Espíritu que ruegas por nosotros con gemidos

inenarrables

Espíritu que descendiste sobre Cristo en

forma de paloma

Espíritu en el cual renacemos,

Espíritu por el cual se difunde la caridad en

nuestros corazones

Espíritu de adopción de los hijos de Dios,

Espíritu que en lenguas de fuego sobre los

Discípulos apareciste.

Espíritu con el cual fueron los Apóstoles henchidos

Espíritu que distribuyes (vuestros dones)

a cada uno como quieres,

Sednos propicio, perdónanos, Señor.

 

Sednos propicio, escúchanos, Señor.

De todo mal,

De todo pecado,

De las tentaciones e insidias del diablo,

De toda presunción y desesperación,

De la resistencia a la verdad conocida,

De la obstinación y de la impenitencia,

De la impureza de la mente y del cuerpo,

Del espíritu de fornicación,

De todo espíritu malo,

Por tu eterna procesión del Padre y del Hijo,

Por la Concepción de Jesucristo, hecha por

operación.

Por tu descenso sobre Cristo, en el Jordán.

Por tu advenimiento sobre los Discípulos.

 

En el día del juicio,

Pecadores, te rogamos, óyenos.

Para que, así como vivimos por el espíritu,

obremos también por el espíritu,

Para que, recordando que somos templo

del Espíritu Santo, no lo profanemos,

Para que, viviendo según el espíritu, no

cumplamos los deseos de la carne,

A fin de que por el espíritu mortifiquemos

las obras de la carne,

Para que no te contristemos a ti, Espíritu

Santo de Dios,

Para que seamos solícitos en guardar la

unidad de espíritu en el vínculo de la paz,

Para que no creamos a todo espíritu,

te rogamos, óyenos.

 

Para que probemos a los espíritus si son de

Dios, te rogamos, óyenos.

Para que te dignes renovar en nosotros el

espíritu de rectitud, re rogamos…

Para que nos confirmes por tu espíritu

soberano, te rogamos, óyenos.

Cordero de Dios que quitas los pecados del

mundo, perdónanos, Señor.

Cordero de Dios que quitas los pecados del

mundo, escúchanos, Señor.

Cordero de Dios que quitas los pecados del

mundo,ten piedad de nosotros.

Oremos

Asístanos, te pedimos, Señor, la virtud del

Espíritu Santo, que purifique clementemente

nuestros corazones y nos preserve de todo

mal.Por Jesucristo Nuestro Señor.

 

Así sea.

 

AVE ESTRELLA DE LA MAR

Ave estrella de la mar,

Augusta Madre de Dios,

Permanentemente Virgen,

Puerta del cielo, feliz.

Recibiendo Tú aquel Ave

Por la boca de Gabriel,

Ciméntanos en la paz,

Mudando el nombre de Eva.

Desata el lazo al culpable,

Muestra la luz a los ciegos,

Líbranos de todo mal,

Consíguenos todo bien.

Que eres Madre muéstranos;

Reciba por Ti las preces

Quien, nacido por nosotros,

Quiso ser el fruto tuyo.

Virgen única, sin par,

Entre todas la más dulce,

Líbranos de nuestras culpas,

Haz que seamos mansos, castos.

Concédenos vida pura,

Vía segura prepara:

Para que, viendo a Jesús,

Siempre juntos nos gocemos.

Se alabanza a Dios Padre,

Al sumo Cristo esplendor,

con el Espíritu Santo,

a los Tres un solo honor.

Amén.

LETANÍAS A LA SANTÍSIMA VIRGEN

Señor, ten piedad de nosotros.

Cristo, ten piedad de nosotros.

Señor, ten piedad de nosotros.

Cristo, óyenos.

Cristo, escúchanos

Dios, Padre celestial,

ten piedad de nosotros.

Dios Hijo, Redentor del mundo,

ten piedad de nosotros.

Deus, Dios Espíritu Santo,

ten piedad de nosotros.

Santa Trinidad, un solo Dios,

ten piedad de nosotros.

Santa María, ruega por nosotros*

Santa Madre de Dios,

Santa Virgen de las vírgenes,

Madre de Cristo,

Madre de la divina gracia,

Madre purísima,

Madre castísima,

Madre sin tacha,

Madre siempre Virgen,

Madre inmaculada,

Madre amable,

Madre admirable,

Madre del buen consejo,

Madre del Creador,

Madre del Salvador,

Virgen prudentísima,

Virgen venerable,

Virgen digna de alabanza,

Virgen poderosa,

Virgen clemente,

Virgen fiel,

Espejo de justicia,

Trono de Sabiduría,

Causa de nuestra alegría,

Vaso espiritual,

Vaso honorable,

Vaso insigne de devoción,

Rosa mística,

Torre de David,

Torre de marfil,

Casa de oro,

Arca de la Alianza,

Puerta del cielo,

Estrella de la mañana,

Salud de los enfermos,

Refugio de los pecadores,

Consuelo de los afligidos,

Auxilio de los cristianos,

Reina de los Ángeles,

Reina de los Patriarcas,

Reina de los Profetas,

Reina de los Apóstoles,

Reina de los Mártires,

Reina de los Confesores,

Reina de las Vírgenes,

Reina de todos los Santos,

Reina concebida sin pecado original,

Reina asunta a los cielos,

Reina del sacratísimo Rosario,

Reina de la paz.

Cordero de Dios, que quitas los pecados

del mundo, perdónanos, Señor.

Cordero de Dios, que quitas los pecados

del mundo, escúchanos, Señor.

Cordero de Dios, que quitas los pecados

del mundo, ten piedad de nosotros.

Ruega por nosotros santa Madre de Dios,

para que seamos dignos de alcanzar las

promesas de Jesucristo.

Oremos

Concédenos, Señor Dios, a tus siervos, te

lo pedimos, la gracia de gozar perpetua

salud de cuerpo y alma, y por la gloriosa

intercesión de la Bienaventurada siempre

Virgen María, de ser librados de la tristeza

(de la vida) presente y de gozar de la eterna

alegría. Por Cristo Nuestro Señor.

Amén.

*(por cada título a Ntra Señora decir: ruega por nosotros)