«PIDO TENER UNA CRUZ».

Muerte de Santa Juana de Arco en la Hoguera.

. …»a Cauchon (…) se le olvidó prever que la condenada pudiera pedir una cruz como último deseo.
Significativamente el tribunal no tenía nada parecido a su alcance y el tiempo pasaba…Paradójicamente en ese momento crucial un soldado ingles, conmovido por el pedido de Juana, le improvisó una pequeña cruz con dos ramitas sacadas de la pira y se la arrojó luego de atarlas con un hilo de cáñamo. Ella la recibió devotamente y, habiéndola besado, la colocó entre su pecho y la túnica.
No obstante la delicadeza del soldado, Juana no se contentó con la crucesita, pidiendo a los frailes Isambart y Jean Massieu una más grande:
«Os suplico que me traigais de la iglesia más cercana una cruz para tenerla elevada delante de mí hasta que muera (…)a fin de que la cruz de donde Dios pendió, esté continuamente delante de mis ojos.»
Inmediatamente Massieu hizo traer de la parroquia del Santo Salvador una gran cruz procesional, que «ella la abrazó estrechamente y por largo tiempo, teniéndola consigo hasta que fue atada».
«…Cuando Juana vio el fuego, ella me pidió que bajase del estrado y le levantara la cruz del Señor bien alta para que ella la pudiese ver, cosa que hice…» (Martin Ladvenu.)
Ya cercana al término de su vida en la tierra, igual que Nuestro Señor crucificado, Juana tuvo sed de Dios: «Ella fue llevada a la hoguera, donde la escuché pedir agua bendita»
Mientras el humo del fuego comenzaba a sofocarla, Juana reafirmó su misión celeste, como lo atestigua su confesor:
«Ya en la hoguera, al igual que en la prisión, ante la muerte, lo mismo que en presencia de los jueces, sostuvo y afirmó hasta el fin que sus voces venían de Dios, que todos sus actos habían sido realizados por mandato del Señor, que no creía haber sido engañada por sus voces y que las revelaciones que había tenido también procedían de Dios….»
Sus últimas invocaciones fueron:
«¡Jesús, Jesús!…¡No, no soy ni hereje ni cismática! ¡Oh Virgen María!¡San Miguel !¡Santa Catalina! ¡Jesús! ¡Mis Voces son verdaderamente de Dios!¡Todo lo que he hecho, lo hice por orden de Dios!¡Mis voces no me han engañado! ¡Las revelaciones que he tenido venían de Dios!
«Al fin, en el momento de morir, ella gritó por última vez:¡JESÚS!»
…»Yo mismo escuche a Juana, de su propia voz, clamar en medio de las llamas el nombre de Jesús». Jean Fave testigo.

Fuente: Santa Juana de Arco. Virgen, Reina, Mártir.Libro de Marie de la Sagesse Sequeiros SJM.