P. CERIANI: SERMÓN DEL SEXTO DOMINGO DE PENTECOSTÉS

SEXTO DOMINGO DE PENTECOSTÉS

Nos encontramos en el Sexto Domingo Después de Pentecostés.

Llevamos dos Domingos tratando la cuestión de la Fe y del Falso Ecumenismo.

El Domingo pasado hemos considerados algunos parágrafos innovadores tomados de la Constitución Lumen Gentium y del Decreto Unitatis Redintegratio del conciliábulo vaticanesco.

Disponemos de un artículo que pone en evidencia la gravedad de esas novedades, verdaderas alteraciones de la doctrina católica.

Dicho artículo fue elaborado por el Padre Timoteo Mc Carthey, y fue publicado en enero de 1974 por el organismo Romano que reúne a todas las Congregaciones misioneras de la Iglesia. A confesión de parte, relevo de pruebas, dice el axioma jurídico, que significa que, quien confiesa algo, libera a la contraparte de tener que probarlo.

Pues bien, con el sugestivo título de Antes, durante y después del Concilio, el Padre Mc Carthey analizó los cambios sufridos por la doctrina en relación a la Mediación de Jesucristo y a la Salvación.

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En cuanto a Jesucristo Mediador, el autor dice que antes del Concilio, el misionero enseñaba que Jesús fundó una única y verdadera Iglesia, la Católica, en la cual Él está presente como Mediador ante el Padre, y que, por lo tanto, existía una separación radical entre el campo cristiano y las religiones no cristianas.

El padre Mc Carthey nos dice que esta doctrina sufrió un primer cambio puesto que, durante el Concilio, Jesús apareció como llevando a la perfección las otras religiones cristianas, e incluso las no cristianas, que contienen auténticos gérmenes del Evangelio.

La Iglesia no carece de vínculos con esas religiones, sino que está en ellas como levadura.

Por lo tanto, la misión no es una competencia, un esfuerzo de substitución, sino una obra de sublimación: toma aquello que hay de verdadero y sano en esas religiones y muestra cómo encontrar su perfección en Cristo.

El articulista nos presenta un segundo cambio doctrinal; en efecto, después del Concilio, la mediación universal de Cristo se mantiene, pero respetando el pluralismo religioso.

Lo que Dios ha revelado en Jesús, una vez y para siempre, es que la decisión crucial referente a lo divino es tomada por el hombre en su relación con la comunidad humana.

Jesús ha proclamado la interconexión entre el amor a Dios y el amor al prójimo, que son indisociables. Es en su relación con la comunidad humana que el hombre se abre a lo divino y comunica con Dios.

Cuando el misionero enseña a los no cristianos a amar a todos los hombres, es entonces que él evangeliza.

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Ya podemos vislumbrar las sorprendentes afirmaciones del padre Mc Carthey respecto de la Doctrina de la Salvación.

Él nos dice que, conforme a la doctrina anterior al Concilio, los miembros de la Iglesia Católica tenían todo lo necesario para salvarse; y que la pertenencia a la Iglesia Católica era la única vía normal de salvación.

Por lo tanto, el deber de la Iglesia Católica era predicar a los hombres para que se convirtiesen.

Los no cristianos podían salvarse si ellos lo eran de buena fe; pero su salvación requería una intervención extraordinaria de Dios en sus vidas.

Esta concepción de la salvación estaba esencialmente centrada en la Iglesia Católica.

Pero llegó el Concilio y durante el mismo la Iglesia Católica ha reconocido el valor salvífico de las otras religiones cristianas, e incluso de las no cristianas.

El Concilio ha declarado que Dios obra a través de ellas y no las desdeña. Ellas son, por lo tanto, legítimas y tienen su lugar en el plan de Dios.

Los no cristianos, aceptando su humanidad, sus vidas y los misterios que los rodean, han aceptado a Cristo, al menos implícitamente.

Los cristianos, habiendo recibido la gracia de conocer explícitamente a Cristo, deben ser signo de que todos los hombres están salvados en Cristo.

Esta concepción de la salvación está centrada en Cristo.

