ALEGRÍA DE MORIR
UN CARMELITA DESCALZO
APÉNDICES
VII
LA ZAGALEJA
(M. Gregoria Francisca de Santa Teresa, C. D. 1653-1736)
Cuando alegre el alba ríe,
una amante zagaleja
llora en aquel arrabal
y tiernamente se queja.
Suspiros exhala ardientes
entre amorosas endechas,
que penetrando los cielos,
enternecen las estrellas.
Por las fuentes de sus ojos
aquestos ecos resuenan:
¡Ay de mí!, que mi destierro
se dilata y atormenta,
juzgando imposible el bien
de gozar mi amada prenda.
Al gusto toda insensible
sólo me asientan tristezas,
soledades me acompañan
y lágrimas me alimentan.
En Babilonia cautiva,
lloro con lágrimas tiernas
la ausencia de mi querido
y de mi patria la ausencia.
¡Oh Dios mío! ¡Oh gloria mía!
Vea este rostro, vea
esta alma que os adora
la alegría sempiterna.
Mis gemidos amorosos
a vuestros oídos sean aceptos;
mirad, Amado,
que desfallecen las fuerzas.
Aquí, exhalando un suspiro
con abundancia de perlas,
siendo dogal el dolor,
rindo el aliento a la pena.
Reclinada sobre un tronco
y cesando las querellas,
en un silencio hablador
al mar de amor dio las velas.
