Es la única colección de poesías publicadas como tal por el Padre Leonardo Castellani.
Reúne composiciones que escribió desde su partida a bordo del vapor Naboland hacia Europa, en 1946, hasta su retorno a la Patria y primer año de estadía en ella, en 1950.
Son los años más tempestuosos de su existencia. En ellos se dio el conflicto con sus superiores religiosos, que dejó honda huella en su vida y en su obra.
DIOS
Escondido atrás del aire, que para él es biombo azul,
si no mienten Aristóteles, Platón y el género humano
está Dios, la maquinaria que da la fuerza y la luz
motor que chuta sin ruido la tierra contra los astros.
Más difícil que la física, los microbios, las estrellas
jeroglífico, novela policial, libro kantiano
la demostración delante que nacimos para verla
el libro abierto en los ojos, y no lo vemos ni rastro.
En la gran clase del mundo, cárcel del mundo, o bien cáncer
del mundo, todos vivimos de este tema desojándonos
deshojándonos —atentos, que no es lo mismo sin hache—,
perdiendo ojos y hojas con la furia del trabajo.
A descifrarlo nacimos y hasta que el tiempo nos corte
tras él penamos, corremos y la luz analizamos;
de golpe un niño, un idiota, lo ven y se vuelven dioses
y hay sabios que no lo encuentran y nunca pasan de sabios.
Quien lo ve un poquito es rico, quien no lo ve nada es nada
quien lo ve un poquito más se muere o se vuelve santo
nadie lo ve sin morir, y morir por eso es chanza
o lo que ve es un dibujo, o una especie de relámpago.
¡Dios! Yo ya no tengo nada, he vendido hasta la ropa
para pagar los estudios en que te vengo buscando…
Muéstrame tu cara un día, antes de salir de Europa.
¡Oh Lejanísimo, muéstrame tu negra faz! ¿Para cuándo?

