ALEGRÍA DE MORIR
UN CARMELITA DESCALZO
VIII
SUSPIROS POR VER A DIOS
(Anónimo, siglo XVI)
El autor, desconocido, de esta poesía canta el ardiente deseo de ir a ver a Dios y codicia la muerte para conseguir tanta dicha.
La Hermana Isabel, en una recreación del mes de noviembre de 1571, la cantó delante de Santa Teresa de Jesús, y acrecentó tanto las ansias de morir que Santa Teresa ya sentía, que produjo en ella los efectos que narra en Las Moradas, VI, cap. XI, y en La Relación XV, poniéndola a las puertas de la muerte, en éxtasis, en que perdió los sentidos y la dejó embebida en esta verdad y deseo por varios días.
Véante mis ojos,
dulce Jesús bueno;
véante mis ojos,
muérame yo luego.
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Vea quien quisiera
rosas y jazmines,
que si yo te viere
veré mil jardines.
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Flor de Serafines,
Jesús Nazareno,
véante mis ojos,
muérame yo luego.
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Véome cautivo
sin tal compañía;
muerte es la que vivo
sin Vos, Vida mía.
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¿Cuándo será el día
que alcéis mi destierro?
Véante mis ojos,
muérame yo luego.
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No quiero contento,
mi Jesús ausente;
que todo es tormento
a quien esto siente.
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Sólo me sustente
tu amor y deseo.
Véante mis ojos,
muérame yo luego.
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Véante mis ojos,
dulce Jesús bueno.
Véante mis ojos,
muérame yo luego.

