Es la única colección de poesías publicadas como tal por el Padre Leonardo Castellani.
Reúne composiciones que escribió desde su partida a bordo del vapor Naboland hacia Europa, en 1946, hasta su retorno a la Patria y primer año de estadía en ella, en 1950.
Son los años más tempestuosos de su existencia. En ellos se dio el conflicto con sus superiores religiosos, que dejó honda huella en su vida y en su obra.
DIOS
Yo quisiera ser un sembrador
de fe y de gozo…
Nada más que eso:
yo no soy sermonero ni filosofo…
¿Y qué puedo ensenar si no se nada
de lo único que adoro?
Y así me faltan todas las retóricas,
compositor de interminable exordio.
Yo no soy un poeta
aunque gané mis palmas de retórico
y escribo en verso mis internas prosas
para narrar tan sólo
lo que a mí me ha pasado
exagerando un poco;
si el que me oye es bueno y es amigo
soy elocuente y un sábelotodo;
ante el bruto me cierro
y ante un reptil, me paralizo y corto.
Siempre atado, no se más que de darme
y vivir de mi vida con los otros…
Cómo todo ha pasado
y cómo
todo me ha ido al revés y sin embargo
todo
llega un momento de una luz oscura
y está al derecho y es maravilloso…
yo quisiera sembrar conocimiento
del que escogí en la noche, del que añoro
desde que era un infante, un pobre pibe
curioso
soñador e irritable
y un poco meláncolico…
su nombre entonces era el Gran Ausente
y ahora que está presente, el Gran Ignoto.