Evidentemente que las cosas no podían quedar aquí y han seguido su rumbo. Después del Concilio se enseña que cada religión tiene su identidad y su autonomía como consecuencia de la absoluta certeza que la fe inspira al creyente.

Cuando un no cristiano hace un acto de fe se encuentra en una relación con Dios que no es menos inmediata que la del cristiano.

El Evangelio no es más que un medio de salvación entre otros.

Esta concepción de la salvación está esencialmente centrada en Dios.

La Iglesia Católica, en efecto, se ordena al Reino de Dios, y Jesús se ordena a la obra del Padre; por lo tanto, no es necesario para los no cristianos adherir a la Iglesia Católica para salvarse, si adhieren a Dios.

El objetivo del mensaje cristiano es liberar a los no cristianos en vista de un contacto salvífico con aquello que hay de mejor en cada una de sus tradiciones religiosas.

El misionero debe ayudar a los no cristianos a resolver sus problemas. Lo hará de manera humilde, sincera, respetando sus tradiciones y estando disponible a aprender de ellos respecto de Dios.

Los no cristianos tienen necesidad de ver cómo la vida cristiana se distingue de las otras religiones creando una transfiguración de la consciencia y una nueva visión del hombre, del mundo, de la historia y de Dios.

El padre Mc Carthey no lo dice, pero, por lógica consecuencia, ya hemos llegado a que la salvación está centrada en el hombre.

Un cuadro esquemático nos ayuda a percibir la enormidad de estos desvíos heréticos:

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Para clarificar bien esta cuestión, consideremos ahora una síntesis doctrinal católica sobre el ecumenismo y, en contraposición, la síntesis del ecumenismo conciliar.

SÍNTESIS DOCTRINAL CATÓLICA SOBRE EL ECUMENISMO

I: LA UNIDAD DE LA IGLESIA

1. La unidad es una propiedad de la Iglesia de Cristo.

2. La verdadera y única Iglesia de Cristo es la Católica, Apostólica y Romana.

3. La unidad es, ha sido y será indefectible en la Iglesia Católica.

4. Dicha unidad es triple: de fe, de culto y de gobierno; y si uno de tales vínculos falta, no hay verdadera unidad, sino falsa unidad.

5. La unidad de fe consiste en la profesión íntegra de la doctrina católica.

6. La unidad de culto consiste en la aceptación y realización del mismo Sacrificio y de los mismos Sacramentos.

7. La unidad de gobierno consiste en la sumisión a la Sede de Pedro.

II: EL VERDADERO ECUMENISMO

1. La única unidad posible radica en el regreso de los disidentes al seno de la Iglesia Católica, culpable y desgraciadamente abandonada por ellos.

2. Pues la unidad solo puede surgir de una sola fe cristiana, de una sola ley de creer, de un solo magisterio.

3. Es imposible decir que se adhiere a Cristo, Cabeza de la Iglesia, si no se adhiere también a Su Cuerpo, la Iglesia. Y como ésta sólo es la Iglesia Católica, es imposible decirse cristiano estando fuera de ella.

4. Para lograr la unidad, no basta afirmar lo que hay de común entre católicos y disidentes. No se puede fundamentar la unidad sólo en aquellas partes de doctrina en las que haya acuerdo.

5. Para lograr la unidad, no es lícito silenciar un solo dogma.

6. Fuera de la Iglesia Católica existen valores de salvación, pero sólo por lo que conservan de la verdadera Iglesia.

III: ERRORES DEL FALSO ECUMENISMO

1. Tres son los errores fundamentales:

a) Trastornar la constitución divina de la Iglesia, considerándola como dividida, integrada por varias comunidades o «comuniones» distintas, coincidentes sólo en algunos puntos de doctrina, cada una con los mismos derechos que las demás para ser considerada como la verdadera Iglesia de Cristo.

b) Considerar que la unidad de la Iglesia es sólo un ideal lejano. Es decir, que la Iglesia nunca ha sido y aún no es una.

c) Promover un falso concepto de unidad: una cierta comunidad de creencias y un cierto intercambio de caridad fraterna.

