Gratitud
Señor, Tú que has creado las plantas y las flores,
el sol, las nebulosas, la luz y los colores,
que has hecho un universo pletórico de estrellas
nocturnas luminarias y prófugas centellas
y en medio de él has puesto la tierra bendecida
con el extraordinario milagro de la vida.
Tú que el sol y la luna sostienes en la altura
que has concebido el monte, el valle y la llanura,
Tú que has creado mundos visibles e invisibles,
sin que para Ti existan ni arcanos ni imposibles,
Tú que todo lo sabes y que todo lo ves,
que eres antes y siempre y mañana y después,
ten piedad de esta alma que busca esperanzada
salir de sus mortajas y ser resucitada,
de este vaso de arcilla que solo entre tus manos
puede ser liberado de sus usos profanos.
Mira con dulces ojos esta pobre existencia
que se arroja en los brazos de tu santa clemencia
repudiando sus culpas y clamando el perdón
que guardas en tu pródigo y Sacro Corazón.
Llego a tus pies humilde y ante tus pies me postro
buscando la divina dulzura de tu rostro.
¡Gracias!, porque me has dado más de lo que merezco.
Sé que sin Ti ni vivo, ni prospero ni crezco
y que sin la perpetua lucha contra el maligno,
ningún cristiano puede ser un cristiano digno.
Dame perseverancia, fortaleza y coraje
para que al fin de tanta tribulación, mi viaje
concluya ante las puertas de tu mansión de oro.
Tú sabes que te amo, tú sabes que te adoro
pero que sin tu gracia nuestra labor es vana.
¡Oh Dios, toma mi vida y haz que sea mañana
mejor! Que mi pecado se mustie en tu memoria
y al verme ante las puertas de tu divina gloria
pueda oírte embargado de infinita alegría
ordenar dulcemente: ¡Adelante, alma mía!