NOVENA A NUESTRA SEÑORA DEL BUEN SUCESO

Sociedad Ecuatoriana Tradición y Acción Pro Cultura Occidental

Oración inicial para todos los días
¡Oh!, Santísima Virgen María, Reina y Madre de El Buen Suceso, que te dignaste en manifestar a través de la Sierva de Dios Madre Mariana de Jesús Torres, benemérita fundadora del Monasterio de La Inmaculada Concepción de Quito, la incomparable ternura de Vuestro Inmaculado Corazón; dejándonos maternales mensajes de salvación regeneración. Confiados y agradecidos de las inagotables bondades de Vuestra Misericordia, venimos a Vuestras Plantas para rendiros el tributo de nuestro amor y veneración.
Haced que vuestras palabras nos otorguen orientación y seguridad en medio de la actual confusión de los espíritus, para convertirnos en hijos fieles de la Santa Iglesia, dignándote alcanzarnos buenos sucesos para salvación de nuestras almas y de Vuestro querido Ecuador.

Así sea.

Octavo Dia

La Reina Destronada

Imaginemos una hermosa reina que, con delicadeza y bondad incomparables, gobierna pacífi camente su pueblo que se inclina encantado y reverente ante su cetro maternal.

Un día, impulsados por la miseria humana, súbditos suyos se rebelan en su contra, invaden el palacio entre alaridos e improperios y llegan hasta la misma sala del trono, para destronarla.

La reina los aguarda de pie, majestuosa, luciendo su corona, su cetro y su manto real; Ella decide enfrentar al adversario que avanza amenazante y que entra derrumbando las puertas.

La sala está llena de vasallos fi eles a la reina, la cual espera que, al menos, ese puñado de siervos leales la defi enda. Pero, ellos permanecen de brazos cruzados; unos por miedo, otros por cansancio.

El adversario se acerca y ata a la reina con cuerdas, inmovilizándola, con el fi n de arrastrarla.

La reina, con la boca vendada, implora con la mirada a sus cortesanos que se levanten, que reaccionen, que protesten.

En el extremo de la maldad, uno de los bandidos arremete contra la infeliz soberana queriendo derrumbarla.

Tamaña infamia produce la indignación de algunos buenos, quienes por fi n se levantan y proclaman: «¡Esto no! ¡Esto no lo permitiremos!». Y se lanzan en defensa de la reina, quien es liberada.

Ella, agradecida con los vasallos fi eles que la salvaron en la hora suprema del peligro, se extrema en prodigarles su afecto maternal y las recompensas más espléndidas, que ellos jamás soñaron.

Esta metáfora resume la actual situación del mundo con relación a María Santísima.

El mal ha inundado la tierra, el culto y las expresiones de gloria que se le tributaban universalmente a María están reducidos a pequeños grupos aislados de fi eles.

La Reina está siendo ultrajada ante la mirada impávida de la humanidad.

¡Levantémonos, nosotros sus hijos, defendámosla y proclamémosla Bienaventurada!

 

Pídase la gracia que desea alcanzar por la intercesión de la Sierva de Dios, Madre Mariana de Jesús Torres.
Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
V: Santísima Virgen de El Buen Suceso.
R: Ruega por nosotros.
V: Sierva de Dios, Madre Mariana de Jesús Torres.
R: Ruega por nosotros.
Magníficat

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí. Su nombre es Santo y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes; a los hambrientos colma de bienes y a los ricos despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de Su Misericordia−como lo había prometido a nuestros padres− en favor de Abraham y su descendencia para siempre.

Gloria al Padre, al Hijo, y al Espíritu Santo; como era en un principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos.

Amén.


Oración Final para todos los días
¡Oh! Señora del Buen Suceso, que con mirada de predilección consideráis al Ecuador atended a la tristeza de los días que atravesamos, caracterizados por la entera confusión de los espíritus.
Nuestros corazones se vuelven hacia el vuestro en la búsqueda de una luz, una ayuda, un aliento.
Que todos nos empeñemos más que nunca en invocaros como Madre de El Buen Suceso, con la esperanza de que así apresuréis para nosotros, perturbados y
confundidos, el camino de luz que nos conduzca, en medio de las tinieblas, a vuestro Divino y Adorado Hijo.

Así sea.