2. Ante la falta de acuerdo en las doctrinas, basa la unidad sólo en la caridad fraterna, la cual, por sí misma, provocaría una evolución interna hacia la unidad en la doctrina.

3. Para facilitar el acuerdo en las doctrinas, afirma:

a) el relativismo de las verdades fundamentales, esenciales y accidentales.

b) la distinción entre verdades fundamentales y no fundamentales, esenciales y accidentales.

4. Rechaza acerbamente cualquier autoridad real a la Iglesia Católica:

a) oposición al Primado del Romano Pontífice.

b) reconocimiento sólo de una primacía de honor del Pontífice.

c) deseo inmoderado de actuar en pie de igualdad con la Iglesia Católica.

Todos estos errores se exhiben en el Discurso de Robert Francis Prévost a las delegaciones ecuménicas e interreligiosas, del 19 de mayo pasado.

IV: PELIGROS QUE ACECHAN A LOS CATOLICOS QUE TRABAJAN POR LA UNIDAD

1. Irenismo: disminuir o disimular las verdades y obligaciones católicas en aras de una falsa paz («eirene») o armonía con los disidentes.

2. Pérdida del celo misionero.

3. Pancristianismo: considerar que se puede constituir una unión federativa de las confesiones cristianas, manteniendo cada una su independencia y sin renunciar a sus dogmas.

4. Indiferentismo: considerar que en cualquier confesión cristiana y en cualquier religión, se puede igualmente complacer a Dios y esperar con igual confianza la salvación eterna.

V: ERRORES A EVITAR EN EL TRATO CON LOS DISIDENTES

1. Ambigüedades de expresión, que podrían dar lugar a esperanzas falaces y opiniones erróneas.

2. Exposición parcial de la doctrina católica, olvidando que la unidad solo puede fundamentarse en la profesión de la doctrina íntegra.

3. Silenciar los puntos centrales de disidencia: justificación, constitución de la Iglesia, Primado, calidad de la verdadera unión, etc.

4. Permitir que los disidentes crean que, regresando a la verdadera Iglesia, le aportan a ésta algo que le faltaba.

5. Exageración desmesurada de los defectos humanos del catolicismo (especialmente en la historia de la Reforma), distrayendo la atención de lo esencial: que los disidentes han defeccionado de la fe católica.

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SÍNTESIS DEL ECUMENISMO CONCILIAR

Decisión previa: El ecumenismo, tal como ha nacido del Concilio, es irreversible.

I: LA UNIDAD DE LA IGLESIA

1. La unidad ha fallado en la Iglesia de Cristo: a través de los siglos, se ha quebrado la unidad de fe y la unidad de caridad.

2. La unidad es por lo tanto imperfecta: es capaz de mayor o menor perfección. Fue perfecta en los primeros siglos; se perdió tal perfección por los cismas y herejías.

3. En consecuencia, hoy no existe la unidad que Cristo quiso para su Iglesia.

4. El único modo de reintegrar tal unidad: el diálogo en la caridad.

II. EL ECUMENISMO

A) Objetivo: “Ut unum sint”, “que todos sean uno”.

B) Medios:

1. Reconocimiento de la libertad religiosa como derecho absoluto del hombre, surgido de su naturaleza misma. Consecuentemente, rechazo de la confesionalidad del Estado.

2. Relativización de los dogmas:

a) distinción entre verdades fundamentales y no fundamentales.

b) afirmación del progreso del dogma (adquiriendo un sentido distinto al que anteriormente tenía).

c) búsqueda de un acuerdo en los dogmas fundamentales de la fe.

3. Reconocerse como «iglesias hermanas», lo cual implica:

a) que todas se hallan en un plano de igualdad.

b) el Pontífice no tiene primacía de jurisdicción y magisterio, sino un cierto primado honorífico.

c) el Pontífice Romano es solo el presidente de una iglesia local, heredero y sucesor de uno de los integrantes del Colegio Apostólico.

