Es la única colección de poesías publicadas como tal por el Padre Leonardo Castellani.
Reúne composiciones que escribió desde su partida a bordo del vapor Naboland hacia Europa, en 1946, hasta su retorno a la Patria y primer año de estadía en ella, en 1950.
Son los años más tempestuosos de su existencia. En ellos se dio el conflicto con sus superiores religiosos, que dejó honda huella en su vida y en su obra.
La aparición de Santa Teresa (1)
(Salta, primavera de 1950)
«La primavera ha venido.
Nadie sabe cómo ha sido” (Antonio Machado)
Este día sin sol, torvo y sombrío
el ánimo nublado más que el cielo
y el cuerpo amodorrado del resfrío
esa fantasma en cariñoso celo
lo único que en el mundo es cosa mía
lo que me resta vivo en este suelo
vino a vendarme mi melancolía
Era el comienzo de la primavera
y, estando preso, yo no lo sabía…
(Primavera quiere decir primera
verdez o veranes —el primum vere
que dice el buen Alvárus y Llobera)
O sea el gran reverdecer que quiere
recordar al Creador lo prometido
sobre resurrección de lo que muere.
Así pues, mi hermanita y aguerrido
camarada en Jesús, único dueño
de la llave del reino del olvido,
viniendo a darme pócima y beleño
viajó en el temporal pacientemente
entre la lluvia con piadoso empeño,
para limpiar las brumas de mi mente
y con presencia calma y silenciosa
ponerme un nuevo sol en el ambiente
abrir como una no terrestre rosa
los senos de su alma a la cabeza
yerta, más que un amigo y que una esposa
decir una palabra que si empieza
ya nunca tiene fin, definitiva
más eficaz que una mujer que besa
tocar la fibra conservada viva
entre la pulpa muerta o necrosada
con la vara de amor restaurativa
crear un hombre nuevo de la nada
o hacer cuanto es posible a la criatura
en hipoteca desinteresada
por restaurar lo que no tiene cura
ofrecer su tesoro todo entero
casta y libre a la vez, osada y pura
al desconsiderado pordiosero…
