JORGE DORÉ: POEMA – CARTA A LA VIRGEN MARÍA

Carta a la Virgen María



Madre mía del cielo, yo te escribo esta carta,

–yo no sé si una carta me pudiera salvar–

pero tantas angustias me consumen por dentro

que es con tinta que lloro mi profundo pesar.



Yo no he sido un devoto, ni un apóstol, ni un mártir,

ni un profeta, ni un santo; tú me has visto eludir

los peldaños que llevan de la tierra hasta el cielo

posponiendo la meta del cristiano: ¡subir!



He habitado entre sombras y he vivido leproso,

ciego y sordo a consejos que he debido escuchar,

pero sé que no hay hijo que no cubra tu manto

y que no hay pecadores que no quieras salvar.



He fundado mi casa sobre suelo arenoso,

he logrado conquistas que me han hecho perder

y he gastado mis horas en tibiezas banales

donde el premio al vacío se traduce en placer.



He ignorado el llamado de tus pródigas gracias,

he tomando el arado y he mirado hacia atrás;

me han cantado más gallos que a san Pedro y bien sabes

que he tenido mis dudas como un nuevo Tomás.



Yo no sé, Madre mía, si mi ser afligido

que hoy se arroja a tus plantas con total contrición

será digno algún día de mirarte a esos ojos

que interceden por todos los que buscan perdón.



No merezco, Señora, más que olvido y desprecio

de tu Hijo y del cielo, pero hoy arde en mi ser

una llama que alumbra mi conciencia dormida

que has prendido por gracia de tu santo poder.



No permitas, María, que se pierda mi alma,

que hoy aspira al consuelo de tu amor maternal.

Yo no sé si esta carta llegará a tus alturas

¡pero nunca te olvides de este pobre mortal!