C) Modo de tratar con los disidentes:

1. Exponer ante todo aquello que nos une.

2. Silenciar o posponer todo aquello que nos separa.

3. Reconocer humildemente los defectos y culpas de la Iglesia Romana.

4. Agradecer a los disidentes por permitirnos tomar conciencia de tales defectos y culpas.

5. Reconocer que el regreso de los disidentes permitirá que la Iglesia supere su imperfección actual.

D) Medidas prácticas inmediatas:

1. Aliento del diálogo, rechazo de las misiones o del proselitismo.

2. Rehabilitación de los «hermanos separados».

3. Autorización de la “communicatio in sacris”.

4. Evolución hacia una liturgia interconfesional.

Dios mediante, el próximo Domingo continuaremos con este tema. Por ahora, dejamos un cuadro esquemático resumiendo la cuestión:

 MAGISTERIO TRADICIONALLA CARICATURA
  LA UNIDAD DE LA IGLESIA  1. La unidad es una propiedad de la Iglesia de Cristo.

2. La unidad es, ha sido y será indefectible en la Iglesia Católica.
1. La unidad ha fallado en la Iglesia de Cristo: a través de los siglos, se ha quebrado la unidad de fe y la unidad de caridad.

2. La unidad es por lo tanto imperfecta: es capaz de mayor o menor perfección. Fue perfecta en los primeros siglos; se perdió tal perfección por los cismas y herejías.

3. En consecuencia, hoy no existe la unidad que Cristo quiso para su Iglesia.
            EL ECUMENISMO  1. La única unidad posible radica en el regreso de los disidentes al seno de la Iglesia Católica, culpable y desgraciadamente abandonada por ellos.

2. Pues la unidad solo puede surgir de una sola fe cristiana, de una sola ley de creer, de un solo magisterio.

3. Es imposible decir que se adhiere a Cristo, Cabeza de la Iglesia, si no se adhiere también a Su Cuerpo, la Iglesia. Y como ésta sólo es la Iglesia Católica, es imposible decirse cristiano estando fuera de ella.

4. Para lograr la unidad, no basta afirmar lo que hay de común entre católicos y disidentes. No se puede fundamentar la unidad sólo en aquellas partes de doctrina en las que haya acuerdo.

5. Para lograr la unidad, no es lícito silenciar un solo dogma.

6. Fuera de la Iglesia Católica existen valores de salvación, pero sólo por lo que conservan de la verdadera Iglesia.

7. Tres son los errores fundamentales:
a) Trastornar la constitución divina de la Iglesia, considerándola como dividida, integrada por varias comunidades o «comuniones» distintas, coincidentes sólo en algunos puntos de doctrina, cada una con los mismos derechos que las demás para ser considerada como la verdadera Iglesia de Cristo.

b) Considerar que la unidad de la Iglesia es sólo un ideal lejano. Es decir, que la Iglesia nunca ha sido y aún no es una.

c) Promover un falso concepto de unidad: una cierta comunidad de creencias y un cierto intercambio de caridad fraterna.  
A) Objetivo: “Ut unum sint”, “que todos sean uno”.

B) Medios:
1. Reconocimiento de la libertad religiosa como derecho absoluto del hombre, surgido de su naturaleza misma. Consecuentemente, rechazo de la confesionalidad del Estado.

2. Relativización de los dogmas:
a) distinción entre verdades fundamentales y no fundamentales.

b) afirmación del progreso del dogma (adquiriendo un sentido distinto al que anteriormente tenía).

c) búsqueda de un acuerdo en los dogmas fundamentales de la fe.

3. Reconocerse como « iglesias hermanas ».

C) Modo de tratar con los disidentes:
1. Exponer ante todo aquello que nos une.

2. Silenciar o posponer todo aquello que nos separa.

3. Reconocer humildemente los defectos y culpas de la Iglesia Romana.

4. Agradecer a los disidentes por permitirnos tomar conciencia de tales defectos y culpas.

5. Reconocer que el regreso de los disidentes permitirá que la Iglesia supere su imperfección actual.

D) Medidas prácticas inmediatas:
1. Aliento del diálogo, rechazo de las misiones o del proselitismo.

2. Rehabilitación de los «hermanos separados».

3. Autorización de la “communicatio in sacris”.

4. Evolución hacia una liturgia interconfesional.